Cultura

Manuel Rivas presenta "Los libros arden mal"

El autor de "La lengua de las mariposas" y por "El lápiz del carpintero", presenta su nuevo libro y en una charla de café, en Buenos Aires, habló de su estrecha relación con Latinoamérica y de su gusto por Montevideo y el tango.

ALEJANDRA BORQUES:
Manuel, los uruguayos seguramente te recordamos por "La lengua de las mariposas" y por "El lápiz del carpintero". Y seguramente muchos hemos reflexionado sobre tus historias. Hoy estamos aquí sobre la mesa (en un hotel en Buenos Aires) con "Los libros arden mal" que has venido a presentar en la Feria del Libro.

No es la primera vez que estás aquí en Sudamérica. ¿Buenos Aires te atrae?

MANUEL RIVAS:
Sí, me atrae. Como hay un personaje en "Los libros arden mal" que dice que cuando ve arder los libros siente que le están quitando algo que le pertenece, porque dice: "es que no he leído ningún libro. Todos esos libros son míos". Y yo tengo esa sensación en Buenos Aires... porque es verdad que es la segunda vez que estoy aquí y conozco muy poco todavía. El día que llegué, en una hora crepuscular, lo vi desde el aire y ese cielo así al revés, tan llenos de luces y dije que algún día me gustaría conocer ese planeta.

Pero guardo el recuerdo, ya que estuve con un poco más de calma en Montevideo –no tanta como querría- y tengo una sensación muy familiar del paisaje de Montevideo. Es una mezcla, una sensación, es como una isla de libertad y de melancolía para mí, y me sentía como en un paisaje que antes había imaginado y se correspondía mucho. A veces inventas los paisajes y luego te encuentras con algo distinto, pero en este caso se correspondía bastante con el sueño.

Y bueno, ya hablando de cultura, del mundo del libro, cada vez me siento más de América del Sur, de América Latina. Y además creo que eso tiene una cierta relación con todo lo que sucedió anteriormente con la historia de mi pueblo, una historia en la que los caminos más abiertos eran los del mar, los caminos de la emigración. Y esa Galicia que sólo está separada por el océano de Montevideo, de Buenos Aires, de América, y pertenece más a ese mundo que al mundo que tiene al otro lado.

AB – Algo que seguramente todavía muchos no descubrieron es que el escritor existe gracias a aquellas historias que tu madre te contó.

MR – Sí, bueno la primera exigencia del oficio de escribir es poner en alerta todos los sentidos. Pero, fundamentalmente, el de escuchar. Creo que esa es la primera escritura, la primera escuela del relato, oír, escuchar y también interpretar los silencios, porque en muchas ocasiones la gente se ha expresado con los silencios y sería interesante hacer una tipografía, una clasificación de los silencios.

Y se dice también que la lengua materna es como "un hilo de leche", ahí hay una identificación entre el cuerpo y el lenguaje. Pero, en general creo que cuando hablo de mi madre hablo también de la memoria oral, de la gente que escribe en el aire, que no ha tenido oportunidad de acceder a eso que llamamos bienes culturales y que en cambio tiene una gran cultura, la cultura de la vida, que para mí es muy importante y sigue siendo: el oír a los demás. También cuando escribo ha quedado tan grabada la escritura del aire y esa fuente literaria, que soy incapaz de escribir sin decir lo que escribo. Es decir, escribo, tecleo e intento que las teclas hablen. Y tengo que escuchar lo que estoy escribiendo como si alguien me lo estuviese contando. Por eso hablo mucho solo.

AB - Hemos hablado de las palabras, de los libros, de las historias. Pero, "Los libros arden mal" tiene esa fuerza, esa imagen, que seguramente muchos de los que están escuchando la tuvieron en sus casas, en los años 70 en nuestro país. Los libros ardieron quizá no en público, pero si en sus propias casas, quizás fueron enterrados en sus propias casas. ¿Por qué elegiste "Los libros arden mal" como símbolo para llevarnos a través de estas 700 páginas a miles de historias de tantos gallegos?

