Una "espiga" de cuentos
El escritor uruguayo Enrique Estrázulas contó sobre su último libro La cerrazón humana (publicado por Seix Barral), un volumen de breves relatos que se relaciona con "el fenómeno de la idea inmediata" y cuyo género se basa en el "cuento extraño".
MAURICIO ALMADA:
Recibimos esta tarde en estudios al escritor Enrique Estrázulas.
El disparador, el motivo de esta invitación es la aparición de su último libro, que publicó el sello Seix Barral, La cerrazón humana, un volumen de breves relatos con los que Estrázulas vuelve a esto que en el pasado ya había destilado, este tipo de narraciones breves, más allá de sus célebres novelas, sus libros de poesías, los ensayos o el propio teatro, todas las distintas canchas en las que ha estado. Ahora vuelve con los relatos breves, con esa atracción tan particular que ejerce el cuento, la narración, cuando va directo al grano. Vuelve en todo su esplendor el escritor, y está el periodista también en su mirada, ¿cómo siente estos relatos en lo que ha sido su extensa trayectoria?
ENRIQUE ESTRÁZULAS:
El relato breve, que en este caso convierte el libro en un volumen grueso, hay 33 relatos, tiene que ver con el fenómeno de la idea inmediata, porque una novela puede concatenar muchas ideas, sin embargo un cuento por lo general desarrolla una idea que se convierte en algo que ahí aparece como cuento extraño. El cuento extraño fue admitido como disciplina literaria por el búlgaro Nabokov hace ya muchos años, dentro del cuento lo colocó entre el cuento fantástico, el cuento de terror y el cuento realista. No sé si te habrás dado cuenta (seguramente has leído el libro) de que el primer cuento es un suceso callejero, más bien erótico, y en definitiva pocos se dan cuenta de que termina siendo un cuento extraño.
JUAN MIGUEL PETIT:
El género navega en la zona de los cronopios y las famas de Cortázar.
EE - Sí, pero con otra ingeniería de cuento. Una trampa, una sorpresa al final que no invalida lo anterior, pero que lo transforma, lo que parece un cuento simple pasa a ser algo raro. Armé toda esta espiga de cuentos pensando en esto: los hombres tenemos una cantidad de lagunas todavía por rellenar en nuestra manera de mirar el mundo; cuando decimos "universo" no tenemos en cuenta la complejidad que tiene ese vocablo y la cantidad de cosas que se pueden hacer con relación a la ficción pensando en ese vocablo, "universo". Entonces aparece otra literatura comprometida, no la del comité político que está cerca, ni lo oficinesco, sino algo en lo que el lector está en condiciones de hurgar desde el punto de vista del buen lector, que en Uruguay existe y está muy mal abastecido.
MA - Usted dice el cuento extraño, lo fantástico, el cuento de terror, a veces lo inexplicable. Tiene fronteras con la propia poesía, por ejemplo en esa imaginación del portero, de uno de los cuidadores del Louvre, ese museo que ve todos los días cuando va quedando solo y ve a la Victoria de Samotracia.
EE - Está enamorado de la Victoria de Samotracia.
MA - Y entabla una relación con ella.
EE - Es de los pocos hombres que tienen derecho a quedarse toda la noche con la Victoria de Samotracia. La Victoria de Samotracia es un mascarón de proa que Napoleón les robó a los griegos una noche en que la luna no iluminaba las islas.
MA - Cómo afanaba, eh.
EE - Sí, pero tenía buen gusto.
MA - Y lo pudo conservar.
EE - Ese final del portero, que se llama Puskas, como aquel jugador de fútbol húngaro... Y es verdad, porque yo conocí a ese portero.
MA - Ah, existió.
EE - No conocí la historia, que es pura ficción. No sabía que la historia que yo inventé iba a suceder un día en mi imaginación. Pero conocí a un portero Puskas, del Louvre, no recuerdo el nombre (está en el libro). Esos personajes que están enamorados de un mascarón de proa, por ejemplo, evidentemente conllevan una literatura que no es la común, no es un común denominador.
