Entrevistas

Los incidentes del clásico muestran de forma "muy clara" lo inadecuado de la legislación sobre violencia deportiva

Los incidentes del clásico muestran de forma "muy clara" lo inadecuado de la legislación sobre violencia deportiva

El último clásico entre Peñarol y Nacional estuvo marcado por incidentes que volvieron a poner la violencia deportiva en la agenda. El arquero de Nacional, Jorge Bava, le dio un puñetazo a un policía y terminó procesado sin prisión. Además, un hincha de Peñarol fue baleado y está internado grave en CTI. En Perspectiva entrevistó al sociólogo e investigador Leonardo Mendiondo, especializado en violencia en el deporte, quien llamó a tener en cuenta que los incidentes en el deporte son un "correlato" de lo que ocurre en una sociedad "muy violenta". Además, sostuvo que lo ocurrido el miércoles demuestra lo inadecuado de una legislación "escrita exclusivamente para los hinchas", siendo que también debería incluir a otros actores como jugadores, guardia policial e incluso al periodismo deportivo.


(emitido a las 7.44 Hs.)

ALEJANDRO ACLE:
El golpe de puño que le propinó el arquero de Nacional Jorge Bava a un policía en el clásico de este miércoles volvió a poner a la violencia deportiva en primera plana. Bava, inicialmente detenido, fue luego procesado sin prisión. En tanto, la AUF  [Asociación Uruguaya de Fútbol] suspendió toda la actividad futbolística por diez días. "Así no podemos comenzar el año deportivo" dijo ayer en conferencia de prensa su presidente, Sebastián Bauzá.

A esos hechos sucedidos en la cancha se suman los disturbios por fuera. Un enfrentamiento entre barras bravas de nacional e hinchas de Peñarol, hincha de Peñarol que a raíz de eso queda baleado, está grave en el CTI. Otros informes policiales que hablaban de casos más aislados de insultos, de golpes, de pedreas.

¿Qué es lo que nos está pasando? ¿Por qué un torneo de verano tiene que terminar tan mal?

Las causas no son tan claras y en todo caso es probable que no sea un caso únicamente deportivo. Para hablar de este tema es que estamos en diálogo con el sociólogo e investigador Leonardo Mendiondo, quien se ha especializado en los temas de violencia en el deporte.

El tema de la violencia en el deporte, como decíamos, obviamente no es nuevo, Uruguay tiene toda una tradición de enfrentamientos tanto dentro como fuera de la cancha en actividad futbolística. En el básquetbol también ha pasado, y en otros ámbitos sociales, no solo en el deporte, también. Después de tantos años, de tanto que se ha hablado, con muertos en varios equipos a raíz de este tipo de situaciones... ¿Por qué sigue pasando? ¿Por qué luego de que se hayan tomado algunas medidas, de que se haya hablado hasta el hartazgo de todo siguen estos hechos? ¿Cómo ves tú estos últimos episodios de violencia?

LEONARDO MENDIONDO:
Creo que si bien hace mucho tiempo tenemos estos problemas las acciones que se han emprendido para tratar de minimizar estos riesgos empecinadamente pretenden recaer sobre un grupo de inadaptados sociales. Nosotros venimos diciendo hace muchos años que no es un problema de unos pocos, sino que es un problema de unos muchos, y que no solamente los inadaptados se corresponden a gente pobre, que es generalmente el perfil de las barras.

El caso que ocurrió el otro día en el estadio, prescindiendo de la condición clubista del jugador, porque se puede extender a cualquier jugador, creo que es una demostración muy clara de la inadecuación de la legislación existente en torno al tema y, además, del sesgo terrible que tiene ese tema en cuanto a la consideración de cuál es el verdadero problema.

Si tu lees la Ley de Violencia en el Deporte te darás cuenta que está escrita exclusivamente para los hinchas. "El que concurriera a un espectáculo", dice el Código Penal,  prescindiendo del resto de los actores que participan en el juego, como son en este caso los jugadores, la guardia policial, incluso el mismo periodismo deportivo. Si en este caso en vez de ser un jugador de fútbol reconocido, sin importar el cuadro, desde luego, hubiera sido un hincha no solamente lo hubieran golpeado muchísimo al hincha –y hemos visto imágenes hasta el cansancio en la televisión– sino que ese hincha no hubiera podido asistir al menos durante un año a los espectáculos deportivos. Yo quisiera saber si se aplica ese precepto también para un jugador de fútbol, repito, prescindiendo de su condición de tal o cual cuadro.

