Historia de un uruguayo que triunfó en el primer mundo
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El periodista y escritor Álvaro Alfonso acaba de publicar el libro Con mate a Wall Street. Se trata de la historia de vida de un uruguayo, que se llama Waldemar Fernández, quien llegó hace unos cuantos años a los Estados Unidos buscando suerte y se convirtió en un hombre sobre quien pesaron muchísimas miradas.
MAURICIO ALMADA: Vamos a poner la mirada seguidamente en un uruguayo, un canario, un hombre nacido en la zona de Canelón chico, que ha llevado sus pasos a los Estados Unidos y ha terminado en Wall Street. Su empresa ha terminado cotizando en la bolsa, muchas personas pendientes del valor de sus acciones. Momentos de mucha adrenalina, en los cuales, subir un centavo de dólar o no una acción, podía significar que este hombre ganara o perdiera 1.000.000 de dólares, así nomás. A ese nivel. Ese uruguayo se llama Waldemar Fernández, llegó hace unos cuantos años a los Estados Unidos buscando suerte, y se convirtió en un hombre sobre quien pesaron muchísimas miradas. Acaba de salir un libro titulado Con mate a Wallstreet, que describe justamente el camino de este canario hacia la tierra del norte y ese increíble mundo de las empresas que cotizaron en la bolsa, los que estuvieron en el Nasdaq y todo un período muy fermental en aquel país para llegar a lo que es el momento actual de este de este hombre que sigue radicado en Estados Unidos. El autor de este libro, Con mate a Wall Street, es el periodista y escritor Álvaro Alfonso, a quien estamos recibiendo esta tarde. Bienvenido Álvaro. ÁLVARO ALFONSO: Gracias por la invitación. MA El gusto que estés por aquí. Efectivamente hombre de Canelón Chico, ¿de qué pueblo exactamente? AA De Paso Cuello. Allí en Paso Cuello, a los 22 años, año 71, se va a los Estados Unidos pese a que tenía una condición económica en el Uruguay buena. Era propietario de un restorán, allí en Las Piedras. Antes había sido, a los 17 años, aún siendo menor, propietario de una carnicería en La Paz. Los más veteranos recordarán aquellos momentos de la veda, cuando las carnicerías estaban instaladas en La Paz, en Paso Carrasco o cruzando el puente de la barra de Santa Lucía, en San José. Él a los 17 años ya había sido propietario de una carnicería en nuestro país, luego pasa a este restorán y una venta de pollos al espiedo en el mismo restorán. Pero entendía que había algo que no funcionaba y se da un hecho increíble, parece que las personas tuvieran marcado el camino. Una noche concurre al Parque Hotel, al casino, y empieza jugando 25 dólares al punto y banca, y termina ganando 711 dólares, la misma cifra que en esa época costaba un pasaje a los Estados Unidos. MA Así justito sacó para el boleto y con eso se fue. AA Con eso se fue y con 50 dólares en el bolsillo. MA Ese billete estrujado. AA Ese billete gastado de 50 dólares, pese a que un amigo de él, el "Bocha" Cabrera, le había dado 300 dólares en el aeropuerto, él nunca había visto un billete de 100 dólares, y en aquella época muy pocos uruguayos veían billetes de 100 o de 50 dólares. MA No estaba tan dolarizada la economía. AA Claro. Y esos 300 dólares nunca los utilizó. Es más, había devuelto los 300 dólares en un momento difícil de su economía, en los primeros tiempos en los Estados Unidos y la pasó bastante mal. MA - ¿Cómo es que llega Waldemar Fernández a Estados Unidos? ¿Sólo con ese dinero y más nada? AA Y más nada. Justo conoce en el avión a un vendedor de la LondonParís. Estamos hablando cosas que para los jóvenes seguramente les resulta difícil comprender a pesar de que allí en 18 y Río Negro se puede ver London - París. MA Sí, conocen hoy el Mc Donald´s que está abajo, si levantan la cabeza se ve el London París. ¿Estaba abierto