Análisis Económico

La situacion de competitividad de nuestro país ¿Hemos ingresado en un "atraso cambiario"? (II)

Análisis económico de Tea, Deloitte & Touche

(Emitido a las 08.25)

EMILIANO COTELO:
El lunes pasado, en este espacio de análisis económico, estuvimos examinando la situación de competitividad de nuestro país. Los técnicos de Tea Deloitte & Touche sostuvieron que, a su entender, el país no se encuentra en una situación de atraso cambiario a pesar de que tengamos inflación en dólares.

Pero, más allá de esa conclusión, señalaban que había otras perspectivas importantes para el análisis y proponían reflexionar sobre dos aspectos: primero, qué papel cabe a la política económica en la determinación de la competitividad del país, y segundo, cuáles son las consecuencias en términos de la distribución del ingreso que se desprenden de las fluctuaciones en el tipo de cambio.

Retomamos el tema con el economista Pablo Rosselli, de Tea Deloitte & Touche. Antes de ingresar de lleno en esas dos perspectivas de reflexión, retomemos brevemente las principales conclusiones de nuestra charla del lunes. Ustedes sostienen que, a pesar de que la inflación ha sido mayor que la devaluación, el país no está ingresando en una situación de atraso cambiario.

PABLO ROSSELLI:
Es así. El lunes explicábamos que tomar la diferencia entre inflación y devaluación en un período determinado no era suficiente para responder si el país se encuentra en una situación de atraso o adelanto cambiario.

Dábamos dos explicaciones. La primera hacía referencia a que esa medición basada en la brecha entre inflación y devaluación doméstica no consideraba la inflación externa. Por ejemplo, en el último año y medio Uruguay tuvo una inflación en dólares de 6,6%. Sin embargo, en el mismo período la inflación en dólares en Europa fue de 20% y en Argentina y Brasil fue todavía mayor. Nuestro país ganó competitividad en esos mercados a pesar de tener inflación en dólares. Y la segunda explicación apuntaba a que la medición basada en la brecha elegía el período para la comparación de forma arbitraria. En el último año y medio hubo inflación en dólares, pero los precios internos medidos en dólares estaban en niveles muy bajos porque habían caído muy fuertemente en 2002. Y de hecho, los precios internos siguen siendo hoy muy bajos medidos en dólares (o lo que es igual, el tipo de cambio es muy alto) cuando se adopta una visión de largo plazo.

EC - Y, a partir de esa conclusión de que nuestros precios internos medidos en dólares son muy bajos actualmente, ustedes concluían que no tenemos atraso cambiario.

PR - Sí. Cuando se tiene en cuenta una perspectiva de largo plazo, se concluye que Uruguay se encuentra, en todo caso, en una situación de adelanto cambiario y que, consecuentemente, en los próximos años deberíamos observar cierta inflación en dólares, con relativa independencia de la política económica.

EC - Al reafirmar la conclusión, dejaste planteado el tema de la política económica. En concreto, ¿qué papel juega la política económica en la determinación del tipo de cambio real o de la competitividad?

PR - Está claro que la política económica puede incidir sobre la competitividad. En particular, en ciertos contextos, la elección de un ancla cambiaria como la que tuvimos en los 90 puede favorecer cierta inflación en dólares. De hecho, con la "tablita" de fines de los años 70, y con el plan de estabilización de los años 90, se produjo luego una inflación en dólares importante. Eso también ha ocurrido en otros países que emplearon anclas cambiarias.

Pero de eso no podemos deducir que el gobierno puede elegir de forma indefinida, por largo tiempo, cualquier nivel de competitividad. La teoría económica explica con contundencia que los efectos sobre la competitividad de las políticas cambiarias o monetarias son de por sí transitorios. Es difícil ponerle una duración específica, pero resulta por demás excesivo concluir que los altos precios en dólares que tuvimos a lo largo de toda la década del 90 (el atraso cambiario de la década pasada) se explicó exclusiva o principalmente por el ancla cambiaria. Si los precios en dólares se mantuvieron por tanto tiempo en niveles tan elevados, debemos concluir que hubo factores duraderos detrás de ese fenómeno. Los fundamentos del tipo de cambio real, y no la política cambiaria, determinaban que el país tuviera precios en dólares altos.

EC - ¿A qué te referís con el término "fundamentos" del tipo de cambio real?

PR - "Fundamentos" es una palabra que en términos técnicos hace referencia a los factores que a mediano o largo plazo determinan el tipo de cambio real o la competitividad, si queremos reducirla a un tema cambiario. Se trata de factores de mediano o largo plazo ajenos a la política cambiaria y monetaria. En concreto, el tipo de cambio real depende del nivel de crecimiento de la productividad y de variables externas como los ingresos de capitales, los precios de exportación en relación a los precios de importación, de las tasas de interés. Para que esto se entienda creo que alcanza con volver al 2002.

