Panelistas

Crisis internacional: respuestas y resultados

Andrés Masoller, subsecretario de Economía y Finanzas, analizó las decisiones tomadas por la cartera para lograr sortear las dificultades derivadas de la crisis financiera global así como el cumplimiento de un triple objetivo: asegurar la estabilidad económica y financiera del Estado, amortiguar el shock externo y consolidar la mejora de los indicadores sociales. Destacó que Uruguay será uno de los pocos países de la región que crecerá este año y que, a diferencia de las naciones desarrolladas, la economía uruguaya no presenta desequilibrio externo ni un desequilibrio fiscal importante. "El sistema financiero goza de buena salud", afirmó.


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Es un gusto participar nuevamente en este foro tan importante, tradicional en la vida del país. Ha sido un año muy complicado, lleno de incertidumbres, de problemas a nivel internacional, pero a escala interna, a escala país hemos procesado favorablemente esa crisis internacional muy grande y estamos en condiciones de apuntar a un crecimiento sostenido hacia el futuro.

En primer lugar vamos a recordar lo que el equipo económico planteó hace un año en esta instancia de ACDE. En esa oportunidad diagnosticamos una recesión profunda con un impacto acotado en la economía uruguaya. Decíamos que nuestro país estaba en condiciones de seguir creciendo a pesar de la crisis internacional, para lo cual nos basábamos en un conjunto de fortalezas que habían sido construidas en los últimos años. Esas fortalezas eran básicamente los equilibrios macroeconómicos, las reformas estructurales que se habían implementado en los últimos años, un marco institucional bastante más sólido, menores vulnerabilidades, un proceso de inversión productiva realmente intenso, estabilidad en sentido amplio y una apuesta muy importante a la participación social de los frutos del crecimiento mediante el crecimiento de los salarios, de los ingresos de los hogares, de una mejor red de protección social.

Básicamente el diagnóstico era que la industria y el sector agropecuario iban a ser los dos sectores más afectados, este último por el efecto de la sequía, pero que el resto de los sectores no iba a sufrir tanto la crisis internacional. Las exportaciones se iban a reducir medidas en dólares en un monto significativo, pero la caída iba a ser menor en volúmenes físicos. En ese momento identificábamos que el motor de crecimiento iba a ser la demanda interna, especialmente el consumo, dado que la inversión iba a sentir la incertidumbre internacional. Y finalmente visualizábamos algún tipo de reducción en los niveles de empleo en los sectores directamente afectados por la recesión internacional.

En síntesis, decíamos que la crisis internacional que recién se estaba gestando iba a haber un impacto moderado en el sector productivo, focalizado en algunos sectores más expuestos. Sectores que, por otra parte, muchos de ellos ya venían en problemas. En el resto de los sectores –el sector financiero, el sector externo, las cuentas públicas– veíamos mejores fortalezas y estimábamos que prácticamente no se iban a sentir los impactos de la crisis internacional. Otra consideración importante era que no íbamos a tener un deterioro significativo de los indicadores sociales.

En diciembre del año pasado proyectamos un crecimiento de 3%, que ajustamos a 2% por abril cuando constatamos un primer trimestre del año bastante complicado para la economía uruguaya. La perspectiva que visualizábamos era un primer semestre relativamente malo y una recuperación gradual en el segundo semestre, lo que daba un crecimiento promedio de 2%. Este diagnóstico no fue compartido por todos los actores económicos. Si se comparan las expectativas de los analistas privados de mercado, que durante buena parte del año proyectaron un crecimiento del producto bruto interno (PBI) bastante inferior al proyectado por el gobierno, se aprecia que esa distancia fue aumentando a lo largo de todo el año, especialmente en el segundo semestre, porque lo que estaba en cuestión era la posible recuperación de la economía en la segunda mitad del año. Y el gobierno al mismo tiempo fue ajustando sus proyecciones a la baja, hasta que en el último mes las ajustó al alza en función del dato del PBI del segundo semestre. Partimos de una situación de alineamiento de las expectativas y retornamos a una situación de alineamiento de las expectativas con la proyección del gobierno.

