¿Cómo está nuestra competitividad con Brasil? ¿Se repite los sucedido en 1999? ¿Cuáles son los riesgos?
Análisis económico de Alfonso Lema, de la consultora Deloitte
(emitido a las 8.20 hs.)
EMILIANO COTELO (EC):
Como ustedes saben, en los últimos días comenzaron a escucharse voces acerca de la pérdida de competitividad de nuestro país frente a Brasil. Algunas empresas anunciaron que deberían enviar trabajadores al seguro de paro, ante la pérdida de negocios con el país vecino.
Por eso nos pareció que valía la pena dedicar nuestro espacio de análisis económico de hoy a este asunto. ¿Cómo ha evolucionado la competitividad con Brasil? ¿Cuán importante es ese país para nuestro comercio exterior? ¿Estamos en una situación de dependencia similar a la que teníamos a fines de los 90? ¿Hay un riesgo de que nuestra competitividad continúe cayendo como ocurrió en el 99? En seguida, el diálogo es con el Cr. Alfonso Lema, socio de la consultora Deloitte.
Hablemos en primer lugar de la competitividad. ¿Cómo han evolucionado las paridades cambiarias en los últimos meses?
ALFONSO LEMA (AL):
Hasta hace unos tres meses nuestro país se venía beneficiando de niveles de competitividad muy favorables con Brasil. En nuestra firma tenemos indicadores de competitividad de Uruguay con una serie de mercados relevantes, entre los cuales por supuesto está Brasil. Y esos indicadores nos mostraban que desde 2006 la competitividad cambiaria con Brasil, esto es considerando la evolución del dólar y de la inflación en cada país, estuvo entre un 5% y un 10% por encima de la media de un período largo que va desde 1976 hasta 2007. Teníamos realmente muy buenos niveles de competitividad con Brasil, inclusive mejores que los que se habían registrado durante el Plan Real.
Pero esa situación favorable cambió a partir de setiembre, porque con el agravamiento de la crisis internacional el dólar subió notoriamente más en Brasil que en Uruguay.
EC: ¿Cuánto fue la diferencia que se generó en estos tres meses, Alfonso?
AL: A fines de julio, el dólar había llegado a un mínimo en Brasil de 1,56 reales. En nuestro país, entonces el dólar estaba también en un mínimo, de 19,1 pesos.
En agosto, pero sobre todo en setiembre y octubre, el dólar registró una fuerte suba en Brasil, llegando a un máximo de 2,29 reales. En ese momento se había producido una devaluación de 46% frente a los mínimos de fines de julio. Luego el dólar bajó en Brasil. El viernes cotizaba a 2,16 reales, lo que supone una devaluación acumulada desde fines de julio de 38%. En nuestro país el dólar subió en el mismo período un 21%.
EC: Quiere decir que hubo un descenso importante de la competitividad uruguaya con Brasil...
AL: Sí. Nuestra competitividad con Brasil bajó más o menos 15% en estos tres meses.
EC: ¿Y cómo afecta esa pérdida de competitividad a la economía uruguaya. ¿Cuánto le vendemos hoy a Brasil? ¿Cuánto depende Uruguay de Brasil?. Creo que todos tenemos, fresca en nuestra memoria, lo que sucedió en el año 99.
AL: Sin dudas, Brasil es un mercado muy importante para Uruguay. Si miramos las exportaciones, en los primeros diez meses de este año, las cifras preliminares marcan que el Uruguay tuvo exportaciones por unos 5.200 millones de dólares. De ese monto, unos 800 millones de dólares corresponden a exportaciones a Brasil. Brasil representa un 16% de nuestras exportaciones de bienes. Es una cifra significativa, pero menor a la que teníamos en el año 98, antes del quiebre del Plan Real. En el 98, Uruguay colocaba en Brasil aproximadamente un 30% de las exportaciones de bienes. Y además colocaba otro 20% en Argentina. Eso hacía que la mitad de nuestras exportaciones estuvieran volcadas al mercado regional. Ahora la incidencia de Brasil es menor y lo mismo ocurre con la incidencia de las ventas a Argentina (que hoy son algo menos de 10% del total).
De todas maneras, eso no quiere decir que no nos deba preocupar la evolución de la competitividad con Brasil. Para algunas industrias Brasil es un mercado de exportación relevante. Además, Brasil es un proveedor de nuestro país y si la competitividad con Brasil se deteriora muchas empresas uruguayas enfrentarán una mayor competencia brasileña en nuestro mercado interno. Brasil es un exportador de alimentos y si los costos en dólares en Brasil bajan más rápido que aquí, también tendremos dificultades en terceros mercados.
EC: O sea que tendremos dificultades al competir con Brasil en el mercado de los alimentos en el mundo.
AL: Efectivamente. Y por último, Brasil es un mercado relevante para nuestros servicios. El turismo brasileño creció en los últimos años y también crecieron mucho los servicios logísticos y portuarios relacionados con todo el comercio regional.
EC: Quiere decir que Brasil nos importa de muchas maneras. Y entre las razones que dabas decías que el mercado de Brasil era relevante para varias industrias. ¿Cuáles son esas industrias?
