Entrevistas

El cabezazo de Zidane

Quedará como una de las imágenes más impactantes de Alemania 2006. Quizás la que más se recuerde. En la final, quien iba a ser electo como el mejor jugador del mundial le da un cabezazo en el pecho a un rival. Instantes después, es expulsado. Desde entonces casi no se habla de otra cosa: Zidane y su agresión. Martín Reyes propuso un análisis muy particular sobre el hecho.

(Emitido a las 8.50)

EMILIANO COTELO:
Este Mundial de Fútbol Alemania 2006 tuvo ribetes muy particulares. Y fue particular también la final, de la que se recuerda tanto el triunfo de Italia como la expulsión de Zinedine Zidane. Es más, me parece que en Europa e incluso en esta zona del mundo se habla más del episodio de Zidane, con ese cabezazo contra Materazzi que le cuesta la expulsión a pocos minutos del final del alargue, que del propio campeonato objetivo por gli azzurri.

¿Qué pasó por la cabeza de Zinedine Zidane? ¿Por qué reaccionó de esa forma ante lo que evidentemente fue algún tipo de agresión verbal del jugador italiano? ¿Por qué tiró por la borda su último partido con la selección francesa? ¿Por qué terminó dejando ante el mundo esa imagen como la última de su carrera? Son preguntas que golpean desde el domingo mismo, desde que eso ocurrió, preguntas que todavía no tienen respuestas, entre otras cosas porque no se sabe en qué consistió efectivamente el entredicho y porque el propio Zidane ha preferido por ahora no dar explicaciones.

Les proponemos conocer la interpretación de un conocido de la audiencia de En Perspectiva, Martín Reyes, que es un apasionado del fútbol, pero además es comentarista de cine y literatura, y hablando de literatura, es un apasionado de la obra de Albert Camus, el escritor francés.

***

Martín, a partir de esas pasiones viene este comentario, que fue lo que te surgió el domingo mientras mirabas la televisión y te encontrabas con esta reacción de Zidane.

MARTÍN REYES:
En el año 98 a Zidane lo echaron contra Arabia Saudita, una tarjeta roja directa. Era el crack del cuadro en ese momento y estaba haciendo un mal mundial, pero después en la final fue un fenómeno. No fue el mejor jugador de ese mundial, que fue Ronaldo.

En ese momento tuve la sensación de que Zidane era el Camus contemporáneo, era el heredero de Camus.

EC - ¿Por qué? Tenemos que explicarles a los oyentes no sólo el origen de tu interpretación sino también quién es Camus, qué ha escrito.

MR - Voy a tratar de concentrarme porque pocas veces en mi vida me ha pasado que me gustaría ser un escritor, que lamentablemente no soy. La vida a veces copia al arte, generalmente el arte copia a la vida pero la vida a veces copia al arte. Y este final de Zidane es Marsault, el personaje de El extranjero de Camus, que comete un crimen completamente absurdo y no da explicaciones de por qué mata a alguien en la playa, dice que tuvo un exceso de sol.

EC - Un exceso de sol...

MR - El resentimiento de Zidane es un resentimiento muy profundo que tiene y los que conocemos Francia bastante entendemos lo que le pasó a ese hombre.

EC - ¿Por qué hablás de resentimiento?

MR - Porque él no es francés, nació en Marsella pero es argelino.

EC - Y aquí aparece otro parentesco con Camus.

MR - Ahí aparece el parentesco con Camus. A final del 98 me contaba mamá que un abuelo mío decía que le gustaría que hubiera una ventana en el cielo para ver a Nacional (antes de morirse). A Camus le encantaba el fútbol, su sueño era ser arquero de la selección argelina, y no pudo serlo por un problema en los pulmones. Y si hay una ventana en el cielo para ver fútbol estoy seguro de que Camus debe haber quedado emocionado con lo de Zidane el otro día, porque hay momentos que al hombre le sale el indio que tiene dentro, no importa lo que le dijo Materazzi, la leyenda, la anécdota va a decir que Italia fue cuatro veces campeón, posiblemente con Zidane no hubiera cambiado el resultado final de esa final que con tanta pasión la gente vio.

EC - Es discutible, cómo hubiera incidido en los penales, en fin.