Entendemos que hubo algunas visiones equivocadas de la realidad, escuchamos decir que el país estaba parado, se afirmó que se venía un tsunami, que la política económica estaba atada con alambre. Este tipo de diagnóstico en primer lugar es inadecuado, y en segundo lugar pudo haber afectado negativamente las expectativas de los agentes económicos. Una apuesta fundamental de este gobierno fue al manejo de las expectativas como un factor fundamental para reducir el impacto de los shocks internacionales. Realmente confiábamos en el diagnóstico, creíamos que era realista, tratamos de evitar la sobrerreacción del mercado, porque los uruguayos tenemos una tendencia al bajón y cuando aparece alguna mala noticia tendemos a pensar que todo viene mal, que esto es un círculo vicioso. Se trató de romper esa visión tradicional de los uruguayos. Y para eso fueron fundamentales los anuncios, la credibilidad de los anuncios, que fue a lo que el gobierno apostó a lo largo de todos estos años.

Un buen diagnóstico de la situación era fundamental para la toma de decisiones. El diagnóstico era muy sencillo: tendríamos un impacto de la crisis internacional acotado y transitorio. Uruguay sufrió un shock específico, propio, que fue la sequía, con importantes efectos en el nivel de actividad y en la inflación. Y finalmente teníamos un conjunto de fortalezas que nos iban a permitir implementar políticas macroeconómicas destinadas a minimizar el impacto de esos shocks.

Ese fue el diagnóstico a partir del cual se tomaron las decisiones. Las decisiones más importantes son las que estamos planteando en este momento, las identificamos como tres grandes decisiones que tomamos ni bien asumimos la conducción del nuevo equipo económico.

La primera gran decisión fue mantener el gasto social comprometido en la rendición de cuentas y acelerar las inversiones en infraestructura. Este tema fue muy cuestionado en su momento, por qué mantener ese gasto social; nuestro planteo fue que teníamos espalda, que teníamos fortalezas suficientes como para mantenerlo. Casualmente algunos que en ese momento nos cuestionaban ahora plantean una reducción significativa de impuestos, de 600 millones de dólares, lo que refleja que las finanzas públicas están en una situación relativamente sólida.

Otra decisión muy importante fue mantener los aumentos salariales acordados en la tercera ronda de los consejos de salarios e incorporar una cláusula de salvaguardia. Este también fue un tema polémico, pero a la luz de la respuesta de la economía uruguaya creemos que fue una decisión correcta.

Y un tercer bloque de decisiones fue cómo enfrentar el rebrote inflacionario. También aquí hubo discusiones, se nos recomendaba una política ortodoxa de ataque a la inflación a partir de un ajuste fiscal y una política monetaria fuertemente contractiva. Preferimos optar por un conjunto balanceado de medidas que no atentaran contra el nivel de actividad cuando estábamos sufriendo la crisis internacional.

Estas tres decisiones apuntaron al cumplimiento de los objetivos que habíamos planteado en ACDE: asegurar la estabilidad económica y financiera del Estado, amortiguar el shock externo y consolidar la mejora de los indicadores sociales. Hacíamos hincapié en manejar cuidadosamente los instrumentos para no afectar negativamente alguno de estos tres objetivos.

En forma muy esquemática, apuntamos a ver las decisiones de política macroeconómica, fiscal y monetaria, que tomaron los países desarrollados. Los países avanzados del Grupo de los 20 (G20) enfrentaron la crisis con políticas monetarias y fiscales muy expansivas. En esos países el déficit fiscal aumentó 6% en promedio y la tasa de interés de referencia de los bancos centrales bajó seis o siete puntos básicos.

