Análisis Económico

¿Cuáles fueron las principales conclusiones de la última reunión del G20?

Análisis de la economista Tamara Schandy, de la consultora Deloitte.


(emitido a las 8.45 Hs.)
 
JUAN ANDRÉS ELHORDOY (JAE):
La semana pasada se llevó a cabo la reunión de los líderes de los países del G20 en Seul. Había varios temas en la mesa, desde la eventualidad de una "guerra de monedas" hasta temas de regulación del sistema financiero. ¿Cuáles fueron las principales conclusiones? El diálogo es con la economista Tamara Schandy, de la consultora Deloitte.
 
¿Cómo vieron ustedes el comunicado que se emitió al término de la reunión? ¿Cuáles son los mensajes más relevantes?
 
TAMARA SCHANDY (TS):
Empecemos por las declaraciones más concretas. Como estaba previsto, se respaldó la reforma del FMI de forma que países como Brasil y China tengan más peso en la toma de decisiones del organismo, en línea con el peso también mayor que están cobrando en la economía mundial. Los emergentes ganarán un 6% de cuota de representación y dos de las nueve sillas europeas en el comité director del FMI.
 
También hubo un respaldo explícito a lo que se conoce con el nombre de estándares de Basilea III, que son una serie de lineamientos que hacen (entre otras cosas) a qué requerimientos de capital se exigen a las instituciones financieras.
 
JAE: Quizás sea bueno repasar brevemente cuál es la idea.
 
TS: Basilea III es un conjunto de lineamientos que procuran reforzar la seguridad de los sistemas financieros, exigiendo que los bancos tengan más capital por cada dólar de activos. Esto es, lógicamente, para que estén en mejores condiciones para afrontar momentos de crisis. Hay un requerimiento de capital ordinario de 4.5% de los activos ponderados por riesgo, más un 2.5% adicional que operaría como "buffer" o amortiguador para tiempos de crisis. Tenemos una exigencia total de 7% de los activos ponderados por riesgo. Además, se reducen los tipos de capital admisibles para el cómputo de estos ratios. Hay foco en lo que se llama el capital ordinario, que es en definitiva el que en última instancia permite absorber las pérdidas. Basilea III reserva también la posibilidad de exigir capital adicional a ese umbral a discreción de los reguladores para moderar la expansión del crédito, y deja espacio para que haya requerimientos más duros para aquellas instituciones que son (como se dice en la jerga) "sistémicamente importantes". O sea, que por su tamaño o por su grado de interacción con otras instituciones juegan un rol central en el sistema financiero de un país.
 
Volviendo a la resolución del G20. Decía antes que hubo un respaldo explícito a Basilea III. Es importante marcar que luego estará en cada país decidir la forma y el tiempo de implementación de estas medidas, porque la regulación es nacional. A nivel conjunto se acordó ir transitando en esa dirección.
 
Ahora, al margen de estos elementos (en torno a los cuales ya había un consenso conocido de antemano) no hubo mayores novedades. A decir verdad, sucedió lo que muchas veces sucede con este tipo de encuentros. La declaración fue más bien un mensaje de compromiso, sin que se anunciaran medidas con implicancias muy significativas a nivel práctico.
 
Por ejemplo, la declaración hizo énfasis en la necesidad de trabajar para ponerse de acuerdo en un conjunto de indicadores para monitorear los desequilibrios globales. Quedó entonces descartada la propuesta de Estados Unidos de poner límites a los desequilibrios de cuenta corriente; propuesta que claramente apuntaba a limitar el superávit que hoy tiene China y que Estados Unidos aduce que obedece a que tiene una moneda artificialmente barata. Pero no hay un planteo alternativo, sólo un cronograma de trabajo para diseñar esos indicadores.
 
JAE: ¿Y en relación a las paridades cambiarias? ¿Hubo algún anuncio concreto? Te lo pregunto porque antes de la reunión había habido mucha prensa en torno a que la "guerra de monedas" iba a ser un punto central de la agenda.
 
TS: En general en el tono de las declaraciones se advierte una condena hacia las medidas unilaterales. Fuera del comunicado oficial, muchos líderes aprovecharon la oportunidad para cuestionar los efectos que tendrá la expansión monetaria que anunció recientemente Estados Unidos en términos de flujos de capitales a las economías emergentes y en términos de presiones adicionales para la apreciación de sus monedas.  
 
Hubo una expresión de voluntades de que se transite hacia un escenario en el que los países actúen de forma más cooperativa. También de que se procure que este conflicto no escale en medidas de protección comercial. Nuevamente hablamos de expresiones de compromiso más que de iniciativas concretas.
 
A nuestro juicio hubo un tema que merece cierto destaque y es que la declaración de alguna forma validó el uso de medidas que podríamos llamar más heterodoxas para contener las fluctuaciones en las paridades cambiarias.
 
JAE: ¿A qué te referís concretamente?
 
TS: La declaración no es concreta, todo lo contrario. Fue algo más bien tácito. Se refiere a "respuestas de política económica" en los casos de países que están experimentando una presión "indebida" de apreciación. Así que no es claro. Se puede inferir que entre otras cosas aquí quedan englobadas iniciativas de controles de capitales como por ejemplo del tipo de los que han adoptado recientemente países como Brasil, Corea, Indonesia o Tailandia y que hemos comentado otras veces en este espacio.
 
El comunicado se refiere particularmente a los países que flotan pero que tienen sus monedas "sobrevaluadas". El tema aquí es que no es para nada fácil determinar cuándo una moneda está demasiado apreciada. Incluso a nivel académico es un tema en el que hay varias visiones. Más aún en el debate internacional en el que se mezclan consideraciones políticas.
 
Pero de todas formas, y más allá de que no está claro cómo se va a instrumentar esto, lo cierto es que parece haber una aceptación al menos tácita de que este tipo de medidas forman parte de los instrumentos que tienen los gobiernos para actuar sobre las variables económicas.
 
En suma, tenemos una serie de pronunciamientos que son más o menos vagos. Esto tiene que entenderse también en el marco de que se trata de un grupo realmente heterogéneo de países, que hoy enfrentan coyunturas muy variadas, que tienen desafíos distintos por delante y que también tienen perfiles políticos y económicos diferentes.