Panelistas

Uruguay 2009: cierre de la actual administración

Michael Borchardt, director de la Asesoría Macroeconómica, centró su exposición en la gestión económica desarrollada a lo largo del período 2004-2010. El economista consideró que el proceso de consolidación fiscal iniciado por el gobierno junto a un adecuado manejo financiero permitieron al país transitar por la crisis internacional sin mayores sobresaltos. Con respecto al futuro señaló que es esperable un crecimiento aunque no al ritmo registrado hasta el momento y anunció que se está ajustando el déficit fiscal a la baja, del 2,6% al 2,4%, cifra que consideró "manejable", con una política fiscal prudente.


Presentación en PPT

En esta segunda parte de la presentación vamos a hablar de Uruguay 2009 cierre del actual período de gobierno. El aspecto puntual en donde estamos parados hoy ya fue exhaustivamente analizado por Andrés recién. Nosotros vamos a centrarnos fundamentalmente en el proceso que nos llevó a estar donde estamos hoy y vamos a hablar de la salud económica de cara a 2010.

Entendemos que la salud económica al igual que la salud humana debe ser vista con un enfoque integral, sistémico, no puede verse cada parte por sí misma. La salud económica al igual que la humana depende de un conjunto de sistemas en los cuales cada uno va a poder ir tan rápido como el resto del organismo se lo permita. Si hay un problema en una parte se va a sentir en todo el organismo y, también como en la salud humana, generalmente nos olvidamos de este concepto cuando estamos bien. El tema es que lo que hacemos cuando estamos bien es determinante de nuestra capacidad de respuesta para cuando estemos mal y esto es el concepto central de esta presentación.

Tenemos que recordar dónde estábamos hace apenas cinco años, en 2004-2005. Uruguay venía de la recesión de 2002, teníamos 13% de desempleo, había 100.000 personas viviendo en la indigencia, 1 de cada 3 uruguayos estaba bajo la línea de pobreza. Teníamos el sector público con enormes problemas para llevar adelante las políticas que tenía que llevar adelante, la infraestructura tenía problemas, teníamos fuertes vencimientos de deuda y pocas disponibilidades para enfrentarlas. De eso hace apenas cinco años. Cuando vemos esto hoy parece que nos estuvieran hablando de otro país. Hoy estamos con un país en crecimiento, con fuertes procesos de inversión, con desempleo de 6-7%, con un horizonte de vencimientos despejado, con mejora en todos los indicadores sociales. Ese es el país en el que estamos hoy.

Entonces, ¿cómo pasamos de una situación de 2004 hace apenas cinco años a estar hoy como estamos? Por supuesto que hubo una gran bonanza internacional, sin ninguna duda que la hubo. Pero también tuvimos la capacidad para saber aprovecharla y también tuvimos la capacidad para generar las fortalezas y reducir vulnerabilidades que nos permite hoy haber enfrentado esta fuerte crisis internacional sin resentir en forma significativa el bienestar de los uruguayos.

Esto lo vamos a analizar desde cuatro dimensiones: productiva, fiscal, financiera y social.

Vamos a hablar de la política económico-social porque la política económica no es un fin en sí mismo. A veces uno pierde de vista que la política económica en realidad es un medio para llegar a un fin, que la política económica es la plataforma sobre la cual se despliegan todas las restantes políticas. Por tanto, si la política económica o la situación económica del país no funciona, el resto de las políticas va a tener dificultades para poder desarrollarse. Y por eso hablamos de política económico-social, como se ha encarado durante esta administración, con un enfoque de desarrollo de largo plazo. Porque a su vez los avances sociales además de contribuir a la dignidad humana y a la justicia social también contribuyen al propio crecimiento económico, en un mundo cada vez más demandante de conocimientos y gente educada.

Acá vamos a presentar un breve esquema, sencillo, conocido, donde se ven claramente las interrelaciones básicas entre los equilibrios macroeconómicos que existen, las reformas estructurales que se llevaron adelante, el crecimiento de la economía. Todo esto mejora la confianza en los agentes económicos, aumenta la inversión, retroalimenta el crecimiento y mejora los salarios y el empleo.

Y todo esto también aumenta la disponibilidad de recursos fiscales que se destinan a infraestructura, al aumento del gasto social y a la mejora de las condiciones de vida de todos los uruguayos.

