Análisis Económico

El proteccionismo argentino: causas y perspectivas

Análisis del economista Pablo Rosselli, de la consultora Deloitte.


(emitido a las 8.34 Hs.)
 
EMILIANO COTELO:
Como ustedes saben, desde hace varios meses estamos viendo una sucesión de medidas proteccionistas que adopta el gobierno argentino. Los primeros pasos de esa estrategia fueron las licencias no automáticas de importación, luego siguieron crecientes controles para la compra de dólares y más recientemente llegaron las declaraciones juradas previas para importaciones de bienes y también de servicios.

Esas medidas están teniendo efectos adversos en varios sectores de nuestro país... Ahora, al margen de esos impactos (que hemos analizado en varios espacios en el programa) nos pareció oportuno levantar un poco la mirada y abordar el problema desde una perspectiva más conceptual. En concreto, ¿por qué razón Argentina se embarcó en este proceso proteccionista? ¿En qué medida esa política responde a problemas que no tienen otra solución? ¿Cuán duradero será entonces este enfoque en el país vecino?

Vayamos derecho a la primera pregunta que planteaba. ¿Por qué Argentina se inclinó por este modelo proteccionista?

PABLO ROSSELLI:
Es una buena pregunta. La podemos responder desde dos perspectivas diferentes, hay una perspectiva más inmediata y una perspectiva de más largo plazo.

EC - Empecemos con el primer enfoque que planteabas. ¿Cuál es la clave para entender estas medidas en Argentina?

PR -  Desde una perspectiva más inmediata, este impulso proteccionista, que podía insinuarse desde hace un tiempo largo pero se hizo muy claro en los últimos meses, es la respuesta a una escasez de divisas que, con la orientación que tiene la política económica argentina, promete ser importante y persistente.

En concreto, la cuenta corriente de la balanza de pagos, que mide la diferencia entre exportaciones e importaciones de bienes y servicios, mostró un deterioro grande en el transcurso de 2010 y 2011. Desde 2003 hasta 2009 Argentina tuvo un fuerte superávit en la cuenta corriente, del orden de 3% del PIB. Ese superávit resultaba de una combinación de un dólar que todavía era bastante alto en términos reales y de buenos precios de exportación. Sin embargo, los elevados niveles de inflación en dólares que experimentó Argentina fueron erosionando inevitablemente la capacidad de competencia. Esa menor competitividad y el crecimiento muy fuerte de la demanda interna terminaron generando una expansión muy grande de las importaciones que llevó a la cuenta corriente a una situación de equilibrio. Ahora, un equilibrio en la cuenta corriente no es una situación particularmente grave, pero ahí entra a jugar otro elemento, que es la falta de confianza de los agentes en la política económica.

EC - ¿Y eso cómo termina impactando?

PR -  El tema es simple. Si miramos a la región, vemos que hay muchos países que tienen déficit en sus cuentas corrientes, incluyendo a Uruguay. Pero al mismo tiempo, se observan ingresos de capitales importantes, que vienen bajo la forma de inversión extranjera directa y que vienen también como ingresos de capitales financieros, alentados por las bajas tasas de interés que prevalecen en el mundo, en Estados Unidos y en Europa.

En Argentina, en cambio, el sector privado se ha vuelto un jugador que procura retirar capitales de Argentina. Mientras la cuenta corriente era superavitaria, las divisas abundaban. Con la cuenta corriente en equilibrio y el sector privado retirando divisas, el gobierno teme a una suba del dólar que presione todavía más sobre una inflación que ya es muy alta (más de 20% anual), y teme también por el propio financiamiento del sector público.

Es en ese contexto de escasez de divisas que la política económica argentina dio ese giro tan marcado hacia el proteccionismo y hacia los controles de capitales. La idea detrás de ese giro es atacar la falta de dólares dificultando las importaciones y las compras de dólares por los agentes privados.  De todos modos, a nuestro juicio esta conclusión debe complementarse con una perspectiva de análisis de más largo plazo, como decía al comienzo.

EC - ¿Por qué planteas eso? ¿Y cuáles son las claves de esa otra perspectiva de análisis?

PR - Planteo esto porque en nuestra profesión a esta altura hay un acuerdo bastante amplio – con matices, pero amplio–  en torno de que las políticas económicas de corte fuertemente proteccionista a largo plazo generan efectos muy negativos sobre el crecimiento económico. Y por esa razón, en general predomina una visión de que a los problemas de índole macroeconómica como los que vemos ahora en el país vecino se les debe buscar respuesta con un conjunto de políticas diferentes a las que está implementando Argentina.

Desde ese punto de partida, la perspectiva de mediano plazo que tenemos que contemplar es que este proteccionismo argentino se enmarca en un modelo muy particular de política económica, de corte fuertemente heterodoxo, es decir, apartado de los criterios de política usualmente aceptados en el mundo.