AA – Entonces, en su opinión, la legislación debería ser más inclusiva, debería tomar en cuenta a todos los que estén participando en un evento deportivo más allá de si son hinchas, si son protagonistas...

LM – Desde luego. No solamente deberíamos ser todos iguales ante la ley sino que la ley debería ser igual para todos. Esa forma de construir una ley destinada solamente a los hinchas, presuponiendo que solo la violencia va a venir de ellos, implica un sesgo. Si bien la violencia también se ha producido desde ese sector del estadio, creo que debería incluir al resto de los participantes. Y hacer una legislación que se adecue a las realidades del deporte y no a las realidades de lo que se cree saber acerca de la violencia de los espectáculos deportivos, que realmente es muy poco.

ROMINA ANDRIOLI:
¿Qué factores o qué responsabilidades diría que juegan en estos hechos?

LM – Primero, la actuación policial es sumamente reactiva para el público en general, el uruguayo en general no tolera demasiado la presencia policial en muchos espectáculos. Eso viene de la mano con una reforma que necesita el fútbol a través de la cual los espectáculos no deben ser de la Asociación Uruguaya de Fútbol sino de los equipos, como pasa en otras partes del mundo. La seguridad debería ser privada.

RA – Ese podría ser uno de los mecanismos por los cuales intentar solucionar el tema.

AA – O sea, la policía es un condimento que en vez de aplacar ánimos produce el efecto contrario.

LM – Si tu vas a la historia de las barras y a la historia de los enfrentamientos con la policía eso se produce a la salida de la dictadura. Allí es cuando empieza, cuando la gente y los jóvenes se manifestaban en otros ámbitos de la sociedad y por otros motivos, y que en el estadio se encontraban con esa misma fuerza policial que tal vez de pronto los reprimía en la calle. O sea que viene de una circunstancia muy anterior y que nada tiene que ver con el fútbol y que naturalmente se fue aplazando y continuando a través del tiempo.

Pero además la integración de una tribuna es muy heterogénea y muchas veces los enemigos, la policía como enemigo en la vida cotidiana de muchas personas, también traducen esa sensación en el estadio. Habría que considerar a las barras, lejos de un problema, una solución. Habría que tratar de convertirlas en una solución a través del control de sus propios parciales. Es algo que curiosamente intentó hacer Nacional, o lo está intentando, uno de los equipos que mejor ha trabajado este tema.

AA – Una guardia privada, un servicio de seguridad privado como el que usted menciona que se aplica en otros países, ¿qué tipo de potestades tiene? ¿Hasta dónde puede llegar en la aplicación de la ley para parar posibles enfrentamientos y desmanes? Porque la policía tiene todo un marco legal que la respalda para llegar hasta tal punto de actividad, en cambio el límite de una guardia de seguridad privada llega antes que el de la policía.

LM – Está bien, estoy de acuerdo, pero el tema es que no solamente con una guardia privada podés llegar a resolver las cosas. Hay muchos otros aspectos que inciden en esto. Por ejemplo, es impensable en una situación ideal que los propios protagonistas del espectáculo se tomen a golpes de puño. Es como si uno fuera al teatro y en la mitad de la obra los actores se empezaran a agarrar a trompadas, es absolutamente impensable. Tenemos que pensar en el fútbol como una industria cultural, como un espectáculo cultural, un espectáculo deportivo. O sea que deberían haber enormes penas que sancionaran esos comportamientos inadecuados dentro de un campo de juego, porque además el jugador de fútbol es un modelo de rol, es una pauta a imitar.

Pero cuidado, tenemos que sacar el fútbol de su contexto y ver la sociedad en que vive, porque si nosotros en el fútbol ponemos medidas demasiado rígidas también las tendríamos que poner cuando se agarran a golpes de puño en el Parlamento. Tenemos que no emplear una duplicidad moral que no tiene ningún sentido y que hace que las cosas permanezcan igual pese al transcurso de los años. Tenemos que tratar de dar un paso de grandeza, de crecer de alguna manera, para que estas cosas no se produzcan. Ese paso debe estar sobre todo en el campo de la legislación, donde tenemos una legislación demasiado rígida pero de una aplicación flexible, cuando yo entiendo que debería ser al revés: deberíamos tener legislaciones flexibles pero de aplicación rígida. Si nadie entra con una bengala, que nadie entre con una bengala.

AA – Ese fue un tema de discusión en este último partido. La dirigencia de Nacional, acusa de que a los hinchas de Peñarol se los dejó entrar con pirotecnia y fuegos artificiales y a los de Nacional no.

