Análisis Económico

Las razones de la suba de la carne y la inconveniencia de las detracciones

Análisis del economista Pablo Rosselli, de Tea Deloitte.

(Emitido a las 8.25)

EMILIANO COTELO:
Ustedes lo saben, los precios de la carne no paran de subir. El año pasado el gobierno había adelantado la rebaja de IVA desde 14% hasta 10% que disponía la Reforma Tributaria pero desde entonces los precios siguieron al alza.

¿Por qué suben los precios de la carne? ¿Se trata de algo transitorio? ¿Hay comportamientos especulativos detrás de esas subas? ¿Qué medidas debería adoptar el gobierno? ¿Qué efectos tendría un eventual establecimiento de detracciones? ¿Qué otras medidas alternativas podrían paliar esta situación?. Enseguida el diálogo es con el economista Pablo Rosselli, de Tea Deloitte.

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Pablo, comencemos con algunos números. ¿Cuánto han subido los precios de la carne este año?

PABLO ROSSELLI:
Tenemos cifras oficiales del INE hasta junio. En los primeros seis meses del año, los precios de la carne al consumidor subieron un 9% en promedio. Todavía no tenemos las cifras del INE de julio (que saldrán en unos días) pero este mes los precios presentaron un nuevo aumento, de entre 5% y 7% según los cortes.

Quiere decir, entonces, que tenemos una suba de los precios de la carne muy importante en comparación con lo que ha sido la inflación (5,5% hasta junio) y con lo que han subido los salarios (7,4% en ese mismo período).

EC - ¿Por qué suben los precios de la carne, Pablo? ¿Cuánto incide la falta de ganado típica del invierno? ¿En qué medida juegan otros factores?

PR - En primer lugar, es cierto que estamos en un momento del año en que por frío y falta de pasturas suele bajar la oferta de ganado para faena y eso repercute en una suba de precios que es de carácter estacional y por lo tanto debería ser transitoria.

De todas maneras, a nuestro juicio, existen factores más permanentes detrás de esta suba y que se traducen en una tendencia al alza de los precios de la carne que tiene ya varios años.


EC - ¿Podemos ver algunos números, Pablo?

PR - Los precios al consumo de la carne medidos en dólares muestran una tendencia creciente desde principios de 2003 y acumulan un aumento de más de 100%. Los precios actuales medidos en dólares se encuentran en niveles máximos. Si los medimos en términos reales, comparándolos contra la evolución del costo de vida, desde 2004 los precios fluctúan en torno de los niveles más altos desde finales de los años 80.

Estamos ante una situación de precios altos de la carne que a nuestro juicio, por varios factores, no se revertirá en el corto plazo.

EC - ¿Cuáles son esos factores?

PR - Se trata de factores específicos del sector cárnico, algunos de origen externo y otros de origen interno. Entre los factores externos, los precios de la carne en el mercado internacional han subido enormemente como consecuencia de una demanda muy fuerte de los países asiáticos (que probablemente se mantendrá en los próximos años) y de una sequía en Oceanía que ha afectado la producción (y que tendrá efectos transitorios pero no muy breves porque toma tiempo recomponer la oferta por las restricciones biológicas de la producción de carne). Si consideramos por ejemplo los precios de la carne en Estados Unidos (una importante referencia de precios para nuestro país) vemos que en los últimos 12 meses se produjeron subas de más de 15% en dólares.

A nivel doméstico el sector se encuentra en un momento muy particular. Luego de que la producción y las exportaciones de carne crecieran significativamente por varios años, en 2005 y 2006 se llegó a un nivel de faena muy elevado que no era compatible con el mantenimiento de los stocks vacunos.

EC - En palabras simples, Pablo, ¿qué quiere decir eso?

PR - Que en 2005 y 2006 alcanzamos niveles de faena excesivamente elevados. La faena superaba el número de nacimientos de terneros (una vez que se descuenta la mortandad y el consumo de ganado en el campo). Si se mantuviesen esos niveles de faena, el stock vacuno caería en forma sistemática (de hecho se había producido un descenso en 2005 y 2006). Y eso supondría una mayor oferta de carne en el presente pero menos producción en el futuro.

