Nadal campeón de Roland Garros y justo Nº 1 del mundo
Por Andrés Guidali, desde Roland Garros especial para Espectador.com
Se cerró el telón del escenario más importante sobre polvo de ladrillo y el encargado de hacer la última reverencia fue el español Rafael Nadal. El mallorquín se llevó todos los aplausos de la platea y no dejó lugar para las dudas ni para sus rivales, llevándose el abierto francés sin perder un solo set.
El sueco finalista Robin Soderling que había repetido el lauro en el año anterior también había sido el encargado en 2009 de dejar en el camino a Rafael Nadal en los cuartos de final, y el partido decisivo de hoy tenía un sabor especial a revancha.
Además, la corrida era doble, si el español ganaba en la jornada de hoy, le pasaba por encima la capa al suizo Roger Federer y le dejaba a cambio un "ole" para arrebatarle el puesto de Nº 1 del mundo.
El tanteador fue un justo 6-4, 6-2 y 6-4 y la verdad que Nadal no dejó dudas de por qué, a partir de su desayuno de mañana, será el nuevo dueño del ranking de ATP. El tenis del español fue el de un jugador imbatible, alguien que visto desde las tribunas no parecía humano, y su tenis se separaba bastante del de Soderling y también del que él mismo había mostrado en las dos semanas.
El juego del ibérico fue absolutamente desmotivante para el sueco, que nunca bajo los brazos pero que tampoco encontró forma de levantarlos en ningún momento. No pudo quebrar nunca el servicio de Nadal y cada pelota que golpeaba, era devuelta por un "frontón humano" que no sólo llegaba a cada uno de los rincones de la cancha, sino que las devolvía a una esquina todavía más alejada.
El trámite del partido nos trae a la memoria una frase del argentino Mariano Puerta, que perdió la final de éste mismo torneo contra el español en 2005 y comentó una vez terminado el encuentro, que "si el español tuviera un buen servicio (saca a bastante menos velocidad que otros jugadores), sería invencible".
La sensación de hoy con o sin servicios potentes fue exactamente esa; y creo que todos la comparten, incluso el sueco Soderling.
El más mimado de los españoles entró a la cancha con el ímpetu que lo caracteriza y aplaudido por su propia reina, Sofía, que se hizo presente para ver al español conquistando una vez más tierras francesas.
Va el desenlace del partido para los más curiosos o amantes del los números: el mallorquín quebró en el primer set y por primera vez en el 2-2 y mantuvo su servicio para llevarse la primera manga por 6 a 4. En el segundo set volvió a quebrar en el 2 iguales y volvió a repetir el quiebre cuando iba 4-2 arriba, para llevarse el set por 6-2. En el tercer y último parcial, el mallorquín quebró en el primer game y mantuvo la diferencia para así cerrar el tanteador por 6-4 y tirarse al piso para empezar su cadena de festejos que tuvo momentos de bastante emoción.
Nadal lloró en su banca, tapado con la clásica toalla que usan los jugadores en éste torneo. Esas lágrimas arrastraban no sólo la felicidad y el afloje por haber ganado el torneo más importante sobre polvo de ladrillo, sino también el haber sobrellevado momentos complicados en el año anterior y principios de éste.
Quien será mañana el nuevo Nº 1 del mundo llevaba 11 meses sin ganar un título y no estaba en la agenda del español desde 2005, año en que comenzó a arrasar con los torneos, las estadísticas y sus rivales.
Pasada la conferencia de prensa y terminada la faena del español, solo resta ponerse de pie, sacarse el sombrero y felicitar al joven de 24 años, que acompañó su triunfo con palabras humildes y sentidas. Hizo malabares con las preguntas de los periodistas y siempre las reordenó para que no se le fuera a colar, entre tanto idioma, algún comentario arrogante. Frente a la pregunta de una periodista española sobre si se sentía ya uno de los grandes de la historia, Nadal contestó:
"...¿Qué es verme como un grande? No lo sé, yo voy día a día, voy haciendo todo lo mejor que puedo, siempre; y la verdad es que los números dicen que estoy siendo un muy buen jugador dentro de estos últimos años y vamos a seguir trabajando igual para intentar serlo el mayor tiempo posible (... ) Mi ilusión siempre ha sido estar aquí y lo he conseguido... Y me siento un súper afortunado de la vida por poder vivir todo lo que estoy viviendo y todo lo que he vivido sólo con 24 años. Ni en mi mejor sueño me hubiera imaginado poder estar al día de hoy dónde estoy y haber podido vivir todo lo que he vivido...".
El torero dio su última estocada en tierras parisinas y ya está mirando de reojo el pasto de Wimbledon; no porque no quiera darle el festejo suficiente al polvo de ladrillo, sino porque mañana ya estará entrenando en Queens, el torneo previo al Grand Slam inglés.
Se cerró el telón y con él vienen las lágrimas... algunas de emoción porque estos días y estas victorias tienen algo de eso y también de pena, porque nos tenemos que despedir de Roland Garros.
Desde París; hasta el año que viene!!!
Merci beaucoup et au revoir!!!