Uruguay tuvo una expansión fiscal bastante más moderada que los países desarrollados y tuvo un leve aumento de la tasa de interés porque estaba enfrentando un fenómeno propio, que era el aumento de la inflación. Por lo tanto la tasa de interés subió en diciembre del 7,5 al 10%.

En la crisis de 2002 Uruguay reaccionó en forma completamente diferente, hubo un fuerte ajuste fiscal, derivado de que no había posibilidad real de tener una política expansiva o neutra, y además hubo una política monetaria muy contractiva, que no se manejaba sobre la base de la tasa de interés, se manejaba sobre los agregados monetarios; eso se puede traducir en una tasa de interés equivalente que mostró una suba muy importante durante ese período. Este esquema es clave para entender la reacción macroeconómica en cada uno de los períodos y compararla con lo que hicieron las economías desarrolladas.

Afinando un poquito más la parte estrictamente fiscal, los países desarrollados aumentaron el déficit 6% (columna del medio de la lámina). De ese 6% de aumento de déficit prácticamente 2% correspondió a medidas discrecionales, medidas adicionales que tomaron los gobiernos, el 4% fue lo que en términos técnicos se llama estabilizadores automáticos, es decir, la ampliación del déficit fiscal derivado de la caída de la recaudación y de otros elementos endógenos que, en ausencia de medidas, tienden por sí a aumentar el déficit fiscal.

Uruguay hizo una expansión moderada del déficit, y buena parte de esa expansión fue un fenómeno automático, es decir, se dejó aumentar el déficit fundamentalmente por el efecto de la sequía con el impacto en UTE, en tanto el tamaño de las medidas discrecionales fue reducido.

En 2002 (columna a la derecha) Uruguay tuvo un fenómeno de caída de la recaudación que mucho más que se compensó con medidas discrecionales correspondientes a un ajuste fiscal que implicó aumento de impuestos, aumento de tarifas y reducción del gasto por la vía de no convalidar los aumentos de inflación en jubilaciones y remuneraciones.

Buscamos mostrar los diferentes comportamientos fiscales de Uruguay cuando enfrentó la crisis de 2002 y en la situación actual.

Muy resumido, queremos dejar constancia de las acciones concretas que se tomaron ante cada uno de los problemas que se identificaron.

Crisis internacional. Se hizo un apoyo focalizado en los sectores más afectados, se mejoraron los regímenes de devolución de impuestos y prefinanciación de exportaciones, se creó un seguro de desempleo parcial asociado a un proceso de capacitación, se dieron mayores beneficios tributarios a las inversiones y se trabajó en la línea de facilitar el acceso al crédito a partir de varios elementos, entre ellos la creación del sistema de garantía para pymes.

Sequía. Se dio un subsidio y financiamiento a los productores lecheros, se dio un subsidio para la compra de forrajes y se suspendieron los aportes patronales rurales como medidas de contenido económico. No fueron las únicas, pero son las que nos parece importante destacar.

Rebrote inflacionario. Se aumentó la tasa de interés, se ajustaron las tarifas por debajo de la inflación, se contuvieron algunos precios administrados como la cuota mutual, el boleto y el taxi; se facilitó la importación de frutas y verduras, y se logró un acuerdo voluntario de precios en algunos sectores muy importantes para el consumidor.

¿Cómo vemos la interacción entre la política económica y la economía y cómo la política económica puede ayudar o no a amortiguar el shock externo? Este es un enfoque más bien conceptual. La crisis económica pega en Uruguay directamente en el sector público y en el sector privado. En el sector privado pega directamente a los sectores más afectados por la caída de las exportaciones, pero pega también en un segundo canal que para nosotros es extremadamente importante, que es el de las expectativas. Ese canal afecta decisiones de consumo, decisiones de inversión, y generalmente es el canal más importante para amplificar los efectos de las crisis. Y en el sector público afecta las cuentas públicas.