Esa situación no era sostenible y lo que estamos viendo ahora es un descenso de la faena a niveles más normales y una pausa en el crecimiento del sector, que se retomará una vez que aumenten los nacimientos de terneros en los próximos años.


EC - Pablo, de tus comentarios (con todas las razones que has expuesto) me parece que uno podría concluir que no hay, en definitiva, comportamientos especulativos detrás de estas subas de la carne. ¿Es así?

PR - Siempre es difícil establecer con precisión qué es un comportamiento especulativo y cómo podríamos verificarlo o documentarlo.

De todas maneras, a nuestro juicio no hay indicios objetivos de esa situación. La tendencia alcista de la carne no es nueva; tiene explicaciones derivadas del contexto internacional y del contexto interno específico del sector (como es la falta de ganado). Y finalmente podemos decir, Emiliano, que a nuestro juicio no resultan en absoluto sorprendentes estas subas y que de hecho nuestros modelos de proyección del sector cárnico sugieren que podríamos tener nuevas subas de precios internos si se mantienen los actuales precios internacionales.

EC - Con ese diagnóstico, Pablo, ¿qué medidas podría tomar el gobierno? La semana pasada apareció el tema de las detracciones a las exportaciones como una forma de bajar los precios internos.

PR - A nuestro juicio, al margen de que se requeriría una modificación legal, establecer un impuesto a las exportaciones de carne sería inconveniente. En primer lugar, se trataría de un mensaje negativo para los sectores exportadores. Al momento de invertir, las empresas consideran los riesgos en que incurren y las rentabilidades que esperan obtener. Si cuando suben los precios el Estado pone nuevos impuestos, se podría terminar desalentando la inversión en la exportación, que en un país con un mercado interno limitado es clave para el crecimiento económico, para la generación de empleos y para el aumento de los salarios.

En segundo lugar, el establecimiento de detracciones supondría una señal de retroceso en el camino de liberalización del sector agropecuario iniciado a principios de los 90.

EC - ¿Cómo es eso, Pablo? Sería bueno recordar cómo era la situación del sector en aquel entonces.

PR - Hasta ese momento el sector tenía múltiples intervenciones desde el gobierno en el sistema de precios. La eliminación de esas intervenciones para dar lugar a un marco de competencia más transparente ha sido, a nuestro juicio, uno de los factores que explican la expansión de los agronegocios en el país.

Y por último, recién comentábamos que la faena había caído en nuestro país por falta de ganado. Es necesario que tengamos más nacimientos. Una detracción a las exportaciones de carne terminaría desalentando la oferta.

EC - Este es otro tema del que se ha hablado mucho en los últimos tiempos. ¿Por qué no hay más nacimientos? ¿Qué debe hacer el gobierno para que se adopten mejoras de productividad que permitan tener una mayor oferta?

PR - Se trata de un tema complejo. Lógicamente desde el Estado se puede difundir la adopción de mejores prácticas por parte de los productores pero no deberíamos perder de vista que el principal estímulo a la producción está en los precios. Los mayores precios del ganado que estamos teniendo deberían conducir a una mayor oferta de terneros, lo que a su vez permitiría retomar una senda creciente a la faena. En cambio, el establecimiento de detracciones podría terminar repercutiendo negativamente en los precios del ganado y si los productores observaran un descenso en los precios del ganado, entonces terminaríamos afectando negativamente la oferta.

EC - Entonces, Pablo, si no son detracciones, ¿qué otras medidas podrían adoptarse? En estos días surgieron iniciativas de reducción del IVA y de abrir las importaciones de carne vacuna y/o de ave.

PR - La reducción del IVA podría ser una alternativa. De todas maneras, hay que tener presente que estamos ante un fenómeno que será probablemente duradero. Las reducciones en los impuestos permiten una rebaja de precios por única vez. Esto lo advertimos recuerdo el año pasado cuando el gobierno adelantó la rebaja de 14% a 10% que establecía la reforma tributaria. Si cada vez que cambian los precios de algunos productos recurrimos a modificar la tasa de IVA entonces afectamos la estabilidad que necesariamente debe tener un sistema tributario.

