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Todo un partido para vivir

Espectador.com reunió a cuatro ex rivales de la década de 1990 para comprender cómo la angustia, la gloria, la pena y la redención coexisten cuando el juego es un clásico.


Por Rodrigo Ubilla, de Espectador.com

"Lo primero que quiere el jugador es que llegue el domingo, ya. Estar en viaje para el estadio y ver a la gente que apoya, que grita, que alienta..." describió Marcelo De Souza. "Y cuando uno está saliendo de la manga, y ver todo ese estadio lleno, se te ponen los pelos de punta...", concluyó Gustavo Badell.

Los ex rivales clásicos saben que las horas previas para ese partido son diferentes a cualquiera, es que hay "mucho nervio, mucha adrenalina", aseguró Ricardo Canals. Aunque la carga emotiva, en realidad, involucra toda la semana de vigilia, "pensando si me llega a pasar tal jugada, cómo la tengo que resolver", ilustró José Enrique "el Caballo" de los Santos. Cálculos que buscan mecanizar las virtudes y minimizar los errores, aunque la mente igual puede volar y permitir al futbolista imaginarse protagonista de un momento glorioso.
 
Con tinta indeleble : : "En la Liguilla del 96, donde íbamos perdiendo uno a cero, hago el gol del empate y le doy el pase de gol al Abeja [Nelson Abeijón], y ganamos 2-1". No resultó muy complicado para Badell encontrar esos 90 minutos en los que supo sentirse héroe. El ‘gol clásico’ es un plus para el curriculum del zaguero, como reconoció De los Santos, porque "entre los compañeros, en forma chanza, se embromaba al que pasaban los clásicos y no podía convertir". Y Ricardo Canals dio fe de ello, separando del resto a "un clásico que ganamos 3-1, creo que en la Liguilla, que salimos campeones y que hice el segundo gol". Fiesta completa para el defensor y para Nacional ese día.

"Ganando al tradicional rival, uno se puede convertir en un jugador clásico, que para eso hay que tener pasta. Además de ganarse el cariño de la gente, que es lo que uno busca, más allá del resultado", afirmó el ex Peñarol, Marcelo de Souza. Así, la suerte puede cambiar de un giro gracias a un clásico perfecto, y durante los días posteriores, los problemas pueden hasta parecer más simples. Porque parece existir consenso sobre que la derrota es  mejor escuela para el aprendizaje, pero "el Caballo" de los Santos cree que "cuando se gana, también se puede corregir, pero de otra forma, con mayor alegría".

Quizás, perder el clásico sea un escarmiento que valga la pena, pero a largo plazo, porque las horas inmediatas son crueles. "Es espantoso. En mi caso, iba a entrenar, me metía en mi casa y no salía", confesó Badell. "No sólo es llevar el peso de perder con el tradicional rival, sino que es en todo ámbito, en la calle, en el barrio... la gente a veces no entiende que es el trabajo de uno, que uno sufre con eso, más allá de que sea hincha o no", intercede De Souza.

A diferencia del clásico perfecto, la derrota perfecta no existe porque todas resultan insufribles. Así es que para De Los Santos, buscar un clásico que perdió con Peñarol para olvidar resultó sencillo, porque "olvidar, me quiero olvidar de todos", confesó. Así como un cabezazo o una atajada pueden canonizar a un futbolista, un tropezón en una final clásica, como sucedió a Canals en 1995, puede ser imborrable también: "Me tocó cometer un error y Peñarol ganó 3-1. Y ahí sí, sufrí", recordó sobre aquella noche de fiesta carbonera.

Fútbol es vida : : Algunos de estos ex jugadores que consultó Espectador.com volverán a verse nuevamente este domingo, en el clásico, pero compartiendo la misma camiseta en un partido que será preliminar al que jueguen los primeros equipos de Nacional y Peñarol. También habrá Bolsos y Manyas mezclados en la tribuna Olímpica, como (casi) siempre. La iniciativa de la dirigencia de Nacional de reservar todo ese espacio para sus hinchas, no pervió la posibilidad de que hinchas de Peñarol podrían comprar también de esas localidades.

Gustavo Badell admitió que "el ambiente no es el mejor", pero matizó que aunque "gana uno o gana el otro, dentro de unos meses tenés una revancha". Porque el fútbol y el deporte, como manifestación plena de vida se invoca como un juego, es allí donde radica su espíritu "y no tiene que cambiar por un resultado", agregó De los Santos.

De Souza fue por otro camino, y para quien vaya "a buscar algún problema, que se quede en la casa, tranquilo. Que deje que la gente disfrute". Y como bien advirtió Canals, "perder o ganar también es parte de disfrutar esto que nos gusta a todos, que es el fútbol".