El encargado de oficiar la festividad mexicana más universal, celebrada cada 1 y 2 de noviembre y leer los "pequeñitos versos con contenidos eróticos" de Huerta, también conocidos como "poemínimos", fue el embajador de México en Uruguay, Francisco Arroyo.

Otro artista al que también conmemoraron, con un altar lleno de coloridas flores, una paleta y varios pinceles, fue al paisajista Jesús Gallardo, que falleció este octubre.

"Era un amigo muy cercano y yo propuse ponerle un pequeño altar, para decir: 'Maestro, aquí está y lo quiero mucho'", detalló el diplomático mexicano a EFE.

En este sentido, Arroyo explicó que su pueblo tiene una relación muy peculiar con la muerte, ya que se burlan de ella, se la comen en panes con forma de calaveras de azúcar, la honran en poemas y la usan para hacer críticas políticas.

"Los uruguayos no entienden por qué los mexicanos tenemos esa fascinación por la muerte y los muertos estos dos días, no entienden que para nosotros es una abrazo, es un reencuentro", explicó el diplomático y añadió que pese a la diferencia cultural agradecía que varios montevideanos se hubiesen unido a la celebración. EFE