Análisis Económico

La inflación de mayo se ubicó en 0,33%, pero la medición 12 meses siguió subiendo y alcanzó el 8,5%. ¿Qué nuevas medidas podemos esperar en el combate a la inflación?

Análisis de la economista Florencia Carriquiry, de la consultora Deloitte.


(emitido a las 8.44 Hs.)

EMILIANO COTELO (EC):
La inflación de mayo se ubicó en 0,33%, mostrando por segundo mes consecutivo una desaceleración notoria respecto a los registros de los tres primeros meses del año.

De todas maneras, en la medición doce meses la inflación mantuvo la tendencia al alza y se ubicó en 8,5% en mayo, aumentando dos décimas en relación al registro de abril.

¿Cómo se deben analizar estas cifras, entonces? Desde el equipo económico se destaca el éxito en la moderación de la inflación. Pero al mismo tiempo son varios los analistas que insisten con la necesidad de tomar más medidas para combatir las presiones inflacionarias.

De este tema les proponemos conversar en seguida con la economista Florencia Carriquiry, de la consultora Deloitte.

JUAN ANDRÉS ELHORDOY (JAE):
Florencia, para empezar: ¿cómo vieron el dato de inflación de mayo que conocimos el jueves? ¿Se esperaba una inflación mensual nuevamente baja en mayo?

FLORENCIA CARRIQUIRY (FC):  
En términos generales, sí. Hay que tener presente que en los primeros tres meses del año tuvimos una contribución muy significativa de los precios administrados. Otras veces comentamos que el Gobierno en 2010 recurrió a evitar incrementar tarifas y otros precios administrados para lograr que la inflación cerrara por debajo de 7%, dentro del rango objetivo.  Pero el espacio para seguir por ese camino tendió a agotarse y a comienzos de 2011 se debieron concretar incrementos significativos en la mayoría de los precios administrados. Eso significó un impulso importante a los registros de inflación del primer trimestre del año, que luego cedió a partir de abril.

Al momento de hacer nuestras proyecciones para mayo manejábamos como posible un ajuste de combustibles en el mes y por eso teníamos proyectado una inflación de 0,5%. Pero, corregido ese elemento, nuestra estimación de inflación sin ajuste de combustibles estaba en 0,3%, bien en línea con lo que dio el dato efectivo.

De todas maneras, si bien inflación mensual fue relativamente baja por segundo mes consecutivo, la inflación anual alcanzó a 8,5% y eso marca que seguimos alejándonos del rango objetivo del banco central, que para el cierre de este año tiene un tope de 6%.

Y, además, nuestra estimación de inflación subyacente (que no considera precios administrados ni frutas y verduras y que, como hemos dichos otras veces, es un mejor indicador de las presiones inflacionarias que enfrenta la economía) sigue confirmando una situación de inflación muy elevada y persistente.  

JAE: ¿En qué nivel está, según sus estimaciones, la inflación subyacente, Florencia?

FC: En los últimos 12 meses nuestra estimación de inflación subyacente se ubicó en 9,9% anual.

Eso refleja presiones inflacionarias muy persistentes. Por un lado, en un marco de una demanda interna muy firme, estamos observando una inflación no transable muy elevada. Los precios de los bienes y servicios no transables (que no se comercian internacionalmente y cuyos precios se fijan por tanto en función del juego de oferta-demanda a nivel local) están aumentando a un ritmo anual de más de 10% desde hace más de un año y no ha dado señales de ceder. Más bien, con salarios que seguirían aumentando este año y un contexto de empleo en niveles récord es esperable que sigamos viendo a nivel interno presiones inflacionarias persistentes en los próximos meses.
 
Pero, además, en el último año la inflación transable (en los bienes que sí se comercian internacionalmente) también está siendo muy alta. Se ubicó en más de 9% en los últimos 12 meses a mayo y subiendo. Sin dudas, los alimentos están teniendo una contribución muy relevante en esa alza, a instancias del incremento de los precios de los commodities, pero, más allá de eso, los precios de otros bienes transables no alimenticios también han estado acelerándose en el último año, incluso pese a la baja del dólar.

