Barrán recibe el título de Doctor Honoris Causa
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"No sé si habrán considerado que era merecido, yo no estoy tan seguro", dijo José Pedro Barrán, el historiador que propuso una nueva forma de estudiar el pasado. "Había que hacerle a la historia otro tipo de preguntas y no las que le hacía el historiador tradicional. (...) Preguntas vinculadas a una historia de tipo más económico, social que atendiera lo cultural", explicó.
GONZALO SOBRAL: ¿Cuándo se decidió a ser historiador? Imagino que cuando usted era chico, en la escuela habría pocos niños que dijeran que querían ser historiador. JOSÉ PEDRO BARRÁN: ALEJANDRA BORQUES: PB - Pivel no sólo enseñaba la historia sino que la hacía. Fue también un político, a la vez que un historiador muy importante, un hombre con mucha influencia política a veces desde las sombras y no desde lo espectacular. Me preguntabas que me generó el contacto con él y con otros profesores importantes del IPA. Bueno, es muy difícil averiguar el origen del interés sobre el pasado, pero ellos lo habían convertido en un oficio muy atractivo por las obras que presentaban y la manera de encararlas. Y allí también encontré a gente que no tenía la imagen de la historia que tenía Pivel. Tenían otra imagen de la historia, de hacer el oficio, como Rogelio Brito que me subyugó por su aproximación a la Antropología y a preguntas que después busqué contestar, por ejemplo, con la historia de la cultura que intenté hacer en La Historia de la sensibilidad y algunos libros posteriores. GSY la investigación de la historia ¿Cuándo empezó a llamarle la atención? PB Nosotros comenzamos (digo nosotros porque incluyo a Nahum, con quien escribí buena parte de las obras que hemos editado) a apasionarnos con la investigación en los últimos años del IPA, especialmente porque pensábamos que había que hacerle a la historia otro tipos de preguntas y no las que le hacía el historiador tradicional, en el cual incluíamos a Pivel lo que pasa es que él era el maestro de la metodología. Esas otras preguntas estaban vinculadas a una historia de tipo más económico, social que atendiera lo cultural, y que sentíamos algo descuidado por la historiografía tradicional, que se centraba más en lo militar, en lo político. Pivel es el gran historiador de la historia política y la ha hecho maravillosamente bien. Pero, por los años 60 las preguntas que la juventud se estaba haciendo eran otras. Queríamos saber, por ejemplo, el contexto económico social y las consecuencias de la revolución artiguista y no meramente aquello de federalismo y confederación que se oponía el centralismo porteño. Eso ya estaba bastante sabido y probado. Aunque hay que reconocer que Pivel también incursionó en la historia económica y social, pero como el contexto de la revolución de 1811. Y por cierto lo hizo de manera muy brillante. AB Somos de una generación que tuvimos libros prohibidos por lo menos los dos que estamos sentados en la mesa- a la que le prohibieron leer libros. Pero después descubrimos la historia con otras palabras y me quedo con una frase de Daniel Gil, publicada en Brecha la semana pasada, que dice: "en la escritura de "La historia de la Sensibilidad" la seriedad de la investigación histórica se hace con la riqueza literaria de una crónica". Creo que leyendo "La historia de la sensibilidad" por 1989 muchos descubrimos que la historia se podía mirar y leer de otra manera. ¿Tenía claro, cuando se sentó a escribir esto que buscaba específicamente algo de este estilo?
Un historiador con historia recibe este jueves el título de Doctor Honoris causa: José Pedro Barrán. Profesor egresado del Instituto de Profesores Artigas, ha trabajado por más de 20 años como docente investigador en la Facultad de Humanidades de la Universidad de la República, ha escrito más de 15 libros de historia nacional y fue vicepresidente del Codicen durante los años 2005 y 2006. Hoy, a la luz de los honores que le otorga la Universidad de la República, miramos su propia historia y el aporte que ha hecho a la cultura nacional.
Sospecho que no había ninguno, no siquiera yo. Es la verdad. Lo que le gusta a uno es la asignatura, en el caso de un escolar o un liceal. A mí me apasionó la historia, no desde la escuela, pero sí desde primero de liceo y tenía muy buenas notas. Me gustaba la historia, el estudio del pasado. Lo de historiador no estaba claro; posiblemente cuando estudiaba en el IPA apareció la vocación más definida y el ejemplo de algunos maestros fue clave, como Pivel Devoto.
Hombres que enseñaban la historia y que provocaban, ¿qué tipo de cosas?
PB Sí, lo tenía claro porque había leído otros historiadores que lo habían hecho y mejor que yo, como los franceses, que en ese plano fueron mis maestros. Había sentido al leerlos una identificación entre lo que deseaba hacer desde siempre y las preguntas que había que formularle al pasado y las que ellos estaban realizándole a la historia europea. Sentía una necesidad profunda de investigar ese tipo de cosas: la mentalidad, la sensibilidad, la vida privada, la vida íntima, yendo cada vez más en ese plano al interior de los sujetos. Es una historia más personalizada, menos de estructuras económicas, sociales y políticas y más referida al hombre concreto. Eso sí, nunca imaginé la repercusión que podía tener en el público. "La historia de la sensibilidad" fue el libro que mejor se vendió de lo que publiqué el único que se vendió bien- y en ese plano fue una sorpresa.
El presidente Tabaré Vázquez y el rector Rodrigo Arocena duranta la ceremonia en la Universidad de la República.
