El impacto de los altos precios internacionales del petróleo sobre las cuentas fiscales y la inflación en nuestro país.
Análisis económico de Tamara Schandy, de la consultora Deloitte.
(Emitido a las 8.34)
EMILIANO COTELO:
Como ustedes saben, el precio del petróleo en los mercados internacionales sigue subiendo.
A esta altura, el aumento del petróleo se ha convertido en un riesgo importante para nuestro país, y así lo reconoce el propio equipo económico. ¿Qué consecuencias tiene esta suba sobre las cuentas fiscales, qué podemos esperar de aquí en más en materia de tarifas públicas y cuáles son los riesgos desde el punto de vista de la inflación? En los próximos minutos, el diálogo será con la economista Tamara Schandy, de la consultora Deloitte.
Comencemos por las perspectivas para el precio del petróleo. ¿Cómo ven ustedes el panorama para los próximos meses?
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TAMARA SCHANDY:
Las perspectivas están muy ligadas a la explicación de por qué el precio del petróleo ha subido tanto hasta ahora. Varias veces en este espacio dijimos que había factores de "fundamentos" que explicaban parte de la suba y concretamente mencionábamos el balance entre oferta y demanda (que es cada vez más ajustado), la escasez y costo de explotación (que es marginalmente creciente). Estos son "fundamentos" duraderos a favor de precios más altos que los que vimos históricamente.
Ahora, también varias veces dijimos que la liquidez que existe en varios países desarrollados (en Estados Unidos, en Europa, en Japón) y también en varias economías emergentes estaba generando condiciones a favor de inversiones especulativas, que hacen pensar en una burbuja del petróleo y también de otros commodities.
EC - ¿Esto quiere decir que los precios de más de 130 dólares por barril no se van a sostener por mucho tiempo?
TS - Bueno, hay razones para pensar que el precio del petróleo va a ser relativamente caro en los próximos años. Es decir que al menos una parte de esta suba del petróleo será duradera, por los factores que mencionaba al inicio.
Pero también es probable que parte del aumento del último año obedezca a razones especulativas, que podrían revertirse. De todos modos, es muy difícil pronosticar precios de commodities, en particular en el corto plazo. Lo más lógico es pensar que aunque tengan un componente especulativo, las subas recientes del petróleo no tienen por qué revertirse en el corto plazo.
EC - ¿Qué significa eso para la política de tarifas en nuestro país? Lo pregunto porque imagino que eso tiene un impacto fiscal relevante.
TS - Si los precios internacionales no ceden, es bastante claro que se deberán aplicar nuevas subas en las tarifas de la energía. Particularmente en los combustibles, pero quizás también en la energía eléctrica. Recordemos que si los niveles de agua en las represas siguen bajos, UTE tiene que generar más energía a partir de las centrales térmicas, que funcionan a base de combustible y tienen por ende un costo mayor que la generación hidráulica.
EC - Para ubicar a los oyentes quizás sea bueno recordar cuál es la referencia de precio del petróleo que actualmente maneja el gobierno.
TS - En el último ajuste de combustibles se fijó una referencia de 122 dólares por barril. En los últimos días, sin embargo, el precio internacional no ha bajado de 130 dólares. Es cierto que ANCAP también fijó una referencia de tipo de cambio algo más bajo que el actual (de 19,30 pesos), pero de todas maneras estamos hablando de una diferencia de prácticamente 10 dólares entre la cotización internacional y el precio del petróleo que ANCAP fijó como referencia.
EC - ¿Cuál sería el impacto fiscal de no volver a ajustar los combustibles si persiste esta situación?
TS - Todavía puede ser prematuro juzgar la situación. Pero a modo de referencia, se puede decir que si los precios internacionales no caen y tenemos en cuenta que Uruguay importa unos 15 millones de barriles por año, al cabo de doce meses estamos hablando de unos 150 millones de dólares, que impactarían directamente sobre el resultado primario.
Por ahora la política de tarifas ha consistido en trasladar lenta y parcialmente el encarecimiento del petróleo en el mundo. Pero a la luz de lo anterior, resulta bastante claro que esta estrategia no puede mantenerse por mucho tiempo si es que el precio del petróleo no cede.
EC - ANCAP pidió que el gobierno bajara el IMESI para evitar una nueva suba de combustibles, pero el gobierno no lo hizo. ¿Cómo impacta esa decisión en los costos que estábamos manejando antes?
TS - En realidad desde el punto de vista fiscal, los resultados son muy similares. Ya sea a través de una reducción del resultado de ANCAP o a través de la disminución del IMESI, si el precio internacional del petróleo se mantiene en los niveles actuales y no suben las tarifas, eso se va a reflejar en las cuentas públicas.
La diferencia estaría en todo caso en los efectos sobre la inflación.
EC - ¿Cómo es eso?
TS - Si se absorbe el encarecimiento del petróleo mediante una baja del IMESI, hay un impacto fiscal pero no hay consecuencias sobre la inflación, porque se evitaría subir el precio de los combustibles al público. Si miramos cómo son los ponderadores del IPC, a grandes líneas podríamos decir que por cada cinco puntos porcentuales que suben los combustibles, la inflación suma más o menos dos décimas y media adicionales. En realidad el impacto preciso depende de cómo sean las subas por productos, pero esa es una referencia útil del impacto directo. A esto, se suma generalmente un impacto indirecto, porque el aumento de las tarifas públicas impacta indirectamente sobre los precios de otros bienes y servicios, pero ese es más difícil de cuantificar.
EC - O sea que hay un riesgo desde el punto de vista de la inflación que no es menor.
TS - Sí. De todas formas varias veces hemos mencionado que no es tarea de la política tarifaria encargarse del combate a la inflación. Las medidas heterodoxas son herramientas válidas en algunas circunstancias. Pero en el caso de Uruguay estamos viendo presiones persistentes, que no se derivan solamente de la suba de los combustibles o de los precios de los alimentos en el mundo, sino también de una demanda interna que está creciendo de forma muy fuerte. En estas circunstancias, la contención de la inflación no pasa solamente por contener aumentos de los combustibles. En última instancia lo que se requiere es una política monetaria más contractiva.
EC - ¿Te estás refiriendo a una suba de tasas por parte del Banco Central?
TS - Sí. Hasta hace poco decíamos que en general los bancos centrales de los países emergentes se estaban mostrando bastante reticentes a subir las tasas, porque eso generaba efectos indeseados sobre el valor de sus monedas.
Pero eso empieza a cambiar. En Brasil el banco central ya subió la tasa en dos oportunidades. Chile, que como Uruguay había optado por hacer una pausa en el proceso de suba de tasas desde comienzos del año, también subió la tasa en 50 puntos básicos la semana pasada.
EC - ¿Cómo evalúan ustedes una eventual suba de tasas en Uruguay? ¿No hay riesgos desde el punto de vista de la actividad económica?
TS - Ciertamente hay un balance entre la necesidad de combatir la inflación y el riesgo de enfriar la economía. De todas formas, el crecimiento económico está siendo muy fuerte y nosotros incluso vemos que hay algunas señales de recalentamiento, así que consideramos que los riesgos para la actividad económica son bastante acotados.
Con esto no quiero decir que la estrategia de esperar a ver si ceden las presiones inflacionarias que provienen del contexto internacional sea incorrecta. Lo que tenemos que tener presente es que el riesgo de esa estrategia es que la inflación termine siendo todavía más alta y que obligue luego a un mayor ajuste monetario. Ese es un riesgo que no sólo enfrenta Uruguay, es un riesgo que a nuestro juicio está presente en general para la economía mundial.