todavía el London París? AA Sí, claro, en ese momento este era un vendedor que iba regularmente a los Estados Unidos, e incluso cuando llegan al aeropuerto de Kennedy le dice: "¿estás seguro que querés hacer esto? Mirá que acá no es nada fácil", y le dijo: "sí, sí, estoy seguro". Como no tenía a donde ir, porque no lo esperaba nadie, fueron juntos al Hotel Stanford, que la habitación costaba 32 dólares, él tenía 50, es decir, para una noche y nada más. Allí, las primeras horas están relatadas en el libro, lo que hace en Estados Unidos con este hombre, camina mucho, y luego lo primero que hace es buscar trabajo en un lugar que hacían historietas porque dibujaba bien. Además de todo esto era mal estudiante, no era bueno en matemáticas, más bien era malo, no era bueno en gramática... MA Y no había completado tampoco las clases AA No tenía estudios universitarios. Bueno, va a ese lugar y justo lo recibe un argentino, porque tampoco sabía inglés, no sabía prácticamente nada de inglés, sólo decir "sí", "no", y alguna cosita más, nada más. Este argentino le pregunta dónde estaba y con quiénes estaba y le dijo que estaba en el hotel que costaba 32 dólares, y le dijo: "vos estás loco, esta noche vení y vamos a la casa de Carlos a ver qué resuelve Carlos", que era otro argentino, otro personaje también que está allí en el libro y que es impresionante. Las cosas de Carlos Santa Cruz, un amigo de él de toda la vida desde que llegó a Estados Unidos. JUAN MIGUEL PETIT: Ahí funcionó la hermandad rioplatense. AA Sí, y ahí Carlos esa misma noche le dice: "vamos a buscar las cosas al hotel y te venís a vivir acá." Cosas que hoy no son tan fáciles de hacer. JMP No se repiten tanto. AA Y ahí Carlos lo manda a hablar con el jefe de los sindicatos de los carniceros, pensando que Waldemar no sólo había sido propietario de una carnicería sino que también sabía cortar carne. Lo cierto es que él conocía los cortes pero nunca había agarrado el cuchillo para cortar un trozo de carne. Se da la entrevista con el jefe de los sindicatos de los carniceros de manera insólita porque es una entrevista de 20 minutos, donde Waldemar Fernández no entendió nunca ni aún hoy sabe qué fue lo que le preguntó este hombre. MA Porque ahí estaba todavía chapuceando. AA Él sólo decía "yes", "no", y ahí miraba, de acuerdo a los gestos que hacía este hombre... MA Decía "yes" o "no". AA - Claro, y en algún momento dijo: "good, good" y es otros momentos este hombre frunció el ceño porque no le gustó la respuesta y él cambiaba, decía lo contrario, hasta que al final le entrega un papel y era un trabajo. En sus primeros cuatro trabajos lo despidieron, básicamente porque no sabía inglés entonces cometía algunos errores que no eran permitidos en esos momentos en los Estados Unidos. Por ejemplo, en el primer trabajo, fue en una carnicería donde el dueño hablaba más cerrado que el jefe de los sindicatos de los carniceros. JMP Le entendió menos todavía. AA Menos todavía. A los dos o tres días no soportó que este hombre no supiera inglés y los desencuentros fueron aumentando por el tema del idioma y lo despidieron. Así fue sucesivamente hasta que llega a un supermercado, enviado a través del jefe de los sindicatos de los carniceros que cuando volvió a hablar con él le dijo si no sabía hablar inglés. Fue la primera pregunta que le entendió en las dos entrevistas. Y bueno ahí va a un supermercado donde todo cambia porque conectó rápidamente con quienes estaban allí y además un señor, John Rica, que sabía algo de castellano y lo apadrinó más todos los que estaban allí y ahí pudo salir adelante y comienza el camino. Le pregunta qué es la bolsa y con trozos de carne picada le explica cómo es llevar una empresa a la bolsa de valores y luego le pregunta qué es el Nasdaq y este