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Antes del estreno, algunas pistas para descifrar El Código Da Vinci

Antes del estreno, algunas pistas para descifrar El Código Da Vinci

El libro, que vendió más de 40 millones de ejemplares, a partir de este viernes llega al cine para convertirse en un éxito de taquilla. Uruguay no es ajeno al fenómeno que envuelve al mayor personaje de la historia de Occidente y a uno de los más célebres pintores que, a través de sus obras, habría dejado pistas para desentrañar la mayor mentira de todos los tiempos. La receta del éxito parece infalible, y eso preocupa a los sostienen que con un aire de ficción Dan Brown, incurre en varios desaciertos, falacias o deducciones "temerarias". Informe de Mauricio Erramuspe

En el argumento aparece la Iglesia Católica y uno de sus movimientos más polémicos, el Opus Dei. Todos estos componentes se mezclan en un policial intenso que, en 24 horas y a través de sucesivas deducciones criptográficas, podría cambiar la historia y la cosmovisión de buena parte del mundo.

Las cifras del fenómeno que ha causado El Código Da Vinci son espectaculares y, seguramente, con la película se agregarán varios ceros. Tras el éxito del libro, aparecieron o se reeditaron otros trabajos de Brown que también se ubicaron en los primeros lugares de venta. Además, varios autores publicaron textos en la misma línea de ficción, escribieron manuales para leer "El Código..." o se dedicaron a desmentir los postulados que guían la novela.

Por si faltaba un ingrediente, Dan Brown fue demandado por plagio en un juicio del que finalmente salió exculpado.

Series de televisión, sitios en internet que proponen juegos donde el navegante asume, más o menos, el papel de Robert Langdon y Sophie, los personajes centrales del thriller, el anuncio de posibles secuelas y un largo, larguísimo, etcétera... Hubo, hay y habrá mucha cosa entorno a este libro.

Para tener una primera evaluación vamos a escuchar a Alberto Rocca. Seguramente es conocido por muchos de ustedes porque desde hace año se dedica a la investigación y difusión de temas esotéricos.

Rocca, antes que nada, deja en claro que se trata de una ficción y así debe ser leída o, a partir de mañana, vista: "En primer lugar no podemos olvidar que el Código Da Vinci es una novela. Por supuesto que menciona, nombra y hace actuar a instituciones que tienen realidad, que existen o que han existido, lugares, paisajes y hasta cita de personajes importantes de la historia, pero no hay que olvidar que es una novela y que tiene un carácter digamos de ficción policíaca, con una investigación bastante aguda en algunos aspectos, con claves y enigmas que resultan atractivos pero no deja de ser una novela de ambiente policíaco por más que contenga resonancias culturales entre comillas".

Esas "resonancias culturales" a las que aludía Rocca están en que la novela aporta nuevas visiones o interpretaciones sobre temas que hace 2.000 años conocemos a través del mensaje de la Iglesia Católica. Sobre todo en aspectos fundamentales de la vida de Jesús.

Varias de las claves de la trama y la búsqueda de los personajes van contra lo predicado por la Iglesia, sobre todo, en lo referente a Jesucristo y su condición divina.

Se comienza por afirmar que desde 1099, época de la primera Cruzada, existe el Priorato de Sion, una sociedad secreta creada por los caballeros templarios para cuidar y preservar un secreto sobre la vida de Cristo y su relación con María Magdalena. Ese secreto habría sido oculto debajo del Templo de Salomón, en Jerusalén, pero estos templarios lo habrían desenterrado, ganando un poder que creció hasta hacerse intolerable para la Iglesia que, tal como se la pinta en el libro, no dudó en acabar con todos ellos.

Ese dato, 1099, es un primer error que señalan los críticos. Por ejemplo, el teólogo Miguel Pastorino que es profesor de Ciencias de la Religión de la Facultad de Teología de Montevideo, dice que esta sociedad fue creada mucho después: "Si él lo plantea como historia, la novela empieza con una página, la página 11, donde dice: el Priorato de Sion existe, una sociedad secreta fundada en 1099 a la cual pertenecieron Da Vinci, Newton y un montón de gente. (...) Resulta que el Priorato de Sion es una sociedad secreta, es real, pero fue fundada en 1956, con lo cual Leonardo Da Vinci no llegó al Siglo XX como para pertenecer a ella".