MR - El episodio de la quema de libros es una parte importante del libro porque sacude y trastorna completamente la vida de todos, incluso de aquellos que piensan que no les va a afectar. Hay mucha gente que cuando se pone en marca estos procesos cree que va a ser algo transitorio y que va a afectar sólo a aquellos que se han implicado. Están muy equivocados, porque lo que sucede con el humo de esas hogueras es que no se diluye en el cielo, es pegajoso, se va moviendo a ras del suelo. Y hay gente que piensa: esto que está pasando sólo va a ocupar la plaza pública, los pedestales de las estatuas, las instituciones y en todo caso el poder político y económico. Pero el humo de las hogueras continúa su camino, penetra en el espacio privado, en las casas, se mete por las ventanas, por debajo de las puertas, condiciona las relaciones entre hijos y padres, marido y mujer, amantes, generaciones. Trastorna todo porque transporta el odio.

Y finalmente, ¿qué es lo que busca? Está buscando a cada uno de nosotros. Lo que hace es penetrar por los ojos, provocar el escozor, meterse en la mente. Es que al final lo que se ambiciona ya no es sólo ese poder autoritario insaciable, lo que busca es apoderarse de cada uno, no estará contento hasta atrapar a cada uno de nosotros. Y de alguna forma tiene que ver con nuestro tiempo, aunque claro, todo lo que escribes tiene que ver con nuestro tiempo. Pero es que hay un tipo de proceso en el que la guerra por el control de las mentes es la más importante. La batalla por el control de las mentes para convertirlas exclusivamente en, por ejemplo, seres de consumo o en seres con todo nuestro tiempo disponible para la programación.

¿Por qué lo elegí? Porque nunca se había hablado de esto, es decir, parecía que, como otras cosas, había ocurrido en otras partes, pero nunca al lado de donde jugabas. Yo lo que menos imaginaba... La Coruña, que siempre fue, junto con Cádiz, la ciudad liberal por antonomasia, una ciudad muy culta donde las propias clases humildes constituyeron con los barrios sus bibliotecas, los ateneos; donde había una gran fábrica de tabaco con 3.000 cigarreras y cada ocho de ellas pagaban a una compañera para que aprendiese a leer y les leyese los libros de Balzac, de Dickens. Y todo eso trató de ser destruido cuando se produjo la terrible caída de telón del 36. No se trataba solo de ocupar el poder, sino de arrancar de raíz –como decían ellos – el libre pensamiento.

Es curioso, porque se hablaba otras cosas, se sabía que habían asesinado a mucha gente pero nadie hablaba de la quema de libros. Era algo que en el fondo avergonzaba a todo el mundo, porque esa ciudad tan culta, que había amado tanto los libros y que hubiese sido posible esas hogueras. Era algo que iba tan en contra de la humanidad y los propios protagonistas trataron de borrar todas las huellas. Entonces cuando publiqué este libro fue una sorpresa, un impacto total en la propia ciudad. La gente decía "que no, que van a quemar los libros aquí, eso pasó en Alemania".

Y el libro es una ficción, pero como las telas de arañas están amarrada a la realidad por todos sus extremos y claro, nadie pudo rebatir toda esta historia y cosas más duras que se dicen. Y bueno, creo que es importante significar qué son estas quemas, que además ocurrieron a lo largo de la historia y en otras circunstancias, en otros regímenes. Pero tendemos a pensar que estas cosas sólo pueden pasar en un momento de pérdida de sentido, de momentos de ira y de enfrentamientos y quienes perpetran estos hechos son turbas, gente fanática incontrolada, llevada por el odio y que ve en los libros sus enemigos. Pero, en realidad las grandes quemas nunca son así y esta no es una excepción.

Hay documentos que explican cómo se convocaba a la población, que por suerte no acudió mucha o casi ninguna. Pero tenía su ritual, su liturgia, estaban muy organizados, se sabía qué libros quemaban. Eran, en el fondo, una especie de ejecuciones. Decía Goethe que cuando veía arder un libro le parecía asistir a una ejecución y es verdad que así era porque los libros olían, al final, a carne humana. Realmente cuando se quemaba un libro, se estaba quemando a las personas.

