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Ocho razones de por qué fue un Mundial casi uruguayo

España fue campeón y en buena ley. Pero difícilmente otro país como Uruguay pudo dejar tantos recuerdos en una misma Copa del Mundo. Espectador.com lo invita a repasarlos. (Por Rodrigo Ubilla)


El cuarto puesto
. La campaña del equipo de Tabárez de por sí es el ítem más importante de las curiosidades que pueden señalarse para justificar por qué Sudáfrica 2010 fue un evento hecho para uruguayos. Ultra conocido es que desde hace 40 años la Celeste no alcanzaba semifinales, así como tampoco ganaba más de dos juegos seguidos. Además, en este torneo anotó más goles (11) que sumando los obtenidos en los anteriores cuatro mundiales que jugó (1974, 1986, 1990, 2002).

Balón de Oro y goleador. Poco para resaltar que no se sepa de la campaña de Diego Forlán en el Mundial. Con cinco goles convertidos le alcanzó para ser máximo artillero del torneo, aunque no fue Botín de Oro por vericuetos de la FIFA. Pero más importante aún, fue elegido como el mejor jugador del certamen. Y para completar, su gol contra los alemanes fue elegido como el mejor de todos. Con 31 años y 27 gritos de selección (seis en mundiales) está a tiro de alcanzar y superar los ocho goles mundiales de Óscar "Cotorra" Míguez o los 31 de Héctor Scarone, para consagrarse como máximo goleador histórico de la selección uruguaya.

La mano de Suárez. Para muchos fue la jugada del Mundial; otros se han indignado al punto de acusar al salteño de "tramposo", como Milovan Rajevac, técnico de Ghana, incluso sugiriendo cambios normativos para impedir esta clase de iniciativas ponderadas por el reglamento. Más de 10.000 fans en una página de Facebook, cánticos alusivos y hasta un legendario monumento puntaesteño bautizado con el nombre de la mano del 9 uruguayo. Significó la supervivencia de la Celeste en Sudáfrica, e incluso el propio Suárez confesó que valió más que cualquier gol que haya convertido alguna vez.

La picada de Abreu. Apenas 10 minutos separaron la heroica salvada de Suárez de esta ¿genialidad?, ¿locura? Demasiadas emociones comprimidas, eso es seguro. Aunque no faltaron voces para criticar la osadía del minuano, el grueso de la opinión futbolera se rindió ante esta "obra rupturista", como la calificó el artista Gustavo Fernández, que otorgó el histórico pasaje de Uruguay a semifinales, luego de 40 años. "Definir con clase", respondió Tabárez en la conferencia posterior al juego..

La sangre del ruso. Quizás el más fiel representante de la "garra charrúa" bien entendida. Diego Pérez se ganó definitivamente el corazón del hincha celeste a fuerza de tranques y coberturas; sangre, sudor, lágrimas y, casi siempre, decisiones acertadas cuando manejó la pelota. La remontada anímica luego del baldazo coreano al empatar fue casi totalmente mérito suyo. No para la FIFA, pero para buena parte de los aficionados mereció ocupar un puesto en el once ideal del Mundial.

El cero de Muslera. Quizá quedó un sabor agrio por sus últimas actuaciones: contra Ghana si bien atajó dos penales, Suárez debió meter la mano en el último segundo porque el arquero tuvo una salida en falso, y contra Alemania ya se ha dicho demasiado. Pero la actuación global del arquero uruguayo en Sudáfrica fue de aceptable para arriba. No en vano, logró superar el récord nacional de imbatibilidad de casi 40 años que ostentaba Ladislao Mazurkiewicz. Además, al no recibir goles durante 278 minutos, fue  el arquero que consiguió mantener más tiempo invicta su valla en el Mundial.
 
La clase del maestro. Sus detractores públicos casi enmudecieron a lo largo de un mes, mientras, desde todas partes, nuevas voces se alzaron para destacar los aciertos estratégicos y conceptuales del entrenador uruguayo. Tabárez sorprendió al mundo con el rédito que obtuvo de un plantel competitivo, sí, pero para nadie favorito de avanzar tantas instancias. Sus conferencias de prensa fueron clases medidas de argumentación, para sustentar tanto las decisiones propias –compartibles o no–, como las que tomaron sus jugadores. Si hasta la Academia Nacional de Letras felicitó a Tabárez, carta pública mediante, por el manejo idiomático que el plantel uruguayo demostró en cada aparición ante los requerimientos de la prensa.

La visión de Espinosa. No se trata de un ítem positivo, como la mano de Suárez tampoco lo fue para mucha gente. Pero, en este caso, tampoco fue motivo de orgullo para los uruguayos. Queda la sensación de que cuanto más se revisa la jugada menos comprensible resulta cómo Espinosa no pudo advertir que fue gol inglés. En entrevista para canal 12, el árbitro asistente argumentó que la jugada fue sucia, muy rápida y que el arquero alemán obstruía su visión en el momento en que la pelota ingresaba al arco. La discusión quizás sea eterna, pero de lo que no quedan dudas es que fue otro de los grandes temas donde Uruguay dejó huella en el Mundial.


Fotos: Marcelo Singer y EFE
Fotomontaje: Espectador.com