Parece demostrado que el Priorato de Sion fue fundado en 1956 por Pierre Plantard, un ultraderechista francés. Según el relato de Pastorino, también confirmado por Rocca, Plantard es también el autor de los denominados "dossiers secrets" que por esos años "aparecieron", entre comillas, en la Biblioteca Nacional de Francia. En realidad, Plantard escribió esos documentos en los que se afirma que existe una descendencia de Jesús. Casualmente, él era el último integrante de esa dinastía.

"A nadie le interesaba Plantard ni su Priorato hasta el Código Da Vinci, o sea, era un dato más, un fraude más en Francia de un grupo para-masónico, como era el de él, era un grupo para-masónico que hablaba del tesoro de Rennes le Chateau,
 del Sur de Francia, de María Magdalena, de los templarios... Los temas típicamente de los grupos esotéricos que pertenecen más a la literatura fantástica que a la historia pero que gustan mucho. Eso es lo que puedo decirte del Priorato de Sion porque no hay más, es un fraude francés de la segunda mitad del Siglo XX. Plantard murió en el año 2000 y Dan Brown o se creyó este documento o lo usó hábilmente. No lo sé, no le pregunté. Lo que sí es verdad es que al Priorato no perteneció Da Vinci ni templario alguno", señaló Pastorino.

Esa relación entre los primeros templarios y varios personajes de la historia como Da Vinci, Sandro Botticelli e Isaac Newton está en la base argumental del libro. Ficción al fin, dice Rocca, se trata de un "marco puramente imaginativo".

"Durante el desarrollo de la primera Cruzada se organizó la Orden de los Templarios, la Orden como se llamó de los Pobres Caballeros del Templo de Jerusalén. Se dijo que el Priorato había tenido su origen en el año 1099 cuando estaba en proceso la primera Cruzada y, entonces, de alguna manera se intenta establecer una vinculación entre los Templarios y el Priorato de Sion. Pero pienso que ahí hay todo un marco puramente imaginativo", comentó Rocca.

Leonardo Da Vinci habría dejado pistas a lo largo de su obra para desentrañar el misterio que narra Brown. Y una de las principales claves está en el fresco de La última cena, quizás la obra más importante de este artista junto a la Mona Lisa. El libro afirma que quien está a la derecha de Jesús no es San Juan sino María Magdalena, que hay representaciones del útero en cómo están pintadas ambas figuras y que no hay un cáliz sino 13 copas, entre otras cosas.

El teólogo Miguel Pastorino aportó su interpretación del cuadro. Comenzó por decir que todas las representaciones religiosas de esa época, tenían una belleza femenina y por eso el aspecto de mujer de quien está a la derecha de Jesús que, claro, para él es San Juan: "El cuadro está basado en el capítulo XIII del Evangelio de Juan, que es la traición de Judas. Si tu ves están todos con caras de desorbitados mirando para todos lados porque está hablando de la traición de Judas y según la Biblia en el evangelio en el que él se basó que fue el de Juan, en la imagen de la traición de Judas todavía no había eucaristía por eso no hay cáliz. Jesús no celebró hasta que Judas no se fue. Entonces, obviamente, que no hay cáliz. Además, en el Evangelio de Juan es el único evangelio en el que no narra la institución de la eucaristía con cáliz y pan, de ahí que tampoco tendría por qué haber cáliz..."

Más allá de interpretaciones, mentiras o verdades, la novela que armó Dan Brown se convirtió en un éxito que llegó al cine y promete repetir. Este miércoles fue estrenada con una recepción muy fría de la crítica, según cuentan las crónicas.

¿Y qué dice la Iglesia a todo esto? El lunes en En Perspectiva Segunda Mañana entrevistó al obispo Pablo Galimberti, quien  afirmaba que no habría un boicot a la película y confió en que se haga una recepción crítica de la obra, a la que le señaló varios errores.

Dentro de los católicos, el Opus Dei es el más criticado por Brown, es "el malo de la película". Para quienes no leyeron el libro, cabe destacar que varios miembros del Opus Dei son los que encarnan el mal en la novela. Ellos tratan de encontrar antes ese secreto que desbarataría las bases de la Iglesia. Claro que su idea, fuera de divulgarlo –como pretenden los protagonistas- es destruirlo. Un obispo español de Nueva York y un monje albino, que es su brazo ejecutor, son los protagonistas de ese bando de la trama. El monje, de nombre Silas, va asesinando a los que presume conocen o tienen datos del secreto. Entre muerte y muerte, se autoflagela con latigazos, además de permanentemente llevar un cilicio en una de sus piernas.

