Tenis

Roland Garros sigue, pero sin el gran Roger

Roland Garros sigue, pero sin el gran Roger

Por Andrés Guidali, desde Roland Garros especial para Espectador.com


El palco de periodistas del estadio principal Philippe Chatrier se parecía más a los tablones de una barra brava, que a los asientos fríos que deberían dar ejemplo de objetividad a la gente que nos observaba. No es que los periodistas hincharan por un jugador u otro, sino que todos querían seguir viendo jugar a Federer en el torneo.

Los detalles están por todos lados y en todas las páginas web. Apenas terminó el último punto y se saludaron los jugadores, los cronistas corrían de un lado a otro para dar la noticia más importante del torneo hasta el momento; el cuasi humano Roger Federer había caído en cuartos de final frente al sueco Robin Soderling.

El tanteador frente a la noticia poco importa, pero igual lo ponemos para los más curiosos: 3-6 6-3 7-5 y 6-4.

En la pasada edición del torneo parisino, el sueco Soderling había sido también el verdugo del entonces favorito Rafael Nadal y lo había despedido en la misma ronda de cuartos de final que lo hizo este martes con Federer.

Quienes estuvieron aquí el año pasado y quienes lo vieron por televisión, comentan que los encuentros fueron muy parecidos; los favoritos no jugaron su mejor tenis, pero el sueco se mostraba imbatible y pegaba con una rabia tal, que parecía más a una "vendetta" por alguna cuenta pendiente.

Los games de servicio de Soderling no duraban más que un tarrón de azúcar en la boca y sin embargo los de Roger, se masticaban una y otra vez hasta que con el mayor de los esfuerzos, el suizo avanzaba apenas un escalón en el tanteador.

La postal del partido fue rara para quienes seguimos el tenis de cerca, ya que es poco común ver un partido de estas características, cuando involucra a un jugador de estas cualidades. La foto final fue borrosa, una imagen distorsionada por la llovizna parisina, que parecía dejar a todo los espectadores pensando si había un libro de quejas para protestar por la baja en el torneo.

Por otro lado y en los vestuario, no se sabe nada de los ánimos de Rafa Nadal. Puede estar un poco melancólico de no repetir las clásicas finales con su archirrival Roger Federer, o puede estar feliz porque le dejaron el camino más limpio, puede estar más nervioso porque su pasado verdugo está jugando un tenis excepcional o esperanzado, ya que si gana el torneo, vuelve a ser nada más y nada menos que el Nº 1 del mundo.

Pero como hemos escuchado decir siempre a nuestros abuelos, mejor no vender la piel del oso antes de cazarlo. Esperemos a ver cómo sigue el torneo porque parece que este martes empezaron las sorpresas.

Para este miércoles se espera, igual que al buen tiempo, el resto de los partidos de cuartos de final. Por el lado de las damas, Serena Williams se medirá frente a Samantha Stosur y Jelena Jankovic hará lo propio frente a Yaroslava Shvedova. Por el lado de los caballeros, la armada española enfrenta sus últimas dos naves en Roland Garros, así que será Nadal o Almagro el único que pueda representar al país ibérico en semifinales. Por último, el simpático y polémico Nº3 del mundo Novak Djokovic, se verá la cara con el austríaco Jurgen Melzer.

En mi primera nota, mencionaba que llegar al complejo de Roland Garros para un fanático del tenis, debe ser un sentimiento parecido al que siente un niño cuando llega a Disneylandia.

Ahora, se debe sentir algo feo en el estómago -parecido a lo que nos pasa en estos momentos- de llegar al parque de diversiones y que se haya ido Mickey Mouse.