Entrevistas

De Posadas: los programas sociales del gobierno "ignoran" la formación en familia

De Posadas: los programas sociales del gobierno "ignoran" la formación en familia

Ignacio de Posadas, líder de la agrupación Concordia Nacional que apoya a la precandidatura de Luis Alberto Lacalle de cara a las elecciones internas de 2009, manifestó a En Perspectiva que "los programas que implementó" el Frente Amplio fracasaron, "porque ignoran lo esencial de la formación de una persona en familia". Agregó que el Parlamento parece el de un cuerpo totalitario, ya que "no se admiten críticas ni modificaciones" y se terminan produciendo "piezas legislativas lastimosas", resaltó. Por otra parte, sostuvo que el nuevo ministro de Economía, Álvaro García, "tiene una actitud mucho más humilde y realista" que Danilo Astori.

(Emitido a las 8.53 horas)


EMILIANO COTELO:
En los últimos años el doctor Ignacio de Posadas se dedicó a la actividad privada y redujo al mínimo su participación en la política partidaria.

Pero a fines de setiembre las cosas comenzaron a cambiar. El ex ministro de Economía fundó el grupo Concordia Nacional, que respalda la precandidatura del ex presidente Luis Alberto Lacalle, y se zambulló en la campaña electoral.

Y este retorno no va a pasar desapercibido. Pocas figuras del espectro político uruguayo generan sentimientos tan encontrados en la población como De Posadas.

¿Qué lo llevó a volver al ruedo político? ¿Cómo observa la crisis internacional alguien que es visto como uno de los principales defensores del capitalismo? ¿Cuáles serán las repercusiones en Uruguay?

De estos y otros temas vamos a conversar con el doctor Ignacio de Posadas.

***

EC - Cada tanto usted se manifiesta cansado de la política, pero cada tanto regresa a ella. En este caso vuelve de una manera muy activa: no solo adhiere a la precandidatura de Lacalle, sino que nueve meses antes de las elecciones internas construye una agrupación política nueva, se pone al frente de ella, realiza actos y hasta contrata un espacio en una radio de alcance nacional para exponer sus argumentos. ¿Por qué ha decidido sumergirse así en la campaña electoral?

IGNACIO DE POSADAS:
Todos, a lo largo de los últimos años, hemos caído un poco en el pecado de reducir la política a lo económico. Cuando hablamos de los temas políticos siempre es en torno de cosas económicas, el desempleo, el crecimiento, las cifras fiscales, etcétera. No digo que sean temas banales, pero concentrados en eso hemos dejado pasar por el costado temas muy profundos, mucho más serios y mucho más trascendentes.

A lo largo de los años confieso estar cada vez más preocupado ante la pérdida de ciertos valores fundamentales de la sociedad uruguaya. Es muy alarmante, el daño es muy grande, y si bien en la mayoría de los casos no son cosas que hayan empezado con este gobierno, son defectos que vienen de más atrás, de la cultura uruguaya, sí las ha agravado en general. Cinco años más de esta tendencia sería algo muy grave, irreversible.

Eso fue lo que me llevó a resolver –no le confieso que no estoy entusiasmado, es algo que hay que hacer-, volver a la política. Todo indica que en la elección que viene no va a haber ganador en primera vuelta, que va a haber balotaje entre el Frente Amplio (FA) y el Partido Nacional (PN) –sin desmerecer para nada al Partido Colorado (PC)–, por lo tanto es de fundamental importancia la interna del PN, quién sea el candidato a presidente.

EC - ¿Cuáles son las ventajas de Lacalle en comparación con Larrañaga?

I de P - Hablar de ventajas muchas veces es embromado porque parece que uno está haciendo juicios despectivos sobre el otro; que no es el caso, desde ya manifiesto que si Jorge Larrañaga resulta ganador en la interna, lo voy a votar. Pero lo conozco a Lacalle mucho más que a Larrañaga, he trabajado con él muchos años, lo he visto actuar en momentos muy difíciles –la Presidencia de Lacalle fue un período sumamente difícil–, y tiene la dimensión de presidente de la República, tiene profundidad, es un hombre con visión, tiene una gran vocación de servicio. Sería, de nuevo, un excelente presidente. Todo el mundo reconoce, aun los que no lo quieren, que su presidencia fue excepcional. Es el hombre para estos tiempos, sobre todo –volviendo a lo anterior– cuando una de las cosas que hay que hacer es poner el foco en ciertos valores fundamentales que se están deteriorando, que se están perdiendo.

