Óscar Julián Ruiz, padre del árbitro y abogado homónimo de 42 años, indicó que un familiar lo halló en su casa. Las puertas estaban abiertas y aparentemente hubía habido un robo.

Con su lucidez alterada, Ruiz debió ser conducido a la Clínica Martha. Una enfermera indicó a los medios que lo estaban estabilizando.

El árbitro fue encontrado sentado en un sofá de su casa, vestido con un pantalón corto, según precisó Javier Gustavo Castillo, conductor de la ambulancia de la Policía. "Óscar Julián pronunciaba palabras incoherentes", indicó Castillo a Caracol Radio.

"Afortunadamente ya está comenzado a recobrar el conocimiento, parece que fue víctima de escopolamina (lo que se conoce como burundanga) y le estuvieron haciendo exámenes especiales para verificar si no ha sufrido daños cerebrales".

Tras ser internado el viernes en la Clínica Cooperativa, la evolución de Óscar Ruiz ha sido favorable, pero aún manifiesta dificultades para mantenerse despierto o caminar. Asi lo informó este sábado, el director del establecimiento -Sergio Pérez Chimati.

"El paciente evoluciona favorablemente y se pronostica un desenlace favorable y darlo de alta en los próximos días", dijo. "Tras la evaluación de medicina interna y neurocirugía se estableció una intoxicación exógena (por escopolamina, alcaloide con propiedades hipnóticas) y un cuadro de secuelas producto de la misma", siguió.

Por su parte, la policía pudo informar: "Ya estamos tras algunos indicios que nos han entregado las investigaciones ... al árbitro le robaron un ‘Blackberry’, una computadora portátil, un reloj de lujo y otras cosas ..."

La ‘Burundanga’ o ‘Escopolamina’  se obtiene de un árbol nativo de Centro América, denominado ‘Brugmansia o Belladona’; que se asimila al solo contacto con el cuerpo.

Tiene el poder de suprimir la voluntad de las personas y hace perder la memoria de todo lo que sucede durante el tiempo que dura su efecto.

En Colombia se la conoce como cacao, sabanero o borrachero. Tan pronto la escopolamina ingresa al cuerpo tiene efecto inmediato el que dura una a dos horas, y se va eliminando muy lentamente.

La víctima entra en un estado de pasividad y en actitud 'complaciente', que según fuentes policiales, es aprovechado por el delincuente para robarle e inducirle a realizar acciones que pueden lesionarle física, moral o económicamente.

Francisco [Paco] Fernández