Dorado y eterno
Nicolás Mazzarino volvió a ser campeón liderando a su equipo desde su personalidad y profesionalismo. Terminó destilando clase.
Líder nato. Ejemplo eterno. Profesional como ninguno, ganador empedernido. Carga gloria en sus manos sin el ego de necesitar sentirse estrella. En el lugar que le toque hace lo que el equipo necesite para ganar, y desde ahí guia el camino.
A sus 42 años el físico sigue respondiendo como si fuera un pibe, en el fondo es el pibe de 42. La mente lo hace brillante y la muñeca continúa recibiendo elogios, si es que eso es posible.
Defiende al mejor del rival, lo corre por todos lados. Genera desde el pick central dando un clinic cada vez que lo juega. Reparte asistencias, crea espacios y situaciones de permanente ventaja. Y como si todo esto fuera poco, cuando lo dejan solo, no perdona.
Más allá de todo lo que jugó a lo largo del año y puntualmente en la séptima final, metió dos triples fundamentales en el último cuarto, de esos que valen un título.
Pudo haber sido su último partido como profesional, nadie lo sabe. Quizás ni él lo tiene claro. Estaría bueno juegue un tiempo más, para poder disfrutarlo. Es un tipo repleto de virtudes, transpira clase, tiene cuerda para un rato más.
Ojalá sea hasta el año que viene, San Nicolás