Esta quema en Coruña fue el 18 y 19 de agosto. El 19 de agosto por la noche asesinaron al principal editor gallego, que se llamaba Axel Casal, que entre otras cosas había editado un libro de poemas de García Lorca, era amigo de Lorca –había ido a Galicia a un viaje y este tuvo el detalle, la sensibilidad de escribir seis poemas bellísimos en gallego-. Bueno, esa misma noche que asesinan al editor, a la misma hora y a más de 1.000 kilómetros en Granada, asesinan a García Lorca. Han ardido los libros y por el arder de los libros se anticipaba el arder de las personas.

AB - Montevideo y el tango son tema del libro... El doctor se llama Montevideo, ¿es un homenaje a la ciudad? No puedo evitar preguntarlo (risas).

MR - Claro que sí. Me gusta además mucho la palabra Montevideo. Me suena muy bien. Yo creo que las palabras están ahí esperando a que las nombremos. Entonces, esa palabra que tantas veces mencionamos y que forma parte de nuestra memoria y educación sentimental. Porque uno de mis abuelos escribía cartas para emigrantes, y la mayoría iban a América. Mujeres y hombres iban a para escribir cartas a su pareja y él tenía una caligrafía muy bonita, les escribía. Después hacían correspondencia y como agradecimiento les mandaban postales. Las primeras postales de mi vida las vi cuando era muy niño, me subí a aquella mesa y empezaba a ver postales de Buenos Aires, Montevideo, La Habana, New York. La aldea global estaba en la mesa, era el mapamundi.

Y Montevideo para mí es una parte –y viceversa– de Coruña, del Monte Alto, donde nací, un barrio de Coruña. Si te subes a la torre puedes ver casi Montevideo.

AB - ¿Y el tango? Algo que sorprende cuando comienza a leer el libro, aparece en las primeras páginas. ¿Escuchás tango? ¿Te gusta el tango?

MR – Bueno, a quién no le gusta el tango, ¿no? Creo que de las músicas, a veces hay una imagen superficial, repetitiva o convencional. Pero cuando te metes en profundidad en las letras, la música también penetra en ti, esa especie de música en vilo que es el tango. Hablábamos antes del lenguaje y el cuerpo, pues también está (...) es algo muy corporal y muy pasional.

Es muy natural que aparezca el tango, quiero decir, no es nada buscado. El tango es posiblemente la música que más gusta en Galicia y desde luego que la música que más gusta en Galicia es la sudamericana y de el Caribe. Esto tiene mucho que ver con los caminos de la inmigración que son siempre de ida y vuelta. Entonces, tu vas a una verbena en Galicia, que es un país muy festivo, pese a su fama de melancolía triste. Y tiene este otro misterio de que en el verano florece en fiestas, hay miles de bailes por todas partes en las aldeas, hasta la más pequeña aldea lleva una orquesta grande. Y la música que ahí escuchas y que motiva a la gente es el tango, la salsa, el ballenato, los corridos mexicanos, hay grupos de mariachis.

AB - Hemos tenido la oportunidad de disfrutar en el cine, por ejemplo, "La lengua de las mariposas", "El lápiz del carpintero". ¿Qué le pasa al escritor cuando ve sus obras plasmadas en el cine?

MR - Lo primero que le pasa es que va con muchísima curiosidad. Miedo no tenía, porque una vez que le decís adiós a las obras, confías. Además tuve la suerte de que las personas que se interesaron por las obras para llevarlas al cine eran cineastas con una gran sensibilidad, que iban a poner todo, a volcarse. Y eso ya es de agradecer mucho.

Y lo que sucede es que al principio vas con una curiosidad como si fueras por primera vez al cine, casi infantil. Es curioso porque al minuto de estar sentado te olvidas completamente de que tienes algo que ver con eso, porque es lo que tiene el cine. Te conviertes en un espectador, estás allí. Para mí el cine no es sólo la pantalla, tengo la idea de que el cine es realmente el espacio, un espacio que siempre tiene un carácter erótico. Creo que de las primeras sensaciones cuando somos muy críos, de qué es eso de lo erótico aunque no lo podamos nombrar, es cuando vas al cine, porque realmente eres libre, estás solo aunque te lleven tus padres. Y sabes que ahí hay gente que no conoces y que también está en tu misma posición, libre, disponible

AB - Gracias por estos minutos para Uruguay, Montevideo y para En Perspectiva.

MR- Encantado. Y decir Montevideo para mí es como un esconjuro, como un brindis.