Muchas gracias por la atención. No tenía la más mínima intención de hablar; se está hablando demasiado en los últimos días, mucho comentario, mucha prensa, cuando hay que conformar un gobierno deberíamos trabajar  más y hablar menos, sobre todo públicamente. Pero está visto que las cosas son así. Lo único que puedo decir es lo siguiente: no pretendemos tocar el paraíso con la mano ni estamos en la puerta de un apocalipsis. Mandrake no ganó las elecciones, el país que vamos a tener es hijo de nuestro esfuerzo. Pero tengo la sensación de que vamos a entrar en una época un poco distinta, porque el país ha madurado. Vamos a entrar en la época de la responsabilidad inequívoca y de ir dejando siquiera en parte la época solo del reclamo. Y esto nos juega a todos. Se va la época de echarle la culpa al mundo –el mundo es como es, ni se inmuta por el juicio que nos pueda generar– y tener conciencia de que dependemos de nosotros.

Sí me parece importante en un país en que la logística demuestra que es gravitante en el curso de la economía, en un país que ha jugado una parte de su porvenir a la industria turística, en un país que está reformulando rápidamente su agricultura, sobre todo de granos de secano, darnos cuenta de que con todos los defectos, que son enormes y que yo no disimulo, nuestros nudos con la región son francamente estratégicos, porque hablar de un Uruguay logístico significa navegar por el Paraná. Esto hay que tenerlo claro.

Creo que hay un enorme porvenir, así que el cuidado de esa relación frágil, difícil, con contradicciones, es estratégico. Y como hay gente con canas, les recuerdo los tiempos en que Uruguay tuvo conflictos con Perón. Es hora de hacer un balance. Hay que entender que la relación con la región para nosotros es una cosa muy seria, no concibo el Uruguay tapón, concibo el Uruguay puente. Tenemos que tenerlo claro como conciencia y luchar tal vez todos. Esto debería ser cuestión de unidad nacional, porque es la manera de construir gran parte del porvenir de Uruguay. Cada vez es más evidente que en un país vacío a sectores del exterior les gusta venir a vivir a Uruguay, y si no, basta mirar lo que está sucediendo en Colonia. Esos fenómenos se han dado porque sí y hay que remar a favor de esos fenómenos, que son de una importancia crucial.

Les agradezco mucho, hasta por la definición de esta sociedad. Si dos cosas tiene América Latina que la unifican, es pensar en castellano y su tradición cristiana. Es posible que cuando uno se va poniendo viejo se vaya acercando a la duda de Dios cuando no ha creído. Es posible, pero me gusta el cristianismo como filosofía, como definición del hombre arriba de la tierra. Todavía no puedo ser creyente, pero me gusta y soy definido por los valores cristianos. Así que muchas gracias por la invitación.