EC - De hecho, el Ministro de Economía, Hernán Lorenzino, en su presentación en la Asamblea Anual del BID destacaba ese hecho como algo positivo. Decía justamente que Argentina seguía políticas diferentes a las que implementan otros países.

PR - Es cierto que está siguiendo políticas diferentes. En general en la profesión económica encontraría poco respaldo la idea de que esas son políticas exitosas en el largo plazo. En general Argentina siguió un conjunto de políticas heterodoxas que han buscado mantener un ritmo de crecimiento de la economía superior al que resulta compatible con el nivel de inversión. Y ha seguido de hecho un modelo que ha desalentado la inversión en sectores clave como el energético, las infraestructuras, los ferrocarriles... Y en ese intento por mantener un ritmo de expansión insostenible, hemos visto que el modelo heterodoxo ha tenido que ir mutando en sus características y en sus objetivos y ha tenido que incorporar nuevas herramientas de forma progresiva para evitar dar marcha atrás.

EC - ¿Cómo es eso, Pablo?

PR - El modelo argentino comenzó como un modelo de dólar alto, que buscaba promover la exportación. Con esa lógica trató de mantener un dólar en un nivel superior al sostenible. Para eso mantenía una política monetaria expansiva. Más tarde y como era inevitable, esa política monetaria expansiva empezó a generar inflación. Entonces el gobierno comenzó a subsidiar las tarifas públicas para evitar que la inflación continuara creciendo. El gobierno también trató de evitar que los altos precios de los commodities generaran más presiones de inflación. Y entonces empezó a limitar la exportación de carne y de otros alimentos.

Así, poco a poco, el modelo exportador fue quedando atrás. Y el motor de la economía empezó a ser la demanda interna, empujada por fuerte subas de salarios y por una política fiscal extremadamente expansiva. A su vez, la expansión fiscal comenzó a ser cada vez más dependiente de recursos que no son genuinos, que no se van a poder sostener indefinidamente. El gobierno obtiene recursos importantes de las detracciones a las exportaciones y crecientemente se financia con fondos del Banco Central, con reservas, que todavía son importantes pero que son finitas y en algún momento se acaban, y con la emisión de dinero. La emisión de dinero genera una inflación alta, que el gobierno precisa para cubrir su presupuesto.

Este es el contexto que nos trae al presente. El gobierno argentino persiste en tratar de mantener un ritmo de expansión de la demanda interna que no es compatible con el nivel de inversión. Eso trae inevitablemente dos desequilibrios: inflación alta y demasiadas importaciones. Ante ese problema, ¿cuál es la respuesta habitual? Aceptar una desaceleración transitoria de la actividad económica, a través de políticas fiscales y monetarias más contractivas. Pero el gobierno argentino no desea dar ese paso atrás y por eso recurre ahora a este nuevo paso, actuar directamente sobre las importaciones y sobre la compra de dólares por los privados.

EC - En ese marco, ¿qué  cabe esperar con vistas al futuro? ¿Estamos ante algo transitorio? Da toda la impresión de que no... ¿Cómo lo ven ustedes?

PR - A nuestro juicio de fuerte proteccionismo y fuerte intervención del gobierno en la economía, este escenario promete ser duradero. No visualizamos un contexto económico que de forma inminente obligue al gobierno a rectificar de manera sustancial su rumbo. Hay algunas señales que insinúan algún intento de racionalización de algunas políticas (recortes de subsidios en las tarifas y algún intento de moderación de los salarios), pero este modelo también responde a una vocación y a una preferencia política de las autoridades argentinas por un enfoque de muy fuerte intervención en los mercados y de una intervención sujeta a una amplísima discrecionalidad por parte de los funcionarios del gobierno. Eso responde mucho más a móviles políticos que a una necesidad de política económica y nos hace pensar que en definitiva este es un modelo que, con ajustes, marchas y contramarchas, va a ser muy duradero.

EC - Con este panorama,¿cómo queda el Mercosur?

PR - Uruguay no tiene más remedio que seguir negociando para mitigar los daños que hace Argentina. Uruguay no tiene herramientas de política económica para compensar estos efectos, para reabrir el mercado argentino.

De todos modos, a esta altura no puede quedar ninguna duda de que el Mercosur que conocimos quedó atrás. La política económica argentina está en las antípodas de la libre circulación de bienes, servicios y factores productivos que establecía el artículo primero del Tratado de Asunción. Por otro lado, Brasil no ejerce un liderazgo fuerte, siendo el único en el Mercosur que podría tomar represalias frente Argentina para tratar de rectificar el rumbo del Mercosur. En ese marco, como hemos dicho otras veces, debemos pensar que la región es un mercado relevante para Uruguay. Lo seguirá siendo, pero el Mercosur no va a ser parte importante del desarrollo económico del país.
 
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