En cuanto a las importaciones, el criterio que debería primar debería ser estrictamente sanitario. Recién decía que el establecimiento de un marco transparente de competencia ha contribuido al desarrollo del sector. Dentro de lo que deben ser las reglas de juego de la competencia, así como está permitido exportar debería estar permitido importar siempre que eso no suponga un riesgo sanitario importante para el país... En el caso de la eventualidad de importar carne vacuna desde la región el tema tiene su complejidad debido a que el estatus sanitario de los países vecinos no es el mismo que el nuestro. Es un criterio que deberíamos dejar a los especialistas en ese campo.

EC - Ahora, el caso de las importaciones de pollo parece ser diferente, Pablo. De hecho hay quienes sostienen que la prohibición de importación de pollos que rige en nuestro país por temas sanitarios es en realidad una barrera comercial.


PR - Varios analistas del sector sostienen eso. Uruguay podría importar pollos desde Brasil y no lo hace por temas aparentemente sanitarios. Sin embargo, Brasil es uno de los principales exportadores de pollos a nivel mundial. El año pasado las exportaciones brasileñas de carne aviar llegaron a 3.000 millones de dólares. Y entre los compradores se encuentran países muy exigentes en términos sanitarios. La Unión Europea le compró más de 500 millones. Lo mismo le compró Japón. Y Hong Kong le compró 250 millones.

La apertura a las importaciones de pollo permitiría un abaratamiento de un sustituto importante de la carne vacuna y quizás limitaría en alguna medida alguna suba de precios de la carne justamente por la presencia de un producto sustitutivo más barato. Entonces, parece lógico rever ese tema y eventualmente si se entiende necesario hacer transparente un marco de subsidios explícitos para la producción nacional.

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EC – Ayer, después del Consejo de Ministros surgió la idea de que habrá un camino de diálogo del gobierno con las distintas gremiales empresariales para buscar por esa vía, abaratar los precios de algunos productos de la canasta básica. No se trata solo de la carne sino también el arroz el arroz, la harina el aceite. ¿Cómo ven ustedes este camino?

PR – Siempre es bueno que se elijan caminos de entendimiento, de diálogo, en lugar de establecer un mecanismo de detracciones. De todas maneras, parece importante tener presentes las restricciones que para ese tipo de productos tenemos derivadas del contexto de precios internacionales. En todos esos casos lo que estamos teniendo es altísimos precios internacionales de la carne, del arroz, de los oleaginosos, del trigo.

Un primer elemento que es importante es que en un contexto con inflación alta como el que estamos teniendo, una política monetaria más restrictiva, además de ayudar a bajar la inflación, particularmente ayudaría a bajar los precios de esos bienes que son tranzables internacionalmente y que han subido mucho medidos en dólares en el mundo. Como en nuestro país el tipo de cambio, en el último año, ha estado fluctuando en torno de los 24 pesos, la suba de los precios en dólares de esos productos se ha traducido en subas en el mercado doméstico.

En definitiva, parecería que hay un instrumento bastante general: una política monetaria más restrictiva que tendría esos dos beneficios, menos inflación y abaratamiento de algunos de esos precios de bienes de la canasta básica.

Segunda reflexión: deberíamos evitar medidas que hagan que hagan que las empresas exportadoras terminen percibiendo precios más bajos de los que obtienen exportando. Eso desalienta la inversión en los sectores que son claves para el crecimiento económico.

Quizás el tercer punto que tendremos que no perder de vista es que acá tenemos como una moneda en la que siempre hay dos caras. Por un lado ahora estamos hablando de los problemas que nos genera el encarecimiento de bienes que son alimentos de la canasta básica. Pero este a su vez es un país exportador de alimentos y eso tiene como lado positivo, justamente, que el país tiene un dinamismo exportador muy fuerte. Ese dinamismo exportador, con esos altos precios internacionales de los productos es lo que está detrás del crecimiento económico que estamos teniendo, del aumento del empleo y de la recuperación de los salarios. Deberíamos evitar medidas que frenaran ese dinamismo exportador.