Análisis Económico

El Índice de Precios al Consumo subió en marzo, aumentando la inflación más de lo previsto

Análisis del economista Pablo Rosselli, de la consultora Deloitte


(emitido a las 8.44 Hs.)

JUAN ANDRÉS ELHORDOY:
El Índice de Precios al Consumo (IPC) aumentó 0,95% en marzo, lo que elevó la inflación registrada en los últimos 12 meses a 7,12%.

Este dato anualizado se ubica por fuera del rango meta, entre 4% y 6% de acuerdo a lo establecido por el Banco Central del Uruguay (BCU). Concretamente, la mayor incidencia recayó en el valor de los cigarrillos, con un incremento de más de 17% registrado en el mes. Pero también hubo otros impactos. Por ejemplo, en el rubro alimentos y bebidas se destaca la suba de zapallitos, zanahorias, tomates, acelgas, todos por encima de 30% en un mes.


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JAE – Estamos con Pablo Rosselli, de la consultora Deloitte. ¿Cómo vieron ustedes este dato de marzo?

PABLO ROSSELLI:
El dato fue claramente mayor a lo que preveíamos, nosotros proyectábamos una inflación de 0,5%, igual que la mediana de la encuesta. El número superó todas las expectativas, el máximo de la encuesta era 0,8%. Pero hay factores excepcionales en el registro de marzo que tú mencionabas: la suba del tabaco y la suba que en promedio tuvieron las frutas y verduras tuvieron incidencias muy significativas en el IPC.

El tabaco subió 17,5% porque hubo un incremento en el IMESI que no teníamos bien contemplado porque es difícil saber de antemano el traspaso a precios de los cambios tributarios; esa suba del tabaco tuvo una incidencia de 0,35% en el IPC. La suba de las frutas y verduras tuvo una incidencia de 0,27%. Esos dos factores, que son excepcionales, tienen una incidencia de 0,6% en la inflación.

JAE – Casi dos tercios.

PR – Exactamente, muy significativo. En el caso de la suba del tabaco estamos ante un fenómeno que es irreversible, la suba del tabaco le puso algunas décimas más al IPC pero no debería volver a observarse. Las frutas y verduras son más volátiles, podríamos ver alguna caída posterior, o quizás no, pero en cualquier caso no lo vemos como un factor importante de impulso sostenido a los precios.

JAE – O sea que los factores excepcionales marcan sin duda una tendencia. Pero con este dato de marzo, ¿no estamos ante una luz amarilla en el tema inflación?

PR – Sin ponerle una nota de dramatismo, que a nuestro juicio no corresponde, en los últimos meses hemos visto subas de precios algo mayores a las que estábamos previendo. En algunos casos fueron factores transitorios: pasó en enero porque las tarifas subieron más de lo que teníamos previsto, hubo una suba de frutas y verduras, en otros casos hubo subas de los bienes y servicios no transables como ocurrió en febrero.

Otras veces comentamos en el programa que había algunos riesgos en el frente inflacionario porque estábamos con una expansión fuerte de la demanda interna que fue confirmada con el dato de actividad económica del cuarto trimestre. Y además –esto es más reciente– estamos viendo indicios en el mundo de una inflación externa mayor. Tú lo comentabas más temprano, el petróleo ayer superó los 86 dólares. También estamos viendo precios de exportación altos, en algunos casos importantes como los precios de exportación de la carne, que están subiendo; esas subas se trasladan al precio del novillo y podrían impactar en los precios domésticos, con lo cual hay cierto riesgo en el frente inflacionario.

JAE – Si miramos la inflación de los últimos 12 meses, esta se ubica en 7,12%, por fuera del rango meta que ha establecido el BCU. ¿Crees que hay riesgo de que no se cumpla la meta de inflación?

PR – En primer lugar hay un tema con el rango objetivo. El Comité de Política Macroeconómica señaló a fines del año pasado que su objetivo de inflación pasaba a ser de 4% a 6% en lugar del 3% al 7% pero en un horizonte de 18 meses, con lo cual uno podría decir que todavía estamos con un rango de inflación objetivo que va de 3% a 7% y que recién a mediados del año que viene el BCU debería estar mirando el cumplimiento de su objetivo con ese rango de 4% a 6%.