JMP - Uno siempre imagina que en los museos de noche pasan cosas, aun en la soledad de los cuadros, las esculturas, uno puede imaginar cosas que ocurren, relaciones entre los cuadros, las obras, las esculturas. Y si hay una interacción humana, más aún.
EE - Como decía creo que Dostoievski, cada museo tiene su fantasma y cada teatro tiene su fantasma. Me llevaron a ese cuento, hay una gran variedad de cuentos.
MA - Sí, hay una treintena de relatos. Puskas era Resnik Puskas.
EE - Tiene el nombre de dos jugadores, me había olvidado.
MA - Hablamos de un cuento que transcurre en París, en uno de los museos más famosos del mundo. Usted estuvo allí como agregado cultural en alguna época.
EE - Estuve como agregado cultural ante la Unesco en los años 89, 90, 91, en París. Estuve muchas veces en París, hubo una época en que me apasionó.
JMP - ¿Y después se empalagó?
EE - No, simplemente el berretín fue diluyéndose un poquito. Pero a veces se enciende nuevamente. La ciudad que viví más profundamente fue Roma. Cuba, cuando fui embajador allá. Y toda esa vida de viajero trashumante que tuvo que ver con la diplomacia, con el periodismo, con la literatura o simplemente con las ganas de rajar que tuve en determinados momentos, a veces obligatoriamente. Lo que nos pasó a todos, más o menos.
MA - El libro más editado internacionalmente de su producción ha sido Pepe Corvina.
EE - Sí, fue el más editado en español y en otros idiomas.
MA - ¿A qué idiomas está traducido?
EE - A diez o doce idiomas. Y tiene más de 10 ediciones en español, incluso en España. Fue la novela más exitosa, y me sigue gustando.
MA - Le sigue gustando.
EE - Me sigue gustando, como le pasaba a mi amigo Rulfo, le seguía gustando Pedro Páramo y tiró a la basura La cordillera, una novela que era demasiado intelectual, según él. La tiró a la basura, "¿la incendió, Rulfo?, "no, la he tirado simplemente a la basura".
JMP - ¿No puede haber un Pepe Corvina 2, o un Juan Corvina?
EE - No me quiero comparar con Pedro Páramo, por favor.
JMP - Porque esa zona de Montevideo y esos personajes siguen, no son los mismos pero hay otros, han acompasado el cambio de la ciudad. ¿Nunca pensó en intentar un nuevo pasaje literario por allí?
EE - No, porque la novela ya está hecha, ya está concluida, por lo cual el tema de Pepe Corvina 2, Pepe Corvina 3 sería una forma de acuciar al éxito otra vez, y como la literatura para mí no tiene victorias está bien la novela tal como es, con un poquito menos de 200 páginas. La verdad, no, me sentiría un poco estafándome a mí mismo haciendo dos o tres versiones de la misma novela. La respuesta es que no lo voy a hacer.
MA - Es definitivo.
JMP - Lo cual no quita que camine por ahí, que ande por esa zona.
EE - Cómo no, eso sí.
MA - Libros de poesías tiene publicados cinco o seis.
EE - Sí, tengo cinco o seis libros de poesía publicados, salió hace un par de años una antología y tengo un libro en gestación, que se llama Miniaturas, de breves poemas, que también es un libro con sus extrañezas. El que busque El sótano, Caja de tiempo, todos aquellos libros que publiqué antes, no los va a encontrar, va a encontrar otra cosa, porque en algún momento hay que cambiar de voz y de tema. Eso me parece a mí, de repente no le parece al público. Al público lector de poesía, que es muy poco pero muy bueno. Esos son buenos lectores.
MA - Y poco abastecido, como usted decía.
EE - Poco abastecido. Una de las cosas que me preocupan es cómo el lector uruguayo se tiene que abastecer de lectura extranjera, porque se le agotan los temas en ese sonsonete, en ese martilleo de literatura supuestamente comprometida y al mismo tiempo de temáticas que me da la impresión de que empiezan a aburrir, por más que sean temáticas que están a la vuelta de la esquina. Porque la literatura no es eso, no es sólo buscar el tema de la vuelta de la esquina. Cuando yo escribí la novela Pepe Corvina no tenía ni la menor idea de que iba a ser universal, creía que era una novela que no pasaba la frontera.
