"Estoy seguro de que si Uruguay hubiera firmado un TLC tendríamos hoy un crecimiento económico sin precedentes", dijo el presidente de la Cámara de Comercio Uruguay-Estados Unidos, Daniel Ferrere

Ferrere: con TLC, el crecimiento no tendría precedentes

Ferrere: con TLC, el crecimiento no tendría precedentes

"Estoy seguro de que si Uruguay hubiera firmado un TLC tendríamos hoy un crecimiento económico sin precedentes", dijo el presidente de la Cámara de Comercio Uruguay-Estados Unidos, Daniel Ferrere. Incluso dijo que la recesión que parece avecinarse en la principal economía mundial, tendría un impacto menor en Uruguay con ese tratado vigente. "Me gustaría saber qué perderíamos con una apertura comercial significativa", preguntó. Ferrere dijo que hay "un éxito notorio" en las relaciones con la potencia. Si Colombia logra su TLC, Uruguay "es el primero que viene después", afirmó.

(Emitido a las 9.08)

EMILIANO COTELO:
Este fin de semana se cumplirá un año de la visita a Uruguay del presidente de Estados Unidos, George W. Bush.

Cuando en febrero del año pasado se anunció que Bush viajaría a Montevideo, la noticia llamó mucho la atención, entre otras cosas porque en ese momento ya hacía cinco meses que Uruguay había descartado negociar un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, y las dos partes habían optado por firmar un acuerdo mucho más modesto, el TIFA.

De todos modos, el sábado 10 de marzo de 2007, durante la conferencia de prensa conjunta en la Estancia de Anchorena, el presidente Bush se mostró confiado en que las relaciones entre ambos países podrían intensificarse.

"Hablamos del hecho de que la economía uruguaya está creciendo a un 7%, aproximadamente. Y yo lo felicito, señor, por crear las condiciones para que la gente se sienta cómoda de hacer inversiones que permitan a las economías crecer. Queremos trabajar juntos para continuar avanzando en el progreso que hemos hecho en comercio e inversiones, a una velocidad en la que los dos nos sintamos cómodos", le dijo Bush a Tabaré Vázquez.

Por su parte, el presidente uruguayo explicó cuáles eran las aspiraciones de nuestro país. "El camino que hemos seguido, y que hoy hemos dialogado con el señor presidente de Estados Unidos, ha sido precisamente ese. El de buscar incrementar nuestro intercambio comercial, la posibilidad de aumentar la colocación de nuestro trabajo en el mercado de Estados Unidos de Norteamérica, buscar aumentar el intercambio científico, tecnológico, cultural con el país hermano. Y ver la forma de, juntos, lograr una mejor calidad de vida para nuestra gente", dijo el presidente.

Pasados ya 12 meses, ¿qué ocurrió con aquellas expectativas? Concretamente, ¿cuánto se avanzó en el plano comercial y en materia de inversiones? ¿Qué posibilidades están abiertas para el futuro?

Vamos a conversarlo con el presidente de la Cámara de Comercio Uruguay-Estados Unidos, doctor Daniel Ferrere.

***

Doctor Ferrere, a un año de la visita del presidente Bush, ¿usted visualiza avances concretos en la relación comercial y de inversiones entre Uruguay y Estados Unidos?

DANIEL FERRERE:
Avances concretos hay, no enormes pero los hay. Lo relevante es el hecho de que se haya mantenido el interés conjunto; hay otros temas, el TIFA no es un instrumento demasiado importante, el camino natural habría sido que el interés descendiera. El solo hecho de que no haya descendido sino que se hayan mantenido la tensión y la atención demuestra que algo está pasando. Tal vez no esté pasando en los titulares de los periódicos, pero está pasando en la mente de la gente, y eso es importante.

EC - En octubre del año pasado, cuando visitó el país el secretario de Comercio, Carlos Gutiérrez, el doctor Ignacio de Posadas ironizaba que ya no quedaban más funcionarios estadounidenses por venir a Montevideo. Usted mismo decía que le costaba pensar que Uruguay pudiera "recibir más muestras de deseo de mantener una buena relación" de Estados Unidos.

DF - Es cierto.

EC - ¿Cuál es la interpretación? ¿Por qué esa vinculación tan intensa?