Política económica. Entendemos que no se puede analizar únicamente lo que hizo el gobierno en esta coyuntura, sino que se deben considerar las acciones previas como componentes de la política y de las respuestas. En 2002 el gobierno debió actuar de forma procíclica no porque lo deseara, porque considerara que eso era lo óptimo, sino porque en el pasado se habían desarrollado políticas que provocaron que en 2002 no se pudiera actuar en forma contracíclica. Las respuestas de política económica son claves en esta situación porque el manejo de las cuentas públicas, de estímulos que directa o indirectamente se reflejan en las cuentas públicas, termina impactando en el canal de las expectativas, que es el principal canal de trasmisión.

Ese es el esquema conceptual. Muchas veces hemos escuchado decir que la política económica no tiene nada que ver con la situación económica, que todo se explica por aspectos internacionales, por eso presentamos este enfoque para que se entienda la importancia de las decisiones económicas sobre todo en el manejo de las crisis.

Resultados de las políticas implementadas. Presentamos un gráfico con aproximadamente 50 países –los más importantes en términos de producto– que muestra, a partir de una única fuente, cómo cambiaron las proyecciones de crecimiento entre enero y junio de 2008 y enero y junio de 2009. Uruguay fue de los países que menos ajustaron las proyecciones de crecimiento, pasó del 4-4,5% que preveíamos para 2009 al 1-1,5% que se prevé en la actualidad. Son tres puntos de ajuste de las perspectivas de crecimiento para 2009. Eso contrasta fuertemente con los ajustes para el mismo período en buena parte de los países.

Uruguay fue de los países menos afectados por la crisis, es otro aspecto que hay que remarcar. En la parte superior de la diapositiva se presenta la cantidad de trimestres de caída del producto, y Uruguay ahí figura con un 1, es decir, el primer trimestre fue el único trimestre de caída del producto. En la parte de abajo se presenta la caída acumulada del producto desde el máximo antes de la crisis hasta el valle en el período en que la economía comienza a recuperarse. Creemos que esa es la forma más adecuada de medir el impacto de la crisis, cuánto cayó el producto desde el pico hasta el valle, y ahí Uruguay aparece con 2 con algo, que es la caída del primer trimestre, que se destaca favorablemente con respecto a buena parte de los países.

En una fotografía de lo que van a ser las tasas de crecimiento a escala mundial este año, vemos que buena parte de los países desarrollados va a presentar tasas negativas, algunas muy importantes; en promedio los países avanzados van a caer 3,4%, América Latina va a caer 2,5%, y Uruguay es de los pocos países de la región que crecerán este año, con un 1,2%. Después tenemos el sureste asiático, los casos de China, la India y otros países asiáticos que históricamente han crecido a tasas extraordinarias.

Este 1,2% es la proyección de crecimiento del producto que hicimos hace unos meses, que estamos revisando al alza; aún no podemos dar un número, pero las perspectivas son que esta proyección sea incluso mayor cuando se divulguen los datos del BCU la semana que viene. En función de esos datos y de lo que ha ocurrido en los últimos meses, es probable que este número sea más alto.

Y a esto le tenemos que agregar el efecto de la sequía, que es un shock de Uruguay. ¿Qué habría pasado si no hubiéramos tenido la sequía? Nuestra estimación es que habríamos crecido 1,5% más. Es decir, si Uruguay no hubiera sufrido ese shock particular estaríamos con un 2,7% de crecimiento, más el ajuste que probablemente se haga una vez conocido el dato del BCU.

