Las condiciones fueron muy malas, la cancha, la pelota, la ausencia de varios titulares y el clima fueron adversos, pero Uruguay ganó el partido que tenía que ganar de visitante.

Fue más destacada la aplicación y el esfuerzo que el fútbol, no podía ser de otra manera en esas condiciones, pero el intento estuvo y una vez más, quedó claro la madurez del plantel que armó Tabárez y la mano serena del técnico, que perfiló un grupo por más de tres años, dándole personalidad y cambiando la cara, seriedad, disciplina, esfuerzo, buena relación con los medios y juego limpio.

Seguramente los que se pasaron criticando a Tabárez, a su frialdad y hasta hablaron de que a Lugano le pesaba el brazalete de capitán, cambiarán la historia y harán leña de otro árbol.

Seguramente los que le piden jugadores como el "Japo" y Nico Lodeiro, se habrán dado cuenta de las diferencias entre los que están en el exterior y los de acá, seguramente pocos reconocerán que los jugadores que eligió el técnico fueron los acertados.

Pero es la historia del Uruguay, nadie espera, nadie respeta el trabajo de un seleccionador y así nos va,

Por suerte, en esta ocasión se tuvo paciencia, el entrenador y los jugadores nunca se entregaron, la racionalidad le ganó al apasionamiento y mientras miles decían que estábamos afuera, ellos apostaron a trabajar.

El miércoles hay que entrar, estamos invitados y la puerta está abierta, ya habrá tiempo para la reflexión, ahora sí, dejemos paso a la ilusión de estar otra vez en el Mundial, los más pequeños de Sudamérica y de los más pequeños del Mundo, ¿Nos daremos cuenta alguna vez de lo grandioso que es eso?.