¿Cómo debe responder la política económica uruguaya ante el riesgo de entrar en recesión?
Análisis del economista Pablo Rosselli, de la consultora Deloitte
(emitido a las 8:35 hs.)
EMILIANO COTELO:
La economía uruguaya podría entrar en recesión este año.
Esa era la conclusión de la charla que ayer manteníamos a esta hora con el economista Pablo Rosselli, de la consultora Deloitte, cuando analizábamos las perspectivas de actividad económica para nuestro país, a partir de los últimos datos de importaciones.
Ante ese escenario, ¿cómo debería responder la política económica del gobierno?
La pregunta quedó abierta, y vamos a retomarla en los próximos minutos.
JUAN ANDRES ELHORDOY (JAE):
Antes de entrar de lleno en el tema, me parece que vale la pena recapitular en donde dejamos ayer. Ustedes decían que este año podríamos tener un contexto de recesión. ¿Cómo llegaban a esa conclusión?
PABLO ROSSELLI (PR):
En realidad hay varios aspectos a tener en cuenta. Todavía no tenemos datos de cierre del cuarto trimestre de 2008, pero en principio pensamos que se observará una variación prácticamente nula. Ahora, para 2009 desde hace ya algunos meses nuestros modelos sugieren que el PIB podría caer en el primer y en el segundo trimestre del año, y si se observaran dos caídas consecutivas del PIB, entonces según la definición usual, se configuraría un escenario de recesión.
Lo nuevo de las últimas semanas es que están surgiendo datos que nos dicen que la probabilidad de tener efectivamente caídas del PIB en los próximos trimestres es significativa y que eventualmente las caídas podrían ser algo mayores a las que contemplábamos hasta ahora. Ayer comentábamos los datos de importaciones, que pautan una caída de las importaciones de bienes de consumo pero sobre todo una contracción muy significativa de las importaciones de bienes intermedios para uso de la industria. Esto último nos hace pensar que la producción industrial va a mostrar una contracción significativa este año.
Ayer no lo comentamos pero también hay información negativa en lo que tiene que ver con las exportaciones y también con el desempeño de las demás economías emergentes.
JAE: ¿Cuáles son esos datos?
PR: El viernes se divulgaron las cifras de cierre de exportaciones de 2008 en base a datos reales, no solicitudes. En el conjunto del año, las exportaciones ascendieron a 5.950 millones de dólares, lo que supone una suba e 32% en relación a 2007. Sin embargo, los datos de diciembre mostraron una caída de 10% en relación a diciembre de 2007. Si comparamos con los registros de los meses anteriores, el descenso es sensiblemente mayor.
Quiere decir que el impacto de la crisis internacional se está haciendo sentir de manera importante en el sector exportador, y eso no es tan diferente de lo que estamos viendo en otras economías emergentes. En las últimas semanas hemos visto datos de retracción significativa de la producción industrial de varias economías emergentes. En nuestro vecino Brasil, la producción cayó 14% en diciembre frente a igual mes del año anterior, y eso hace que los analistas esperen que las cifras del cuarto trimestre de 2008 muestren un descenso del PIB. En Argentina, aunque hay una desconfianza creciente en las estadísticas oficiales que publica el gobierno, hay numerosos indicadores que dan cuenta de una caída de la producción industrial y probablemente de la actividad económica en su conjunto.
JAE: Y entonces, con esos elementos, ¿qué debería hacer la política económica? Te lo pregunto porque en los últimos días surgieron reclamos en los sectores empresariales acerca de la necesidad de revisar las pautas de ajustes salariales.