EC - ¿ A qué apuntas?

PR - A lo siguiente: la devaluación de 2002 no fue una elección del gobierno motivada por un cambio de prioridades u objetivos para la política económica. Fue un hecho inevitable porque esas variables, los fundamentos, marcaban que Uruguay precisaba precios en dólares más bajos. En 2002 tuvimos una devaluación extraordinaria de la moneda argentina que se sumó a sucesivas devaluaciones que había registrado la moneda brasileña desde el año 99. Eso determinó que nuestros precios de exportación de bienes y servicios a la región bajaran fuertemente. En ese contexto la devaluación era inevitable como forma de adecuar los costos de las empresas a los menores precios de venta.

Y así como la devaluación de 2002 era inevitable, a nuestro juicio buena parte de la inflación en dólares de los 90 era también inevitable puesto que en los años 90 el contexto externo era el opuesto al vivido en 2002: había muy altos precios de exportación.

EC - De todas maneras, supongo que habrá quienes sostengan que el ancla cambiaria impuso rigidez a la política económica.

PR - Es cierto: con el cambio fijo se pierde grado de uso de la política cambiaria. Pero aquí debemos ser precisos: no toda la inflación en dólares de los 90 puede atribuirse al ancla cambiaria. Chile tuvo un ancla monetaria, con flotación, y también tuvo inflación en dólares.

Por eso nuestra advertencia acerca de que no debe sobrestimarse la importancia de la política cambiaria para explicar las fluctuaciones de la competitividad. Eso no quiere decir que la política económica no importe; en realidad importa tanto durante el período de inflación en dólares como durante el período de deflación en dólares qe empezó en 1999 y terminó en 2002.

EC - ¿Cómo es eso?

PR - Si pensamos en 2002, el hecho de que resultaba inevitable la devaluación pudo y debió ser asumido antes por las autoridades económicas. Eso, probablemente, habría evitado al menos parte de los costos recesivos de 2002.

Si pensamos en los años 90, cuando los fundamentos apuntaban a que tendríamos inflación en dólares, una política fiscal anticíclica, contractiva (como la que se aplicó en Chile en los años 90), habría mitigado el problema del atraso cambiario (porque habría contribuido a frenar la demanda interna); pero en el contexto de los años 90, más devaluación habría provocado más inflación, con escasos efectos sobre la competitividad. Y en los próximos años, probablemente ocurrirá lo mismo que a comienzos de los 90: hay fundamentos para pensar que tendremos cierta inflación en dólares. En cualquier caso, importa señalar que el margen de influencia de la política económica sobre el tipo de cambio real es acotado. Lo que sí es bastante claro es que, para atenuar los cambios bruscos del tipo de cambio real, para mitigar esas fuertes fluctuaciones, es necesario que las políticas macroeconómicas sean anticíclicas (también la fiscal), y no procíclicas como han sido históricamente en nuestro país.

EC - Ustedes advertían sobre los efectos en la distribución del ingreso de las variaciones en el tipo de cambio real.

PR - Es cierto; nos parece importante porque es una de las cosas que hace más difícil el debate sobre la competitividad. En los años 90 tuvimos un aumento importante del poder adquisitivo de los salarios (en términos reales pero sobre todo en términos de bienes transables, en dólares). Hubo un aumento de las rentas empresariales en los sectores de servicios, los no transables, orientados al mercado doméstico. Y hubo por el contrario un deterioro de la rentabilidad de las empresas de los sectores transables (industrias y sector agropecuario) que a su vez afectó a los trabajadores de esos sectores, que sufrieron en muchos casos la pérdida del puesto de trabajo.

EC - Y ahora ocurrió lo contrario.

PR - Efectivamente. En 2002 tuvimos una fuerte caída del salario real, que retrocedió a niveles de mediados de los años 80; y en dólares cayó todavía más. En cambio aumentaron los ingresos de las empresas en los sectores transables. Más aún, a pesar de que el PIB ha subido fuertemente en 2003 y principios de 2004, los salarios reales (y los ingresos de los hogares) no mostraron una recuperación. Sin embargo, otros trabajadores podrán decir que después de la devaluación lograron obtener un empleo; será con un menor salario pero un empleo al fin.

En síntesis, las variaciones del tipo de cambio real no afectan a todo el mundo por igual. Por lo tanto, las valoraciones de cada coyuntura, la actual o la de los 90, seguramente van a variar en función de quién las realice.

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Edición: Jorge García Ramón