LM – Ese es un tema. Después el otro tema: ver cuánto se aplican la dirigencia de los clubes al trabajo para tratar de combatir este tipo de fenómenos. Nacional ha trabajado muy bien durante todo este tiempo, otros cuadros no han trabajado de la misma manera, no hay una responsabilidad social en ese sentido.

RA – Usted recién comentaba el tema de incorporar a los hinchas, a las barras bravas en la solución. ¿Cómo podría trabajarse en ese sentido para hacerlos formar parte de ese camino por el que se pueda salir de esta situación?

LM – Las barras funcionan en base a liderazgos fuertes, gente que orienta el comportamiento de los demás. Entonces, justamente, habría que tratar de construir liderazgos positivos que comiencen a mitigar y que no incentiven ese fenómeno.

Yo les diría que la situación hoy es peor que la situación en el pasado. Por ejemplo, en el Club Atlético Peñarol antes había una sola barra y era muy detectable, y los problemas no surgían de las barras sino, como lo establecimos nosotros en una investigación, mayormente de las adyacencias. Es decir, gente que entraba a través de entradas de cortesía que no asumía los marcos normativos de las barras y empezaba a haber problemas. También problemas porque las barras tienen poca capacidad de control, problemas porque los estadios son enormes y en una tribuna de 15 mil personas es imposible que un grupo de 80 las pueda controlar.

AA – Sí, pero en otros países también hay estadios de grandes proporciones y no ocurren ese tipo de desmanes.

LM – Bueno, sí, es cierto, pero hubo todo un proceso. Por ejemplo el caso de Gran Bretaña, yo he estado muy cerca del tema porque he tenido oportunidad de reunirme con Christopher Whalley, el director de los estadios, y es impresionante, hay una cámara cada 15 personas en Londres. El dinero que invirtió Gran Bretaña para controlar la violencia de los espectáculos deportivos en tres ciudades nada más equivale en muchas veces al presupuesto general que tiene el pobre fútbol uruguayo para funcionar.

Entonces tenemos legislaciones inadecuadas, ineptitud para comprender que las cosas así como van no funcionan y hay que cambiar de paradigma para pensar esos problemas, y una de las cosas fundamentales es realmente conocer el problema y no manejarse por los prejuicios o por lo que se ve en una tribuna. Porque cuidado, de acuerdo al periodismo deportivo y de acuerdo a la policía, los que hacen más ruido, los que llevan más banderas, son los que ocasionan más problemas. Hoy sabemos que en la sociedad uruguaya es más peligroso caminar por la calle que ir a una cancha, hoy mismo, en este mismo mes, han muerto más personas que en 110 años de fútbol profesional. Entonces, creo que nos tenemos que ocupar también de lo que ocurre afuera de la cancha y lo que ocurre adentro como correlato de una sociedad en la que se expresa el fenómeno.

AA – Precisamente, Mendiondo, ¿Uruguay es una sociedad violenta? Si es que se puede medir de alguna manera eso.

LM – Sí, se puede medir el nivel de criminalidad y en ese contexto nosotros estamos muy bien posicionados a nivel regional, lo que no quiere decir que sea el óptimo, porque compararse con Brasil o con Costa Rica no es ningún mérito. Se compara cada 100 mil habitantes el índice de homicidios, rapiñas y demás.

Yo creo que somos una sociedad muy violenta y una expresión de eso se ve por ejemplo en el tránsito. Hace muy poco tiempo creo que el jefe de Policía Caminera dijo que los uruguayos manejamos con un enorme desprecio por la vida humana, o algo muy similar. Y es muy fuerte lo que ese señor dijo, es muy fuerte porque estamos violentando normas de convivencia, estamos violentando normas que nos permiten conducirnos con seguridad. Basta pararnos en cualquier calle para ver que todo el mundo viola sistemáticamente las reglamentaciones. Los uruguayos, como dijo un dictador, Latorre, somos ingobernables, somos absolutamente ingobernables, no respetamos nuestras legislaciones, la violencia se da en todos los ámbitos. Hoy hablamos del estadio pero podemos hablar del Parlamento, que un año sí y otro también es noticia por la descalificación psicológica, personal, por la violencia que se produce, y yo creo que no hay motivos más dignos que otros para ejercer violencia. La violencia familiar, la violencia y los nuevos fenómenos asociados que pasan en primaria y secundaria... Tenemos que estar con una venda muy grande en los ojos para no darnos cuenta de que nuestra sociedad es extraordinariamente violenta. Y no podemos pedirle peras al olmo.

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