AL: Recién decíamos que Brasil representa un 16% de las exportaciones de bienes. Los grandes rubros de exportación, que están asociados a las agroindustrias, no tienen en Brasil un mercado de venta particularmente relevante, aunque sí compiten, como decíamos, con Brasil en terceros mercados.
El único sector agroexportador que vende una fracción importante de su producción en Brasil es la industria de la cebada malteada, que se emplea en la producción de cerveza. La cebada malteada se suele comercializar en la región y el tamaño del mercado de Brasil es muy grande. Eso determina que más de un 80% de las exportaciones de cebada malteada se dirijan a Brasil. El resto de los mercados regionales puede absorber algo más de producción si se retrae el mercado brasileño pero Brasil es difícil de sustituir. La suba del dólar en Brasil tiende a presionar a la baja sobre los precios de la cebada y un enfriamiento de la economía brasileña también induce un menor dinamismo en el consumo de cerveza y consiguientemente en la demanda de malta.
EC: ¿Y qué otras industrias uruguayas dependen mucho de Brasil?
AL: Hay una serie de industrias como la de productos del caucho, que incluye los neumáticos...
EC: ...justamente la semana pasada se conocía el caso de Funsa, lo tratábamos aquí en el programa. Funsa tuvo que enviar a 250 empleados cooperativistas por un mes al menos- a seguro de paro porque en un 70% de sus exportaciones depende de Brasil.
AL: Claro. Otras industrias incluyen la industria química, la de productos plásticos, algunas manufacturas de hierro y acero y productos de limpieza que tienen en Brasil más de la mitad de sus exportaciones.
EC: No mencionaste a la industria textil, que estos días también sintió los efectos de los problemas en Brasil. Tampoco mencionaste el arroz.
AL: Es cierto. En realidad, la industria de tejidos vende un 20% de su producción en Brasil. No es tan dependiente de Brasil como las otras industrias que mencionábamos. Lo que sucede es que justamente Brasil es, por razones de estación, un mercado clave en esta época del año.
En cuanto al sector arrocero, Brasil ha sido siempre un mercado importante pero la industria ha diversificado mucho sus mercados en los últimos años. Este año Brasil está representando alrededor de un 20% de las ventas de la industria arrocera.
EC: En definitiva, Brasil es un país muy importante para Uruguay, pese a los cambios que ha habido en el espectro de destinos del comercio de nuestras exportaciones. La competitividad ha caído en estos últimos meses. La pregunta que me surge, para terminar, es la siguiente. ¿Estamos ante un riesgo de que se repita lo del año 99, cuando Brasil devaluó fuerte y Uruguay terminó perdiendo mucha competitividad?
AL: En estos tres meses Uruguay sufrió una pérdida de competitividad importante con Brasil. Hoy tenemos un nivel de competitividad que es un 15% menor a la de hace unos meses y aproximadamente 10% inferior a la media histórica.
De todas maneras, estamos muy lejos de la situación de 1999. En 1999 teníamos niveles de competitividad que eran extremadamente bajos, prácticamente la mitad que la media histórica. Estamos entonces lejos de esa situación, pero definitivamente deberíamos evitar recorrer el mismo camino.
EC: ¿Por qué hemos devaluado menos que Brasil, entonces? ¿Qué papel juegan, por ejemplo, las ventas de dólares que ha realizado el Banco Central?
AL: El tema es así. A partir de octubre el Banco Central modificó la forma en cómo instrumenta la política cambiaria. Desde el año pasado venía fijando un objetivo para la tasa de interés interbancaria. El 3 de octubre subió ese objetivo desde 7,25% hasta 7,75% anual. Sin embargo, en los días siguientes ante la presión al alza del dólar el Banco Central salió a vender divisas y redujo la liquidez, aceptando una suba fuerte de la tasa de interés interbancaria, que con grandes fluctuaciones se ubicó promedialmente en torno de 20% anual.
A nuestro juicio, entonces, la política monetaria se ha vuelto notoriamente restrictiva y está buscando moderar la suba del dólar.
EC: ¿Con qué objetivo?
AL: Como todavía persisten presiones inflacionarias, si el dólar subiera todo lo que ha subido en Brasil podríamos ver una suba de la inflación hacia niveles de 10% anual. Otras veces comentamos en el programa que un cambio de contexto externo, como el que estamos viviendo, podía poner a la autoridad monetaria en el dilema de tener que optar por cuidar la inflación -que viene siendo alta desde hace tiempo- o cuidar la competitividad.
EC: ¿Y cómo ven las perspectivas entonces en materia de competitividad?
AL: A nuestro juicio, la baja de los precios de los commodities debería determinar a mediano plazo una moderación de las presiones inflacionarias y eso debería dejar cierto espacio para que el dólar continúe subiendo en nuestro país. De todas maneras, también será clave lo que suceda con los salarios y la flexibilidad que dejen las cláusulas de salvaguarda.
De eso podemos hablar seguramente otro día, pero a nuestro juicio hay un riesgo de que los ajustes de salarios que se están acordando terminen siendo muy rígidos, porque las pautas fueron diseñadas en un contexto internacional diferente. Si los salarios terminan generando presiones inflacionarias el dilema con el tipo de cambio y la competitividad podría acentuarse. Eso nos podría traer inconvenientes en términos de actividad económica y empleo.