hombre le dice: "el Nasdaq para un empresario, par aun hombre de negocios, es lo mismo que un Óscar para un actor". MA ¿Y ahí empieza ya a germinar en Waldemar Fernández la idea de Interland? AA No, recién en el año 97. MA - Estamos lejos todavía. AA - Sí, sí, 26 años después, cuando Al Gore comienza con esta idea, él se reúne con su socio, con quien después fue sus socio, y le explica. La verdad que fue un visionario porque le dijo: "con el tema de internet va a pasar esto, esto, esto y eso", y se dio todo. Su socio, un genio en tecnología que elige Atlanta, un lugar donde estaban las cañerías telefónicas, porque la competencia de Interland se había instalado en la zona de los huracanes de la Florida y eso había sido diseñado por egresados de Hardvare o Yale, sin embargo esta gente que no había sido egresada, menos Waldemar Fernández, tuvo la gran visión de instalarse en Atlántida. Primero porque el alquiler era mucho más barato, costaba 12 dólares el pie cuadrado, como dicen ellos, en cambio instalarse en Nueva York costaba 75 en aquel momento. Ahí comienza a recolectar el dinero, lo que llaman dinero estúpido, y después dinero inteligente. MA Explicá un poquito eso. AA Sí. El dinero estúpido es aquel del principio, el de amigos, familiares, que van poniendo dinero para el comienzo de la empresa. MA Que no entienden mucho tampoco como es el negocio, precisás te doy. AA Y después viene el tema del dinero inteligente, que son las financieras, que con ese nombre, con ese logo tienen el aval para luego ir subiendo hasta poder cotizar el Wall Street. MA - ¿Cómo fue que Waldemar Fernández consiguió a los inversores de la nada? ¿Él cuánto tuvo de arranque? AA Y pusieron entre los dos más de 200.000 dólares, habían hecho buenos negocios con quien después fue su socio. Pusieron 200.000 dólares entre los dos, pero ese dinero se consumía rápidamente porque alquilaron todo un piso en Atlanta y además, al poco tiempo, tenían 400, 500 empleados. Había un ejemplo que puso un empleado del Chase Manhattan Bank, que decía que Ken, que era su socio, Ken Gavranovic, manejaba la locomotora y Waldemar le ponía carbón. Es decir que Waldemar era el encargado de conseguir el dinero, que era lo más difícil. Y Ken gastaba más de lo que Waldemar conseguía, hasta que se fueron dando distintos hechos. Ya las grandes empresas se fueron dando cuenta que por ahí iba la cosa, que esto era como una mina de oro y empezaron a cotizar y a poner el dinero allí. Hombres de negocios y hasta dirigentes políticos muy importantes que se acercaron y pusieron dinero en este emprendimiento. Conviven en esta historia ex presidentes de los Estados Unidos como George Bush padre, con quien Waldemar Fernández mantiene una estrecha relación debido a que después se sumó al grupo que recoge dinero para la campaña electoral de los presidentes, en este caso de los republicanos. Por eso se invitaba a la Casa Blanca y allí está el relato de lo que ocurrió esa noche en la cena de la Casa Blanca. Los oyentes se preguntarán si es parecido a lo que es en las películas de Hollywood, no es parecido. MA ¿Se parece? AA Se parece bastante. JMP - ¿Cómo es ese encuentro? AA Allí primero hay un control por parte de los servicios de inteligencia para saber quién va a ir invitado a la Casa Blanca y se ve que a uno de los vecinos le preguntaron porque un día salía Waldemar y el vecino, que lo saludaba amablemente todos los días, ese día estuvo medio parco en el saludo porque seguramente le habían preguntado. Después comprobó que le habían preguntado que cómo era Waldemar Fernández de parte de los servicios. Allí se da como llega a la Casa blanca, como se entra, claro que la seguridad no era tan rigurosa como después del 11 de setiembre, pero también se pasa sus controles. Está relatada