JMP - Que era un localismo, un barrio de Montevideo.
EE - Ahí tuvo razón Aristóteles cuando decía "describe tu aldea y serás universal", pero ni pensé en Aristóteles ni en ningún filósofo griego. No creí que fuera a tener el éxito que tuvo.
JMP - O sea que hay que cuidarse un poco de Uruguay, de la escala, la escala a veces nos da nuestra propia identidad pero también nos achata.
EE - Es verdad. Diciéndolo de otra manera: los militares cometieron aquí algo que podría definirse como un genocidio cultural. Ese genocidio cultural todavía no se levantó, ni se borró, ni se levantó desde el punto de vista de que el nivel cultural que tuvo Uruguay, que no tuvieron otros países latinoamericanos, hemos levantado algo, ha mejorado un poco la enseñanza, se hacen esfuerzos (hablo no de este gobierno, hablo de todos los que vinieron después de la dictadura), pero son demasiado minúsculos para empatarnos otra vez con aquel Uruguay. Y tenemos la obligación de empatarnos, porque si lo pudimos hacer ayer lo podemos hacer hoy.
Pienso en desperdicios, por ejemplo el caso del Ateneo de Montevideo, está para que vayan señoras a hacerle tocar el piano a la señorita hija, y unas cuantas personas más, brindan, aplauden y se van. Tenemos ahí dentro el Teatro Circular, por suerte, está todavía el Museo Pedagógico, no en un gran estado, más o menos, y está todo el Ateneo de Montevideo, en cuyo sótano estuvo el Taller Torres García. ¿Por qué no hacemos otra vez el Taller Torres García aunque Torres García ya no esté vivo? ¿Por qué no hacemos una sala de teatro, una sala de conferencias? O cuatro teatros. Es un elefante muerto totalmente desperdiciado. Lo sigo diciendo, aunque me llamó un gran amigo que tiene que ver con la idea de reflotar eso, pero es una referencia sola, tendría que decir más cosas con relación a que creo que es muy lento ese crecer del nivel cultural uruguayo, que algunos se tragan.
MA - Todavía funciona for export. Usted hablaba del genocidio cultural cometido por la dictadura, no hay duda, pero la democracia también aportó lo suyo. Hace unos días compartíamos un informe sobre la situación de la Biblioteca Nacional: el último bibliotecólogo fue contratado en la época de la dictadura, pasaron los años y hemos llegado a una situación insostenible. No sólo fue la dictadura, los sucesivos gobiernos no compensaron aquello.
EE - ¿Tomás de Mattos no fue contratado? No entiendo lo que me decís.
MA - La Biblioteca Nacional está en una situación muy complicada.
JMP - Casi no ha habido renovación de cuadros técnicos.
MA - Me refiero a la contratación de bibliotecólogos, no al director de la Biblioteca.
EE - Hace un mes fueron cinco cartas de Juan Carlos Onetti, mi hija María Estrázulas donó un libro con una dedicatoria extensísima de Juan Carlos Onetti el día que se entregó el Archivo Onetti. Ese día vino la viuda de Onetti, Dorotea Muhr, estuvo el rector, estuvo representado el presidente de la República, que había prometido ir. Fue un acto importante, pero todo eso, me consta, se hace a pulmón, porque la Biblioteca no tiene rubros. Es un tema, habría querido no tocarlo porque se hace un esfuerzo enorme con relación a la Biblioteca, está trabajando prácticamente a destajo y con muy poca remuneración mucha gente culta. Lo que pasa con otros centros culturales, como el Ateneo, no digo despectivamente que es un elefante muerto, quiero decir que allí estuvo Rodó, estuvo Julio Herrera y Reissig, estuvo Rubén Darío. ¿No tenemos la más mínima memoria de eso como para levantarlo? ¿O no tenemos dinero tampoco?
