Expansionismo chino: la nueva ruta de la seda, ¿camino de oportunidades o amenazas?
Mientras el mundo pareciera ingresar en una era de guerra comercial, de proteccionismos y retrocesos en la globalización comercial, y emergen corrientes políticas afines a establecer repliegues democráticos frente a los avances del autoritarismo, está teniendo lugar un proceso de expansión de la China hacia Europa, a través de un proyecto llamado "The Belt and Road Initiative" o Proyecto de Cinturón y Ruta o conocido también como "La nueva ruta de la seda".
Esta iniciativa, que se compone de un conjunto de enormes obras de infraestructura para la conectividad, el transporte y las comunicaciones entre el gigante de Asia y Europa continental, ha venido despertando tanto expresiones de optimismo en cuanto a las posibilidades de incrementar los intercambios comerciales y el flujo de culturas y sociedades. Involucrará a 60 países, a 4000 millones de personas y cerca de 20 trillones de dólares en inversiones. Se trata de diversos corredores en forma de autopistas, túneles, vías férreas, rutas y canales de navegación, redes eléctricas y de telecomunicaciones, con levantamiento de infraestructura y desarrollo urbano en el camino, mediante la creación de escuelas, hospitales, depósitos, etc.
En el siglo XIII, en la llamada Alta Edad Media, la familia de los Polo, los hermanos Maffie y Nicolo y el hijo de éste, Marco, originarios de la ciudad de Venecia, realizaron un viaje en el año 1271 en el se internaron en el interior del Asia Menor, atravesando el Imperio Mongol en el Extremo Oriente. Se trataba de un hecho de carácter transformador, tal como doscientos años más tarde lo haría Cristóbal Colón con América. El mundo se expandía a niveles desafiantes por la dimensión de lo existente, su carácter desconocido y por sus diferencias culturales y sociales. Venecia y Génova, las capitales del comercio mundial en esta época, cobraban ahora otra importancia ante las posibilidades del comercio con la China. Sin embargo, tal intercambio se vio afectado por las propias complejidades de un territorio imperial, sometido a disputas dinásticas internas y a las hostilidades y ocupaciones de tribus vecinas, como la Mongol.
Hoy China juega el rol de ser la palanca industrial del capitalismo occidental, una paradoja que, como cuchillo de doble filo, representa tanto oportunidades como peligros. Esta paradoja presenta al capitalismo un dilema que tarde o temprano -a juzgar por el curso de la historia pasada,en materia de rivalidades entre potencias comerciales y geopolíticas- deberá enfrentar: si China adoptara finalmente un rol imperial expansionista, de ambiciones hegemónicas sobre zonas de influencia definidas y seleccionadas por el regimen comunista, si al sistema de gobierno le acoplara un nacionalismo que buscara afianzar su unidad ante riesgos potenciales de descontentos y de fracturas políticas y sociales, ¿cuán expuesto quedaría el capitalismo al tener a su principal socio comercial y a su maquinaria industrial como plataforma neurálgica del bienestar occidental y asiático, convertido en el principal rival o adversario geopolítico, y, potencialmente bélico?
La nueva ruta de la seda, o el Proyecto de Cinturón y Camino se inserta dentro de este dilema: la conectividad que China busca lograr -desde una autopista que una al Mar Amarillo con el Báltico, a ciudades europeas convertidas en centros de logística del comercio chino, como el caso de Diusburg en Alemania y corazón europeo, de mega puertos como el que se construye en las costas africanas de Djibouti al puerto espacial que se levanta en la Patagonia argentina son ejemplos de un interés chino por expandir su presencia al servicio de su poder económico, pero detrás del cual, inevitablemente late el poder político y la ambición de influencia y dominio.
Cinturón y Camino representa una ruta de seda de curso inverso al que existía en la Antigüedad. Los desarrollos de espacios de infraestructura en naciones del Africa y del Asia Menor, la compra de enormes extensiones de tierras cultivables o ricas en recursos como las llamadas "Tierras raras", minerales exóticos y escasos pero de muy alto valor para la tecnología y la industria, son señales de que China está ingresando a una nueva etapa de desarrollo, en una madurez de su identidad, de una cosmovisión formada desde una ideología o filosofía aun misteriosa o difusa y objetivos igualmente poco visibles, de una necesidad de mantener su motor de crecimiento y dar el salto cualitativo a ser una potencia tecnomilitar del siglo XXI.
¿En este gran proceso de transformaciones, "Cinturón y Camino", presenta el carácter de ser un proyecto faraónico, -llamado también como un nuevo "Plan Marshall"- el cual puede servir de puente para unir, como via de dominio e influencia.
El mundo occidental desconoce el comportamiento de una China comunista en lo político pero de carácter imperial en lo económico. ¿Estamos preparados para su emergencia en ese rol?
En este contexto, ¿la guerra comercial con Trump es reversible, mediante una negociación profunda y sincera, del orden del "win-win", o se trata de un curso de destino imprevisible? ¿Y qué rol jugaría "Cinturón y Camino" en una fractura comercial, y en una parálisis o decadencia de la globalización comercial?
Escuche la columna completa de John Moor: