La situación económica actual y las perspectivas del país fueron el tema de análisis del economista Aldo Lema, quien aseguró que "ante un escenario más adverso en el futuro, el país enfrentaría

Ante un escenario adverso, Uruguay debe reforzar la inserción extra región

La situación económica actual y las perspectivas del país fueron el tema de análisis del economista Aldo Lema, quien aseguró que "ante un escenario más adverso en el futuro, el país enfrentaría una desaceleración quizás menos fuerte que las que enfrentó en otros episodios, pero aún significativa, dado que parte de la recuperación de estos años se basó en un escenario externo tan favorable". De todos modos, pronosticó que "está terminando esta etapa fácil" y aconsejó que para enfrentar con tranquilidad posibles tiempos de "vacas flacas", Uruguay debe "reforzar la inserción fuera de la región".

(Emitido a las 8.37)

EMILIANO COTELO:
En nuestro país, el gobierno y varios analistas sostienen que Uruguay está bien preparado para enfrentar una eventual recesión de la economía estadounidense y una crisis financiera internacional. Otros expertos, mientras tanto, marcan sus matices y formulan algunas advertencias.

Pero ¿cómo se ve este panorama desde fuera?

Vamos a conversarlo con un economista uruguayo radicado en Chile, un país que muchas veces se plantea como referencia en materia económica y comercial, y que además vive actualmente un problema inflacionario parecido al nuestro y ha adoptado algunas medidas parecidas a las que se han instrumentado aquí.

Estamos con el economista Aldo Lema, economista jefe del Departamento de Estudios del grupo financiero Security, y profesor asociado del Instituto de Economía de Pontificia Universidad Católica de Chile.

Todavía estás en Santiago, pero a punto de partir hacia Montevideo. Esta tarde vas a ser uno de los expositores en el IV Foro Económico Van Gogh, que tendrá como tema "Perspectivas macroeconómicas del mundo y de Uruguay a la luz de los acontecimientos recientes. Perspectivas para inversiones financieras". El tema tiene bastante que ver con lo que yo quería preguntarte.

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ALDO LEMA:
Efectivamente, voy a exponer sobre las perspectivas de la situación económica mundial y de las inversiones en un contexto relativamente incierto.

EC - El evento tendrá lugar a las 19 horas en el Hotel Sheraton y el otro expositor será el economista Javier de Haedo.

Anticipándonos a la disertación, ¿cuál es tu análisis?, ¿qué puede pasar en la economía de Estados Unidos?

AL - Estimo que el escenario económico en Estados Unidos debería mostrar una recuperación en el segundo semestre. Así lo anticipan algunos indicadores, por ejemplo el comportamiento que tuvieron en abril los precios de los activos más riesgosos, que las bolsas se han recuperado, el comportamiento de los bonos de largo plazo (un indicador que suele ser analizado por la FED y por los analistas en general) que han subido, y el fuerte aumento de la diferencia entre la tasa de largo plazo y la de corto plazo. Eso indicaría que la actual desaceleración en Estados Unidos tiene un carácter transitorio y que en el segundo semestre, si bien la economía de ese país no va a crecer a tasas del orden del 3 o 4%, como ocurrió en el pasado más reciente, va a converger hacia un crecimiento en torno al 2%.

La crisis financiera, si bien es fuerte y significativa, no es muy distinta en términos de las pérdidas involucradas de la que ocurrió a principios de los noventa. De modo que las perspectivas de Estados Unidos en el corto plazo son cautelosamente optimistas. De todos modos, debemos reconocer que en términos globales estamos quizás en un ciclo que está entrando en las etapas más maduras, en el sentido de que los riesgos hoy se trasladan de los problemas financieros en Estados Unidos o de una eventual debacle mundial –que también se ve poco probable– a la amenaza de la inflación y a la eventual necesidad de ajustes más fuertes en 2009 para controlar la aceleración de los precios que se ha observado sobre todo en los países emergentes y que incipientemente podría empezar a observarse en los países desarrollados.

EC - Hace pocos días un colega tuyo, Michele Santo, decía, refiriéndose a Estados Unidos: "Será una recesión leve y corta". ¿Tú diagnosticas algo similar?

AL - Comparto esa opinión, los precios de los activos indican eso. Además hay que recordar que se han puesto en marcha estímulos en forma muy rápida, el primero de todos fue la sustancial rebaja en la tasa de interés, la FED actuó mucho más rápido que en otros episodios en el pasado. En segundo lugar, el debilitamiento del dólar ha actuado y va a seguir actuando como una variable que le va a poner un piso a la desaceleración en Estados Unidos, las exportaciones estadounidenses están creciendo a tasas de dos dígitos. Y por otro lado, el ajuste en el nivel de riqueza global de Estados Unidos, que se ha producido fundamentalmente por la caída de los activos inmobiliarios, ha sido leve. Por lo tanto, quizás la única variable sobre la que hay un alto grado de incertidumbre y que eventualmente podría atenuar esa recuperación es el comportamiento del precio del petróleo, que tiene un impacto importante y significativo, más que por su incidencia como variable en el comportamiento de los consumidores estadounidenses, por el alza que ha tenido en el último año.

EC - Se ha hablado de la posibilidad de un desacoplamiento de la economía mundial o de una parte de ella respecto de Estados Unidos, que los países asiáticos podrían mantenerse al margen y funcionar como motor de la economía mundial. ¿Qué puedes comentar sobre esos escenarios?

AL - No hemos tenido una debacle a partir de la desaceleración de Estados Unidos, entre otras cosas porque esa desaceleración ha sido leve. En el resto del mundo, parte de lo que le ha sucedido a Estados Unidos ha tenido un impacto relativamente positivo. Por ejemplo, la caída de las tasas de interés ha favorecido el crecimiento de economías emergentes o relativamente más endeudadas. En segundo lugar, con el debilitamiento del dólar, los precios de las materias primas se han seguido fortaleciendo.

Por otra parte, desde el punto de vista del crecimiento global también hay un piso derivado de la expansión de Asia, que está en torno al 4% del crecimiento mundial, medido en la metodología del Fondo Monetario Internacional. Es un punto menos que el del último quinquenio, pero es todavía superior al promedio de los últimos 25 o 30 años. De manera que la hipótesis de desacople sigue vigente. Y si bien hay riesgos de que haya algún final abrupto de este ciclo en 2009, debido a la necesidad de ajustar las políticas monetarias y eventualmente las políticas fiscales en el mundo, da la sensación de que estamos en un escenario en que la economía mundial va a tener un aterrizaje relativamente suave, no va a una debacle.

EC - Los precios de los commodities se mantienen altos, algunos han subido o están subiendo en forma muy importante, como el petróleo. ¿Qué va a ocurrir con esos precios?, ¿hay riesgo de algún descenso abrupto a mediano plazo?

AL - El fin de los ciclos en la economía mundial no ha llegado, si bien hemos tenido una gran moderación en los ciclos económicos, lo que probablemente vamos a seguir viendo es una eventual desaceleración en el futuro después de un período de crecimiento tan largo como este, asociado fundamentalmente a la amenaza de la inflación. Los commodities han estado por un lado impulsados por el crecimiento mundial, que ha sido el más alto en 40 años, también por problemas de oferta y en algunos casos es más notorio que en otros. En el caso del petróleo existe la percepción de que ni siquiera la OPEP, si intentara aumentar la oferta, tendría capacidad para hacerlo por escasez de inversiones en los últimos años, pero fundamentalmente los precios de los commodities han estado impulsados por una fuerte abundancia de liquidez por la debilidad del dólar y por tasas de interés bajas.

De alguna manera, los commodities han sido el activo intangible o el instrumento a partir del cual se ha procesado cierto grado de exuberancia irracional, por utilizar los términos de Greenspan en su momento. Este mundo con tasas muy bajas, en parte derivado del fuerte ahorro que los países asiáticos y en segundo lugar los países árabes han impulsado, y el ajuste del gasto en la economía estadounidense, ha llevado a un mundo en que estamos saliendo de este ajuste con tasas de interés incluso más bajas que las que tuvimos hace tres o cuatro años. Ese escenario tiene apetito por riesgo en activos intangibles o en instrumentos y en este caso los ganadores han sido los commodities como forma de protección de la inflación y eventualmente también las acciones en los países emergentes.

Yo percibo que el precio del dólar y los ajustes de tasas de interés en Estados Unidos probablemente en 2009, ante una desaceleración algo más acentuada probablemente en 2009 y 2010, deberían llevar a precios de commodities más moderados en una perspectiva de mediano plazo. Sin embargo, en el muy corto plazo no se puede descartar que las medidas que están tomando muchos países incidan al alza en el precio de los commodities.