GS- Una de las tareas del investigador es no perder la capacidad de asombro frente a lo que va descubriendo y volcando en el libro. ¿Y esa capacidad de asombro frente a la respuesta en la gente?
PB - Ahí "dio bien en el clavo", porque el origen de toda historia de las mentalidades es la capacidad de asombro del historiador ante lo diferente que puede ser el pasado del presente. El primer pecado que un historiador comete, casi siempre es la anacronía: suponer que el presente es clave para explicar el pasado y la forma de sentir el pasado. Y no es así. Los hombres del pasado tenían una mentalidad y conductas muy distintas que hay que tratar de comprender antes de juzgar. Pienso que en ese intento por revivir lo extraño, por explicarlo, (algo que también hace referencia a nuestro presente, que se convertirá para el futuro en algo extraño) hubo un entendimiento con la gente. Porque ese estudio encarado así revela tanto el pasado como las originalidades que el presente tiene. Y además cuando el presente es más inmediato, a veces encuentra las explicaciones a sus propios problemas.
Recuerdo que el tomo II de "La historia de la sensibilidad" provocó, en algunas mujeres que llegaron a decírmelo personalmente, una identificación a su propia problemática. Y digo de las mujeres porque fueron específicamente tratadas como tales en el tomo II.
AB- Las mujeres en el pasado de nuestro país tenían un lugar relegado, había algunas medio audaces que se enfrentaban, por lo general eran poetas o feministas.
PB Sí, en el siglo XIX y primera mitad del XX , el papel de la mujer estaba totalmente relegado al hogar, era la custodia y la guardiana del mismo, o sea, de los interiores de la historia y no de lo espectacular. Es muy difícil encontrar una mujer del siglo XIX que lo historiadores hayan destacado, a no ser en papeles de madre. Las maestras, por ejemplo, que pueden resumirse en esa madre que los niños tienen, cuya finalidad principal es el cariño y el aprendizaje del niño. Y el rol que la sociedad patriarcal admitía era ese.
Hay cierta misoginia siempre en la sociedad patriarcal y eso se revela incluso en el tratamiento que los historiadores hacemos del siglo XIX y buena parte del XX, porque no las consideramos mayormente y eso es también un resabio patriarcal. Claro que era muy protagonista en la acera interior del hogar, pero no del manejo de la cosa pública que era el monopolio de los hombres en absoluto. Hoy en día también es casi absoluto.
AB - ¿Piensa que los uruguayos comenzaron a conocer más de la historia y que la venta de los volúmenes de investigación implica que estamos interesados por nuestra propia historia?
PB Sí, sin duda. Bueno, siempre estuvimos interesados por nuestra propia historia pero no de la manera tan amplia como se ve ahora. Los que más se interesaban de la historia eran las banderías políticas, los partidos, que al fin y al cabo tenían sus orígenes históricos y eso es muy importante, porque el Uruguay tiene los partidos políticos más antiguos del mundo. Dejando de lado el Frente Amplio, los dos tradicionales son por lo menos de 1836. Y eso convierte a los políticos blancos y colorados en los hacedores de la historia, en historiadores.
No había historiador en el siglo XIX y en los primeros años del siglo XX que no fuera blanco o colorado. Y eso hizo que la historia se identificara con los partidos, con la militancia política, pero también redujo el campo de interés de los que leían historia, porque lo identificaba con la historia política. Hoy, que la historia se ha vuelto más profesional hay numerosos campos para hacer historia y esto puede atraer a más lectores. A la gente no sólo le interesa lo político, lo económico, lo social sino también cómo era ella antes, incluso para también entender el propio presente.
AB - La investigación implica la búsqueda de documentos, pero también de la tradición oral. ¿A quiénes se busca? ¿A los que vivieron, a los tuvieron los cuentos y participaron de aquellas viejas tertulias familiares?
PB - La tradición oral a veces se refleja en libros donde la han escrito y hay muchos libros de costumbre de época del siglo XIX que me sirvieron de manera clave. Recuerdo los del hijo el presidente Pereira, los cuatro tomos, que fueron excepcionales para comprender un poco cómo era la
gente del siglo XIX. O recuerdo "El 900", un libro que es una maravilla, de Josefina Lerena Acevedo de Blixen, que da pautas para el comportamiento de las mujeres de esa época, sobre todo de las niñas de la alta sociedad, como ella misma se definía. En este sentido los testimonios son absolutamente necesarios.
La historia oral se refiere mucho más a nuestro pasado más inmediato cuando tenemos verdaderamente testigos que podemos consultar. Hoy es una forma muy corriente de documentarse pero debe hacerse con las debidas prevenciones, porque no siempre lo que la gente dice es porque ocurrió así y la memoria a menudo traiciona. Puede utilizarse y debe utilizarse. Recuerdo que el propio Pivel la utilizó, porque él investigaba todo lo que había quedado del pasado y en ese plano también incluía a los testigos. Era amigo de mucha gente que había actuado antes y les extrajo 1.000 confidencias, 1.000 relatos y episodios históricos.
GS - ¿Qué significado tiene para usted recibir este reconocimiento de Doctor Honoris Causa, por parte de la Universidad de la República, donde ha trabajo a lo largo de los últimos 20 años?
PB Bueno, es un honor. No sé si habrán considerado que era merecido, yo no estoy tan seguro y no lo digo por falta modestia, sino porque verdaderamente es un honor muy grande.