DF - Es claro que de parte de Estados Unidos ha habido un tratamiento muy amable hacia Uruguay, que en definitiva no es un tratamiento irrelevante. Los países cuando hacen cosas internacionalmente no las hacen porque sean divertidas, las hacen porque quieren decir o hacer algo. Estados Unidos nos ha dado muestras inequívocas de que mantiene el interés en la relación.

Y Uruguay también lo ha hecho, podría haber hecho cosas totalmente distintas de las que ha hecho. El presidente de la República ha sido muy consistente en mantener su interés en un avance de las relaciones con Estados Unidos. El interés está, se da en contextos internacionales cambiantes y los momentos son distintos; hay ventanas de oportunidad, una claramente pasó y la otra no está abierta en este momento.

EC - ¿Cuál es la que pasó?

DF - La que pasó fue la oportunidad que se dio hace un par de años cuando el país podía haber entrado fuertemente en el camino de la firma de un TLC.

EC - ¿Y cuál es la que no está abierta en este momento?

DF - Hoy no es el momento para intentar una profundización significativa de los instrumentos de liberación del comercio con Estados Unidos, por distintas razones. Hoy, este primer semestre de 2008, no es el momento. Existe la posibilidad de que haya una ventana entre el segundo semestre de este año y el primer semestre del año que viene.

EC - ¿De qué depende? ¿Por qué podría ocurrir esa ventana en ese momento?

DF - Depende de muchas cosas. Hoy no está vigente la Trade Promotion Authority (TPA) en Estados Unidos, que es algo muy importante desde el punto de vista procesal, porque facilita la negociación de los tratados. La TPA autoriza al presidente de Estados Unidos a negociar tratados de liberación del comercio que luego el Senado solo puede aprobar o rechazar, no puede modificar artículo por artículo. Eso facilita enormemente la negociación, porque se transforma en una negociación de paquete y le da certeza al del otro lado que negocia: esto que negocié es lo que hay y no voy a tener una segunda negociación después de firmar. Eso hoy no existe, eso modifica la forma de negociar. Puede volver a existir en el futuro, pero esperarlo es complicado.

EC - Depende del cambio de autoridades en Estados Unidos.

DF - Sí, pero históricamente ha vuelto a aparecer. Hay países valientes que han tomado la decisión de ignorar la TPA, como fue el caso de Chile, que siguió negociando. Después la TPA apareció, pero Chile decidió negociar igual. Hay varios casos de negociación sin TPA.

EC - Esa eventual negociación también enfrentaría obstáculos aquí dentro. Ya aquella primera intentona de TLC generó resistencias dentro del partido de gobierno y del propio gobierno, y luego, sobre fines del año pasado, hubo un pronunciamiento del Congreso del Frente Amplio que cerró aún más esa puerta.

DF - También es cierto que más del 70% de la población está a favor de la ampliación significativa de los TLC. Hay señales para los dos lados, la opinión pública generalizada también tiene importancia, y cuando la opinión pública piensa para un lado, tarde o temprano, las cosas se tienden a alinear.

Es muy interesante el caso de Costa Rica, que hace poco llamó a un referendo para ver si la población estaba a favor o en contra, como forma de laudar el tema. Y la población se pronunció a favor. Cuando la población está a favor de algo, cuando la comunidad está a favor de algo, hay una chance de que ese algo persuada a los demás.

EC - Los que son críticos de un TLC con Estados Unidos han dicho en estos días que si se hubiese firmado un acuerdo de ese tipo el país hoy estaría sufriendo las consecuencias de la recesión que está por darse en la economía de Estados Unidos. ¿Qué dice usted de ese análisis?

DF - No se apoya en ningún análisis que yo pueda analizar. En otras palabras, el análisis es: si hay recesión en Estados Unidos las cosas serán horribles. Estoy seguro de que si Uruguay hubiera firmado un TLC tendríamos hoy un crecimiento económico sin precedentes. Hay que tratar de entender qué puede hacer una apertura mayor del comercio con Estados Unidos. Además de que nosotros ya tenemos TLC con México y el camino eventual es una apertura también hacia Canadá.