EC - Te refieres a medidas como la prohibición de exportación de determinados granos.

AL – Exactamente. En el Río de la Plata tenemos el ejemplo de Argentina, pero también se ha producido en otros casos, y han sido más bien políticas antiliberalizadoras del comercio más que liberalizadoras. Incluso las políticas macroeconómicas de corto plazo, es decir, introducir subsidios, atenuar el alza en los precios de los combustibles o mantener una política fiscal o una política monetaria expansivas, lo que en otros episodios históricos, como el de finales de la década de los setenta, han validado esos precios de materias primas más altos, de modo que en el corto plazo tanto las políticas macroeconómicas como las comerciales han impulsado aún más al alza los precios de las materias primas.

EC - En definitiva, ¿qué ves a mediano plazo con respecto a los commodities?

AL - Veo un ajuste a la baja, una vuelta a precios sobre el promedio histórico pero muy por debajo de lo que hemos visto en estos últimos años, en los que ha habido cierta manía, cierta burbuja, cierta exuberancia irracional derivada de un mundo de tasas muy bajas y de una expansión de liquidez que ha validado esos precios. En la medida que persistan esos precios, más temprano que tarde se va a acentuar el problema inflacionario, de modo que requerirá un ajuste de tasas de interés y una desaceleración en la economía mundial que lleve a precios más bajos.

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EC - A partir de la información que tienes sobre Uruguay, ¿qué impactos crees que puede tener esta crisis global en nuestro país?

AL - En esta primera etapa de la crisis hemos extendido la bonanza, porque para Uruguay siempre es favorable un período de tasas bajas, de dólar débil en el mundo, que fortalece los precios de las materias primas, y de crecimiento mundial, que si bien se desacelera, no lo hace en forma tan fuerte como para comprometer el crecimiento de los volúmenes exportados.

Pero, como ya mencioné, está terminando esa etapa fácil y viene un proceso en el mundo de mayor discriminación, de revalorización de los riesgos, y probablemente, en la medida que la marea se vaya retirando, que veamos un escenario externo más complejo, vamos a empezar a ver en una parte países que han hecho las cosas relativamente bien y van a seguir premiados en este período de bonanza, y otros países que han hecho las cosas relativamente mal y van a sufrir un escenario externo más adverso.

EC - ¿En cuál de esas categorías ubicas a Uruguay?

AL - Lo ubicaría en la parte intermedia, se ha preparado mejor que en otros episodios del pasado para enfrentar un escenario de vacas flacas si se produjera en el futuro, o eventualmente, incluso sin grandes caídas en los precios de las materias primas, simplemente por el alza de los costos en dólares y la pérdida de competitividad que se ha producido en Uruguay y otros países más recientemente, por estas políticas monetarias más expansivas o por el gasto fiscal más expansivo que al final produce alza en los costos internos.

Esencialmente Uruguay está en una posición mejor, pero quizás todavía insuficiente como para desarrollar políticas contracíclicas a plenitud en un escenario más adverso. La política monetaria todavía no tiene la suficiente credibilidad, ni la política fiscal ha construido los suficientes ahorros como para poder desarrollar, en esos episodios, esas políticas contracíclicas. Por otro lado, si bien se ha avanzado bastante en el sentido de elevar la tasa de crecimiento potencial, de modo que ante un escenario más adverso la desaceleración sea menos profunda de lo que ha sido en el pasado, todavía es insuficiente.

Volviendo a las políticas contracíclicas, una importante es poder bajar tasas de interés o tener una política monetaria más expansiva en momentos en que se produce ese ciclo adverso. La dolarización que aún mantiene la economía uruguaya, que se ha moderado en el último tiempo, es una restricción.

De modo que, ante un escenario más adverso en el futuro, Uruguay enfrentaría una desaceleración quizás menos fuerte que las que enfrentó en otros episodios, pero aún significativa, dado que parte de la recuperación que ha tenido en estos años se ha basado fundamentalmente en ese escenario externo tan favorable.

EC - ¿De qué orden sería esa desaceleración? ¿De qué riesgos estamos hablando?

