Otras voces opinan

La renuncia de Leandro * Por Santiago Díaz

Leandro García Morales decidió no defender a la selección nacional en el próximo Torneo Sudamericano de básquetbol que se jugará en Colombia a partir del próximo 26 de julio. Como era de esperar, su decisión generó un discurso mediático poco respirable. Las críticas, casi despiadadas, se basan en una suerte de falso patriotismo, en comparaciones sin sentido y en exigencias que nadie enfocaría para sí.

En su argumentación, Leandro explicó que hace 5 años que no tiene vacaciones y que en la última temporada jugó cerca de 100 partidos en solo 300 días. Además, contó que viene arrastrando una lesión en un hombro y otra reciente en un tobillo, gracias a la cual debió competir con el pie anestesiado para evitar el dolor.

Su temporada inició en agosto de 2009 defendiendo a Uruguay en el Pre Mundial de República Dominicana, en donde llegó a jugar con un vendaje en una de sus manos por una lesión, siguió en México y culminó el 8 de junio en Venezuela.  En los tres casos, García Morales cumplió un rol destacado, jugó gran cantidad de minutos, y enfrentó la presión de definir partidos y títulos (fue campeón en México y Venezuela). 

Además del cansancio, el jugador expresó que lleva tiempo largo sin ver a su familia y que por la tanto necesita estar tranquilo en su casa.

Por más que su renuncia es una pena, porque disminuye claramente el potencial de Uruguay, es absolutamente lógica y entendible.

Obviamente, no es el único en tomar este camino. El argentino Emanuel Ginóbili no jugará el Mundial que se disputará este año y tampoco estuvo en el ya mencionado Pre Mundial. Está de más decir que las figuras más importantes de Brasil y Argentina ni se plantean ir a los Sudamericanos (por eso Uruguay suele entrar en la definición). Y a los jugadores estadounidenses de la NBA, si no acuerdan contratos millonarios, ni se les pasa por la cabeza jugar con su equipo nacional.

García Morales, que cumple 30 años el 27 de junio, está ingresando en una etapa de su carrera en que factores como el descanso y la adecuada recuperación física empiezan a ser vitales. ¿Qué pasaría si no descansa lo suficiente, juega el Torneo Sudamericano, se lesiona y no puede reaparecer hasta 2011? Seguramente, muchos destacarían su amor por la celeste, por la patria y por el deporte, pero nadie le pagaría los contratos que dejaría de cumplir. No sé cuantos estarían dispuestos a tomar un riesgo de ese tipo, pero está claro que varios son capaces de exigírselo a otro.

Y si no existiera cansancio, ni desgaste, ni lesiones, tampoco tendríamos nada que criticarle. Si él prefiere pasarse sus vacaciones panza arriba en el Caribe, junto a su esposa e hijo/a, en vez de ir al Sudamericano, quiénes somos los demás para juzgarlo. En definitiva, la selección no es la patria, es un equipo de básquetbol y no tener ganas de defenderlo no es ningún pecado capital. Aun suponiendo que Leandro se cotizó y consiguió mejores contratos gracias a la vidriera de la selección, no tiene obligación de jugar por ella hasta el día del juicio final. La selección y Leandro no se deben nada, porque mientras Leandro se mostraba, la selección lo disfrutaba. Y el día que la selección no lo precise más, prescindirá de él, sin importarle si jugó lesionado, si arriesgo su físico o si perdió contratos (y así debe ser).

Tampoco está bien contrastar una renuncia, con Batista y su adhesión constante. Es movilizador el esfuerzo y las ganas con que Esteban encara cada proceso de selección. El orgullo, la alegría y el placer que siente al jugar Uruguay nos reconforta a todos, pero es un error basarse en eso para juzgar las opciones de los demás. 

García Morales debutó en la selección en 2001. Desde entonces, respondió siempre que fue convocado, jugó a tope y no se guardó nada, siendo titular o suplente, teniendo mayor o menor protagonismo. Creo que es momento de reconocer esa actitud, al menos entendiendo su decisión, que no es buena para la selección,  pero que, aun sin necesitar explicaciones, las tiene de sobra.