Análisis Económico

Las detracciones a las exportaciones en Argentina: problemas y perspectivas que plantea esa situación y los impactos que podría causar en Uruguay

Análisis del economista Pablo Rosselli de la consultora Deloitte.

(Emitido a las 9:17)

EMILIANO COTELO (EC):

Ustedes lo saben, lo hemos estado informando diariamente aquí En Perspectiva. Argentina se encuentra en una compleja situación social y política luego de que el gobierno decidiera el 11 de marzo promover una fuerte suba de las retenciones a las exportaciones. Esto llevó a protestas por parte de las gremiales agropecuarias que cortaron rutas, a discursos de la presidenta Cristina Fernández, a manifestaciones en varias ciudades del país en contra del gobierno, generando además la respuesta de piqueteros oficialistas y algunos hechos de violencia.

Hoy les proponemos abordar este tema desde la perspectiva económica. ¿Por qué el gobierno argentino tomó esas medidas? ¿Qué consecuencias pueden tener para la marcha de la economía? Y, también, ¿qué repercusiones podemos ver en nuestro país?. El diálogo es con el economista Pablo Rosselli, de la consultora Deloitte.

Pablo, quizás sería bueno para situar a los oyentes, que empezáramos por explicar en qué consiste la política de detracciones a las exportaciones.

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PABLO ROSSELLI (PR):

Me parece bien. Desde hace ya algunos años, Argentina aplica impuestos a las exportaciones, algo que en la jerga se denominan detracciones o retenciones. Esos impuestos comenzaron a aplicarse con el objetivo de recaudar fondos en un contexto de escasez de recursos fiscales, pero fueron cambiando. Luego de varios años de expansión de la economía, los ingresos del Estado comenzaron a subir fuertemente, pero las detracciones no se redujeron sino que se fueron incrementando para financiar un gasto público que crece también a un ritmo muy fuerte.

Por otra parte, el establecimiento de impuestos a las exportaciones de productos agropecuarios tiende a reducir los precios de esos productos en el mercado interno, mitigando los problemas de inflación.

EC – ¿Podemos explicar qué efectos produce la retención a la exportación de estos productos en los precios internos?

PR – Los precios de los alimentos en el mercado interno, que son los relevantes en este caso, dependen directamente de los precios de exportación, porque cuanto mayor es el precio de exportación, por ejemplo del aceite o del trigo, mayor va a ser el precio en el mercado interno. Esto es porque si los comerciantes locales no le pagan a la empresa un precio equivalente al que obtiene en la exportación, en lugar de vender en lo interno, los empresarios preferirán exportar toda su producción.

Lo que hacen estas retenciones es reducir el precio que se percibe en la exportación por estos productos, para que los precios en el mercado interno también sean menores.

EC - ¿A cuánto llegan las detracciones después de esta última suba?

PR - Una innovación de esta última suba fue que las detracciones se establecieron con un criterio móvil. Se establecieron franjas de precios para los principales productos (girasol, soja, trigo, maíz) con tasas que se aplican en cada franja. Eso hace que las detracciones sean porcentualmente mayores cuanto mayor es el precio. Y a su vez, como se van aplicando tasas en cada franja, el porcentaje exacto varía cada día con las variaciones de precios.

En el caso de la soja, por ejemplo, las detracciones están en torno del 40%, frente a un 35% que tenían desde noviembre.

EC - ¿Y cuánto recauda el Estado argentino con las detracciones?

PR - El año pasado las detracciones recaudaron unos 6.600 millones de dólares (un 2,5% del PBI). En noviembre el gobierno aprobó una suba que, en su momento, se estimó que reportaría unos 1.700 millones de dólares anuales. A eso se agrega este último aumento, que tendría un impacto adicional de unos 1.200 millones de dólares por año. Con todo eso, las detracciones podrían llegar a un 3,5% del PBI.

EC - ¿Cómo están evaluando ustedes este proceso?. ¿Cuál es la lógica detrás de estas medidas?

PR - En realidad, esta situación es francamente negativa para Argentina. Toda esa conmoción social y política no contribuye en términos generales al bienestar de la población y en términos económicos tampoco contribuye a un buen clima de negocios.

Estos niveles de detracciones desalientan la producción en esos sectores pero además conforman un escenario de notoria inseguridad jurídica. Este es uno de los temas que en Argentina más se le critica al gobierno, ya que por decreto aplica impuestos muy gravitantes sobre la producción, que afectan sustancialmente la rentabilidad del sector agropecuario y que hacen temer por que en el futuro haya todavía más impuestos sobre la producción agropecuaria.

EC - Desde el gobierno se contesta que el sector enfrenta muy buenos precios y que además es necesario contener la suba de los alimentos para frenar la inflación.

PR - Por un lado hay un argumento del tipo redistributivo: le cobramos más a los que están teniendo ganancias muy elevadas. Pero el tema de fondo es que hay mecanismos mucho más apropiados para tener una redistribución de los ingresos dentro de la sociedad.

Y en cuanto a la inflación, lo que sucede es que la política económica argentina se encuentra cada vez más embretada por un conjunto de inconsistencias, que están presentes desde hace bastante tiempo. El gasto público crece a un ritmo muy fuerte y eso presiona sobre la demanda interna y sobre los precios.