En mi juventud extrema fui diplomático, entre los 24 y los 28 años participé en la negociación del CAUCE, del PEC. En esa época la teoría era sectorial: hay un sector que camina, si el sector lácteo camina, vamos a concentrarnos en ese sector, si el sector cueros camina, vamos a atender ese sector, y nos olvidamos de los demás. Esa teoría quedó en los setenta, ya no existe más, en cada sector hay una, dos o tres empresas que caminan bien y otras que caminan mal, porque la diferencia, en un mundo muy competitivo y globalizado, no la hace exclusivamente la ventaja natural, la hace también la diferencia de calidad de las empresas.

Si tuviéramos un mercado francamente abierto, no sabemos qué empresas tendrían éxito; nadie hoy puede saber qué negocios estarían abiertos. Porque el comercio regional y el comercio al estilo de la ALADI, al estilo tradicional latinoamericano, que se hace sobre la base de pactos bilaterales y acuerdos sobre productos, es muy regimentado, muy reglamentado: vamos a darte una concesión para exportar este producto, pero con esta cuota, entrando por este puerto, entrando en esta temporada del año, para que no se desequilibren las cosas. Un TLC tiene la gran virtud de que abre el mercado y que gane el mejor, el mejor va a ganar y el peor no va a ganar, pero que gane el mejor. Estoy convencido –y corresponde a la evidencia de otros países que han firmado tratados– de que tenemos muchos mejores, muchas empresas que hoy están atados por la reducción del mercado uruguayo y por las dificultades para entrar a los mercados argentino, brasileño, etcétera, que tendrían una explosión de posibilidades si se les abriera el mundo. ¿Cuáles son esas empresas? Sinceramente, no tengo la más mínima idea, nadie tiene la más mínima idea.

EC - Desde la vereda de enfrente le pueden decir: si no están claras cosas como esas, es una inconciencia tirarse a negociar y meterse por ese camino.

DF - No están claros los nombres de las empresas, pero está claro que cada vez que se ha abierto el comercio en otros países ese fenómeno ha sucedido, se ha producido una explosión del comercio. Pero no una explosión del comercio de este sector que yo sabía, sino una explosión del comercio en todos los sectores y en sectores insospechados. Esa es la tendencia en el mundo.

Uruguay tiene que buscar abrir su comercio con Estados Unidos –estoy en esa cámara–, pero también con Birmania, no hay ninguna razón para no abrir el comercio hacia todos los lugares posibles, para eliminar las restricciones que limitan a las empresas uruguayas que están en condiciones de desarrollarse, para darles la posibilidad de hacerlo.

EC - Supongamos que hay un TLC con Estados Unidos y se viene esa recesión que puede ocurrir en los próximos meses. ¿Cuál es el impacto?

DF - El impacto sería mucho menor que sin un tratado. La economía mundial está tan arbitrada hoy que si se produce una recesión en Estados Unidos que afecte a los mercados financieros probablemente mundiales, va a afectar de todas maneras. ¿Qué creemos? Claro, si nos transformamos en la vieja Albania y cerramos la economía, no nos afecta la recesión –nos afecta todo lo demás–. ¿Qué se está proponiendo? ¿Cerrar Uruguay al mundo? Si hay una recesión mundial nos va a afectar en mayor o menor medida, pero nos va a afectar con o sin tratado. Y me atrevo a pensar que nos va a afectar mucho menos con tratado en la medida que podamos abrir una cantidad de canales comerciales que hoy no están abiertos. Me gustaría saber qué perderíamos con una apertura comercial significativa.

***

EC - Pasamos muy rápido en este reportaje a posibilidades o caminos que todavía pueden explorarse en el futuro en la relación comercial Uruguay-Estados Unidos. Antes de seguir por ese lado, me gustaría tratar de completar un balance de lo que ha dejado este año que pasó desde la visita del presidente Bush.

Según fuentes oficiales que consultó En Perspectiva ayer, en este año las relaciones políticas entre los dos países se intensificaron de manera fuerte, aunque en lo comercial solo se produjeron algunos avances a través del TIFA. En ese marco, que es acotado, se hizo todo lo posible, dijeron los informantes. Incluso se consiguieron cosas en plazos más rápidos que los habituales; "si no se consiguió más es porque esto no permite otra cosa", dijeron esas fuentes.

¿Usted tiene la misma impresión?

DF - Cuando Uruguay optó por el camino del TIFA mucha gente –descuento que no los que sabían de qué se estaba hablando– creyó que era una especie de ALADI, pensó que era un marco en el que se podían negociar concesiones bilaterales.

