Contando las horas
Las cuentas regresivas que anuncian la llegada de la Copa del Mundo, tan comunes por estos días, están a punto de desaparecer. La ceremonia inaugural y el comienzo de la acción ya se aprecian en el horizonte, por lo que la expectativa y la ansiedad son cada vez más notorias.
El hecho de que Uruguay esté en la fiesta acentúa la excitación, sobre todo porque no sabemos cuánto tiempo nos llevará acceder a una nueva invitación. Es que el Mundial, desde hace mucho, dejó de ser para nosotros un evento que se desarrolla cada cuatro años. Sabemos, claro, que en el 2014 habrá un Mundial en Brasil, pero nadie se animaría a afirmar que Uruguay logrará clasificar. Al convertirse en un hecho tan poco frecuente, resulta lógico que capte tanta atención, así como que haya tanta incertidumbre en relación a qué puede pasar.
En fútbol siempre es difícil predecir qué va a suceder, porque cualquier hecho puntual que acontezca en un partido, por mínimo que sea, puede derribar en un segundo el más acertado análisis previo. Y cuando la paridad es pronunciada la dificultad es aun mayor, porque el éxito de cualquier razonamiento futbolístico depende de los más pequeños detalles. Encima, Uruguay forma parte del grupo más equilibrado del Mundial, en donde los cuatro equipos aparecen con chance clasificar y, obviamente, también de irse a casa tras la primera ronda.
El panorama
Sudáfrica es el rival con menos potencial y si el torneo se jugara en...China, por citar cualquier ejemplo, su chance de pasar octavos sería muy limitada. Pero el Mundial no es en China sino en Sudáfrica y la historia marca que el anfitrión nunca quedó eliminado en la primera fase. De hecho, países como Chile o Corea del Sur, ambos de escasa trayectoria mundialista, accedieron a etapas decisivas cuando fueron locales en 1962 y 2002, respectivamente. El entrenador es Carlos Alberto Pariera, quien dirigió a la selección brasileña en dos mundiales (campeón en 1994, cuartos de final en 2006) y tiene el extraño record de haber salido primero con Brasil y, solo cuatro años después, último con Arabia Saudita. Su experiencia en mundiales está fuera de discusión, ya que dirigió también a Kuwait en España 82 y a Emiratos Arabes en Italia 90.
La estrella del equipo sudafricano es el volante ofensivo Steven Pienaar, quien este año fue elegido el mejor jugador del Everton inglés, en tanto que Benni McCarthy, goleador histórico de los Bafana-Bafana con 32 goles en 78 partidos, llegó a la recta final de la preparación en malas condiciones físicas y no quedó en la lista definitiva.
Según lo marca la página de la FIFA, Uruguay sólo ha podido derrotar a México en 3 de los 24 partidos que jugaron. Esto habla de una especie de dificultad histórica que, si bien no debe encabezar ningún análisis, tampoco es un dato menor. Es cierto que no existen en la actualidad jugadores mexicanos que se destaquen demasiado en las ligas más importantes del mundo. Sin embargo, también es cierto que su liga doméstica es económicamente muy fuerte y eso hace que a muchos de sus futbolistas no les interese pegar el salto a Europa. Tal vez no tengan un Forlán, pero sí varios jugadores de mucho talento, como el volante central Gerardo Torrado (se destacó hace un lustro en el Sevilla y ahora lidera al Cruz Azul), el zaguero o volante Rafa Márquez (antes fijo, ahora suplente en el Barcelona), el zurdo Andrés Guardado (Deportivo La Coruña), o el delantero Javier Chicharito Hernández (22 años, recientemente adquirido por el Manchester United). México tiene dinámica, velocidad y buena técnica, aunque sufre por la falta de gol y por los centros a su área. Su entrenador es un punto a favor. Exitoso en Osasuna y con altibajos en Atlético Madrid, Javier Aguirre ya dirigió al Tri en el Mundial de Corea y Japón, en donde, luego de una primera fase auspiciosa, falló en octavos de final contra Estados Unidos.
Francia es la favorita natural a ganar el grupo. Es subcampeona del Mundo y tiene jugadores que sobresalen en los mejores clubes de Europa. Sólo repasando lo que descartó (Benzema, Nasri, Vieira, etc.), apreciamos el potencial individual de su plantel, que debería traducirse en un juego ofensivo demoledor. Sin embargo, pasó angustiosamente la Eliminatoria y ha mostrado muy poco en los últimos partidos amistosos (2-1 a Costa Rica y 1-1 con Túnez). Pero ojo, porque en el 2006 daba una imagen parecida y terminó perdiendo la final por penales, eliminando en el camino a España, Brasil y Portugal. Claro...en aquel entonces aun estaba Zizou.
Uruguay llega a Sudáfrica gracias un largo proceso de cuatro años, a través de un trabajo serio, responsable y profesional. El tramo final de la preparación siguió un plan meticulosamente meditado y coherente, al tiempo que los jugadores llegan, en su gran mayoría, luego de destacadas temporadas en Europa. Además, en los dos amistosos post Eliminatoria, el equipo agregó un par de condimentos a la entusiasta y esforzada receta que lo dejó en el Mundial: más prolijidad en el trato de pelota y más chispa ofensiva.
Así todo, es imposible saber hasta donde nos llevará todo eso. Cuando estás en la elite, a veces no alcanza con llegar a tu máximo rendimiento, porque es probable que tu tope sea inferior al del resto. Si Uruguay alcanza ese tope, si llega a su techo, si no pierde su línea, si juega con alegría, creo que ya habrá motivos para alegrarse. Obvio que si, además, los resultados son buenos, la historia será aun mejor, pero eso ya dependerá de detalles y de contingencias puntuales de cada partido, que no deberían ser determinantes para el análisis global.