JMP - A la vez surgen otras expresiones, capaz que de otro porte, no del porte de las de hace treinta o cuarenta años, pero son a veces más variadas y en mayor cantidad por separado: pequeños talleres, grupos de teatro, grupos de danza... Digo como la capacidad de producción cultural que tiene la sociedad uruguaya.
EE - Eso es correcto.
JMP - No todo lo pasado era mejor, capaz que es diferente.
EE - Estoy totalmente de acuerdo contigo en eso, pero yo quería sintetizar, no quería hablar única y exclusivamente de lo global dentro de lo que es para mí el lento crecimiento del nivel cultural. Puse el Ateneo como ejemplo, después aparece la Biblioteca Nacional, pero habría querido que fuera más corto porque yo no le echo las culpas al gobierno de esto. Al contrario, tuvimos un intendente de nivel cultural altísimo, pero el Ateneo de Montevideo ojalá lo tuviera París.
JMP - ¿Es tan así?
EE - Sería otra cosa.
MA - Usted recordaba que entre sus destinos diplomáticos había estado en Cuba como embajador, al frente de la embajada uruguaya en Cuba, en un momento complicado de las relaciones entre ambos países. ¿Cómo recuerda esa experiencia?
EE - La experiencia en Cuba fue muy importante, muy interesante. En definitiva yo siempre oí hablar de Cuba mucho antes de la revolución cubana. Mi bisabuelo, el doctor Enrique Estrázulas, fue protector de José Martí, lo nombró vicecónsul y después cónsul de Uruguay en Nueva York. La historia es que simplemente se encontraron en un café que quedaba frente al Consulado uruguayo, que se llama Dalmónicos, donde iba la intelectualidad, sobre todo latinoamericana. Estrázulas y Martí se quedaron hablando como hasta las 4 horas; a esa hora Estrázulas se enteró de que Martí era Martí, Martí lo conocía a Estrázulas como pintor, y Estrázulas se lo llevó para la embajada, porque también se enteró de que no tenía dónde dormir ni dónde comer nada. Se lo llevó para el Consulado. A los veinte o treinta días Martí fue nombrado vicecónsul de Uruguay en Estados Unidos, que era su exilio, y después, cuando Estrázulas se fue para Francia, quedó a cargo de la embajada, como cónsul. Pero ahí fue que se le ocurrió volver a Cuba, y lo mataron en el combate de Dos Ríos.
JMP - Con ese antecedente usted se fue a la embajadita uruguaya en La Habana.
EE - Me fui con esos antecedentes y de repente con algunos antecedentes míos.
MA - Sin duda.
JMP - ¿Y cómo fue eso? Hubo otros creadores que fueron embajadores en La Habana y tuvieron sus problemas. Como Jorge Edwards, que tiene una novela que se llama Persona non grata, en la cual ofició de embajador y también de escritor. Usted estaba en la embajada y a la vez veía, el alma de periodista también estaría palpitando.
EE - Edwards, a quien conozco y por quien tengo mucho afecto, creyó que llegaba a un país absolutamente libre, que podía dialogar con la oposición donde quisiera, en cualquier momento y muchísimo. Pero no es así, todo diplomático es un espía para ellos.
JMP - ¿Lo controlaban?
EE - El control que tenía era frente a la embajada, cuando salía con el auto ya sabían que yo había salido, y a dónde iba también. Pero tiene otras cosas muy positivas Cuba, no quiero ir a lo negativo. Estábamos hablando de Edwards, Edwards llegó en el peor momento y creyó que llegaba a un país absolutamente libre, entonces si cometió errores Cuba, algunos errores también cometió Jorge Edwards. Fue declarado persona non grata (así se llama la novela) y tuvo que abandonar Cuba. Yo no tuve esa tragedia, tuve una más pequeña, simplemente se rompieron relaciones en un momento.
JMP - Pero no por actos suyos.