EC - TIFA quiere decir "acuerdo marco de comercio e inversiones".

DF - Claro, pero pensaron que un acuerdo marco de comercio e inversiones con Estados Unidos sería lo mismo que un acuerdo de comercio e inversiones con Argentina, con Paraguay o con Colombia. Eso es un macanazo, porque desde antes de la segunda guerra mundial Estados Unidos ha sido el abanderado de la teoría de que las preferencias bilaterales son en principio distorsionantes del comercio y se opone a la regulación del comercio mundial a través de preferencias bilaterales. Por eso fue el gran impulsor del GATT primero, de la Organización Mundial del Comercio después, cuya esencia es la multilateralización de las relaciones bilaterales y prohíbe específicamente las concesiones bilaterales, salvo en un contexto muy acotado del artículo 24 del GATT, que las permite en el contexto de organizaciones regionales tendientes a la formación de TLC y algunas cosas más para países de desarrollo muy limitado. Entonces el que pensó que el TIFA iba a permitir negociar concesiones bilaterales para la carne, para estas cosas con Estados Unidos, le estaba errando el bizcochazo teóricamente, no existía ninguna posibilidad.

Pero en el contexto del TIFA se negociaron cosas. ¿Qué se puede negociar bien en el TIFA? Restricciones sanitarias.

EC - Hasta ahora, según lo que decían nuestras fuentes, en el contexto del TIFA Uruguay consiguió: el ingreso de los arándanos al mercado de Estados Unidos, a mediados de este año logrará entrar con carne ovina y por otro lado se sigue anunciando la posibilidad de exportar cítricos. Pero se nos enfatizaba que son progresos en acceso a mercado que se han dado por el lado sanitario y fitosanitario.

DF - Es un disparate pensar que se puede hacer otra cosa. El que pretenda eso le está errando.

De todas maneras hay un éxito notorio. Todo este proceso del TIFA el año pasado ha conseguido que Uruguay esté en la consideración de la gente. Eso no está escrito en ningún lado, pero si usted se sienta en Nueva York o en California con la gente que sabe, le va a decir "tenemos el problema del tratado con Colombia; si se aprueba ese tratado, el que está en primer lugar, si quiere, es Uruguay". Si quiere y si puede, si Uruguay quiere y si se da la ventana, es el primero que viene después. Para mí eso es un slot espectacular, si lo queremos aprovechar; si no lo queremos aprovechar es una decisión nuestra.

EC - Casualmente, si vamos a los números de las exportaciones uruguayas a Estados Unidos, en los últimos tiempos hemos tenido una reducción. Se ha dado fuerte ahora a principios del año, sobre todo debido a que las ventas de carne se redireccionaron a la Unión Europea y Rusia porque esos mercados están pagando más. Pero incluso si consideramos todo 2007, las exportaciones fueron por 493 millones de dólares, lo que implica una caída de 5,7% en comparación con las de 2006.

DF - Usted se contesta solo.

EC - No sé, estoy chequeando los números.

DF - En 1998 eran 140 millones de dólares, en 2007 fueron 493. El comercio no se mira en seis meses, se mira en tendencias. Y nosotros desde el año 2003 en adelante hemos tenido un crecimiento espectacular del comercio. Va a haber fluctuaciones, pero lo importante es que el comercio ha crecido consistente y sostenidamente, y no tengo dudas de que podría crecer enormemente más si lo abriéramos más.

EC - ¿Qué pasa con la utilidad del Tratado de Protección Recíproca de Inversiones? Porque recién hablábamos de las conversaciones en el marco del TIFA, que es lo más "nuevo" firmado con Estados Unidos, pero también tenemos ese otro tratado que se negoció durante el gobierno del presidente Jorge Batlle y después, con modificaciones, se terminó firmando al comienzo de la administración del doctor Vázquez. En ese campo, el de las inversiones, ¿ha habido consecuencias palpables?