PR: Es cierto. La política económica tiene varios objetivos (mantener un buen nivel de empleo, recuperar salarios, reducir la inflación hacia el rango objetivo, conservar un buen superávit primario). En varias oportunidades comentamos en el programa que la evolución al alza de los salarios que se definió en las rondas de negociaciones no parece consistente con el marco macroeconómico adverso que enfrenta el país. Por eso decíamos que las subas de salarios pueden tener resultados inconvenientes, presionando en el corto plazo en materia de inflación y derivando eventualmente en una caída de la ocupación y en una suba del desempleo en un plazo algo más largo, cuando se vayan propagando los efectos recesivos que ahora sienten los sectores exportadores. También comentamos varias veces que el gasto público está creciendo a un ritmo fuerte, derivando en un descenso del resultado primario hacia niveles que lucen bajos para enfrentar un contexto externo negativo y tan incierto. De hecho, se conocieron las cifras de cierre fiscal a enero que pautan un nuevo descenso del superávit primario del sector público, para solamente 1,34% del PIB frente a un cierre de 1,5% en diciembre, y esa cifra que de por sí ya es muy baja se observa antes de que tengamos impactos importantes de la crisis sobre la actividad económica y sobre la recaudación.
JAE: Quiere decir, entonces, que en el área fiscal y en el área salarial se pueden presentar problemas.
JAE: Sí. En términos más generales, a nuestro juicio se está observando una inconsistencia creciente en materia de los objetivos que persigue la política económica, y eso puede hacer que el gobierno tenga que sacrificar en alguna medida a alguno de ellos. Así debe entenderse por ejemplo el deterioro del resultado primario, que finalmente se explica por el predominio de otros objetivos, como recuperar salarios públicos y mantener las tarifas bajas para cuidar la inflación. Del mismo modo, la suba de salarios no se ha traducido en un aumento del desempleo hasta ahora, pero eso podría cambiar en los próximos meses. Y por último, la competitividad, otra clave para la actividad económica, ha bajado porque nuestro país ha devaluado menos la moneda justamente para contener las presiones inflacionarias. No estamos ante una situación crítica en materia de competitividad pero hemos sufrido un deterioro significativo.
JAE: ¿Cuál es la síntesis de todo eso? ¿No serían necesario, acaso, cambios en la política económica?
PR: La respuesta concreta de la política económica depende de varias cosas, no todas ellas de carácter estrictamente técnico. Estamos en un año electoral y eso tradicionalmente limita en los hechos la vocación o la capacidad de las autoridades de implementar cambios. Por otra parte, la respuesta de la política económica también depende de si se entiende que la crisis internacional será de corta duración o si será más prolongada.
JAE: ¿Por qué?
PR: Porque si se entiende que la recuperación vendrá rápido, no tendría mucho sentido aplicar por ejemplo una política fiscal contractiva (recortar por ejemplo inversiones) porque eso acentuaría la tendencia contractiva de la actividad económica. Si se entiende que la recuperación vendrá rápido, entonces podría argumentarse que la política de aumentos de salarios contribuirá a sostener la demanda interna.
Sin embargo, a nuestro juicio, el panorama de recuperación de la economía mundial es cuanto menos incierto. Este año veremos un escenario recesivo como no habíamos tenido en varias décadas y las perspectivas para 2010 apuntan, en el mejor de los casos, a nuestro juicio, a una recuperación muy moderada. Por eso es que vemos con preocupación el deterioro del resultado primario, porque se está situando en niveles que son muy bajos en relación a la deuda pública y porque la perspectiva para los próximos dos años son de deterioro. Por la misma razón, entendemos que el aumento previsto para los salarios reales supone a mediano plazo un riesgo de aumento del desempleo.
En síntesis, la política económica encuentra cada vez más difícil perseguir simultáneamente todos sus objetivos. Eso lleva a que el gobierno deba hacer algún sacrificio en esos objetivos.
El desafío principal es que no se acumulen desequilibrios significativos en ninguna de las áreas (fiscal, competitividad, empleo), porque de lo contrario serán necesarias correcciones en la política económica. Y si esas correcciones se hacen esperar -porque entramos en el último período de gobierno-, eso puede derivar en un deterioro importante de expectativas, que acentúe las consecuencias recesivas de la crisis internacional.