MR - Pero es mucho más trascendente esa actitud del hombre que dice ¡basta! Fue un acto de rebeldía y en ese momento era el príncipe, Zidane era el dueño del mundo, con una actuación exuberante técnicamente, era de lejos lo mejor del Mundial desde el punto de vista futbolístico. Y le salió lo de dentro, le salió lo que le pasa a Marsault en El Extranjero, le salió lo que pasó en El hombre rebelde, que Sartre nunca pudo tolerar. Lo dije muchas veces al aire: Sartre nunca pudo tolerar a Camus porque no podía creer que el mejor de ellos era un argelino, el mejor de toda su generación por lejos.

Si vos querés interpretar lo que está pasando en la Francia contemporánea, esa marginalidad de mucha gente es el mundo de Zidane. Hay que ver cómo abrazó a Robinho después del partido contra Brasil, él protege a los débiles, es un protector del frágil, porque él es el más frágil de todos y el destino lo hizo ser una leyenda.

Entonces cuando dicen que se fue por la puerta chica del fútbol... se fue por la puerta enorme.

EC - La lectura inmediata es: con ese arrebato, con ese descontrol Zidane perdió la oportunidad de consagrarse retirándose ese día con la máxima victoria.

MR - Pero fue un hombre, porque al hombre no se le toca la cola.

EC - Me hace acordar lo que leíamos hace un rato de la carta que el presidente de Argelia le dirigió ayer a Zinedine Zidane. "Argelia lo felicita por la bella, inteligente y excepcional carrera que usted ha construido –y luego agrega, yendo derecho al punto–. Frente a lo que no podía ser más que una grave agresión, usted reaccionó como hombre de honor antes de sufrir, sin pestañear, el veredicto". Porque después cuando viene el juez y lo echa, Zinedine ni se inmuta.

MR - Ni se inmuta. ¡Que le van a dar un bronce, que le van a dar un premio! No le interesan más premios a Zidane. Hay un libro de Camus que se llama El hombre rebelde, que es una maravilla de filosofía, de los libros más lindos que se han escrito, en el cual dice que mientras el hombre tenga el grito de libertad vale la pena vivir. En ese click le importó un bledo la Copa del Mundo, fue una anécdota, pero él dijo "basta, no puedo más".

EC - No puedo más, ¿con quién? ¿Con este "tano" que ha estado enloqueciendo durante todo el partido?

MR - No, no importa lo que le dijo. De repente fue un acto político, posiblemente le habló de algo sentimental, de una mujer, vaya a saber lo que le dijo. No me gustaría estar dentro del pellejo de Materazzi, porque va a ser mucho más grande Zidane que lo que le dijo. Y estoy seguro de que todo el mundo le está preguntando: "¿Y qué le dijiste?" Y él debe tener vergüenza. Y el otro espero que no hable.

EC - ¿Esperás que no hable?

MR - Que no hable, que no diga nada, ya dijo todo. Es como Marsault, cuando viene la sociedad –y acá te hablo como abogado– y lo quiere juzgar Marsault, que comete el crimen en El extranjero, absurdo, más absurdo que el crimen de Marsault no existe. Camus tenía 26 años cuando escribió este libro. No hay que olvidarse de que Camus era hijo de una analfabeta, y su primer libro, El primer hombre, se lo dedica a la madre, que nunca habría podido leerlo. Pero él va con sus valijas en plena guerra con El extranjero, y dice, ¿por qué mata Marsault? Hasta Visconti, que era un refinado, le hace una película, o Mastroianni. ¿Por qué mata? Marsault no da explicaciones, "maté porque maté, porque soy un hombre". Hay momentos en que la dignidad humana supera un partido de fútbol, que en el fondo es un acontecimiento maravilloso pero es un acontecimiento más, pero la dignidad del hombre no.

Para mí la lectura cuando lo vi emocionado el otro día, sentía la nostalgia de no poder abrazar a ese tipo y decirle "loco, te fuiste por la puerta grande de la vida, no pudiste más, dijiste basta".

EC - Basta, ¿contra qué? Yo te preguntaba, ¿contra las provocaciones del jugador italiano? Y tú decías que no, que es mucho más que eso.

MR - Es mucho más profundo, es ese barrio marginado en el que seguramente vivió en Marsella, cuando tenía 15, 14, 10 años debe haber sufrido miles de humillaciones.

EC - El golpe que le pega a Matterazzi es muy particular.

MR - También, un golpe en argelino, lo humilla.