Hay que tener en cuenta las reformas estructurales; uno a veces las ve como iniciativas aisladas y este enfoque nos permite encararlas en forma integral, global, integradas al resto de la política económica.

Cuando hablamos de reformas estructurales estamos hablando desde la Carta Orgánica del Banco Central con la supervisión conjunta del sistema financiero a los cambios en el sistema de promoción de inversiones o la ley de bancarrota o la defensa de la competencia o la ley recientemente aprobada del sistema del mercado de valores. Son muchas las reformas estructurales que han contribuido a que este proceso fluya mejor.

Entrando ya en la primera dimensión, la dimensión productiva, se ha logrado consolidar una trayectoria de crecimiento sostenido, creciendo un 34% aproximadamente en cinco años. Esto significa una tasa de crecimiento del orden del 6%, notoriamente superior a los promedios históricos anteriores, que estaban alrededor del 3 y ½, depende del período que uno considere.

¿Es sostenible este crecimiento? Nosotros entendemos que se han sentado bases para que el crecimiento sea sostenible en el sentido de que ha habido un importante aumento de la inversión; sin inversión no hay crecimiento. La inversión pasó de mínimos históricos, en lo más duro de la crisis de 2002, donde alcanzaba al 12-13 del Producto, a niveles cercanos al 18% del Producto en la actualidad.

Ha aumentado la inversión extranjera directa, que en estos años anduvo en un promedio de 1.500 millones de dólares anuales. Son cifras realmente impresionantes y contrastan con la trayectoria histórica donde apenas alcanzaba 300-400 millones a lo sumo. ¿Por qué miramos la inversión extranjera directa en forma separada? No siempre es inversión de nuevos equipos, nueva infraestructura física, a veces es la compra de activos preexistentes. Pero la inversión extranjera tiene dos elementos que valen la pena resaltar: uno es cómo nos ven de afuera, hay gente en el exterior que está dispuesta a invertir en Uruguay, nos ven con confianza. Y lo otro es que la inversión extranjera directa también muchas veces viene acompañada de cambios en los procesos productivos, de incorporación de tecnología, de cambios en el diseño, y de incorporación de mercados. Por tanto entendemos que esto es una buena señal también para el crecimiento hacia el futuro. Uruguay ha sido capaz de captar mucha inversión extranjera directa, en el año 2008 superó el 5% del Producto y esto lo posiciona por encima de algunos países que tradicionalmente atraen fuertemente las inversiones como Brasil, México, Colombia, Perú.

Sin embargo, el fortalecimiento de la inversión sigue siendo un desafío para Uruguay. ¿Estamos conformes con lo que se alcanzó? Sí, estamos conformes, pero todavía falta mucho para hacer. Tenemos que mirarnos en aquellos países que están creciendo más fuertemente que nosotros, aquellos países que tienen mejores condiciones que nosotros todavía para seguir creciendo. Nos miramos con el sudeste asiático, con algunos países de América Latina, con el área euro. El 18% de inversión al que llegamos es muy valioso en la comparación histórica de Uruguay pero todavía estamos por debajo de los niveles a los que uno aspiraría para poder hacer más sostenible un proceso de crecimiento.

¿Y de qué depende la inversión? De la estabilidad macroeconómica, del respeto a las reglas de juego, de las oportunidades de negocios, del clima de negocios, de un adecuado régimen de incentivos, de la infraestructura necesaria, y además hay que contar con el capital humano requerido para llevarla adelante.

Pasamos a la segunda dimensión. La situación fiscal o estrategia fiscal es un factor clave para el logro de los objetivos. La estrategia que se llevó adelante está basada en primer lugar en un criterio de responsabilidad fiscal. La responsabilidad fiscal tiene efectos sobre las expectativas, efectos sobre los equilibrios macroeconómicos básicos; sin responsabilidad fiscal difícilmente podamos avanzar. Ha estado basado en una priorización, algo fundamental porque si no se define claramente qué cosas son prioritarios todo lo es y nada lo es y no se sabe hacia dónde enfocar los recursos que, por más que sean muchos, siempre van a ser escasos. Es necesario tener prioridades claras y este gobierno las tuvo.