DF - No, y es bueno que sea así. En otras palabras, el tratado de protección de inversiones con Estados Unidos es bueno, hoy en día en el mundo en materia de tratados de inversiones hay mucho avance y hay dos generaciones de tratados, los tratados del modelo viejo y los tratados del modelo nuevo. Este es un tratado de modelo nuevo, es un buen tratado y lo mejor que le puede pasar a un tratado de inversiones es que no se aplique, porque lo que hace es garantizar el marco normativo de las inversiones, y cuando el tratado no es necesario es porque las cosas andan bien. El tratado no se aplica cuando los países hacen las cosas correctamente. Como Uruguay hace las cosas correctamente no es necesario invocarlo. Es magnífico que no tenga aplicación específica; también es magnífico que sea un buen tratado, porque los inversores –tal vez no los más expertos, los que son capaces de invertir en el Líbano, que no necesitan un tratado porque están acostumbrados a agacharse y esquivar las balas– más nuevos o que no tienen 70 años invirtiendo en el mundo miran los tratados, y el hecho de que Uruguay haya firmado un tratado de inversiones, tenga un buen tratado de inversiones y lo respete quiere decir muchísimo.

EC - El diario El Observador divulgó este martes un informe de la embajada de Estados Unidos en Uruguay que destaca que este gobierno ha aplicado una política económica ortodoxa y que favoreció la llegada de inversores. ¿Usted comparte esas expresiones?

DF - Le soy sincero: leí la noticia pero no vi el informe, entonces no me atrevo a opinar sobre un informe que no vi.

EC - El informe también establecía que el gobierno había sobreprotegido el derecho de los trabajadores con diversas leyes y decretos. Entonces, ¿hay inversores estadounidenses que no se hayan instalado en Uruguay por las leyes laborales?

DF - Es muy difícil saber eso, yo tendría que contestarle si conozco algún caso. No conozco ningún caso, ni siquiera llegaron a hablar conmigo, no sé.

EC - Pero usted, desde la Cámara de Comercio Uruguay-Estados Unidos, quizás hablando en nombre de esa institución, ¿qué impresión tiene sobre el clima de negocios en Uruguay? ¿Es favorable o no, en particular para las inversiones estadounidenses?

DF - Honestamente, hay que discutir cosas. Hay que distinguir la situación general y las situaciones particulares. Prefiero pronunciarme sobre situaciones particulares cuando las conozca; si alguno de los socios de la Cámara plantea temas en la Cámara, los veremos en la Cámara colectivamente. Al día de hoy no hay un problema global planteado. Hay comentarios, todos tenemos nuestras opiniones y todos los empresarios tienen sus opiniones. Pero al día de hoy no conozco que haya habido algún planteo, alguna queja de alguno de los socios de la Cámara por temas de este tipo. Hasta ahí llegué.

EC - Hemos hablado de comercio, de inversiones; ¿qué pasa con los servicios entre Uruguay y Estados Unidos?

DF - Los hay de distintas clases, en materia de servicios financieros hay mucho movimiento, hoy no hay planteada una crisis de ese tipo. ¿A qué servicios se refiere en particular?

EC - No sé, le pregunto porque es uno de los temas delicados cuando se piensa en un TLC.

DF - Temas de restricción del acceso al mercado de servicios Uruguay no tiene muchos, no soy consciente de que haya un problema mayor. El problema de Uruguay no está en las restricciones de acceso al mercado de servicios.

EC - Si miramos hacia adelante a partir de este panorama que quedó trazado, usted al pasar dijo que no descarta que, en determinada ventana de oportunidad un poco más avanzados los tiempos, la posibilidad de un TLC reaparezca. Es una posibilidad complicada, tiene que darse una serie de condiciones.

DF - Depende de dos cosas: de cómo marche la ronda de Doha, de que haya un acuerdo entre el Mercosur y la ronda de Doha, porque en la ronda de Doha se está negociando, se llegará o no a un acuerdo pero se está negociando. El Mercosur está negociando rebajas al arancel externo común, incluido el de Uruguay. Que haya o no un acuerdo de ese tipo puede incidir fuertemente sobre el resultado.

EC - ¿Por dónde van las líneas de acción que sigue la Cámara de Comercio Uruguay-Estados Unidos en cuanto a la mejora de los vínculos entre los dos países, con todas estas condiciones y limitantes que hemos descrito?

DF - Hay que hacer algunas cosas. Mientras ambos países están dando señales de deseo de acercamiento y de profundización de las relaciones, el sector privado tiene que colaborar y no hacer lío, colaborar y no complicar. Esa es una tarea muy importante, colaborar con los dos países y no complicar en el medio. Eso es una cosa extremadamente útil. Cuando se dé la ventana de oportunidad estaremos fuertemente comprometidos con ayudar a la mejora del comercio bilateral. Mientras tanto, estamos estudiando cosas, internamente estamos estudiando el tema de la propiedad industrial e intelectual, para tener una posición un poco más desarrollada.