EC - No sorprende que usted apoye al doctor Lacalle; quizá sí sorprenda, o llame la atención, que lo haga creando una agrupación propia. Al crear Concordia Nacional, ¿se va del Herrerismo?

I de P - La idea no nació de mí, nació de militantes blancos con origen wilsonista –que también es mi origen en la política activa, yo empecé trabajando con Wilson en el año 69–, de muchos que trabajamos juntos en aquella época, como Gonzalo Aguirre, Ana Lía Piñeyrúa, Ituño, Carlos Arrosa, con el objetivo de crear un espacio para que no fuera oficialista, herrerista, desde el cual se pudiera votar la candidatura de Lacalle. Si se quiere, para facilitarle las cosas a mucha gente que viene de otras vertientes del partido o de fuera del PN que quiere votar a Lacalle y le resulta más fácil hacerlo fuera de la plancha oficial.

Junto con eso estamos tratando de aprovechar el período electoral. La gente en Uruguay está muy descreída, le da mucho la espalda a la política, tiende a no escuchar a los dirigentes políticos, salvo en los períodos electorales, en los cuales a gusto o a disgusto enchufa un poco más. Entonces, aprovechar este período para poner el foco en esos grandes temas de Uruguay, que son polémicos, que en muchos casos no son políticamente correctos, pero es necesario abordar. Y da mucha independencia hacerlo desde un grupo que al no estar vinculado con el oficialismo puede correr por toda la cancha con mucha más libertad.

Y la otra cosa que estamos tratando de hacer, aparentemente con bastante éxito, es ayudar a renovar el partido y a rejuvenecerlo, darle espacio a gente sin antecedentes políticos, que no sean viejos dirigentes, sino preferentemente gente joven y dispuesta a servir a Uruguay a través de la política, de repente por un período de tiempo, no quiere decir que sea una elección de vida, para toda la vida. Se está acercando mucha gente, se están acercando muchos jóvenes; si en algún momento tiene la oportunidad de escuchar la audición que usted mencionaba, va a ver que es hecha por jóvenes, ellos preparan los temas, participan, siempre hay tres o cuatro en una especie de minitertulia. Es la manera de que participen, porque nos hemos convertido en un país de viejos. Los viejos no tienen nada de malo, yo soy uno de ellos, pero si no, tendemos a estar siempre con problemas viejos y soluciones viejas; hay que dejarles paso a los más jóvenes.

EC - Hablando de soluciones, usted señalaba que Concordia Nacional es un regreso a sus orígenes wilsonistas...

I de P - Sí, pero no hay diferencias en eso. Wilson siempre decía que él era un herrerista póstumo, que había conocido a Herrera a cierta altura de su vida política y que a pesar de que venía de la vertiente blanca independiente del Partido era un fervoroso herrerista.

EC - Iba a eso, porque uno de los primeros pasos que dio el doctor Lacalle en el armado de Unidad Nacional (UNA) fueron los acuerdos con Francisco Gallinal, para que Correntada Wilsonista (CW) dejara de apoyar a Larrañaga y se incorporara a la UNA. Los acuerdos se basaron en una serie de capítulos programáticos, y según Gallinal varios de esos puntos implicaron una atenuación de las aristas más liberales del pensamiento de Lacalle, y su aproximación a ideas de cuño wilsonista, por ejemplo la aceptación del instrumento Consejos de Salarios, que dejaron de convocarse durante el gobierno blanco, de 90 al 95, que usted integró.

¿Cómo se siente ante postulados como esos que ahora Lacalle lleva a la campaña?

I de P - No creo que haya una especie de abismo liberal-no liberal entre el Herrerismo y lo que pudiera llamarse el Wilsonismo, no hay una gran dicotomía. Lo único que se ha mencionado, tratando de echarle un poco de pimienta al asunto y buscar alguna diferencia de la cual sacar alguna lonja, es este tema de los Consejos de Salarios, que Gallinal ha manifestado.