EE - No, yo no tuve nada que ver con la ruptura de relaciones, me llevaba muy bien con Fidel Castro, me llevaba extraordinariamente bien con Eusebio Leal, que es el historiador de la ciudad. Volviendo a hablar de literatura, me recuerda un poco a El otoño del patriarca, como me recordó en su momento a Franco ahora me recuerda un poco a Fidel Castro, en esa sensación de inmortalidad que quiere dar él o que nos quieren dar los que lo rodean a todos nosotros.
JMP - ¿Y lo logra por momentos?
EE - Los que lo admiran mucho se lo tragan. No es así.
JMP - Está por verse.
EE - Si vemos la posibilidad de que fuera inmortal... Un hombre inmortal sería de los más desdichados del planeta, porque estaría viendo pasar las generaciones, viviría en una soledad terrible.
MA - "¡Mátenme!", viviría pidiendo.
EE - La relación fue muy buena con Castro. Y con Eusebio Leal la quería resaltar porque era un hombre verdaderamente culto. Hay un mito de que Castro es muy culto, pero es de una cultura media, nada más. Es amigo de García Márquez y leyó alguna cosa de García Márquez, muy poquito.
MA - Más por ósmosis que por lectura.
EE - Sí, exactamente. Eusebio Leal sí es uno de los hombres más importantes de Cuba desde el punto de vista cultural, y al mismo tiempo, según lo que suceda, quién sabe si algún día no es presidente...
JMP - Si le emboca, queda grabado.
MA - Acaba de publicarse este conjunto de relatos, La cerrazón humana, que se suma a una veintena de libros, es uno de los escritores más importantes de Uruguay, de los escritores vivos de Uruguay, de larga vida, y ha elegido a Montevideo para estar radicado, para vivir.
EE - No, estuve veinte años fuera de Uruguay.
MA - Pero ahora está acá.
EE - Serían veinte libros, porque hay una novela inédita que se llama El enigma de la savoyarde (el gentilicio femenino de las chicas que nacen en Savoy). Pero no es una chica, es una casa.
MA - ¿Se va a publicar esa novela en algún momento?
EE - Se va a publicar el año que viene.
MA - Pero antes está completando un volumen de poesía.
EE - Claro, pero la poesía no se escribe como la novela. Me encuentro con ustedes acá, de repente salgo de la radio, entro a un café, se me ocurren dos líneas, voy a casa, se me ocurren dos líneas más, después una y está terminado el poema. Pero desde ese poema al próximo no sé cuánto tiempo pasará. Nadie, ningún escritor, ningún poeta se puede sentar y decir "voy a escribir un libro de poemas". Como ningún cuentista se puede sentar y decir "voy a escribir un libro de cuentos". "Voy a escribir un cuento", si me sale bien y, si no, quién sabe si sale otro. Es muy distinto de la novela, que salga bien o salga mal, tengas ganas o no, si no estás encima de ella no sale, no hay novela que valga.
MA - Son procesos y ritmos distintos que pueden convivir, en este caso pueden convivir la novela y la poesía. ¿O no?
EE - La poesía y el cuento dentro de la novela conviven perfectamente, el teatro también, el cine. Mario Vargas Llosa cuando vino aquí por los años 66 o 67 dijo que la novela era un género imperialista, porque se tragaba a todos los demás géneros. Y tenía razón.
MA - Vamos a poner un punto aquí.
EE - Se debe a La cerrazón humana que estamos acá en medio de la neblina. Estoy contento, entre otras cosas, con el título. No se sabe qué puede pasar con un libro con 33 cuentos.
MA - Son 200 páginas de relato.
EE - Al mismo tiempo, la lectura de cuentos en Uruguay subsiste y es una cosa importante, porque no pasa en Buenos Aires, no pasa en España, no pasa en París.
MA - La novela se traga todo, el imperio se traga todo.
EE - En Uruguay el lector de cuentos vive, por suerte.
MA - Se están cumpliendo ahora 70 años de la muerte de Quiroga.
EE - Cuentista si los hay.
MA - Un poquito olvidado por acá.
EE - Un poquito olvidado porque todo está un poquito olvidado. Entramos otra vez en el tema de hoy.
JMP - Techo bajo.
EE - Sí, señor, techo bajo.