Según el diccionario de Real Academia Española, "un cilicio es un lazo con puntas de hierro que se ciñe al cuerpo para mortificación de quien lo usa".

Por supuesto, el Opus Dei ha reaccionado en todo el mundo contra la película. En Uruguay esta Prelatura personal de la Iglesia Católica tiene unos 700 miembros, 160 de ellos son numerarios, es decir, personas célibes que en general viven en congregaciones pero están insertas en el mercado laboral.

Uno de esos numerarios es Pablo Bártol, director de la Oficina de Información del Opus Dei, además de encargado del Centro Los Pinos que atiende a 270 niños y adolescentes de la zona de Casavalle. Allí se les brinda formación informática, complemento escolar, preparación para el mercado laboral y deportes, entre otras actividades.

Bártol explicó desde su perspectiva por qué Brown usó al Opus Dei en la novela: "Dan Brown explicó un poquito por qué metió al Opus Dei en el baile (...) Ahí cuenta que el éxito de su libro que iba a ser un thriller tenía que tener un malo de la película, que tenía que ser más bien una institución, que podía ser la agencia de seguridad de los Estados Unidos. Alguien que aunque parezca que nos defiende en realidad nos ataca o no nos defiende bien. La Iglesia Católica era una de las variantes que él tenía, dentro de las variantes de la Iglesia Católica encontró al Opus Dei y le gustó. (...) Cuando uno desconoce, le inventa cosas y le carga todo aquello que alguien alguna vez le pueda haber dicho y entonces así fue cómo se ha informado el señor Brown, en base a rumores, dichos, clichés, historias. Y bueno, así ha escrito su novela, pero nunca pudo conocer porque no quiso el Opus Dei real con lo cual su novela lo que refleja es un Opus Dei ficticio que no existe".

Desde este movimiento católico se dice que pese a la resistencia inicial que causó esta obra, ahora es una oportunidad para difundir sus actividades. Se afirma que existen muchos preconceptos e ideas equivocadas sobre cómo actúan.

El Opus Dei fue fundado en 1928 por el sacerdote español Josemaría Escrivá de Balaguer. Habitualmente y en la novela también, se la señala como la rama más conservadora dentro del catolicismo y su texto guía es "Camino", escrito por Escrivá de Balaguer, que fue canonizado en 1992 por Juan Pablo II.

Bártol explica qué implica ser parte del Opus Dei: "Obviamente todos sus miembros para empezar son católicos, son personas que han conocido el mensaje que tiene el Opus Dei que es una llamada a todos a que en nuestra vida cotidiana y en nuestro trabajo común y corriente es donde Dios quiere que nos hagamos santos. O sea que la santidad no está en apartarse del mundo. No está no, para muchos está y donde la van a encontrar es en la vida diaria, común y corriente, de su trabajo bien hecho y ofrecido a Dios. (¿Esas costumbres suponen vivir el mensaje católico en un grado muy conservador, respetándolo totalmente?) Claro, nos creemos el Evangelio totalmente y tratamos de vivirlo. (¿Son la institución más conservadora dentro de la Iglesia?) Depende de lo que se entienda por conservador. Si conservador es esto que te digo: me creo el Evangelio de punta a punta y trato de vivirlo, bárbaro".

Durante la novela la autoflagelación es una práctica habitual llevada al extremo. Son frecuentes las escenas en las que Silas se propina sesiones de latigazos que le abren heridas en la espalda. Además, permanentemente lleva el cilicio que lo redime de sus pecados y lo hace olvidar de los deseos terrenales. Así se lo muestra en la novela respondiendo a una idea bastante extendida entre quienes no pertenecen al Opus Dei.

El director de información del Opus Dei afirmó que la autoflagelación es una práctica que realizan muy pocos integrantes y que nunca tiene las características que se muestran en la novela.