Hay que tener gradualidad, no se puede comprometer más de lo que se tiene y lo que se puede asegurar, por tanto es importante ser responsable, priorizar e ir asegurando con gradualidad la disposición de recursos. En la medida en que se vayan generando más recursos, como se fue haciendo, se van poniendo a disposición de las prioridades a efectos de acelerar el ritmo de llegar a los objetivos propuestos, y también se cumplió con los compromisos. En primer lugar con los compromisos con la ciudadanía. En segundo lugar con los compromisos de los propios efectores de políticos, a quienes se les aseguró disponibilidad en créditos presupuestales en base a las prioridades fijadas. Y en tercer lugar también a los proveedores. Hay que ver si el gasto que estaba autorizado presupuestalmente se pagó. En el año 2004 la deuda flotante con los proveedores tenía una antigüedad a veces de tres, cuatro años y alcanzaba a un punto del Producto. En este momento la deuda flotante es del orden del 0,25% del Producto y es básicamente deuda coyuntural friccional operativa normal.

Las fuentes y destino de los recursos fiscales. El crecimiento económico, sin ninguna duda, es la principal fuente de los recursos fiscales; crecimos en el orden de un 34%. En la mejora de eficiencia de las agencias recaudadoras es de destacar la labor y las transformaciones realizadas tanto en la DGI como en el BPS, que han sido pilares fundamentales para poner a disposición recursos que se orientaron hacia las prioridades políticamente fijadas. Sobre la baja en la carga de intereses tengamos en cuenta que en el año 2004 los intereses representaban 5,5 del Producto y en este año estamos estimando que los intereses representen en el orden de 2,6% del Producto, lo cual ha liberado recursos que a su vez se destinaron hacia las prioridades. ¿Cuáles fueron estas prioridades? Los gastos en protección social, que aumentaron un 123% en términos reales, entre 2009 y 2004; la salud, que se duplicó en términos reales; la educación –Anep, Udelar, Ceibal– aumentó 80%; la infraestructura vial aumentó 83%; y la seguridad en el orden de 80% en términos reales. Estos guarismos sólo pueden ser entendidos si uno ve el punto de partida, que realmente era bastante deteriorado. Estas magnitudes difícilmente se puedan extrapolar hacia el futuro, es imposible seguir creciendo en una economía estable a estos ritmos. Entonces, ¿hacia el futuro qué se ve? Por supuesto esperamos seguir creciendo y entendemos que eso va a ser así pero probablemente lo sea a menor ritmo. Las mejoras de eficiencia pegaron un salto pero no es de esperar que esto continúe tan fuertemente hacia el futuro, y la baja en la carga de intereses también se ha estabilizado e incluso estamos pensando que para el próximo año se va a aumentar el peso de los intereses.

Este sustancial aumento de los recursos para las áreas prioritarias se compatibilizó con un manejo prudente del gasto total. El gasto total presentó una tendencia levemente descendente y relativamente estabilizada, lo cual implicó una fuerte recomposición del gasto al interior del mismo. Esto también fue compatible con una leve reducción de los ingresos globales del gobierno central y del BPS que bajan del 26% a cerca del 25%, fruto justamente de varias medidas de reducción de impuestos.

De esta manera se ha recuperado el rol de la política fiscal como instrumento de política, esta es una de las lecciones principales. El déficit fiscal no es malo por sí mismo, aunque a veces tiene esa connotación en el imaginario colectivo; el tema es de dónde partimos, qué márgenes de acción tenemos, y por tanto la política fiscal adecuadamente integrada con la política financiera es lo que nos permite que la política fiscal vuelva a tener un rol importante como instrumento de política. Si partíamos de un déficit de 3, 4 puntos, como teníamos antes, cualquier viento te saca del carril. En cambio, lo que se hizo en estos primeros tres, cuatro años, fue un fuerte proceso de consolidación fiscal llevando el resultado fiscal cercano al equilibrio. Esas condiciones, con un adecuado manejo financiero, sin ninguna duda son los elementos centrales que nos han permitido transitar por esta crisis sin mayores sobresaltos, aceptando sí un aumento moderado del déficit fiscal pero que entendemos ha sido perfectamente manejable.

