La previa del partido ante Sudáfrica se hace muy dura para todos los interesados. Todos quieren mejorar la situación pero todos saben que no existen pólizas que aseguren logros para todos a pesar de la expresión de las mejores intenciones.

Ese juego se ve incrementado exponencialmente por el aislamiento elegido para concentrar en una localidad sudafricana (Kimberley) perdida en la movida del Mundial.

Kimberley no puede naturalmente tener distraídos a los cronistas. Kimberley suministra la suficiente presión para que los contenidos informativos ocurridos dentro de la delegación celeste se filtre, naturalmente, al exterior.

Tabárez tiene ganada su fama de "técnico conservador" en función de lo expuesto durante el Mundial de 1990. Él asume su derecho a ir cambiando situaciones a medida que pasa el tiempo y vayan apareciendo nuevos elementos que le aseguren sus objetivos.

Parece caerse de maduro, que ante Sudáfrica no juegue con una línea de cinco defensores como lo hizo ante Francia y salga con una línea de cuatro jugadores. En esta línea, Lugano y Godín son números puestos.

Para ocupar los dos laterales, concursan Mauricio Victorino, Jorge Fucile, Martín Cáceres y los Pereira: Maximiliano (con mayores posibilidades) y Álvaro (con menores posibilidades).

Por delante de ellos, estarán unos de los dos Pereira, Diego Pérez y Egidio Arévalo Ríos. Por la posición de enganche, compiten Diego Forlán y Edinson Cavani. La modalidad de juego de los sudafricanos y la poco convincente prestación de juego que pudo realizar Ignacio González en el partido de Francia lo ha transformado en un candidato de hierro para integrar el banco de suplentes.