Análisis Económico

La inflación de julio fue 0,75%, colocándose por encima de los registros de meses previos y superando las expectativas de los analistas

Análisis de la economista Florencia Carriquiry, de la consultora Deloitte.


(emitido a las 8.45 Hs.)

JUAN ANDRÉS ELHORDOY (JAE):
La inflación registrada en julio fue 0,75%.

Esto puede leerse de dos maneras. Por un lado, el indicador aumentó de forma apreciable respecto a los registros de los tres meses previos, que se habían ubicado en torno de 0,3% y 0,4%. Sin embargo, en la medición a doce meses la inflación cedió y se ubicó en 8,3% en julio, tres décimas por debajo del registro anual a junio.

Con estos datos sobre la mesa, les proponemos analizar en mayor detalle la evolución de la inflación y las perspectivas para los próximos meses, en diálogo con la economista Florencia Carriquiry, de la consultora Deloitte.

¿Qué camino tomamos para analizar este dato de 0,75%?


FLORENCIA CARRIQUIRY (FC):  
En términos generales, podemos decir que es una inflación relativamente alta. De hecho, la mediana de la encuesta de expectativas apuntaba a una inflación de 0,6% en julio y nuestra proyección estaba en 0,5%. Por tanto, podemos decir que, además de que fue un registro mayor al de los meses previos, el dato superó lo esperado por la mayoría de los analistas.

Además, como tú decías recién, la inflación anual se redujo a 8,3% (frente a 8,6% en junio), esa baja obedece básicamente a que en julio de 2010 habíamos tenido una inflación alta, sobre todo como consecuencia de los alimentos, que habían comenzado en ese momento a subir de forma muy marcada en todo el mundo.

Lo que es claro es que una inflación de 8,3% en términos anuales sigue marcando un nivel alto en relación al rango objetivo del Banco Central, que para el cierre de este año tiene un tope de 6%.


JAE: ¿Qué estuvo detrás de la inflación de julio? ¿Cuáles fueron los componentes que explican ese 0,75% de inflación en el mes?


FC: En un marco de expansión de la demanda interna estamos con una inflación muy elevada a nivel de los precios de los bienes y servicios no transables (que, como siempre explicamos, son aquellos que no se comercian internacionalmente y cuyos precios se fijan, por tanto, en función del juego de oferta-demanda a nivel local). De hecho, la inflación de julio fue mayormente no transable, con una incidencia de 0,4% en el registro del mes. Es decir, más de la mitad de la inflación del mes de julio fue explicada por la inflación en bienes y servicios no transables, con una contribución particularmente importante de las divisiones Recreación y Cultura –que probablemente recogió algún elemento estacional por vacaciones de julio– y Vivienda, que viene mostrando alzas importantes en el último año.

En definitiva, en términos anualizados tenemos una inflación no transable que siguió subiendo en julio y se mantiene por encima de 10% desde hace ya más de un año. En ese sentido, el dato de julio sigue confirmando que estamos viendo presiones inflacionarias muy firmes en el frente interno.

JAE: ¿Y qué sucedió a nivel de los bienes transables? Estoy pensando en los alimentos sobre todo, que son otros de los componentes de la canasta que incidieron en el aumento de la inflación en los últimos años.

FC: Los bienes transables subieron 0,3% en el mes a nivel agregado, pero dentro de este grupo hubo comportamientos diferentes. Mientras que los bienes transables no alimenticios bajaron levemente –en un contexto de caída del dólar–, los alimentos aumentaron 0,7% y tuvieron una incidencia de 0,14% en el registro del mes. En particular, dentro de los alimentos vimos aumentos importantes a nivel de la carne de pollo y de los panificados en julio.

Es decir que a nivel de alimentos también estamos con niveles de inflación muy altos, aunque en este caso el registro en términos anuales está empezando a ceder, porque en la segunda mitad de 2010 vimos incrementos muy fuertes en los commodities que no se están repitiendo ahora. Por eso, ya veníamos advirtiendo en meses previos que en el segundo semestre la inflación anual podía empezar a ceder, justamente porque a nivel de los precios de los alimentos no era esperable que se repitieran subas tan fuertes como en el mismo período de 2010.


JAE: ¿Cómo quedan entonces las proyecciones en adelante? ¿Están viendo algún cambio en la dinámica inflacionaria para los próximos meses?


FC: Para adelante no estamos cambiando nuestras proyecciones. Más allá de que, como decía recién, la menor inflación transable debería contribuir a moderar la inflación en los próximos meses, seguimos viendo un escenario de presiones inflacionarias muy persistentes a nivel interno, con una inflación no transable que se mantendría en torno al 10% anual. Con esos elementos, nuestras proyecciones siguen ubicando a la inflación entre 7,5% y 8% al cierre de este año –bien por encima de los niveles tope del rango objetivo– y a nuestro juicio es probable que siga ubicándose por encima del rango objetivo el año próximo también, en torno al 7%.
 

JAE: ¿Siguen pensando entonces que el Banco Central debería realizar nuevas subas de la tasa de interés en las próximas reuniones, aunque eso implique reforzar las presiones a la baja del dólar?


FC: Efectivamente. Como comentamos otras veces, en el escenario actual, si queremos ver a la inflación ceder de forma significativa, es necesario que la política económica tome un signo más contractivo, aunque eso implique aceptar un dólar aún más bajo. De hecho, en un marco cada vez más incierto a nivel internacional se hace todavía más relevante tomar medidas en este frente.


JAE:  ¿Por qué es eso?


FC: Nosotros venimos desde hace un buen tiempo insistiendo con que en momentos de auge es recomendable tener un manejo contracíclico de las políticas económicas, de forma de tener más espacio para reaccionar cuando se reciba un shock negativo desde el exterior. En particular, señalamos varias veces que la política monetaria debería haber tenido en los últimos años un signo sensiblemente más contractivo, con tasas de interés en un terreno claramente positivo en términos reales. ¿Por qué? Porque el mantener una política monetaria laxa en momentos de expansión exacerba las presiones inflacionarias que de por sí se generan con el crecimiento. Y, ante una reversión del escenario externo, si la inflación de partida es alta, esto pone mayores restricciones para responder al shock negativo con una flexibilización adicional de la política monetaria, porque eso puede implicar aumentos mayores aún de la inflación.

Hoy los riesgos en el contexto externo, sobre todo desde Europa, vienen ganando importancia. Si bien no forma parte de nuestro escenario base por el momento, si la crisis fiscal en las economías periféricas alcanzara a economías como Italia o España, los impactos en la economía mundial podrían ser sensiblemente más importantes. El tener niveles de inflación altos como punto de partida implica menos margen de acción para responder a ese eventual shock externo.

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