Tenis

La lluvia perdió el primer game frente al Roland Garros

La lluvia perdió el primer game frente al Roland Garros

La jornada del miércoles estuvo signada por las precipitaciones que, pese a todo, no pudieron suspender la actividad. Federer sigue ganando. Por el lado latinoamericano, altos y bajos.


Por Andrés Guidali, desde Roland Garros especial para Espectador.com

Ha sido un día lluvioso en Paris, pero parece que desde hace una media hora el señor Roland Garros –desde arriba– está hablando con quien tenía que hablar, para que así su torneo siga adelante y su nombre no reciba agravios ni pierda prestigio.

Se reanudaron cada uno de los courts –que se veían por los monitores internos de la prensa, tapados con grandes lonas verdes– y todo sigue rodando con un cielo cada vez menos amenazante.

Jugar con interrupciones puede ser de las cosas más molestas para los tenistas, aunque en algunos casos, si uno no encuentra su juego por mucho tiempo, puede ser un respiro y una forma de enfriar la cabeza para volver a timonear con mejor pulso. Pero lo más seguro es que siempre moleste, porque los tenistas tienen que volver a calentar, estar pendientes del tiempo y sin ninguna certeza de si lo que atenta contra el juego es una nube o una tormenta.

Este sería el caso de la argentina Gisella Dulko, que acaba de perder en el tercer set frente a la sudafricana Chanelle Scheppers por 3-6, 6-3 y 6-4. El partido era dominado claramente por la rioplatense y con gran facilidad, hasta que, luego de reanudar el juego tras dos cortes por lluvia, no pudo volver a encontrarse con su mejor tenis y se tuvo que despedir del certamen en individuales. Seguirá adelante en dobles, junto a la italiana Pennetta, ya que están esperando rival, después de avanzar en el día de ayer a la segunda ronda.

Por otro lado, y repasando algunos de los resultados más importantes del día de hoy, "el reloj suizo" Roger Federer venció al colombiano Falla por 7-6, 6-2 y 6-4, en un partido de gran tenis por parte del latinoamericano. Sin dudas el Nº 1 del mundo parece ser invencible, y si algo me sorprendió en el día de hoy –más de lo que ya me tiene sorprendido– son sus desplazamientos dentro de la cancha. Parece que alguien desde la tribuna le avisara para dónde irá la pelota, y él siempre se anticipa con una elasticidad más parecida a la de un gimnasta que a la de un tenista.

Además, otro de los triunfos destacados fue el del argentino Leonardo Mayer, que derrotó al local Julien Benneteau en 4 sets y que a sus 23 años está demostrando su mejor tenis, con una solidez envidiable y unas ganas de principiante. Robin Soderling, el finalista del pasado año en estas tierras, despachó con rapidez de correo privado al norteamericano Tylor Dent por 6-0, 6-1 y 6-1 y el galo Jo-Wilfried Tsonga –una de las esperanzas del público local– no tuvo compasión con su compatriota Ouanna y lo mandó a los vestuarios rápidamente con un 6-0, 6-1 y 6-4.

También pasaron a la tercera ronda del cuadro masculino el español Albert Motañes, el belga Xavier Malisse, el ruso Mikhail Youzhny, el checo Tomas Berdych y el croata Marin Cilic. Por el lado de las damas, los resultados más destacados tienen que ver con la victoria de las rusas Kuznetsova, Petrova y Kirilenko.

En estos momentos y ya con el último aliento de luz natural (condición necesaria para jugar ya que no se hace nunca con iluminación artificial), están enfrentándose el francés Gael Monfils contra el tano Fognini, así como el argentino Juan Ignacio Chela contra el no muy simpático Nº 4 del mundo, Andy Murray. En otras canchas, más lejos del estadio principal, están cerrando la jornada el chipriota Baghdatis con Granollers y el gigante Isner contra Chiudinelli.

Vamos cerrando nuestro día por acá, cuando faltan solo cinco minutos para las nueve de la noche. Pensando ya en regresar a nuestro alojamiento, les comento algunos pormenores de las labores periodísticas acá en Roland Garros.

Nuestra acreditación, que es controlada en cada una de las puertas que vamos pasando, es chequeada con detalle por cada uno de los guardias. Si en algún momento nuestra identificación va escondida debajo de una campera o no la ven a primer golpe de vista, una mirada inquisidora –de estar descubriendo poco menos que a un terrorista– nos revisa de arriba abajo, hasta que, desesperados y haciendo señales, encontramos lo que parece ser nuestro pasaporte de vuelta a la legalidad.

El carnet que cuelga de nuestro cuello tiene un código de barras, y al entrar y salir del recinto un guardia nos lee con un dispositivo electrónico, de forma de que, en definitiva, marcamos tarjeta aunque nadie no los exija en nuestro país. Además, cada uno de los accesos a las infinitas zonas y puertas pequeñas que tiene el complejo entero señala cuál de las credenciales puede entrar a ese espacio y cuál no, ya que hay unas 15 diferentes formas de acreditarse.

Más allá de las instancias de conferencia de prensa que brinda cada uno de los deportistas luego de haber terminado sus encuentros (es obligatorio y si no deben pagar una abultada multa), los periodistas no tenemos contacto con los jugadores, que están en otra zona y que tiene acceso restringido para los más cercanos a ellos. Si uno quiere ir hasta ahí tiene que canjear, por tiempo limitado, su acreditación por una pulsera que lo acerque al recinto de la fama.

En la zona de prensa del estadio principal Philippe Chatrier, tenemos unos 30 televisores que nos van mostrando en tiempo real los partidos del complejo entero. Y si todavía tenemos dudas o queremos consultar lo que sea, una "intranet" para periodistas nos brinda casi toda la información que podamos necesitar. Tenemos precios especiales en cada uno de los restaurantes y bares dentro de Roland Garros por estar cubriendo el evento para algún medio y, si tenemos suerte y el partido que queremos ver es en un estadio y no en una cancha chica, nos asignan un palco especialmente para nosotros.

Detalles y obligaciones hay más, pero esto es un pantallazo que, en una de esas, resulta curioso o interesante para los lectores de este medio.

Los dejo; me pasé de hora. Ya son 21:24 y el griterío es ensordecedor, ya que la afición gala pelea palmo a palmo con Gael Monfils para que pueda vencer en el quinto set al italiano Fognini. Mañana les contaremos cómo terminó.