Análisis Económico

Lula ingresa en su último año de gobierno: claves del desempeño brasileño y perspectivas para 2010

Análisis del economista Pablo Rosselli, de la consultora Deloitte.


(Emitido a las 8.43 horas)


JUAN ANDRÉS ELHORDOY (JAE):
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva, ingresa en su último año de gobierno.

Este miércoles, el portal argentino Infobae subrayó el buen desempeño que muestra Brasil, luego de las declaraciones del presidente del Banco Central de Brasil, Henrique Meirelles, quien proyecta un crecimiento económico de 5% para 2010.

"Tras varias décadas de bajo crecimiento y vulnerabilidad macroeconómica, la economía de Brasil se encuentra en la mejor posición macroeconómica de su historia", sostuvo Meirelles.

¿Cómo termina el año 2009 Brasil? ¿Cuáles son las perspectivas para 2010? ¿Cuáles fueron las claves del desempeño de Brasil en los últimos años?

Para responder a estas y otras preguntas estamos en contacto con el economista Pablo Rosselli, de la consultora Deloitte.

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JAE: ¿Coinciden con esa visión optimista que se presenta para Brasil en distintos ámbitos?

PABLO ROSSELLI (PR):
Básicamente sí, aunque hay luces y algunas sombras.

Es claro que entre los inversores hay una evaluación muy positiva del desempeño de Brasil. El riesgo del país se encuentra en niveles bajos en términos históricos (poco más de 200 puntos básicos).

Brasil continuó emitiendo deuda en los mercados internacionales, inclusive en los peores momentos de la crisis financiera, en 2008 y 2009. Tiene grado de inversión.

Además, está conquistando posiciones importantes en otras esferas. Aunque nosotros no somos analistas políticos, es claro que Brasil ha ganado posiciones en el ámbito internacional: dentro del Grupo de los 20, la realización del Mundial de Fútbol en 2014 y de los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro para 2016. Son otras dimensiones de ese posicionamiento. Los hallazgos de petróleo en la plataforma continental forman parte de otro aspecto que ha puesto a Brasil en el centro de la atención.

EMILIANO COTELO (EC):
Más temprano mencionábamos que Lula será galardonado con el Premio al Estadista Global, en el Foro de Davos, que será a fin de mes en Suiza.

"El presidente ha demostrado un verdadero compromiso con todas las áreas de la sociedad", dijo el presidente del Foro.

PR: Sí, ese es otro hecho relevante. Y en la misma línea, otro hecho insoslayable es la elevada popularidad que mantiene Lula: un estudio de Ibope marcó en diciembre una aprobación de más del 80%.

JAE: ¿Cómo ven las perspectivas para este año? ¿Coinciden con esa proyección de crecimiento de 5% que hacía el presidente del Banco Central?

PR: Sí, las perspectivas para 2010 parecen muy buenas. En general, los analistas prevén una suba del PBI (Producto Bruto Interno) de 5%. Si se confirma esa proyección, podremos decir que Brasil sorteó muy bien la crisis internacional, porque evitó una recesión importante en 2009: el PBI habría bajado 0,2% el año pasado y estaría retomando un crecimiento fuerte este año.

JAE: ¿Cómo quedarían las cifras del conjunto del período de gobierno de Lula? Y por otra parte, ¿cómo se compara el crecimiento económico de esta administración con el período de Fernando Henrique Cardoso?

PR: Con esta proyección prevista para 2010, la administración Lula -sus dos períodos- promediaría un crecimiento económico de 4%, en promedio anual. Esta tasa de crecimiento es alta para la historia de Brasil, ya que sólo fue superada en la década del 70.

Ese 4% anual de crecimiento es notoriamente mayor al observado en los ocho años de Fernando Henrique Cardoso, que fue de 2,5% anual.

La administración de Cardoso tuvo el gran mérito de terminar con la inflación muy alta que crónicamente padecía Brasil (50% de inflación mensual), pero sus resultados en materia de crecimiento fueron modestos, en parte porque debió enfrentar la crisis que sufrió el Plan Real luego de la crisis asiática y rusa de los años 1997 y 1998.

JAE: ¿Qué sucedió con la pobreza en estos años?