Además el gobierno persiste en mantener una política cambiaria de tipo de cambio fijo frente al dólar, pero el dólar se debilita en todo el mundo, por lo cual hay inflación dólares. Entonces, como el gobierno no deja caer el tipo de cambio, la inflación en dólares se traduce en inflación en pesos. En pocas palabras, la política cambiaria y la política fiscal resultan extremadamente expansivas y eso conduce a una inflación creciente.

El año pasado, la inflación verdadera (no la que publica el Indec, sino la que estiman los analistas) se situó según varias medidas en torno de 20%. Y ahora se encuentra probablemente en niveles cercanos a 25% anual.

EC - ¿Qué consecuencias puede tener esta situación sobre la economía argentina?

PR - Lo que estamos viendo es que las tensiones entre los múltiples objetivos de la política económica son cada vez mayores. Argentina no puede sostener el crecimiento del gasto público y de la demanda interna que se está observando desde hace años y simultáneamente mantener el dólar en 3 pesos, la inflación bajo control y el dinamismo de las exportaciones.

Tendemos a pensar que veremos en Argentina presiones inflacionarias fuertes (la inflación estará arriba de 20% anual) y probablemente el sector exportador verá mayores dificultades. De todas maneras, mientras los precios de los commodities en los mercados internacionales sigan altos, Argentina continuará creciendo a tasas importantes, aunque estos últimos acontecimientos nos hacen pensar que quizás por el lado de los sectores exportadores comencemos a ver una pérdida de dinamismo.

EC - ¿Y cuáles son las consecuencias para nuestro país?

PR - Podemos imaginar diversos impactos según los sectores y podemos poner algún ejemplo más adelante. Pero lo primero que deberíamos concluir es que a Uruguay no le favorece que Argentina tenga estos problemas. Argentina está en una situación muy vulnerable ante un deterioro del contexto externo, porque tiene mucha inflación, porque tiene distorsiones en los precios y en la oferta de energía, las cuentas públicas dependen críticamente de detracciones que no se podrían sostener en un contexto internacional adverso de caída de los precios de los commodities. A su vez, este entorno político y social deteriora aún más el clima de negocios.

Y la historia muestra que cuando Argentina tiene problemas Uruguay se ve afectado.

EC - ¿Y cuánto depende actualmente nuestro país de la economía argentina? Por ejemplo, ¿cuánto le exportamos el año pasado? ¿Cuánto pesa el turismo argentino en Uruguay?

Te lo pregunto porque en los últimos años el crecimiento de nuestro país estuvo mucho más orientado hacia fuera de la región.

PR - Afortunadamente, eso es cierto. Nuestro país es menos dependiente de Argentina que en la crisis de 2002. El año pasado, por ejemplo, las exportaciones a Argentina ascendieron a 440 millones de dólares y eso representa tan solo un 10% de las exportaciones totales de bienes, frente a más de 15% de 2001. El turismo argentino, medido en visitantes, representa hoy un 50% del total, cuando en 2001 representaba un 70%. Y los depósitos de no residentes (que son básicamente de argentinos) hoy también son mucho menos importantes.

De todas maneras, más allá de alguna oportunidad puntual de negocios que pueda generarse a partir de los problemas en Argentina, Uruguay no se favorece con esta situación de incertidumbre. Inclusive estas políticas comerciales en Argentina tienen impactos distorsivos sobre nuestro país, que en algunos negocios pueden ser importantes.

EC - Justamente, sobre este punto el gobierno uruguayo criticó la política que sigue el gobierno argentino. ¿Cuáles son esas distorsiones?

PR - Hay diversos aspectos. Por un lado, las detracciones en Argentina son mayores en las materias primas agropecuarias que en los productos industriales derivados de esas materias primas. Por ejemplo, las exportaciones de trigo tienen detracciones mayores que las exportaciones de harina y lo mismo sucede con las de girasol y las de aceite.

Esto lleva a que la industria argentina pueda comprar la materia prima más barata, compitiendo luego en el mercado uruguayo en forma desleal (con un subsidio). El efecto neto de esto, se ha demostrado, es que la industria mejora su competitividad por tener una materia prima tanto más barata que la que tienen que pagar por ejemplo los molinos harineros de Uruguay.

En respuesta a esto Uruguay aplica recargos a las importaciones de esos productos para mitigar esa distorsión pero allí hay un problema.

Pero además se distorsiona la competencia cuando nuestras empresas quieren exportar alimentos a Argentina. Esto sucede porque las empresas uruguayas deben pagar las materias primas a precios internacionales y muchas veces no pueden competir con las empresas argentinas, que compran la materia prima más barata, por efecto de las detracciones. Sobre este punto no hay herramienta de política económica que pueda revertir esa desventaja competitiva.

Pero en términos más generales, las detracciones suponen barreras y distorsiones al comercio que van contra del sentido mismo del Mercosur. Con todas esas distorsiones del comercio, los países pequeños como Uruguay no pueden beneficiarse de recibir inversiones que vengan a aprovechar el tamaño del mercado ampliado que prometía el bloque. En definitiva, las detracciones son un revés más al proceso de integración.