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La ausencia de un crack

En el clásico del domingo Rubén Olivera tuvo su tarde consagratoria. Hace cuatro fechas atrás la hinchada de Peñarol no lo quería. Ahora está preocupada por su ausencia frente a Tacuarembó.

Así es el fútbol: cuatro fechas atrás, frente a la hipotética noticia de que Rubén Olivera corría el riesgo de no jugar por una molestia muscular, la hinchada de Peñarol –que por ese entonces lo silbaba cada vez que podía- no se hubiera preocupado demasiado. Nadie lo hubiera extrañado pues su juego no era apreciado.

 

Pero la situación ha cambiado rápida y radicalmente. Por un lado, los parciales aurinegros han comprendido la función táctica que cumple el volante y que no siempre es vistosa. Por otro, Olivera comenzó a realizar un fútbol más atractivo y, por sobre todas las cosas, efectivo: las pelotas que antes pegaban en el palo (fueron unas cuántas cuando andaba con la pólvora mojada), comenzaron a entrar.

 

El domingo pasado fue su gran día: se metió a la hinchada en el bolsillo y a los bolsilludos hizo sufrir. Primero le hizo un caño a Barone quien luego contempló desde una posición privilegiada cómo el volante carbonero, casi sin ángulo, disparaba un tiro fortísimo e imposible de atajar. Y Alexis Viera no hace milagros. Fue el segundo gol de Peñarol y clave para el partido en ese momento. Luego, apenas comenzó el complemento, se escapó solo y, nuevamente gol. Fue el cuarto de su equipo. Otro momento más que clave, definitorio.

 

Finalmente se fue ovacionado del Estadio Centenario, pero contracturado en una pierna.

Y ahora sí, la hinchada aurinegra está preocupada por su actual estado físico. El martes ya lo dijo Mario Saralegui: "Está en duda" para el partido del domingo ante Tacuarembó".

 

El miércoles, ecografía mediante, se decidió que Rubén Olivera no jugará ante Tacuerembó por una distensión muscular. Toda la hinchada de Peñarol quedó preocupada. Ahora siente que le falta un crack.