PR: Este es un punto todavía débil de Brasil. Las estadísticas oficiales de IPEA muestran un descenso de la pobreza: desde 35% de la población, en promedio, durante 1994-2002 –correspondiente a la administración Cardoso- hasta 29% en las últimas mediciones. Es un descenso bastante leve, pero estamos ante los porcentajes más bajos en más de 30 años. En Brasil, la pobreza estuvo en torno de 40% desde mediados de los 70 hasta el Plan Real, con lo que bajó a 35% y ahora mostró este nuevo descenso.

En suma, Brasil consolidó un período de crecimiento económico importante y redujo moderadamente la pobreza. En ese crecimiento seguramente jugó un papel importante el contexto externo favorable que predominó hasta 2008, que fue mejor que el observado en los años 90, durante la administración de Cardoso. De todas maneras, el crecimiento económico brasileño vino de la mano de una mejora significativa de los fundamentos macroeconómicos, lo cual pauta que estamos probablemente ante una senda bastante sostenible.

JAE: ¿A qué te referís con "fundamentos macroeconómicos"?

PR: A que el crecimiento vino acompañado de mejoras importantes en otros indicadores relevantes. Brasil consolidó en estos años una inflación baja (del orden de 4,5% anual) y también consolidó un marco de mucha flexibilidad cambiaria, que le permite responder en forma adecuada a los shocks externos como el que tuvimos el año pasado.

Por otro lado, las cuentas públicas, si bien se han deteriorado luego de la crisis internacional, en todos estos años Brasil mantuvo un razonable superávit primario. Aunque se puede alegar que con el crecimiento observado, la política fiscal debió producir mayores superávits primarios.

La deuda pública sigue siendo un factor de vulnerabilidad, sobre todo porque está pactada a plazos bastante cortos, pero esos plazos se han extendido en alguna medida. Además, ha mejorado sustancialmente la composición por monedas y tasas de la deuda.

En 2002, más de un 20% de la deuda pública interna estaba nominada en dólares, mientras que actualmente no hay deuda interna en esa moneda. El gobierno logró que un 30% de la deuda esté pactada a tasa fija en reales, frente a un porcentaje mínimo en 2002. Esto último ha sido posible porque Brasil ha ido construyendo una reputación de mantener la inflación en niveles bajos.

JAE: Es un dato fuerte el que no haya deuda interna en dólares. Si lo comparáramos con Uruguay, claramente es un escenario muy distinto.

Ahora, en este escenario que describís, ¿también han aumentado las reservas en estos años?  

PR: Es cierto, aunque no es un fenómeno exclusivo de Brasil. Luego de la crisis asiática del 97, fueron muchas las economías emergentes que decidieron acumular reservas. En el caso de Brasil superan los 240.000 millones de dólares (un 15% del PBI). Esa liquidez permite enfrentar mejor los períodos de turbulencias internacionales como los que tuvimos en 2008 y 2009.

Junto con una mejor posición de reservas, Brasil está recibiendo importantes inversiones extranjeras directas. En este sentido, se prevén 35.000 millones de dólares de inversión extranjera para este año. Esto hace que también la perspectiva de financiamiento externo luzca razonable. En oposición a lo que se observaba durante el crecimiento económico de los años 90, que coincidía con la necesidad de obtener financiamiento en los mercados externos, ahora Brasil no requiere financiar un exceso de gasto doméstico con préstamos del exterior.

JAE: Ante este panorama alentador, seguro quedan aspectos pendientes... ¿Cuáles destacarías?

PR: La política fiscal debe apuntar a una recomposición del resultado primario. Además, ya mencionamos que es necesaria una reducción más importante de la pobreza. Para eso se requieren políticas más focalizadas en el combate a la pobreza, se requieren reformas en la educación y más crecimiento económico.

Brasil creció mucho en los últimos ocho años, en su propia comparación histórica, pero no creció mucho más que la economía mundial. Decíamos que el país norteño creció un 4% en promedio anual durante los gobiernos de Lula; la economía mundial creció 3,7%.

La gestión de Lula tuvo el gran mérito de mejorar sustancialmente la credibilidad en la conducción macroeconómica, pero han faltado reformas que estimulen un mayor crecimiento: reformas en el campo tributario, en términos de una mayor apertura de la economía y de seguridad social, que quedaron a medio camino.