Lula dejó la presidencia de Brasil tras ocho años de Gobierno. ¿Cuál es el balance de su gestión y cuáles son las expectativas para el Gobierno entrante?
Análisis de la economista Tamara Schandy, de la consultora Deloitte.
(emitido a las 8.40 Hs.)
EMILIANO COTELO (EC):
Luego de ocho años al frente de la presidencia de Brasil, el sábado 1º de enero Luiz Inácio "Lula" Da Silva finalizó su gestión. Y lo hizo con una aprobación personal de 87% según las últimas encuestas de Ibope y de CNT/Sensus.
Es sin dudas un nivel muy alto de aprobación para un presidente saliente. Y en ese sentido cabe preguntarse qué hay detrás de esa buena evaluación, más allá de la personalidad carismática del ahora ex presidente de Brasil. Con esto en mente, les proponemos realizar un balance de los aspectos económicos más importantes de estos ocho años de gestión de Lula y conversar, además, de las expectativas que se abren en el comienzo de la administración de Dilma Rousseff. De esto conversaremos con la economista Tamara Schandy de la consultora Deloitte.
Si te parece, comencemos repasando cómo fue la evolución de la actividad económica en Brasil durante la gestión de Lula.
TAMARA SCHANDY (TS):
En primer lugar, hay que recordar que Lula asumió el Gobierno en 2003, con la economía brasileña recuperándose de la crisis que siguió a la caída del Plan Real, que generó una devaluación muy importante de la moneda brasileña y un freno fuerte del crecimiento económico.
De todas maneras, es indudable que en estos últimos ocho años Brasil logró consolidar un dinamismo económico muy importante. La tasa de crecimiento promedio del PBI entre 2003 y 2010 fue de 4% anual. Es una tasa que puede lucir baja en relación a otros emergentes pero que es alta si tenemos en cuenta que el promedio histórico de crecimiento de Brasil es de apenas algo más de 2% por año.
Además ese crecimiento fue más sostenido, con menos volatilidad que en el pasado. En períodos anteriores se habían alcanzado también momentos de crecimiento fuerte (como por ejemplo en los primeros años del Plan Real), pero esos períodos de expansión tendieron a ser menos duraderos, con más inestabilidad.
Y, por otra parte, además de haber crecido a mayor ritmo, entre 2003 y 2010 se procesó una mejora importante de lo que los economistas llamamos los "fundamentos" de la economía brasileña.
EC: ¿Podemos mencionar algunos ejemplos de esas mejoras?
TS: Por ejemplo, durante estos años de crecimiento económico se lograron importantes avances en la estabilización de la inflación. A fines de 2002 la inflación era de 12,5% anual, fue bajando en los años siguientes y en 2009 cerró en 4,3%, un nivel muy bajo para lo que ha sido la historia de Brasil. En 2010 aumentó en un marco de más presiones inflacionarias, tanto externas como internas, pero igualmente se ubicaría por debajo de 6%.
El éxito en el control de la inflación se logró a través de una conducción ortodoxa de la política monetaria, con un sistema de metas de inflación en base al manejo de la tasa de interés. El compromiso que ha mostrado el Gobierno con el cumplimiento del objetivo inflacionario fue clave para encausar la inflación a los niveles en que se encuentra actualmente. Es justo reconocer que en eso jugó un rol importante la figura de Meirelles, que fue presidente del Banco Central de Brasil durante toda la "era Lula".
EC: O sea que un primer logro de la gestión de Lula fue consolidar una inflación baja. ¿Qué otro elemento podemos destacar del manejo económico durante su administración?
TS: Podemos mencionar también la baja que mostró la deuda pública en estos años. Pasó de ubicarse en 60% del PBI a inicios del Gobierno de Lula, a 40% aproximadamente hoy. Y, al mismo tiempo, se mejoró el perfil de ese endeudamiento, porque se logró bajar de forma sustancial la acumulación de vencimientos en el corto plazo y se redujo la porción de deuda en dólares o indexada al tipo de cambio. A esto podríamos agregar también que las reservas internacionales crecieron a un ritmo muy fuerte (sobre todo en los últimos años) y hoy están en niveles récord.
Todas estas mejoras implican una reducción notoria de la vulnerabilidad de la economía brasileña y tuvieron impactos muy importantes en la percepción de riesgo que los mercados le asignan.
EC: Justamente eso iba a comentar. Uno piensa en el Brasil de una década atrás y en el Brasil de hoy y es bastante notorio que el posicionamiento de la economía brasileña a nivel mundial cambió mucho en estos años, ¿no es así?