EC - ¿Qué quiere decir esto? ¿Puede explicarlo un poco mejor?

DF - Cada vez que se habla de un TLC se dice que el gran problema es la propiedad industrial y la propiedad intelectual.

EC - Ese es uno de los focos de debate y de resistencia.

DF - Cada uno puede tener su opinión personal, yo creo que es un tema que se beneficiaría enormemente con un estudio. Muchas veces se habla, se pone un nombrete y no se sabe lo que hay dentro; entonces tenemos que estudiar lo que está dentro, ponernos de acuerdo en qué estamos discutiendo, qué es lo que estamos protegiendo, qué es lo que no. Estoy convencido de que ese proceso conduce a alguna sorpresa en cuanto se baje un poco el tema a los números y al análisis. Estamos haciendo ese análisis; no quiero anticiparme porque recién estamos empezando seriamente en este camino, pero vamos a seguir de forma de terminar antes de que la ventana de oportunidad se dé.

EC - Esa es una de las líneas de trabajo. ¿Qué otras?

DF - En este momento mantenernos en contacto permanente con las autoridades, tratando de colaborar con los esfuerzos de ampliación del comercio. Dentro de uno o dos meses va a haber una nueva reunión del TIFA, cuando se concrete vamos a apoyar todo lo que podamos. ¿Cuánto podemos? Los gobiernos a veces deciden mantener cosas en un terreno restringido, tienen todo el derecho a hacerlo y está bien que lo hagan. En aquello que no esté restringido al ámbito de los gobiernos, si podemos ayudar vamos a hacerlo.

EC - ¿Qué influencia puede tener la salida de Lepra en el rumbo de este tipo de relaciones? Porque Jorge Lepra, ministro de Industria hasta el 1 de marzo y que venía de ser presidente de la Cámara de Comercio Uruguay-Estados Unidos, fue un hombre que, todo indica, jugó un papel importante en ese estrechamiento de relaciones comerciales y de otro tipo –políticas, etcétera– entre el gobierno de Tabaré Vázquez y el gobierno del presidente Bush.

DF - Sale Lepra pero entran Gonzalo Fernández y Daniel Martínez. Yo no veo que vaya a producir un efecto. Gonzalo Fernández va a ser un excelente canciller, y en el Ministerio de Industria se cambia una excelente persona por otra excelente persona. Lepra es mi amigo, pero eso es otra cosa.

EC - A fines de este mes va a tener lugar en Uruguay, en Punta del Este, el Foro de Innovación de las Américas. Se trata de un evento en el que participarán invitados de toda la región y al que concurrirá el secretario de Comercio de Estados Unidos, Carlos Gutiérrez, que cuando vino el año pasado fue un fuerte impulsor de esta actividad. ¿Qué puede dejar este foro para Uruguay?

DF - Hace bien en recordármelo, debí haberme acordado de este tema solo. Es un evento importantísimo. Yo estuve el año pasado en la reunión del Consejo de las Américas en Estados Unidos, en el Departamento de Estado, que se hizo en Atlanta. En ese momento se presentaba como un evento de la mayor importancia para el pensamiento continental. El hecho de que el segundo evento de esa cadena se haga en Punta del Este es otra señal clarísima de apoyo continental a la posición de Uruguay como país abierto y centrado en una buena relación continental. Es extremadamente importante desde el punto de vista político.

Pero el punto de visto político no es el más importante, eso demuestra el interés de Uruguay de ubicarse y de abrir su mente como país abierto al intercambio tecnológico y al avance de la tecnología y del pensamiento. Es un foro extremadamente importante y cuenta con todo el apoyo de la Cámara. De hecho, en el orden del día de la reunión del martes es el tema central, vamos a apoyar el evento y nuestros socios de hecho lo están apoyando. La enorme mayoría de nuestros socios está comprometido con este evento, va a participar, algunos como oradores, otros apoyando, cada uno por su lado, pero es un evento que merece el mayor apoyo. El gobierno uruguayo se está jugando por este evento y nosotros también tenemos que jugarnos por este evento.

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Edición: Mauricio Erramuspe
Fotos: Analía Puentes