Intervención de Garabed Arakelián
Emiliano Cotelo:
Ya casi completando esta ronda vamos a volver a hablar de Ruben Cotelo periodista, pero después de CINTERFOR y de la dictadura, en Alternativa Socialista, que dirigía Garabed Arakelián.
Garabed Arakelián:
Yo conocí a Ruben Cotelo como persona que existía -porque sabía de su nombre pero no lo conocía físicamente- a través de sus notas periodísticas. Pasó mucho tiempo y no llegué a conocerlo, hasta que por razones profesionales tuve que leer algunas de las publicaciones de CINTERFOR. Esas publicaciones, algunas de ellas por lo menos, sobre todo en aquellos tiempos, contaban asambleas, reuniones, convenciones, sobre temas tan áridos como enseñanza técnica, formación profesional, eran realmente cosas densas, que leían aquellos que eran profesionales de la cosa y por necesidad. Pero de pronto comencé a advertir que algunos textos eran muy buenos, estaban bien narrados, incluso las síntesis llegaban a ser mejores que las intervenciones de los delegados o de los representantes en las convenciones. Y una de las tantas veces que fui a CINTERFOR le pregunté a alguno de los amigos quién era el que hacía eso o quién era el que dirigía eso, y me dijeron: "Ruben Cotelo"; "Ah, bueno, es buen periodista".
Doy un salto en el tiempo y me ubico en la secretaría de Alternativa Socialista. En ese fárrago que era el semanario un día Ernesto de los Campos, que era el director, me dice: "Va a venir Ruben Cotelo"; "¿A qué?"; "Va a colaborar con nosotros, va a escribir"; "¿Estás seguro?"; "Yo lo conozco, ya estuvimos hablando, va a venir"; "Que venga un día que estemos tranquilos". Y a las dos o tres semanas me dejó una nota: "El jueves de tarde, a las 18 horas, está acá Ruben Cotelo".
Comenzamos a hablar. Lo que quiero rescatar y contarles a ustedes es que si bien en algunos lugares tenía fama de individuo gruñón, la verdad es que a mí me trataba de una manera muy campechana, como si fuera un alumno, y siempre me estaba toreando, me decía: "¿y por qué?", "¿qué le parece?", "¿usted qué opina?", pero para tomarme la lección, porque era un espíritu renacentista en el ámbito del periodismo, no había cosa que no pudiera tocar, escribir y sobre la cual opinar cabalmente. No recuerdo cuál fue la primera nota, le dije: "¿De qué quiere escribir?"; "Dígame usted, si es usted el encargado"; "No sé, no tenía nada preparado". Al final dijo: "Voy a escribir tal cosa"; "¿Sabe qué? Tenemos problemas de espacio"; "Déme la hoja pautada, a ver cuánto quiere que le escriba"; "Tres hojas"; "Bueno, es muy poco, ¿no?"; "Sí, pero usted sabe..."; "Sí, cómo no"; "Entrega el lunes"; "Pierda cuidado". Vino el lunes, le dije: "Macanudo, muchísimas gracias, Cotelo"; "¿Está bien así?"; "No sé, supongo que está bien, yo no lo voy a corregir a usted"; "Usted tiene que corregirme, para eso está"; "Bueno, después le digo. ¿Trajo título?"; "Sí, acá tiene un título; si es demasiado largo, use este otro, y si lo acomoda bien, le puse un colgado"; "Macanudo".
Venía y decía: "¿De qué podemos hablar, de qué podemos escribir? ¿Qué le parece tal cosa?". Escribía de todo y lo hacía maravillosamente bien.
Para terminar quiero rescatar una separata que hicimos sobre Rosa Luxemburgo. Estábamos preocupados con Ernesto de los Campos: a quién encontrábamos que se saliera del molde del dogmatismo doctrinario para aportar algo, una opinión fresca. Entonces me dice Ernesto: "¿Y si se lo pedimos a Ruben Cotelo?"; "Pa, me parece excepcional". Lo llamé por teléfono y le dije: "Dentro de dos semanas queremos hacer esto"; "No hay problema". Y me empezó a hablar ya de Rosa Luxemburgo, sabía montones. Habló de las dos películas que había en ese momento sobre Rosa Luxemburgo, las criticó, las elogió, marcó las cosas que había que marcar de acuerdo con su criterio. Esa separata -lo quiero dejar como legado para aquellos que se preocupan por el aporte que pudo haber hecho y que hizo Ruben Cotelo desde el punto de vista doctrinario, ideológico- es una obra que merece ser tenida en cuenta, en ella se aúnan el concepto periodístico, porque era una pluma maravillosa, la síntesis y además la claridad de concepto para ubicar a Rosa Luxemburgo como persona pero además como representante de una ideología y de una actitud frente a la vida.
Esas cosas solamente las podía hacer don Ruben Cotelo. Cuando lo vi, le dije: "Es un gusto conocerlo, es la primera vez después de tantos años que me siento frente a usted"; "Yo a usted lo conozco"; "¿Cómo, si nunca estuvimos juntos?"; "En el año 65 yo lo escuché hablar"; "¿Dónde?"; "En la plaza Libertad, pasaba por ahí, había un acto y había un tipo parado en un cajón que gritaba como un desaforado. Me paré a escucharlo y era usted"; "¿Y de qué estaba hablando yo?"; "Estaba hablando del genocidio armenio, por eso lo conozco". Como diez años después se acordaba.
Hicimos una amistad muy buena que él me concedió, tuve oportunidad de estar en su casa dos veces, me impactó con su enorme biblioteca y sobre todo me dejó impactado con su forma de saber de tantas cosas distintas y poder analizarlas con esa amplitud de criterio. Realmente era un renacentista del pensamiento en esta época.