Chico con cabeza grande *por Gonzalo Delgado
Cerro decidió "vender" su localía ante Inter de Porto Alegre y jugar en Rivera por la Copa Libertadores. La ecuación, criticada por muchos antes de ser analizada, tuvo la propia localía como incentivo.
Los albiceletes no podían utilizar su cancha ante los grandes por el campeonato uruguaya. Y no es cualquier cancha. Es de las más emblemáticas para visitar, es históricamente la más incómoda para los equipos grandes, aunque en general terminan no perdiendo.
¿Valía la pena perder una localía de Libertadores por recuperar permanente la del campeonato uruguayo? Sí, valía. Incluso sin tener en cuenta que Cerro terminó sacando un buen resultado ante los brasileños.
Cerro recaudó más de 200.000 dólares por un partido, más de lo que le paga la Conmebol por cada partido como local. Se aseguró meses de presupuesto y tiene un capital que invertirá no solo en el Tróccoli, según su presidente lo que hicieron en su estadio para el partido con Nacional es solo el 30% de la obra, y en el complejo en el que forma a sus juveniles.
Es decir, lo reinvirtió en vez de gastarlo. Aprendió de lo que al propio Cerro le pasó en su anterior participación copera, en 1995, que lo dejó fundido en la "B" y vuelve a demostrar que tiene una conducción que ha sacado al equipo de años de crisis, poniendo corazón pero, sobre todo, cabeza.
Administrando bien pocos recursos e intentando llevar la fiesta al barrio, haciendo de eso algo más que la demagogia habitualmente aplicada en el fútbol uruguayo a esa frase.