Hay que analizar el tema en detalle. Es cierto que el PN se retiró de la estructura de los Consejos de Salarios durante el gobierno del doctor Lacalle, y yo creo que la estructura de los Consejos de Salarios revivida por el FA es un error –si cabe alguna duda, basta levantar la vista y mirar lo que está pasando hoy–, pero eso no quiere decir que uno esté en contra de la negociación salarial. Si reflexionamos un poco, una de las personas que se jugaron desde el primer día en Concordia Nacional fue Ana Lía Piñeyrúa, que tiene una larga experiencia en esta materia, fue ministra de Trabajo y coincide en todo, en el sentido de que negociación salarial tiene que haber, lo que no significa que deba tener la estructura de los Consejos de Salarios, que es una cosa de las décadas de los 30 y los 40, que no sirve en la realidad de hoy ni va a servir, más tarde o más temprano va a descarrillar. Es un mecanismo rígido, que impone a las empresas tener que negociar a la fuerza en períodos obligatorios, por rama de actividad en las que hay empresas dispares, que por lo tanto aplica a la fuerza soluciones que no son buenas para todos. Y, además, tiene una inercia inflacionaria y favorece el desempleo, porque si usted obliga a negociar periódicamente, es tonto suponer que los dirigentes sindicales se van a sentar en la oportunidad y van a decir: "No, mire, no me dé nada, esta vez no me dé"; cada vez que se sienten van a pedir. Eso lleva a una escalada de aumento de salarios nominales que empujan la inflación y lleva a una escalada de pedir reglamentaciones todo el tiempo, que lleva a la rigidez y al desempleo... Son viejas pólvoras, ya las vimos; inventemos errores nuevos.

EC - Usted postula Consejos de Salarios aggiornados, ¿de qué manera?

I de P - En primer lugar, no veo por qué el gobierno debe estar metido en todas las negociaciones salariales. Es una cosa desgastante y que, además, pone un jugador de enorme peso, como es el gobierno, a resolver "n" situaciones, que inevitablemente no va a conocer, entonces termina siendo árbitro a la fuerza entre las dos partes que van a buscar en qué momento una de las dos se va a echar a muerta para obligar a que el Estado intervenga. No es un buen sistema y, además, es desgastante.

En segundo lugar, no es una buena idea negociar por grandes ramas de actividad, donde usted empuja a la misma situación a los altos, a los medianos y a los petisos. Inevitablemente las soluciones no van a servir en muchos casos. La experiencia demuestra que cuando usted junta empresas en situación disímil, termina mandando o la más fuerte o, en el otro extremo, una muy débil que no tiene nada que perder, que le va a aceptar al sindicato cualquier cosa y arrastrará a todas las demás en esa solución. No es un buen sistema, ya está probado que no lo es.

EC - A partir de ese diagnóstico, usted entiende que hay que hacer correcciones al sistema de los Consejos de Salarios...

I de P - Hay que negociar por empresa, y no con un sistema rígido de decir son tres veces por año, cuatro veces por año, pase lo que pase; hay que ser mucho más flexible. Mire lo que está sucediendo ahora: era obligatorio hacer una nueva ronda, el gobierno dio manija a los sindicatos, agarraron un viento en la bata brutal, la situación económica cambió y el empresariado, con toda razón, no está dispuesto a embarcarse en cosas de mediano y largo plazo con un mundo que no sabe para dónde va.

***

EC - CN, esta agrupación que usted crea junto con Ana Lía Piñeyrúa y Gonzalo Aguirre, ¿va a tener una lista propia al Senado? ¿Qué pasará el año próximo?

I de P - El tema todavía está abierto, va a depender del resultado de las internas. Abrir una lista al Senado con el sistema nuevo, que no permite acumular, a veces tiene el inconveniente de que divide las bancas, se abren muchas listas al Senado, lo que puede implicar perder bancas a Diputados. Habrá que ver qué es lo más conveniente para el partido, según el resultado de la interna.

EC - Usted dijo al comienzo de esta entrevista que en los últimos tiempos los debates políticos están demasiado volcados a lo económico, que hay que correr el eje de esa discusión e ir a una discusión sobre valores. Es algo que quizá no todos los oyentes esperan viniendo de usted, que siempre ha sido alguien con manejo de temas económicos, al punto que llegó a ocupar la cartera de Economía y Finanzas. Pero ya lo ha dicho en más de una ocasión, hace meses que lo ha planteado. ¿De qué tipo de valores habría que hablar?

I de P - Voy a darle algunos ejemplos. Uno de los temas más graves que tiene Uruguay –otra vez, no lo inventó el FA, pero no lo ha podido solucionar e incluso se ha agravado en estos tiempos– es el de la marginalidad, los miles de compatriotas que viven en barrios marginados de Montevideo en situaciones humanas muy duras y dolorosas. Uno de los sernos de ese problema es la descomposición de la familia, la desaparición de la familia constituida en esas zonas.

Yo tuve oportunidad de trabajar en esos barrios en la década de los 60, cuando la situación material era de mayor pobreza; en aquella época había muy poco bloque, era puro cartón y a lo sumo chapa, pero la realidad humana, aun en un entorno de pobreza material mayor, era infinitamente mejor. Eran, en su enorme mayoría, familias venidas del interior que habían caído en situación de pobreza, pero tenían el núcleo de familias constituidas, recuerdos de otro tipo de vida, un bagaje de valores y la esperanza de salir.

Nada de eso existe en los barrios marginados hoy, y los programas que ha implementado este gobierno han fracasado, porque ignoran cosas fundamentales, como por ejemplo lo esencial de la formación de una persona en familia. Eso se ve en cosas como este invento legislativo –uno de los tantos– de hace unos meses que permite la adopción de niños por homosexuales. No se trata de si es pecado o no, se trata de desconocer algo esencial de la naturaleza humana: no es lo mismo padre y madre que José y Felipe. Ahí hay una ignorancia grave y peligrosa en un tema fundamental.

En materia de libertad estamos viendo un descaecimiento muy grande de la libertad de trabajo, de la libertad de empresa. Acaba de salir una ley espantosa, que se llama de Ordenamiento Territorial, que vulnera, borra buena parte del derecho de propiedad inmueble en Uruguay, y buena parte de la libertad. Es una ley que le dice a usted si puede fraccionar o no, si va a fraccionar, cuánto le tiene que dar a la intendencia, cómo y cuándo lo tiene que hacer. Se socializa, se estatiza buena parte de las decisiones y de los derechos.

Hay un descaecimiento enorme en Uruguay en materia de seguridad individual, que es básico en la calidad de vida de las personas. Y hay un descaecimiento igual o mayor en materia de seguridad jurídica, el Parlamento está en su punto más bajo...

EC - ...¿A qué se refiere?

I de P - El Parlamento está cumpliendo el rol que cumple ese tipo de cuerpos en los países totalitarios, donde el Poder Ejecutivo anuncia que el miércoles va a mandar un proyecto de ley que va a salir aprobado el jueves de la semana siguiente. El Parlamento lo que hace es levantar la mano. Lo vamos a ver ahora, está con tres o cuatro proyectos de ley que va a sacar como por un tubo. No se estudia, no se debate, no se discute, no se admiten críticas ni modificaciones, las cosas entran por una puerta y salen por la otra como chorizo. Piezas legislativas lastimosas.

Y la contracara de eso, del debilitamiento del sistema político democrático, es el crecimiento de las corporaciones, otra cosa que estamos viendo. No se puede tocar absolutamente nada que haga al interés de una corporación; el ejemplo más reciente es el proyecto de ley de la Caja Bancaria: a la fuerza se toma a una serie de personas, se las saca del sistema previsional sin preguntarles absolutamente nada y se las encaja para tapar un agujero de una caja fundida, que ni siquiera van a tapar.

EC - Ya hay antecedentes de medidas de ese tipo. En el propio gobierno del PN se amplió el campo afiliatorio de la Caja Bancaria: hubo una primera ampliación.

I de P - No lo recuerdo. Lo que recuerdo sobre ese tema es que por el año 93 les advertimos a la Caja Bancaria y a AEBU que los estudios, las proyecciones actuariales sobre la Caja indicaban un desbarranco. Los hizo Alfie en aquel momento, que era el jefe de la Asesoría Macroeconómica del Ministerio. Recuerdo que en aquel momento hablé con los dirigentes sindicales de AEBU para advertirles el tema y plantearles como propuesta que si permitían la desregulación de la actividad, de manera que los bancos tomaran gente –que no quieren tomar en estas condiciones– para ampliar la base de aportación, el Poder Ejecutivo estaba dispuesto a un puente hasta que se recompusiera un orden lógico de las cosas, que hubiera más aportantes que jubilados.

EC - ¿Qué implicaba que AEBU permitiera desregular?

I de P - La realidad está, los bancos no toman gente. Entre las cargas sociales, que deben estar por encima del 50%, más las rigideces en materia laboral, cada vez hay menos sucursales de bancos en Uruguay.

EC - ¿Qué rigideces hay que atenuar o habría que haber atenuado en su momento para que funcionara aquella fórmula que proponía el gobierno del PN?

I de P - Todo, desde horarios hasta escalafones, antigüedades y demás. Los bancos no mandan, no organizan su trabajo; lo organiza AEBU. Uruguay pasó de tener cerca de 60.000 funcionarios bancarios, que eran la envidia de todo el país, a unos 12.000 que debe haber hoy, y con la Caja fundida.

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EC - ¿En ese tipo de debates a propósito de valores va a centrar su discurso, su campaña? ¿Los temas económicos no aparecen?

I de P - No es que no aparezcan, pero sobra gente que hable de eso y falta gente que ponga el acento, el foco o la atención en estos otros.

EC - El doctor Larrañaga ha dicho que él tiene dos nombres para el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), uno más político, el doctor Sergio Abreu, y otro más técnico, el economista Javier de Haedo. En el caso de la candidatura del doctor Lacalle, ¿usted estaría dispuesto a volver a ser ministro de Economía?

I de P - Con gran respeto y afecto por Jorge Larrañaga, esos temas de conversación son medio absurdos; vamos a cazar el oso, después vemos qué pasa.

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EC - Desde la audiencia refrescan el dato al que yo aludía en una de las preguntas: en 1994 el personal de las compañías de seguros pasó a tributar a la Caja de Jubilaciones y Pensiones Bancarias por decreto del Poder Ejecutivo. Fue una decisión que se tomó en el gobierno del PN. El doctor Rodolfo Saldain, cuando estuvo hace pocos días en una entrevista aquí en En Perspectiva lo mencionó, dijo que él se había opuesto a ese paso, que se adoptó después de que él dejara la responsabilidad en el Banco de Previsión Social.

I de P - Puede ser, no lo recuerdo. Si fue por decreto, quiere decir que había una ley que lo habilitaba.

EC - Pero por lo visto es una medida que usted no compartió.

I de P - No lo recuerdo. Pero me parece que en este caso, cuando la actividad es totalmente ajena –me refiero a los de ANDA– y están en el sistema de las AFAP, no tiene sentido. Y sobre todo cuando ya se sabe que la Caja viene barranca abajo.

EC - Otros oyentes –varios– mandan mensajes de este estilo.

Álvaro: "Parece que el doctor De Posadas no lee la prensa; si la leyera, se enteraría de que sus recetas acerca del rol del Estado en la economía han fracasado estrepitosamente en el mundo".

Varias van por el lado de cómo le resulta a alguien que tiene como usted esa visión del Estado y de los mercados, del capitalismo, una crisis financiera como la que se está viviendo en este momento y las respuestas que los gobiernos están dando, en Estados Unidos, en Europa, para enfrentarla.

I de P - No sé a qué receta se refiere, no me sorprendería que Álvaro no tuviera mucha idea de lo que está hablando. Hay que diferenciar algunas cosas, usted mencionaba al principio que yo era defensor del capitalismo; en realidad no es así, el capitalismo no requiere defensores, es un dato de la realidad económica. Puede haber capitalismo de Estado, como en el caso de los socialismos reales, o capitalismo privado, pero acumular capital, desde las ardillas para el invierno, todo el mundo lo hace, de modo que no es un tema de capitalismo o no capitalismo.