Este gráfico es una buena forma de ver cómo la economía uruguaya se ha reactivado más rápidamente que las de la región. Presentamos el indicador de clima económico de la Fundación Getulio Vargas divulgado hace unas semanas, que dice que Uruguay junto con Brasil y Perú son las tres economías que están en lo que identifican como el área de boom económico. Cuando el indicador de situación actual es mayor de cinco, es decir, hay una visión favorable de los analistas de la situación, y cuando el indicador de expectativas –en el eje vertical– también es favorable, mayor de cinco, se prevé un mayor crecimiento en el futuro. Funciona en dirección horaria: cuando las economías entran en recesión, lo primero que se ajustan son las expectativas a la baja; luego hay una evaluación de la situación actual, se pasa a la situación caracterizada como recesiva, en que tanto la situación actual como las perspectivas futuras son evaluadas negativamente, luego mejoran las expectativas, y finalmente, cuando la economía se recupera totalmente, tanto las expectativas del futuro como la evaluación de la situación son favorables. En el gráfico se ve claramente el comportamiento de Uruguay y del promedio de América Latina y se observa que Uruguay atravesó rápidamente un período de deterioro de expectativas, muy rápidamente lo que ellos consideran el área de recesión, y ya estamos nuevamente en una visión favorable de la situación y con buenas perspectivas hacia el futuro.

Proyecciones para 2010. Entendemos que es posible alcanzar un crecimiento de 3,5%, es una proyección realista, con todas las componentes de la demanda creciendo a tasas importantes. Es importante marcar que no vamos a tener desequilibrios en la cuenta corriente ni en el mercado laboral, que va a tener un crecimiento importante, va a continuar creciendo el empleo. Nótese que el año está cerrando con un crecimiento del empleo de 2,5%, mayor que el producto, y la tasa de desempleo ha seguido bajando a pesar de la crisis internacional. De modo que creemos que es un año muy bueno a la luz de la difícil situación externa.

Fundamentación de las proyecciones. Vamos a hacer un breve análisis de coyuntura, vamos a ver qué está pasando con las principales variables macroeconómicas. La exportación se está recuperando, Uruguay XXI recién publicó el dato de noviembre, que muestra un crecimiento importante tanto en volúmenes físicos como en montos de las exportaciones. Las importaciones también reflejan un crecimiento importante; esta es una de las variables claves para ver el estado de actividad económica, y se observa un crecimiento notorio de las importaciones de productos asociados a un mayor nivel de actividad interna y externa. Según un relevamiento hecho por la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU), la inversión privada en maquinarias y equipos muestra en el último trimestre un dinamismo muy importante, una recuperación luego de una baja insignificante si se tiene en cuenta la coyuntura internacional. Este dato es muy auspicioso porque revierte todas las expectativas desfavorables de los meses previos. La inversión ha seguido creciendo, en 2006 y 2007 había crecido impulsada fundamentalmente por el emprendimiento de Botnia, pero después de la finalización de la obra continuó creciendo a tasas importantes, está en el máximo histórico y nos posiciona muy bien para el año que viene.

La industria era uno de los sectores que más nos preocupaban. La industria crece, se está recuperando, ahora tenemos el indicador que construye la CIU sobre la base de una metodología clara, transparente, que prevé que el crecimiento industrial continúe en los próximos meses. Es un aporte muy valioso del sector en materia estadística que complementa la información que proporciona el BCU. De modo que también el sector industrial aparece creciendo a tasas importantes.

Confianza de los consumidores. El gráfico dice más que cualquier palabra, la confianza del consumidor está muy fuerte en estos últimos meses, mucho más alta que antes de la crisis, y se refleja en las ventas. La encuesta de la Cámara de Comercio del último trimestre muestra un crecimiento en prácticamente todos los sectores.

Mercado laboral. Es otro aspecto importante que ha sido muy cuestionado por sobrerregulado, a diferencia de lo que ocurre en otros mercados, como el de Estados Unidos y el de Chile. Uno esperaría que un mercado sobrerregulado en plena crisis sufriera mucho en materia de empleo. Sin embargo vemos que Uruguay (línea roja) se ha mantenido fluctuando entre 7 y 8% de desempleo; el dato publicado ayer indica que estamos en 6,4%, prácticamente el mínimo histórico. La cifra contrasta fuertemente con el crecimiento del desempleo en Estados Unidos, de 5 a 10%, y sobre todo con el caso chileno. Chile ha sufrido la crisis internacional bastante más que Uruguay, y no es solamente un problema de que esté más expuesto al exterior: Uruguay se ha protegido y esa protección le ha permitido tener resultados que se comparan favorablemente incluso con una economía como la de Chile que tiene tanto caídas de actividad importantes como aumentos de tasas de desempleo importantes.