Hay que tener en cuenta que, además, en este déficit fiscal que estamos teniendo en este momento están incidiendo dos factores. Por un lado, la sequía, que es un factor esperemos que transitorio -ya fue transitorio dos años-. El impacto de la sequía fue del orden de 1.6 en 2008 y este año del orden de 1.1%; esto es sobre el costo de generación eléctrica que no ha sido trasladado a tarifas. Si no hubiéramos cargado a pesar de los aumentos que ya se hicieron, se hubiera cargado con su subas adicionales de 25, 30, 35%, lo cual entendíamos que no era justificable debido a una situación totalmente transitoria. Hay que destacar acá también que las inversiones realizadas en el sector eléctrico durante esta administración son las que ha permitido sortear tres secas en cinco años sin tener que cortes como ha pasado en otros países y en otras regiones bastante más avanzadas que nosotros.

¿Qué ha pasado con el resultado del gobierno? El resultado del gobierno sí se está deteriorando en el último año un poco, esto es la decisión política, como comentaba Andrés (Masoller), de proteger los gastos comprometidos aceptando que los ingresos iban a ser menores que lo que habíamos proyectado originalmente. Y esto ha contribuido a lo que todos estamos viendo hoy, que estamos saliendo adecuadamente de la crisis.

Uruguay tiene un buen desempeño fiscal en la comparación internacional. Obviamente que uno no puede tomar esto como un paradigma, es decir, los niveles de déficit fiscal que tienen los países desarrollados son totalmente insostenibles y esto necesariamente van a tener que ajustar sus economías, lo cual también nos va a impactar a nosotros, por lo que vamos a tener que estar bien preparados para cuando estos ajustes se procesen.

¿Qué estamos pensando en cuanto a resultado fiscal para este año? Estamos ajustando el déficit fiscal un poco a la baja del 2,6%, que habíamos previsto hace algunos meses, a una estimación del orden del 2,4 en este momento. Esto es fruto del mayor crecimiento económico que se está consolidando, de una leve reducción del sobre costo energético que habíamos previsto en su momento y de mayores transferencias extraordinarias que hizo el Banco República durante este año.

Este 2,4%, a su vez, para ver qué situación estructural se está dejando hacia el futuro, entendemos que hay que depurarlo de aquellos factores extraordinarios transitorios como pueden ser las transferencias extraordinarias del Banco República o el sobre costo energético. De esa manera llegaríamos a una estimación de déficit estructural del orden de 1,7% del Producto.

Entendemos que esto es un déficit bastante más alto que lo que estábamos acostumbrados en estos últimos tres o cuatro años, pero que es perfectamente manejable con la política fiscal prudente hacia el futuro.

¿Qué pasó con la deuda? Durante este período se redujo muy fuertemente la deuda, pasando de niveles cercanos al 100% a niveles del orden del 50% en el año 2008; esto es deuda bruta. Estoy comparando deliberadamente con el año 2008 porque en el año 2009 la deuda con los últimos datos disponibles, que son a junio, ha aumentado levemente a niveles del orden del 59%.

Entendemos que, de esta manera, estamos en los rangos extremadamente ambiciosos que habíamos previsto allá en la Ley de Presupuesto, cuando aspirábamos a reducir la deuda de niveles del 100% al orden del 60% -una reducción de 40 puntos en la deuda bruta-. Y esto estaría, más o menos, en los niveles que estamos pensando para este año.

Hay que fijarse mucho más en la deuda neta que, en definitiva, es lo que saca la deuda bruta, y se le deducen los activos de reserva. La deuda neta bajó de niveles de 60 y pico a niveles de 26-27% en este momento. O sea, bajamos los niveles de deuda en forma notoria, pero también esto nos muestra cuánto te puede llevar a descarrillar una crisis, porque antes de la crisis de 2002 también teníamos niveles de deuda relativamente reducidos y, sin embargo, esa crisis nos llevó a descarrillar y también nos hizo sufrir durante muchos años sus consecuencias.

Pero además del nivel de deuda es muy importante la composición de la deuda y en particular la estructura de los vencimientos. Entendemos que en este momento estamos enfrentando o estamos dejando un horizonte de vencimientos razonablemente despejado. Quiere decir: allá en el año 2005, cuando asumimos, enfrentábamos en los primeros tres años de la administración vencimientos de deuda del orden del 22% del Producto, con disponibilidades que sólo alcanzaban a cubrir la tercera parte de los vencimientos de deuda del primer año.