en el libro una conversación que mantuvo con el entonces presidente, George Bush padre, donde hablan de los entonces presidentes de Uruguay y Argentina, Luis Alberto Lacalle y Carlos Saúl Menem. Incluso hablan del plan de convertibilidad, eso está relatado en el libro, y luego la cena donde hay distintos personajes desde Swartzeneger hasta la viuda de Martin Luther King, el actor Wyatt Earp, personajes que concurren a esa cena en la Casa Blanca. MA Qué iba a pensar este hombre de Canelón Chico, con estudios incompletos, que llegó a Estados Unidos sin saber inglés, con un billete arrugado de 50 dólares, que iba a terminar formando una empresa de estas características, cotizando en Wall Street, invitado a la Casa Blanca. AA Era la tercera experiencia de Wall Street para él este de Interland, lo que pasa que se le dio mucha difusión por la envergadura del negocio, pero ya era la tercera oportunidad. Ya había llevado a otras dos empresas a cotizar en Wall Street, pero en este caso la dimensión era una dimensión mundial. En el libro al final dice que todavía no se da o se da muy poco, pero en pocos años, ya ocurre en nuestro país pero muchos compatriotas van a poder trabajar sentados en su casa, en Estados Unidos, en Japón, o en cualquier otro lugar del mundo. Porque incluso muchos soportes técnicos de hoy de empresas norteamericanas, cuando uno llama por teléfono a los Estados unidos lo terminan atendiendo en China o en Japón. El tema de la internet abre un camino para mucha gente que pueda trabajar en nuestro país también. MA ese período en el cual estuvo Interland cotizando en Wall Street fue también el de la llamadas famosas burbujas de las empresas de internet, ¿cuál fue la suerte que corrió Interland? AA Allí hay bastantes problemas para llegar, porque todos sabemos que se llaman los "tiburones" de Wallstreet, y él dice que es un pequeño mar donde hay muchos tiburones y donde si uno comete un error, está negociando con tiburones, esos tiburones se lo comen. Un tiempo antes, unos meses antes, un empresario le ofreció comprar la empresa en 8.000.000 de dólares. Recordemos que habían invertido 200.000, era una buena ganancia. Sin embargo, no la vendieron. Después, poco días antes de que Interland saliera al mercado, salió la empresa de este señor que le había ofrecido los 8.000.000 de dólares con el nombre de Interleand, casi lo mismo. Entre el fragor de todo esto no se había percatado de que este hombre venía por el costado, pero de todas formas la empresa tuvo una buena ganancia, 750.000.000 de dólares fue lo que cotizó en la bolsa. MA Y él finalmente vendió la empresa. AA Sí, está todo el relato que son temas técnicos pero fáciles de descifrar para cualquier persona. Cuando uno entra, piensa que Wallstreet es todo muy difícil, pero la verdad que lo que hay que tener es habilidad para los negocios. Incluso hay un relato en el libro que está muy interesante, que es una ecuación económica que no tiene solución. Se lo hizo a un egresado de Harvard y este hombre quedó en blanco, porque él le decía: "todo es matemática, todo se resuelve con matemática". Sin embargo, en este caso no es matemática, no hay matemática posible. JMP - ¿Y cómo era? AA Y bueno los oyentes se los vamos a decir y seguramente van a empezar a sacar los cálculos. Iban tres personas una noche por la carretera, en un momento se descarga una tormenta, uno de ellos dice: "el tiempo está malo, acá hay un hotel, ¿por qué no nos quedamos?". Los tres deciden ingresar al hotel y allí el dueño les cobra 10 dólares a cada uno por las habitaciones, 30 dólares. Pero cuando estas personas suben a la habitación le vino remordimiento a este hombre y le dijo: "cobré mucho, la verdad que 30 dólares, 10 dólares la habitación, cobré mucho." Entonces llama a su hijo y