TS: Efectivamente. Las expectativas en torno a la economía brasileña mostraron una evolución muy positiva en el último tiempo. Como decía recién, la percepción de riesgo en torno a Brasil cayó mucho durante la gestión de Lula y eso se materializa en que en estos últimos años Brasil está recibiendo ingresos importantes de capitales.
De hecho, hoy el riesgo país de Brasil es uno de los más bajos de América Latina. Todo esto le ha permitido realizar emisiones de deuda nominada en dólares, a plazos largos, a tasas muy reducidas e incluso emitir títulos a tasas fijas en reales. A nuestro juicio, esto reduce su vulnerabilidad financiera y habla de la confianza que Brasil ha sabido ganarse en los mercados internacionales.
EC: Es claro que los avances en el plano económico fueron varios entonces. Ahora, ¿cómo se reflejó esta mejora económica en los indicadores sociales? Te lo pregunto porque la preocupación por lo social fue uno de los elementos centrales en las campañas electorales de Lula.
TS: En este terreno también hubo avances significativos. El crecimiento económico permitió una generación de empleo muy importante. Esto implicó que el desempleo cayera desde 10,5% a inicios de su primera administración hasta 5,7% en noviembre de 2010, que es un nivel mínimo en términos históricos. Junto con este aumento del empleo se produjo una recuperación fuerte de los ingresos de los brasileños. El salario mínimo real creció 60% en estos ocho años (desde niveles que, hay que aclarar, eran muy bajos luego de la devaluación de fines de los 90).
Todos estos elementos se reflejaron en una disminución de la pobreza muy significativa. Según las últimas estimaciones de la Cepal (que llegan hasta 2009), el porcentaje de personas en situación de pobreza bajó desde 37,5% a inicios de la década a algo menos de 25% en 2009.
En este sentido, hay que advertir que más allá de lo que fue el impacto del crecimiento económico sobre el mercado laboral, durante la gestión de Lula se llevaron adelante políticas sociales que también jugaron un rol en esto. Y justamente, las políticas sociales, enmarcadas en el Programa de Aceleración del Crecimiento, estuvieron muy asociadas a la figura de Rousseff, que fue la ministra a cargo de impulsar este programa durante buena parte de la gestión de Lula.
EC: Pasando ahora a los aspectos donde la evaluación no es tan positiva, ¿cuáles son las materias pendientes o las críticas que recaen sobre la gestión de Lula?
TS: Desde el punto de vista económico, las críticas de los analistas privados apuntan fundamentalmente al deterioro de las cuentas públicas y a los "manejos contables", por llamarlos de alguna manera, que el Gobierno hizo en varias oportunidades para alcanzar las metas establecidas en este frente. En este sentido, el mayor énfasis que tuvo la administración Lula en las políticas sociales dio lugar a un aumento muy fuerte del gasto público y eso determinó cierto descenso del resultado primario incluso pese a que el crecimiento económico implicó más recursos. Al inicio de la gestión el resultado primario era de más de 3% del PBI, mientras que en 2009 fue de 2%. En 2010 las cuentas públicas mostraron una mejora, pero igualmente los analistas consideran que no se va a cumplir la meta fiscal que se fijó el Gobierno (de 3,1% del PBI).
En otro orden, hay reformas de carácter estructural que siguen "pendientes", que son importantes para que Brasil consolide una senda de crecimiento sostenible y más alto de lo que ha sido su patrón histórico. En particular la reforma tributaria (para, entre otras cosas, simplificar un sistema que es muy complejo) y la del sistema previsional son dos ejemplos en los que hubo muy pocos avances en estos ocho años.
EC: Para terminar, y luego de este repaso de la gestión de Lula, ¿qué se espera del Gobierno de Dilma Rousseff, que acaba de asumir el poder?
TS: En términos generales se esperan relativamente pocos cambios. De hecho, según una encuesta reciente de Ibope, el 58% piensa que el nuevo Gobierno será muy similar al de Lula. En materia económica se aguarda una continuidad en lo que son los principales lineamientos de la política económica, aunque el equipo económico designado por Rousseff y la propia presidente han enfatizado la necesidad de una mejora fiscal significativa, atacando justamente uno de los puntos débiles o críticas que se le ha hecho al Gobierno de Lula.
Lo cierto es que por el momento hay bastante optimismo. De acuerdo a la última encuesta de CNT/Sensus, el 69% piensa que Dilma va a llevar adelante un "buen Gobierno", por lo que parte con un apoyo relativamente bueno. Eso siempre es un elemento positivo para un Gobierno entrante, sobre todo a la hora de encarar algunos de los desafíos pendientes que recién mencionábamos.
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