Análisis Económico

Zona del euro conmovida por la crisis fiscal en Grecia: posibles salidas y sus consecuencias para la unión monetaria europea

Análisis del economista Pablo Rosselli, de la consultora Deloitte.


(Emitido a las 8:43 horas).


EMILIANO COTELO (EC):
Estos últimos días, los mercados financieros volvieron a poner sus miras en la crisis que enfrenta Grecia y en las posibles repercusiones sobre la zona del euro. Esto, luego de que varias autoridades en Europa reclamaran medidas de austeridad fiscal en ese país, acusado, a su vez, de distorsionar sus estadísticas fiscales para esconder la magnitud del incumplimiento de las metas que impone el Tratado de Maastricht.

El presidente del Banco Central Europeo, por ejemplo, advirtió sobre el exceso de endeudamiento de varios países de la zona monetaria. La canciller alemana, Angela Merkel, apuntó directamente a Grecia, señalando que ese país debía implementar medidas de ajuste fiscal.

Aparecen numerosas opiniones advirtiendo sobre la posibilidad de un escenario de default de algunas deudas soberanas de países europeos. Y no faltan los que, lisa y llanamente, vaticinan la salida de Grecia de la zona del euro.

Vamos a examinar en detalle la situación que enfrenta la unión monetaria europea. Estamos en diálogo con el economista Pablo Rosselli, de la consultora Deloitte.

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EC: Hace un mes hicimos un primer análisis con ustedes sobre la situación de Grecia... Antes de entrar en el tema de fondo, lo que supone esta crisis en Grecia para la unión monetaria (para el proyecto del euro), brevemente repasemos los aspectos clave de la crisis que vive el país...

PABLO ROSSELLI (PR):
Grecia enfrenta una situación de recesión que se originó en la crisis internacional y que derivó en un fuerte deterioro de sus cuentas públicas.

El PIB habría caído 2,7% en 2009 y se espera un nuevo descenso, de 0,3% para 2010. Es decir, una recesión bastante larga para los parámetros europeos. En ese marco, el déficit fiscal trepó a 13% del PBI (Producto Bruto Interno), en medio de crecientes dudas sobre la fiabilidad de las estadísticas oficiales, que podrían estar escondiendo un desequilibrio algo mayor...

EC: ...Ya 13% del PBI es una monstruosidad, ¿no?

PR: Es extraordinariamente grande.

Más allá de esa discusión sobre la credibilidad de los datos fiscales, hay escasas perspectivas de una mejora importante de la situación fiscal en medio de una recesión. Aunque el gobierno presentó un plan para bajar el déficit hasta menos de 3% del PBI en 2012 (que es el máximo permitido por el Tratado de Maastricht), nadie toma seriamente ese planteo. Un ajuste fiscal tan fuerte generaría un proceso mucho más recesivo. A su vez, la deuda pública llega a un 110% del PBI y continuaría creciendo hacia más de 135% en 2011.

EC: Algunos podrían preguntarse por qué razón una crisis en Grecia genera tantas preocupaciones para la zona del euro. Grecia es un país pequeño en la escala europea...

PR: Sin dudas, Grecia es un país muy pequeño para la zona del euro. Su economía representa, aproximadamente, un 2,5% del PBI de la eurozona. El problema de fondo está en que son varios los países que han visto un aumento fuerte del déficit fiscal, superando el máximo permitido de 3%. En la lista están Italia, Portugal y también España.

En el caso de este último hay que remarcar que el déficit fiscal ha subido fuertemente, hasta niveles del orden del 10% del PBI. Pero la deuda pública en España es mucho más baja que en Grecia: se sitúa en torno de 50% del PBI –el Tratado de Maastricht permite hasta 60%-.

Si no se restablece cierto orden en el manejo de las cuentas públicas, más tarde o más temprano surgirán presiones para que el Banco Central Europeo termine haciéndose cargo de las deudas públicas de varios países.

Una decisión de rescate a Grecia, por ejemplo, podría justificarse desde la perspectiva de que con esa medida se evitaría un contagio hacia otros países de Europa que también enfrentan dificultades. Pero, por otro lado, un apoyo financiero fuerte del Banco Central Europeo o eventualmente de un conjunto de gobiernos europeos podría ser visto al final como un premio a los países que no hacen un manejo responsable de las cuentas públicas. Y también podría alentar nuevos incumplimientos fiscales, lo que en la jerga de los economistas se llama riesgo moral.

EC: ¿Y qué posibilidades tiene Grecia de acceder finalmente  a alguna clase de salvataje de la Unión Europea? Te lo pregunto porque hay quienes sostienen que eso no debe ocurrir. Angela Merkel insistió estos días en que Grecia debe hacerse cargo de sus propias decisiones, porque, en realidad, el exceso de gasto público en Grecia no empezó con la crisis internacional, sino que viene desde el año 2000. Inclusive parecería que Grecia distorsionó la información fiscal cuando solicitó su ingreso a la unión monetaria.

PR: Como decíamos hace un mes, todavía no estamos ante una situación dramática... El riesgo país de Grecia continúa subiendo, pero se encuentra en torno de 275 puntos básicos, un nivel bastante moderado. No hay una necesidad inminente de definir un paquete de rescate a Grecia, aunque en realidad el Banco Central Europeo está financiando indirectamente a varios gobiernos: inyecta liquidez en el mercado y los bancos de los países la canalizan para la compra de deuda pública que financia el déficit fiscal.