JAE: ¿Qué deberíamos esperar entonces en términos de medidas para combatir el alza de precios? ¿Siguen pensando que el Banco Central del Uruguay (BCU) debería realizar nuevas subas de la tasa de interés pese a que eso implique un descenso más importante del tipo de cambio?

FC: Sin dudas, este dilema inflación-tipo de cambio está bien presente en nuestro país, como lo está en varios países del mundo hoy por hoy.

Ahora, en nuestra opinión, el hecho de que la inflación transable esté por encima de 9% es una señal clara de la inconsistencia que hoy existe entre el objetivo de que la inflación se ubique por debajo de 6% y al mismo tiempo procurar evitar que el dólar baje.

Por eso, en el escenario actual, si queremos ver a la inflación ceder de forma significativa, es necesario que la política económica tome un signo más contractivo, aunque eso implique aceptar un dólar aún más bajo.

Así que aunque estos últimos dos datos de inflación hayan sido "bajos", seguimos pensando que el Copom deberá incrementar nuevamente la tasa de política monetaria en sus próximas reuniones, de forma de que asuma valores claramente positivos en términos reales. Hoy una tasa nominal en 7,5% es una tasa real prácticamente nula o muy ligeramente positiva.

JAE: ¿Y son esperables algún otro tipo de medidas más allá del ajuste de la tasa de interés?

FC: Bueno, el Gobierno también podría continuar tomando medidas más "heterodoxas" para combatir la inflación, del tipo de las tomadas en las últimas semanas en relación a los encajes bancarios, que apuntan a enfriar el crédito.

Y, también podría pensarse en un enfriamiento de la demanda por la vía fiscal. En ese sentido, si bien son sin duda bienvenidos los anuncios en relación a una moderación del gasto público, no vemos mucho margen allí para incidir de forma decidida sobre la inflación, al menos en el corto plazo, sobre todo por el escaso espacio político que tendría el equipo económico para presionar por una rendición de cuentas muy austera o para lograr que se topee la ejecución de gastos en niveles inferiores a los ya autorizados en el presupuesto.

De allí que pensamos sigue siendo clave un endurecimiento más importante de la política monetaria.

JAE: ¿Cómo podría impactar una baja más importante del dólar en el sector exportador y, en definitiva, en la actividad económica?

FC: El tema es el siguiente. En nuestra opinión, hoy hay varias señales de que la economía está de hecho recalentada. Estamos creciendo mucho (muy por encima del ritmo tendencial de la economía), el desempleo está en mínimos históricos y la inflación está notoriamente arriba del objetivo. En ese sentido, cierto nivel de enfriamiento de la actividad económica es necesario y hasta podríamos decir "deseable", en la medida en que nos lleve a una senda más sostenible de mediano y largo plazo.

Para ponerlos en términos más sencillos. Si hacemos la analogía de la economía a un automóvil. Hemos estado manejando a demasiada velocidad, forzando demasiado el motor y estamos viendo varios elementos que nos marcan que la temperatura del auto está muy alta y que debemos enlentecer el paso. Cuánto más se demore en hacerlo, mayores pueden terminar siendo los daños y más costosas las medidas que deban tomarse después.

Por eso, volviendo al terreno de la economía, a nuestro juicio cuánto antes se reaccione y se tomen medidas, menos duras serán probablemente las consecuencias.

Por supuesto, luego se suscita la discusión que qué parte o qué sector de la economía debería crecer menos o, en otras palabras, la discusión acerca de cómo se reparten los costos del ajuste macroeconómico. El descenso del dólar impacta sobre todo en el sector exportador. El enfriamiento del crédito o la reducción del gasto público en los sectores que atienden la demanda interna. Lo deseable, está claro, que es este tipo de ajuste sea lo más "balanceado" posible.

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