Nosotros pensamos que este año la inflación va a estar probablemente dentro del rango de 3% a 7%, aunque muy cerca de ese 7%. Pero de todas maneras hay un riesgo de incumplimiento y eso queda más claro si pensamos en lo que los analistas están marcando para los siguientes 18 meses. Para los siguientes 18 meses el BCU inequívocamente tiene un objetivo de 4% a 6%. La mediana de la encuesta de expectativas manejaba hasta antes de conocerse el dato de marzo una expectativa de inflación de 6,15% para 2010 –sería dentro del rango de 3% a 7% que tenemos en 2010– pero de 6,3% para los siguientes 18 meses. Y eso sí marca una expectativa de no cumplimiento de la nueva meta que se fijó el Comité de Política Macroeconómica a fines del año pasado para los siguientes 18 meses, con lo cual hay un riesgo de incumplimiento sobre todo en ese horizonte un poco más largo.

JAE – ¿En este contexto puede jugar algún rol la política monetaria?

PR – Nosotros comentábamos a fines del año pasado que la política monetaria había adquirido un signo expansivo con la decisión del BCU de bajar la tasa de interés desde 8% a 6,25% anual. Esa decisión se tomaba en medio de una economía en crecimiento y con muy bajo desempleo, con lo cual atribuíamos la decisión del BCU a un objetivo de mitigar o detener la caída del tipo de cambio que se observaba. Y esa decisión de darle un signo expansivo a la política monetaria involucraba cierto riesgo en el frente inflacionario. Lógicamente el BCU tiene que mirar más de un objetivo, hay cierto trade off o cierta oposición entre el objetivo de inflación y el objetivo cambiario. Y por eso mismo comentamos varias veces la importancia de que la política fiscal adquiriera un signo contracíclico. Eso quiere decir que a partir de la ley de presupuesto se contemple un crecimiento del gasto en términos reales por debajo de lo que es la tendencia de crecimiento del PBI en Uruguay, que nosotros estimamos en torno del 4% anual en términos reales. Y también comentábamos la importancia de que se procesara una moderación del crecimiento de los salarios.

Pero también hay que ser claros en una cosa, y lo hemos dicho otras veces. En todo el mundo la inflación se combate con la política monetaria y Uruguay no es una excepción. Pensemos solamente que cualquier decisión en el frente fiscal o en el frente salarial recién va a empezar a tener algún efecto en el año 2011. A nuestro juicio probablemente sea necesario que antes de eso el BCU suba sus tasas de interés, cosa que por ejemplo también se está discutiendo en Brasil. En Brasil la última reunión del Comité de Política Monetaria mantuvo la tasa de interés, pero fue una votación bastante dividida, cinco a favor de mantenerla y tres a favor de aumentarla.

JAE – Sí, Australia resolvió hoy justamente aumentarla, o sea que allí hay un elemento de atención en muchos países. Ahora, una suba de tasas de interés de referencia afectaría el dólar que ayer justamente cerró en 19,35, ¿cómo ven ustedes este escenario?

PR – Nosotros estábamos proyectando un descenso del tipo de cambio este año hacia niveles que situábamos en torno a los 19 pesos para fin de año. Con los altos precios de exportación que mantiene el país –a pesar del ajuste que hubo luego de la crisis de 2008–, con el dinamismo de la actividad económica, con la expansión que está mostrando la inversión extranjera directa, veíamos presiones de apreciación de nuestra moneda en términos reales.

Este panorama en materia de inflación, donde la inflación por diversos factores viene siendo un poquito mayor a la que estábamos previendo en los últimos meses, nos refuerza la idea de que probablemente sea necesaria alguna suba de tasa de interés y que también es bastante probable que el dólar registre alguna baja adicional.

Y por eso mismo el énfasis que otras veces hemos puesto en que la política económica debe buscar una mayor consistencia entre lo que es la política fiscal y salarial con la política monetaria. Y eso tiene que ver –como decíamos recién– con la moderación del gasto público, con la moderación de la suba de los salarios, si no para revertir la tendencia de la baja del dólar por lo menos para mitigar los impactos negativos en la competitividad que está teniendo el descenso del dólar.


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