En todo caso lo que está en discusión es el  mayor o menor grado de libertad en los mercados, en este caso para la actividad económica. Si vamos a hablar de recetas, quizá Álvaro recuerde las medidas que se tomaron durante el gobierno del PN, que no fueron particularmente de un desaforado libre mercado. Se modificó la ley Orgánica del Banco Central del Uruguay, la ley del Mercado de Valores, que redacté yo, la ley de Fondos de Inversión también. Y están ahí, el gobierno del FA no las derogó, no son particularmente una especie de asalto neoliberal. Hay que saber un poquitito antes de repetir cosas...

EC - ...¿Qué piensa de los salvatajes bancarios que están ocurriendo en el hemisferio norte?

I de P - No son particularmente liberales, me imagino que los no liberales estarán fascinados; es una medida de enorme intervencionismo, como no se ha visto en Uruguay. Hay que bajar la pelota al piso en esto, y primero tratar de discernir cuáles fueron las causas de ese desparramo. Dicho sea de paso, ya que estamos en tren de recetas, en noviembre o diciembre del año pasado me tocó dar dos conferencias, una con los economistas Caumont y De Haedo y otra con De Haedo y un argentino, en las que, sin ser un gurú, dije que me parecía que esto iba camino a una crisis. Nunca imaginé que iba a ser una crisis de esta magnitud, pero estaba en la tapa del libro que el exceso de gasto en Estados Unidos, el déficit de seis puntos en cuenta corriente, la sobrevalorización de inmuebles, un mercado inmobiliario al que le volaba la bata, todo eso iba a terminar más o menos mal. A comienzos de este año di una conferencia con Mosca en el Radisson, que se llamaba "Fin de fiesta"; se venía venir, esto no es un tema de neoliberalismo, hay que tratar de no ser tan simplista.

Acá jugaron varios factores. Uno es una cultura de desahorro que Estados Unidos venía teniendo desde hace mucho tiempo, con la cual todo el resto del mundo estaba fascinado porque el consumo estadounidense empujaba la economía de todos los países, de la China comunista en adelante. Y en segundo lugar, la locura del mercado inmobiliario, no solo en Estados Unidos, también en algunos países de Europa: en Gran Bretaña, en España. Hubo cierta laxitud desde el punto de vista regulatorio de la Reserva Federal. Creo que cuando esto se calme va a haber algún juicio bastante duro sobre la gestión de Alan Greenspan en el último año y medio o dos años. Ha habido errores, pero el ser humano es así, no es un tema de dogma. Se viene una etapa de sobrerregulación; cuando pase el julepe de todo esto va a haber una sobrerregulación de los mercados financieros...

EC - ...De sus palabras recién se desprendía que usted entendía que al sistema, tal cual venía funcionando, le faltaba regulación.

I de P - Pero no es solo regulación, hubo personas que gastaron en exceso o que se lanzaron a comprar inmuebles a precios disparatados, personas que invirtieron en productos, que no entendieron y demás; no estemos siempre en la tesis de que la culpa la tiene algún maquiavélico capitalista escondido en las sombras que tira las piolas de la economía. Hay una sumatoria de errores de todos nosotros.

EC - Da la impresión de que en el terreno de los instrumentos financieros se llegó a excesos.

I de P - Sí, pero curiosamente se llegó a excesos en uso de la reglamentación, no se llegó a excesos porque hubiera una tierra de nadie, una especie de farwest donde aparecieron los cowboys a los tiros. Los excesos se dieron con base en reglamentaciones; en todo caso no falló el libre mercado, fallaron las reglamentaciones. Por ejemplo, la división entre bancos comerciales y bancos de inversión es fruto de una reglamentación, de una intervención en la libertad de mercado, que funcionó durante algún tiempo, pero que en esta situación el exceso de apalancamiento de los bancos de inversión los llevó al demonio. No es un tema de la libertad de mercado, fue fruto de la reglamentación.

