Sin nada que decir y el alma llena
Aguada superó un sinfín de obstáculos para llegar otra vez a la definición de la LUB. Impulsado por una multitud, el equipo mostró personalidad y rebeldía en momentos complicados para volver a ser protagonista. Sin reproches.
Aguada peleó hasta el minuto final respaldado por una marea rojiverde que los siguió a todas las canchas, que copó el Palacio Peñarol, que se portó de gran forma, a pesar de cinco personajes que quisieron opacar el festejo playero. Nuevamente se fueron masticando la bronca pero con el sueño latente de que la novena está a la vuelta de la esquina.
Desde aquel encuentro ante Urunday Universitario en su gimnasio y con el grito "esta campaña volveremos a estar contigo" que hacía retumbar las paredes del gimnasio ubicado en la Avenida San Martín, fue que comenzó este trayecto para el pueblo aguatero que tuvo un sin fin de problemas pero que pudo salir a flote en todos ellos.
Viejas sanciones, algunas nuevas y quita de puntos fueron parte del historial que tuvo que vivir su gente por culpa de unos pocos que confunden lo que es alentar con ir a la cancha a sacarse la bronca y desquitarse con quienes no tienen la culpa.
A pesar de todo recorrieron la capital, adornaron cada escenario donde tuvieron que jugar, apoyaron a todos sus jugadores en los buenos y en los malos momentos, el vínculo hincha-jugador fue cada más fuerte.
Con el "1" en sus espaldas, en la cancha y en las tribunas, Aguada vistió de gala el Palacio Peñarol cada vez que tuvo que decir presente en el contador Gastón Güelfi. Primero con Urunday, luego con Nacional siendo la serie más pareja en las tribunas y ahora en estas finales.
La serie definitoria comenzó con supremacía para el lado rival. Con un hecho sin precedentes con los jugadores a través de audios que se hicieron virales parecía que el lazo entre el protagonista y su gente estaba desgastado. Pero el plantel y los verdaderos hinchas, una vez más, se unieron y lograron convertir un momento poco fortuito en un mojón para retomar fuerzas.
Bajo el grito de "lo damos vuelta", la marea rojiverde saltaba, festejaba, lloraba y se alegraba con cada pelota. Lo que sucedió con Diego García no hizo tambalear a la fiera y todos unidos volvieron a sobrepasar un obstáculo más en esta Liga para llegar a un séptimo y decisivo partido.
El apoyo a su plantel, la confianza al cuerpo técnico, el aliento a "los pibes" cuando tuvieron que entrar en la llave definitoria, la energía y el momento que le brindaron al base aguatero en el sexto y séptimo partido, son pincelazos que dejó La Brava Muchachada durante todo esta Liga 2017-2018.
Estuvieron en las malas, festejaron en las buenas, lloraron cuando las cosas no salían y se emocionaban cuando veían que el barco llegaba a buen puerto. Dos finales consecutivas, dos finales donde el pueblo aguatero se va masticando bronca pero dos finales donde volvieron a demostrar porque son uno de los cuadros más populares.
Unas pocas personas no aguantaron la impotencia y quisieron arruinar el festejo playero, pero eso no opacó el aplauso final de pie a sus jugadores del resto de sus hinchas que apoyaron durante estos 280 finales de su equipo en la Liga, al igual que durante toda la temporada.
Aguada no sabe lo que es vivir los malos momentos en estos dos últimos años. La institución muestra seriedad y compromiso, sus jugadores adhesión a la causa y lejos está el sufrimiento de no campeonar luego de 37 años. El pueblo aguatero goza de buena salud y la bestia rojiverde está más fuerte que nunca. Ayer no pudo ser, la "La Pitada" no sonó sobre el final, los hinchas reconocieron a sus guerreros y se fueron masticando bronca y pateando piedras pero con la tranquilidad de que la vida siempre da revancha y que la novena estrella está a la vuelta de la esquina.