Seguro de desempleo. Si bien ha sido noticia de prensa el envío de trabajadores al seguro de desempleo, si se mira el fenómeno en una perspectiva histórica se ve que las empresas no han recurrido en forma masiva a este instrumento. Durante la crisis de 2002 prácticamente uno de cada 10 trabajadores del sector privado estaba en el seguro de desempleo, y durante este último año aumentó la cobertura, pero pasó de 2 a 3%, no tuvo un impacto ni cercano al de la crisis anterior.

Pobreza. Este es uno de los aspectos que más nos preocupan, lo planteamos al principio, los indicadores sociales asociados a la pobreza fueron una de las principales preocupaciones del gobierno cuando enfrentó la crisis. Esta proyección de la CEPAL (a la izquierda) recientemente publicada –todavía no ha cerrado el año, pero es una estimación de la CEPAL basada en su línea de pobreza– estima que el porcentaje de pobres va a subir en 2009 de 33 a 34%, lo que es lógico en un escenario recesivo y de crisis.

De la proyección de los microdatos de los primeros nueve meses de la Encuesta de Hogares realizada por el MEF resulta que la pobreza continuó reduciéndose, se redujo algo más de un punto, básicamente por el aumento de los ingresos de los hogares, que acercó más hogares a la línea de pobreza y llevó a algunos a superarla. Por tanto también por este lado estamos muy satisfechos con los resultados.

Esto lo ponemos en perspectiva histórica. El principal problema de las crisis que atravesó Uruguay fue el brutal aumento de la pobreza que luego demoró años en reducirse y volver a los niveles previos. Este es un aspecto no menor, yo diría que es el elemento central de la política económica: en períodos de crisis de la economía, de recesión internacional, reducir los impactos sobre los sectores más vulnerables de la población. Eso se logró sobre la base no solo de la política económica, sino de la red de protección social que jugó un rol central en los últimos años, fundamentalmente en este último año. Ese es otro factor que explica cómo logramos reducir la pobreza en plena crisis internacional.

Conclusiones. Atravesamos la recesión más importante a escala mundial de los últimos 50 años sin mayores costos sociales; diría más, con ganancias sociales: el salario continuó creciendo, el ingreso de los hogares también, las jubilaciones, en enero vamos a tener 4-5-6% –según cuál sea la inflación– de aumento real de las pasividades, es algo muy importante. Enfrentamos la crisis internacional con fundamentos sólidos, pero lo importante es que salimos con fundamentos aún más sólidos. Y los países que logran atravesar las crisis y salir en una situación de fortaleza son los que los inversores van a identificar como países claves para hacer las inversiones. Es decir, los países que por una crisis tienen fuertes caídas de actividad, de empleo, de ingresos, son un factor de incertidumbre en el futuro para nuevas inversiones. Por eso cómo Uruguay atravesó la crisis es fundamental para el futuro.

La economía uruguaya, a diferencia de las economías desarrolladas, no presenta desequilibrio externo ni un desequilibrio fiscal importante, algo que contrasta fuertemente con el panorama internacional.

El sistema financiero es sólido, goza de buena salud, a diferencia de lo que ocurre en las economías desarrolladas, donde todavía queda una agenda de temas para reestructurar el sistema financiero.

Por último, para resumir la idea central, las perspectivas de crecimiento e inversión son muy auspiciosas, lo que también contrasta con las perspectivas muy magras de una recuperación muy modesta de las economías desarrolladas.

Muchas gracias.