AL - Yo no he visto estimaciones de la tasa de crecimiento potencial actual en Uruguay, pero, mirando la perspectiva de los últimos 40 años, probablemente, si bien ha subido, difícilmente esté más allá del 3%. Proyectos de largo plazo quizás deberían ser evaluados con ese crecimiento. Y en escenarios más adversos, de caída de precios de materias primas, de alza de las tasas de interés, de apreciación del dólar, probablemente, sin gran capacidad para desarrollar esas políticas contracíclicas, observaríamos alguna caída en el producto por algún año.

EC - Ese escenario tendría algunas consecuencias positivas para nuestro país. Por ejemplo, aflojaría la presión sobre los precios internos de los alimentos y por lo tanto habría una mejora en materia de inflación, caería la factura energética si el petróleo se volviera más barato. ¿Cómo observas ese tipo de repercusiones?

AL - Básicamente esperar una moderación inflacionaria asociada con una fuerte desaceleración de la actividad tendría altos costos para el país. Tanto el Banco Central (BCU) como el Ministerio de Economía han reforzado su compromiso con la estabilidad de precios, lo cual tiene amplios beneficios, y es por donde hay que seguir. Básicamente tiene amplios beneficios no solo por el impacto redistributivo que tiene la inflación en el corto plazo sobre los sectores más pobres, sino también sobre la capacidad de desarrollar políticas contracíclicas en el futuro. En la medida que la política monetaria se va tornando más creíble, es la forma de compensar en el futuro shocks adversos que puedan venir... pongo entre paréntesis otra vez la dolarización como una limitante para desarrollar una política más expansiva en tiempos más adversos.

Efectivamente, lo que hemos visto en el muy corto plazo han sido shocks de alimentos, de precios de combustibles, que se han sido validados a través de tasas de interés relativamente bajas y de un crecimiento en la demanda interna que se ha mantenido muy por encima del crecimiento del producto. Es en esos frentes que Uruguay debería prepararse o actuar en los próximos dos o tres años. Cuanto más rápido lo haga, cuanto más temprano sea el ajuste o la desaceleración, menos quedará por hacer en el futuro. Quizás hoy el equipo económico esté esperando que termine el ciclo electoral para encarar algunos de esos ajustes. Desde el punto de vista económico, de la eficiencia del funcionamiento de la economía, parece más razonable anticipar o ser previsor y cauteloso porque este escenario externo no se va a mantener. El fin de los ciclos en la economía mundial está lejos de ocurrir.

EC - Concretamente, si vamos a los instrumentos y las medidas, ¿cuál faltaría adoptar?

AL - El grado de ahorro en el sector público ha sido insuficiente y ahí pongamos el ejemplo de Chile en estos últimos años: al cabo de cinco años Chile ha tenido un superávit fiscal promedio de 6% del producto. Tengo la sensación de que en Uruguay, para las condiciones externas que ha enfrentado, el déficit fiscal corregido por ciclo no ha sido muy distinto del que se observó a mitad de los noventa. Es decir, parte de la mejor situación fiscal ha descansado en ingresos extraordinarios. Y al mismo tiempo se ha ido planteado una política fiscal y niveles de gasto que van a ser muy difíciles de revertir en el futuro, al menos desde el punto de vista de ajustes en su nivel; eventualmente se podrían revertir de la forma más ineficiente, que es a través de una fuerte aceleración de la inflación. Así fueron los ajustes del gasto público en el pasado en Uruguay, básicamente a partir de una fuerte aceleración de la inflación en los ochenta y más recientemente después de la crisis de 2002.

El frente fiscal es fundamental y ahí hay que elevar los niveles de ahorro. Eso va a contribuir que el ajuste necesario descanse menos sobre el sector privado y se vaya construyendo una tasa de crecimiento más alta para esos escenarios más adversos.

Hoy me queda la impresión, por las últimas medidas que se adoptaron, de que el gobierno y el BCU están buscando que el ajuste de un gasto agregado que crece muy rápido se materialice por el lado privado, con alzas en las tasas de interés o en los encajes, como ha ocurrido. De modo que el frente fiscal es la herramienta más rápida y, al mismo tiempo, promover ese otro tipo de reformas que pavimenten un crecimiento potencial más alto. En el mercado laboral hay que avanzar rápidamente hacia una mayor flexibilización, de modo que el aporte del trabajo al crecimiento de largo plazo sea mayor que en el último tiempo.