EC - No es una piña, le pega con la cabeza en el pecho.

MR - Lo humilla. Te puedo asegurar que no está arrepentido de eso, debe tener el dolor con los compañeros de haberlos defraudado , porque no hay que olvidarse, él no es un francés, la historia y la leyenda lo hicieron jugar en la selección francesa pero él nunca se sintió un francés. La prueba está en que nunca canta el himno, jamás, no cree en La Marsellesa, él cree en la dignidad del hombre. Y el destino lo hizo ser un grande, por eso la vida copia al arte de una forma sorprendente, porque te puedo asegurar que dentro de 20 o 30 años ese documento va a quedar mucho más prendido que los penales, que la copa, que el tetracampeonato de Italia.

EC - Lo que estás diciendo es muy polémico, muy provocador, y las reacciones de la audiencia aparecen de inmediato. Por ejemplo dice Silvia de Colón: "Me sorprende el comentario, están justificando la violencia con la rebeldía, y eso es muy preocupante". Otros oyentes preguntan: "¿Hay que entender que están considerando un mérito el primitivismo?".

MR - Yo les aconsejo, porque por suerte tengo el respaldo de Camus, que lean El hombre rebelde. Nadie está juzgando la maldad de eso. Estaba viendo que él pide perdón por lo que hizo, pero el hombre hay momentos que grita, que pega alaridos.

EC - Guillermo de Malvín dice: "El descontrol no es señal de hombría sino todo lo contrario. Toda la cultura greco-latina enfatiza que es de hombres controlarse".

MR - Es que Zidane se controló toda su vida. ¿Vos viste cómo pateó ese penal? Yo nunca vi en mi vida patear un penal igual, pero en un momento dado... ¿Marsault por qué mata en la playa? Si tenía su novia, era un día de sol, ¿por qué mata Marsault? ¿Por qué en Cumbres borrascosas y El hombre rebelde empieza con cumbres borrascosas de Heathcliff? ¿Sabés lo que dice Camus? "El único crimen que no se puede juzgar es el exceso de amor", y Zidane tiene un exceso de amor en su vida, la prueba está en cómo protege a Robinho.

EC - Tiene una trayectoria en la que las expulsiones no están ausentes. Es más, veía un repaso que publicó ayer La Nación de Argentina: tiene 14 expulsiones en su carrera, 11 de ellas con roja directa, y el motivo siempre fue el mismo: agresión al rival. ¿Por qué las agresiones? Fastidio ante la marca o las provocaciones.

MR - Pero si vos te ponés a interpretar lo que pasó en Francia este año con el descontrol de la periferia, hay esa soledad del hombre con respecto a una no comprensión del mundo que lo rodea. Y Zidane, que por supuesto no racionaliza esto, por supuesto que debe decir "qué macana me mandé, qué desastre lo que hice en ese momento". Pero la condición humana fue más lejos que él y le hizo el clic, era el príncipe. ¿Quién daba un mango por Zidane en esta Copa del Mundo? Nadie. Los que hicimos deporte –por suerte lo hice con mucha intensidad, siempre amateur, por supuesto– sabemos que hay momentos en los que hacemos macanas, y él hizo esa macana. Yo no lo justifico, pero sé lo que representa para él. En el año 98, cuando Francia sale campeón del mundo –Francia no es un país futbolero–, toda Francia salió espontáneamente a la calle, el multiculturalismo es producto de Zidane. Por supuesto, está Malouda, hay muchos negros en el medio, mucha gente de fuera, en ese país tan racista, históricamente racista, él cuidó a Francia y no la definió con este acto, la volvió a concentrar. Estoy seguro de que esta interpretación se va a hacer –por supuesto que hay otros Camuses en el mundo– y a Zidane la historia lo va a salvar. Sin ninguna duda, eso que dice el presidente argelino, hay momentos en lo que decís "no, flaco, esta no te la banco". ¿Por qué? Porque no te la banco.

***

EC - Dejamos a los oyentes vibrando, con opiniones a favor y en contra pero pensando, que era lo que básicamente buscábamos.

MR - Vos no sabés cómo sentí cuando lo echaron el otro día, tenía ganas de llorar y abrazarlo, era... ese grito, ese alarido de tipo. Un fenómeno.

Lea algunas de las opiniones de la audiencia sobre este comentario.

----------
Edición: Mauricio Erramuspe