"Es propio de cualquier cristiano el tratar de imitar a Cristo. Jesucristo es nuestro modelo de vida. Jesucristo murió en la cruz y padeció voluntariamente. El dolor asociado a la redención de los pecados, el dolor como manera de hacerle un bien a los demás está para empezar en la figura de Cristo. Entonces, todos los cristianos, en la medida que tratamos de imitarlo, también este es un aspecto que tenemos en cuanta. Y sabemos que el sacrificio personal, el ofrecer pequeños sacrificios a lo largo del día que es negarse a los propios gustos o hacer algo que no nos gusta tanto o que no va con nuestro modo de ser, es algo que nos ayuda. Lo importante para nosotros son esos pequeños sacrificios. Y eso es lo que el espíritu del Opus Dei tiene como más importante. Entre esas posibles mortificaciones siempre han habido personas que han buscado, que han vivido algunas que son un poco especiales, que no son para el común de la gente, que viven algunos porque lo quieren libremente y que tienen que ver, como bien decías tu, con el cilicio y las disciplinas o látigo. Eso lo viven en el Opus Dei muy pocas personas, en Uruguay también, de una manera voluntaria, jamás con daño a la salud. Cualquier cosa que hace daño a la salud sería anticristiano porque el cuerpo es algo y santo querido por Dios y lo tenemos que cuidar para estar en condiciones de ayudar a los demás. Así que jamás esos sacrificios pueden tener que ver con el daño físico, que parece que la película, por lo menos por lo que se ha visto en internet representa de una manera brutal, grosera, totalmente fuera de lugar. Simplemente queriendo exacerbar el morbo de la gente. (¿No es alentado desde la congregación el tema de la práctica, por ejemplo, del cilicio?) Primero, eso es algo que lo viven muy pocas personas y sólo aquellos que viven el celibato. No aquellos que están casados. Sí es sugerido para estas personas que viven el celibato como un medio más... Es como un medio más dentro de lo habitual, dentro de un conjunto de sugerencias que van sobre todo por lado de los pequeños sacrificios a lo largo del día y en el trabajo".

Bártol es numerario y por tanto célibe. Distanciándose radicalmente de lo que habla el libro y seguramente mostrará la película, afirmó que él usa el cilicio como práctica habitual: "(No sé si implica un rasgo íntimo... pero te pregunto: ¿tú lo has practicado?) Sí, claro que sí. (¿Lo practicás ahora o lo practicaste en alguna etapa de tu vida por alguna circunstancia?) Lo practico de una manera habitual y por supuesto que es algo íntimo. (...) Por supuesto que es algo íntimo de lo que en general no se habla porque Cristo dijo que los sacrificios había que hacerlos en lo oculto. Y que había que tratar de hacer alharaca de los sacrificios que uno usa. (...) Cuando des limosna que su mano derecha no se entere de lo que tu mano izquierda. Y cuando haces ayuno, lávate la cara y que no se note. No son cosas secretas, pero el espíritu cristiano implica que todo sacrificio que hacemos en bien de los demás es bueno que no se conozca, así tiene mérito ante Dios. Porque sino decía Cristo: ya tienes tu mérito, ya tienes tu recompensa en que los otros ya se enteraron y te creerán muy bueno. Si ahora hay que hablar es porque ahora hay un libro y lo exagera de una manera muy grotesca, con daño a la Saludos cordiales, por eso es que hay que salir a aclarar las cosas en su justo término. Sobre todo el sentido, el sentido que se le da en el libro y, por lo tanto, es una especie de masoquismo, una cosa media rara y extraña que no tiene nada que ver con lo que hacemos los cristianos que cuando vivimos algún pequeño sacrificio es pensando en alguien, es pensando en alguien que Dios le conceda alguna Gracias, o algún beneficio a alguien o que logre que cambie algún aspecto negativo de su vida. Es decir,  que lo que se busca siempre es el bien de otro".

Por supuesto que la polémica seguirá y aumentará con la exhibición de la película. Dentro de todo este fenómeno mediático, el profesor Alberto Rocca rescató el hecho de que este fenómeno cultural lleve a la gente a pensar en aspectos espirituales: "Indudablemente la novela es una novela policial interesante con un tema de carácter un poco místico esotérico, si se quiere. Están de moda ahora. Y este Dan Brown tuvo múltiples discípulos también. Aparecieron otro tipos de novelas que también hablan de Leonardo Da Vinci y de los códigos que manejó y de la forma secreta que tenía de escribir. Y que a mi juicio sirven porque estimulan, no sólo  porque estimulan la imaginación de la gente sino también el deseo de aprender estas cosas, de cultivar un poco más la historia sagrada, de interesarse más en los aspectos espirituales de la vida. En ese sentido puede resultar útil, pero no es una cosa tan importante para nada".