EC - Mencionaste la necesidad de recortes en el gasto público, pero lo que está previsto es lo contrario, están previstos aumentos importantes en la próxima Rendición de Cuentas. Pensando en el presupuesto del año próximo, ¿qué margen hay para lo que tú propones?

AL - Resultaría muy riesgoso un gasto público durante los próximos dos o tres años –incorporo el año 2010 porque alguna inercia tras el proceso electoral va a quedar– muy por encima del crecimiento del producto, ya que incuba una presión de ajuste mayor en el sector privado. Los países tienen dos herramientas principales para elevar la competitividad de la economía en escenarios en que ha venido cayendo. Una es mantener una política de ahorro relativamente fuerte, de hecho, mis estimaciones en el caso de Chile marcan que esos 30 puntos de ahorro fiscal al cabo de los últimos cinco años impidieron una caída del tipo de cambio del orden de 30% adicional a la que se observó. Si no se hubiera producido ese ahorro, si se hubiera gastado el shock favorable de ingresos que se ha registrado, el tipo de cambio, el precio del dólar estaría en Chile 30% más abajo. Y la otra gran medida es avanzar en la productividad de los sectores no transables, aminorar los costos internos, de manera tal que ante un escenario en que los precios de las materias primas vuelvan a niveles más normales, la competitividad del país no se vea tan dañada, sobre todo considerando que la capacidad para elevar el tipo de cambio en escenarios como esos va a ser bastante limitada dado el grado de dolarización de la economía. Esos dos frentes son fundamentales para un tema clave en el crecimiento de Uruguay, que es la competitividad de la región y extrarregional.

EC - ¿Y en el frente comercial cómo ves plantado a nuestro país?

AL - Mejor que en el pasado, en el sentido de que por la fuerza o por lo que ha ocurrido con el crecimiento del resto del mundo, Uruguay ha ido diversificando sus exportaciones y hoy tiene los huevos en varias canastas, a diferencia de lo que ocurrió durante la década de los noventa, cuando tenía una concentración en Brasil y Argentina muy fuerte. Por lo demás, mi visión es relativamente optimista con Brasil, desde el punto de vista que si bien tampoco está exento de problemas o de una desaceleración en el futuro, atribuible a un menor crecimiento mundial, va a significar un piso o un efecto positivo en escenarios más complejos por su crecimiento potencial más alto.

Mi visión con respecto a Argentina es muy pesimista, porque sigue en el círculo vicioso de la expansión fiscal financiada por tramos o por períodos de distintas formas. En los sesenta, esencialmente con buenos términos de intercambio, en los setenta también con buenos términos de intercambio, en los ochenta con emisión monetaria, en los noventa con deuda pública y más recientemente con el mejoramiento de los términos de intercambio. La situación de Argentina es más de lo mismo y probablemente en el futuro se vaya a desacelerar, pero ese país pesa menos hoy en la estrategia comercial de Uruguay, pesa mucho más el resto del mundo, y eso va a atenuar el ajuste que pudiera observarse si la economía en la región se desacelerara por problemas en Argentina.

EC - ¿Qué se puede hacer todavía en materia comercial?

AL - Reforzar la inserción fuera de la región, en el resto del mundo. Eliminada la posibilidad de un tratado de libre comercio con Estados Unidos (claramente un daño desde el punto de vista de este crecimiento potencial de largo plazo al que hacía referencia), profundizar esos acuerdos o buscar acuerdos en esa línea con Estados Unidos, con Europa y también con Asia, va a asegurar reglas de juego más estables y va a potenciar esta diferenciación que Uruguay ha alcanzado en el resto del mundo.

Mi percepción es que hay mucho más optimismo con Uruguay fuera que dentro de fronteras y eso se refleja en la venta de los activos. Muchos uruguayos están vendiendo sus activos al resto del mundo, esa es la inversión extranjera que hemos contemplado en el último tiempo. Por lo tanto, yo profundizaría esa buena visión que existe respecto de Uruguay reforzando el compromiso con la apertura comercial, acuerdos con Estados Unidos, con Europa, eventualmente con Asia, de manera que este proceso de renovación tecnológica, acumulación de capital y aumento en las transferencias desde el punto de vista de la productividad de los trabajadores se refuerce. En la medida que esas tres cosas se vayan reforzando, el crecimiento de largo plazo de Uruguay va a ser muy superior que el que tuvo entre los años sesenta y el año 2002.