No estamos ante una situación dramática, sino que estamos observando una presión creciente de algunos países de Europa, a favor de que se adopten medidas de ajuste fiscal.

Sucede, sin embargo, que son varios los analistas que se muestran muy escépticos acerca de que esas medidas fiscales tengan los efectos buscados.

EC: ¿Por qué razón?

PR: Porque Grecia enfrenta un problema parecido al que tenía Argentina en 2001 (o, en menor medida, Uruguay). Grecia se ató al euro y abandonó completamente su moneda. En los años posteriores al ingreso al euro, Grecia vivió un período de fuerte crecimiento, alentado por un exceso de gasto público y por bajas tasas de interés, porque empezó a tener tasas parecidas a las que tenían los países de baja inflación, como Alemania.

Sin embargo, ese auge económico generó una fuerte inflación de precios y salarios (aproximadamente un 30% superior a la registrada en el promedio de la zona de euro). En consecuencia, Grecia quedó con un problema de competitividad en comparación con los demás países europeos. Pero no tiene una moneda propia que devaluar. Si adopta medidas de fuerte ajuste fiscal, como en su momento se adoptaron en Argentina y en nuestro país, hay un riesgo de que se acentúe la recesión, porque al problema de la competitividad se le agrega el de la retracción del gasto público.

Por esa razón, no es claro que una política exclusivamente basada en un fuerte ajuste fiscal como por ejemplo reclama Alemania termine siendo exitosa. Esto, a su vez, refuerza, seguramente, las reticencias dentro de Grecia para seguir ese camino.

Por todo esto, y retomando tu pregunta, hay analistas que entienden que será inevitable cierto apoyo financiero de los países más poderosos a Grecia. En todo caso, lo que en esta perspectiva queda por verse es cuántas exigencias se le plantearán a Grecia a cambio de esos apoyos.

EC: ¿Y qué probabilidad hay de que Grecia termine siendo expulsada de la unión monetaria o de que derive en una crisis fiscal sin recibir apoyo de sus socios?

PR: Es difícil saberlo...

Algunas opiniones sostienen que como Grecia es un país pequeño, sin mucha relevancia para la zona del euro en términos de tamaño, esta crisis sería una buena oportunidad para mostrar que los países que no cumplen con las reglas fiscales terminan fuera de la unión monetaria –no necesariamente de la Unión Europea, que es más amplia y es más bien un acuerdo de integración comercial-.

Sería un buen ejemplo de disciplinamiento fiscal en esta perspectiva. El problema es que una decisión de separar a Grecia de la unión monetaria podría tener efectos negativos para otras economías de la zona del euro.

EC: ¿Por qué?

PR: Una separación de Grecia de la zona del euro supondría que el país debería restablecer una nueva moneda (pongamos, por ejemplo, el euro griego) que rápidamente se desvalorizaría frente al euro. Grecia procesaría, de esa manera, una devaluación, que es algo necesario para un país con problemas de competitividad.

A su vez, debería decidir si mantiene su deuda pública en euros o si pasa la deuda a su nueva moneda, lo que parece el escenario más probable, porque la deuda de hoy ya es ciento y pico por ciento del PBI (va a ser 135% en 2011), luego de una devaluación frente al euro, mantenerla en esta moneda sería muy costoso. En definitiva, esta salida de Grecia del euro podría involucrar un default de la deuda griega.

Ahora, todo eso implicaría que los inversores podrían comenzar a contemplar este tipo de escenarios para otros países que enfrentan problemas fiscales, como Italia (con un déficit fiscal de 5% del PBI y una deuda pública de 110% del PBI), o que enfrentan problemas de competitividad, como España.

Esos países sufrirían un incremento de las tasas de interés, exigidas por los inversores para financiar al gobierno; eso, a su vez, tendría nuevos impactos negativos sobre la actividad económica. Por todo esto es previsible que dentro de la unión monetaria se vean posiciones diferentes en torno de cómo proceder con Grecia. Los países más vulnerables, como Italia, podrían mostrarse más contemplativos con el gobierno griego.

EC: Para terminar, ¿qué consecuencias se pueden observar para la economía internacional de toda esta crisis?

PR: No estamos necesariamente ante una resolución inminente de esta crisis. Eso hace que quizá no veamos demasiadas consecuencias en el corto plazo.

Dependiendo de las señales que vayan enviando los gobiernos, veremos si esta crisis tiene algún impacto importante en la credibilidad de los inversores en el euro.

Por otro lado, podríamos ver alguna volatilidad en las primas de riesgo que pagan los países europeos, podremos ver nuevas dificultades financieras en Europa (también en países del este europeo –que ahora van a tener más lejana su probabilidad de ingresar a la zona monetaria-) y en otros países que presenten fundamentos macroeconómicos débiles.

En última instancia, esto reafirma la perspectiva de que habrá una recuperación lenta de la economía europea. Y eso también supone una recuperación relativamente lenta de la economía mundial, por ahora con diferencias entre los países y con un panorama bastante mejor para las economías emergentes.