Gabriel Quirici editorializa: "La 'fifi'ta y su prometeo desheredado"
¿Por qué el delantero Luis Suárez fue objeto de una sanción tan severa por parte de la FIFA? El profesor Gabriel Quirici, armado de algunos conceptos histórico y semióticos, nos da una posible respuesta.
La impotencia ante el abuso de la sanción desenmascara los sentidos de quienes organizan y financian este tipo de torneos. Nosotros nos unimos y sufrimos por ganar el mundial que esos mismos señores y señoras organizan. Pero debemos ver que la intención no pasa centralmente por que sea una justa deportiva, sino por dar la imagen de espectáculo impoluto, casi aristocrático, donde las incidencias del juego tienen menos valor que la construcción económica e institucional que trasciende a través de medios masivos y dirigentes millonarios.
¿Por qué una supuesta mordida condena casi al ostracismo a un jugador atrevido, pasional y emotivo? ¿Por qué cometió un error del que tiene antecedentes? ¿Qué solución plantea la sanción ejemplarizante para que esto no ocurra? ¿Qué ventaja deportiva sacó el jugador o su equipo con la acción?
Creo que nada de esto está presente en la decisión de la FIFA y solamente se quiere mostrar la impunidad magnánima de aquellos tribunales totalitarios, inquisitoriales, que condenan al mejor pero distinto, al que sigue mostrando sin querer que dentro de una cancha existen arrebatos inconcientes y que es capaz de dar todo por las ganas de jugar y ganar sin hacerse una estrella mediática políticamente correcta. Morder, escupir, ese gesto anticivilizado debe ser extirpado de nuestra copa de caballeros con championes multicolores.
¿Por qué no se sancionó a Suárez con una escala apropiada a las faltas desleales que se ven en todos los partidos? Porque a los grandes dirigentes de las potencias futbolísticas les da pavor que el mejor no solo no sea de los suyos y les gane, sino porque además no es cómo los modelos que quieren patrocinar y les genera temor el hambre deportiva de Suárez, que devuelve el instinto del picado y el potrero justo en el mayor escenario mundial.
Piensen un segundo, ¿alguna Playstation puede imitar las jugadas de Luis? Porque los tiros de Cristiano o la velocidad de Messi sí son moldeables a programaciones informatizadas. Pero la adrenalina creativa de Suárez solo se explica con el juego mismo, en la cancha. Esa adrenalina le juega malas pasadas por cierto, no es un angelito en la cancha, así vive los partidos, protesta porque se alarga el himno, gesticula, y así también ama a su familia nuclear y no hace los goles para ser estrella de una marca de ropa.
El mayor miedo de la "fifi"ta, era que el torneo quedara en manos de nuestro prometeo del deporte original (es que Suárez se roba el fuego de los dioses, pero no por ser perfecto, sino por canalizar la emoción y genialidad con la que jugar) y ante el miedo, lo más lógico fue la expulsión. Que habla de la cobardía de todos los que la comprendan, avalen o legitimen. La sanción es un abuso a los derechos deportivos esenciales, y por suerte, Uruguay los ha recuperado más allá de que sea evidente, que prevalece -pese a la advertencia del maestro- el torneo de moral barata por sobre el torneo de fútbol. Con esa reserva moral, Uruguay todavía tiene un Maracanazo más grande por el que luchar. Pero ya está claro, en deporte, ninguno habrá ganado más que nosotros en este mundial