La otra cosa, esa especie de salame picado fino que hicieron con las hipotecas subprime, que las metieron dentro de otros paquetes y las desparramaron por ahí, eso también es fruto de la reglamentación. Fue el antídoto del episodio anterior de las hipotecas, cuando el gobierno del otro Bush con la caída de Long Term Capital y demás. Para que no sucediera eso se dictaron una serie de reglamentaciones que el ser humano llevó a un extremo tal que finalmente reventaron. Hay que ser un poquito más sutil, no estar siempre en blanco y negro.

EC - ¿Comparte las medidas que están tomando el gobierno de Estados Unidos y los gobiernos de algunos países de Europa? ¿Comparte la estatización total o parcial de tantos bancos importantes?

I de P - Sí, pero el suyo es un planteo hábil...

EC - ...Es una pregunta...

I de P - ...Porque no es: "¿Usted comparte que le corten un brazo a una perrona?" En términos generales no, prefiero que no se lo corten, pero si hay que amputar, hay que amputar...

EC - ...Se lo pregunto porque dentro del pensamiento liberal una reacción posible ante situaciones como esta es decir: que caigan los bancos que están en dificultades y que sobrevivan los fuertes.

I de P - Hay liberales y liberales y liberales y liberales. Está Cony, por ejemplo, y después están todos los demás del espectro.

EC - ¿Usted no llega al extremo de Cony?

I de P - No, una cosa es ser liberal y otra cosa es pegarse un tiro en un pie. No había más remedio, y de hecho lo que sucedió –claro, uno siempre es más vivo al día siguiente– es que la Reserva Federal y el Tesoro no se animaron a descargar todo el camión de medidas de un saque. Ahora, con el diario del lunes, dejar caer Lehman Brothers fue un bruto error.
 
EC - En cuanto a la forma como se está manejando el gobierno uruguayo ante las eventuales repercusiones en nuestro país de una crisis como esta, ¿qué observaciones tiene usted?

I de P - Hay una diferencia muy grande entre el actual ministro de Economía y su antecesor. Este hombre –que no conozco–, por lo que está diciendo y haciendo, tiene una actitud mucho más humilde y realista. Acá no hay discurso de que no va a pasar nada, que somos unos genios y estamos blindados; prudentemente está bajando la pelota al piso y tratando de curarse en salud, lo cual me parece bien.

EC - De una u otra manera se ha dicho que no se quiere tomar medidas apresuradas, que se está a la espera de la estabilización de este fenómeno.

I de P - Hay algo que no va a suceder, los vehículos de contagio financiero no están; el sistema bancario uruguayo prácticamente no ha dado créditos, de modo que ese tipo de contaminación no va a haber. Hay dos tipos de crisis –uno va aprendiendo–: hay crisis que no afectan a los sistemas bancarios y financieros, que pueden ser muy duras, pero que no son atómicas. Las atómicas son las crisis que pegan en el sistema bancario, en el sistema financiero, como pasó en Uruguay en 2001 y 2002; esas desparraman el daño para todos lados. Ese factor no existe.

Pero es evidente que de la misma manera que la globalización nos favoreció en estos años aumentando precios, facilitando exportaciones, aumentado los mercados con dinero fácil por todos lados, ahora esa etapa se terminó, esa fiesta llegó a su fin. Ya se está viendo: el mercado de la carne está trancado, el mercado del arroz está trancado, los cereales han caído hasta 50%. Y es prudente lo que está haciendo el ministro de Economía, dice "ojo", porque desde el gobierno no se puede decir que no pasa nada, eso induce a decisiones equivocadas de los agentes económicos. Este hombre es más prudente, dice: "Cuidado, hay una realidad que nos va a pegar". Cuánto nos va a pegar no lo sabe él, no lo sé yo, todavía no lo sabe nadie.

EC – Usted, en el lugar del ministro de Economía, ¿estaría tomando medidas ya, ahora?

I de P - Las que tomó son razonables. Para las otras medidas que habría que haber tomado ya es un poco tarde, como una contención del gasto público. A este hombre se le ha dado servido, no es mucho lo que puede hacer, y desactivar esta manija que le han dado a los Consejos de Salarios también es difícil; como dice Larrañaga: "No es fácil desarmar el tablado en pleno Carnaval".

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Transcripción: María Lila Ltaif