Tosca en el Solís
El sábado pasado se estrenó Tosca en el Solís. La quinta ópera que compuso Giacomo Puccini inauguró una temporada que celebra los 150 años del teatro y que promete cumplirse a todo lujo, con figuras reconocidas a nivel internacional. Antes del estreno, Espectador.com estuvo en uno de los ensayos...
Desesperado y desaliñeado, el intérprete de Mario Caravadossi mira a los soldados que lo van a fusilar. El personaje ocultó a un enemigo del régimen en la Roma de 1800. Pasan unos segundos pero los disparos no llegan. Entones se tira al suelo y se finge muerto.
La acción sigue un poco más, hasta que se levanta de su asiento, corpulento y de pelo blanco, el director de la ópera, el argentino Roberto Oswald. Rezonga y pregunta qué pasó. Le explican que hubo un "problema de comunicación" y no se activó la artillería de salva.
No puede pasar en un pre estreno, se queja Oswald; consagrado en Latinoamérica como uno de los mejores en su arte. Y pide, por segunda vez en el ensayo general, que se repita la escena. Es casi el final del tercer y último acto de Tosca; la obra de Giacomo Puccini elegida para abrir un ciclo que celebra los 150 años del Teatro Solís.
En la platea, sólo había entonces algunos periodistas y las interrupciones estaban permitidas. De todas formas, el corte genera un poco de tensión. En el foso, los músicos dirigidos por Federico García Vigil aprovechan para acomodar los instrumentos en el cuerpo. Surgen algunas bromas y se escuchan risas.
La intérprete de Floria Tosca (enamorada del pintor que está a punto de ser fusilado) se acomoda el traje. Alguien advierte que se puede perder la "concentración" y se retoma la obra.
A esta altura, el escaso público invitado ya hizo sentir sus aplausos varias veces (por momentos al grito de "bravo"). Y a los fotógrafos ya casi no les queda ángulo por explorar.
Las escenografías de los primeros dos actos fueron las más lucidas para la foto. La técnica usada es la "gigantografía". Impresiona por el cuidado, el uso del color y el efecto de la perspectiva.
En el primer acto se reproduce un salón de iglesia. Allí Caravadosi pinta un retrato y recibe al "fugitivo", que llega a pedir asilo. En ese escenario también aparece por primera vez la cantante Floria Tosca, mostrando su carácter celoso.
Proteger al fugado republicano trae problemas al pintor. El Barón Scarpia, jefe de la Policía, lo persigue por ese motivo y terminan acusándolo de sedición. Además, Scarpia intenta poseer a la cantante Tosca, que termina acuchillándolo en el segundo acto; cuando la escenografía reproduce unas profundas cámaras de palacio.
El tercer acto es en la terraza de la cárcel, al amanecer, y es la hora de juzgar al pintor.
Superado el "problema de comunicación", la artillería se dispara en la repetición de la escena y la acción sigue, hasta el suicidio de Tosca.
Acaso por el "verismo" que se le adjudica, o quizás por el carácter universal de la traición, el amor y la intriga, no es necesario saber italiano para entender el argumento. Tampoco hace falta tener una "cultura" de ópera para disfrutar de un espectáculo en el que seducen los vestuarios, los peinados, los sonidos, las voces, el clima...
Y produce admiración la puesta en escena. El cuidado que se deja ver en cada movimiento y la armonía que se logra a través de casi dos horas, tienen la respuesta para los que se preguntan por qué es cara la ópera.
Después de disfrutar de la voz de la cantante, de los trajes, del coro de niños o de los sonidos de la orquesta, surge otra pregunta: ¿Cómo se paga tanto trabajo y buen gusto?
Vea la galería de imágenes del ensayo general
Las funciones:
21, 22, 23, 24 de agosto
25 sólo por invitación
Hora 20.00
Entradas: Red UTS y boletería del teatro.
Se pusieron a la venta localidades de entre 300 y 1800 pesos.