le da cinco billetes de un dólar y le dice que le devuelva a estos tres señores este dinero y que se había equivocado al cobrarle. Lo cierto es que cuando el hijo va subiendo las escaleras el hijo dice: "¿cómo hago con cinco dólares para darle a tres?", entonces se queda con dos dólares y le devuelve un dólar a cada uno. Acá está la pregunta que le hizo a este egresado de Harvard y le dijo: "fácil, le cobró nueve dólares, si les cobró 10 y les devolvió uno", entonces hacemos la cuenta: 9x3=27, más dos dólares que se quedó el hijo del dueño son 29, falta un dólar. MA - ¿Cómo es posible esto? No tiene solución. AA No tiene solución. Y eso se lo había dicho un tropero de la zona de Canelones cuando era niño. Sin embargo, no hay solución. Con ese tipo de cosas, con esos ejemplos, con esos argumentos, es que este hombre se mueve entre las mandíbulas de Wall Street para llegar a donde llegó. MA Hay varios mensajes de los oyentes. Llama Luis, dice que a Waldemar Fernández lo conoce de Las Piedras porque tiene un restorán que se llamaba "el pollo Carlos" y que era un tipo muy emprendedor. Después una oyente pregunta con quién se casó el señor Fernández. AA Se casó en los Estados Unidos. MA Se casó allá, ¿con una americana? AA Sí, antes se había casado, había tenido un matrimonio en nuestro país pero fue muy efímero, después se casó en los Estados Unidos. MA Y Fernández sigue radicado. AA Sigue radicado, él está en Nueva York, esporádicamente viene a nuestro país, y seguramente alrededor del 15 de mayo va a estar en territorio uruguayo e incluso a veces va por la zona. Están tratando de descifrar la... MA Están tratando, fíjese que empiezan a llegar los mensajes. Dice Marta: "la solución es simple, 9x3=27, más 5 que entregó el dueño son 32, menos 2 que se quedó el hijo son 30". Dice ella, en fin. Julio, otro oyente, dice que este cuento tiene su base en el viejo libro El hombre que calculaba. AA Si, es muy posible que este hombre que andaba a caballo lo haya sacado de allí y se lo hubiera contado. MA Puede ser, esto que dice Marta, lo que pasa es que en principio había 30, no habían 32. AA Claro, no había 32, eran 30. MA Ese es el tema, en fin, quedan los números allí. Esta es la historia de este uruguayo Waldemar Fernández, el hombre que arrancó con "el pollo Carlos" allí con ese restorán, terminó entre los tiburones de Wall Street. AA Antes había estado en la zona de La Paz en la carnicería e incluso hace pocos días me dijeron que uno de los cortadores de carne de esa carnicería todavía sigue con el mismo oficio en una carnicería en el Cerro. MA Debe ser uno de los uruguayos más ricos, yo no conozco la lista pero debe estar. AA No sé, lo que sí veo es que vive en el edificio del primer mundo, cuando digo "el edificio del primer mundo" digo el edificio donde se toman las decisiones políticas más importantes, porque los contactos que tiene, incluso se narra en el libro una noche que fue a comer invitado al restorán Raos, que es célebre, que está en el Bronx. Uno se pregunta cómo y allí concurren desde políticos, por ejemplo Bill Clinton hasta destacados actores de Hollywood, todos se pelean por ir y a algunos no los dejan entrar. A Tom Cruise no lo dejaron entrar, a Madonna tampoco, porque allí hay 11 mesas y eso es como un apartamento. Pagan 20.000 dólares al mes por un día a la semana, el dueño puede invitar a seis o siete comensales y son sólo 11 mesas con un solo turno por día. Allí está narrada una historia. MA Y el hombre para ahí. AA Sí, lo invitaron allí porque muchos de sus inversores paran en ese restorán. MA Qué peripecia, Con mate a Wallstreet, Waldemar Fernández, de un pueblo modesto en Uruguay a cotizar en el Nasdaq. Este es el libro cuyo autor es el periodista y escritor Álvaro Alfonso, que nos acompañó hoy.