En este momento, en los próximos tres años, estamos dejando un vencimiento de deuda inferior al 6% y con una situación del flujo de fondos y necesidades financieras razonablemente holgada para el año 2010. Por tanto, lo que sí tenemos en el horizonte es un leve incremento de vencimientos en el 2011, que, entendemos, es perfectamente manejable continuando con una política financiera prudente.

Además de esta composición, lo que se ha cambiado son otros elementos de la deuda: se ha reducido el riesgo cambiario, se ha cambiado la deuda con multilaterales y la deuda privada. El haber amortizado deuda con los organismos internacionales en la época de bonanza nos permitió recurrir a ellos en los momentos de la crisis y Uruguay pudo estar fuera del mercado durante casi un año sin tener que ir a emitir. Esto es una gran fortaleza y demuestra también la conducta con la que se actuó en materia de política financiera consolidándola como una política de Estado.

También aumentó fuertemente el período de madurez promedio de la deuda y todo esto se refleja en que la valoración de riesgo de Uruguay es mejor que la de otros países emergentes.

¿Cuál es el marco conceptual de la política social? La política social la hemos visto en forma integral con la política económica. La participación social del crecimiento económico se da fundamentalmente a través de la generación de empleo formal y mejora de los salarios. Esta es la principal forma de movilidad social y la más saludable y sostenible.

¿Qué ha pasado en este sentido? En primer lugar ha habido un fuerte aumento del empleo: se crearon más de 200.000 empleos; además, ha habido una enorme formalización, aún mayor que la creación de empleos. Entendemos que esto es una muestra de cómo la política económica puede contribuir claramente, genuinamente a la política de bienestar de todos los uruguayos. También han aumentado en este contexto los salarios reales (24%), las jubilaciones 21% y el incremento de los ingresos reales de los hogares 30 y pico por ciento.

¿Qué pasa con la población que no logra subirse a este tren de crecimiento? Lo que pasa es que hay que destinar políticas focalizadas y eso fue lo que se hizo. Se focalizó simplemente, como una forma de ejemplo, en las jubilaciones mínimas, aquella gente más vulnerable donde aumentó casi tres veces la jubilación promedio. El salario mínimo también aumentó casi tres veces lo que los salarios promedio.

Además, también se focalizó mucho el gasto en la infancia. Uruguay tiene una gran rigidez en cuanto al gasto social y en cuanto al peso del sistema de previsión social que redujo su participación en el Producto. El gasto incremental se destinó fundamentalmente a la infancia. Esto es importante, se destinó a educación, asignaciones familiares, salud, alimentación: es el futuro de todos nosotros.

¿Cuáles son los resultados de estas políticas? Una sustancial mejora en la indigencia, que pasa de cerca de cuatro puntos a uno y medio en este período, y de la pobreza, que pasa de 32% a 20. Es decir, 70.000 personas menos son indigentes y el orden de 320.000 personas menos está bajo la línea de pobreza.

Es importante el impacto de las políticas focalizadas justamente sobre la infancia. Impresiona ver que hace apenas cinco años casi el 60% de los niños vivía en hogares pobres. Este era el futuro que teníamos. Hoy, cerca del 40% o menos de los niños vive en hogares pobres. Son muchísimos miles, sí, pero son 160.000 menos que hace apenas cinco años. Esto hace también a las posibilidades de crecimiento futuro de nuestro país.

Y para cerrar: la salud económica de cara al 2010. Las fortalezas construidas durante este gobierno permitieron incrementar sustancialmente los recursos destinados a atender los objetivos prioritarios; recuperar la política fiscal como instrumento de política económica; sortear la crisis internacional sin afectar significativamente las condiciones de vida de los uruguayos.

La próxima administración encontrará un país en crecimiento, con un fuerte proceso de inversión y fundamentos sólidos, que permiten alcanzar una mayor tasa de crecimiento de largo plazo, con un déficit social notoriamente más acotado y mejores herramientas para continuar atendiendo las necesidades de los sectores más vulnerables; con un panorama financiero despejado para los próximos años y con la lección de continuar cuidando los equilibrios macroeconómicos para fortalecer el camino iniciado.

Y, a modo de síntesis, volvemos a reiterar la idea inicial: sin una política económica sana ningún Uruguay es posible.

Muchas gracias.