La expansión monetaria en las economías desarrolladas y su impacto en el mundo emergente. ¿Un tsunami monetario?
Análisis del economista Pablo Rosselli, de la consultora Deloitte.
(emitido a las 7.45 Hs.)
EMILIANO COTELO:
El lunes pasado, en su reunión con el presidente de EEUU Barack Obama, la presidente de Brasil Dilma Rousseff se quejó de que la fuerte expansión monetaria de las economías desarrolladas está afectando el crecimiento de las economías emergentes. Volvió a manifestar, entonces, su preocupación por los impactos de lo que en otra oportunidad llamó el "tsunami monetario", desatado tras la crisis de 2008-2009.
En ese marco, algunos señalan que esa expansión monetaria ha provocado una fuerte desvalorización del dólar y del euro en todo el mundo, y que es un ingrediente importante para entender por qué estamos asistiendo, en algunas economías emergentes y en particular en la región, al resurgimiento del proteccionismo.
De eso hablaba ayer el economista Luis Porto, subsecretario de Economía, cuando lo entrevistábamos a propósito de la reunión en la que había participado en la Casa Rosado el día previo, esa nueva cumbre entre los presidentes José Mujica y Cristina Fernández a raíz de las trabas argentinas que afectan a Uruguay.
¿Cómo analizar esta temática del "tsunami monetario"? Ese es el tema para el diálogo con el economista Pablo Rosselli, socio de la consultora Deloitte.
Pablo, no es la primera vez que Rousseff se refiere a este tema del "tsunami monetario" ¿Cómo analizan ustedes este fenómeno?
PABLO ROSSELLI:
En los últimos años hemos visto una expansión monetaria muy fuerte en las economías desarrolladas (EEUU, Gran Bretaña, Eurozona) y ese aumento de la cantidad de dinero ha generado una desvalorización significativa de las respectivas monedas. En particular el dólar y el euro se han debilitado de forma marcada en los últimos años frente a prácticamente todo el resto de las monedas del mundo.
Ahora, a nuestro juicio la expresión "tsunami monetario" tiene una connotación probablemente exagerada. La política monetaria expansiva que siguen Estados Unidos y Europa es una respuesta obligada de la política económica. Sigue una recomendación estándar, de libro de texto. En contextos recesivos, de alto desempleo y baja inflación, la política monetaria debe ser expansiva. ¿Cuán expansiva? Todo lo que sea necesario y posible. Los bancos centrales de Europa y la Reserva Federal de Estados Unidos llevaron sus tasas de interés a niveles mínimos, y eso es una respuesta ortodoxa o estándar. De todos modos, es cierto que han ido más allá de eso al promover las políticas de aflojamiento cuantitativo o quantitative easing. Eso consiste en expandir la cantidad de dinero a través de la compra de títulos públicos y títulos privados en el caso de Estados Unidos, y de fuertes préstamos a los bancos en el caso del Banco Central Europeo, y también en el caso de Estados Unidos. Ese aflojamiento cuantitativo, que fue más allá de bajar las tasas de interés, supuso un aumento fuerte de la oferta de dólares y de euros que ha sido muy innovador, pero de todos modos no condujo a una desvalorización del dólar o del euro tan extraordinaria.
EC- ¿Por qué decís eso, Pablo?
PR- A veces es bueno pensar desde la perspectiva de lo que hemos visto en otros lugares del mundo. Tomemos, por ejemplo, el caso de las paridades cambiarias en Brasil. El debilitamiento del dólar en relación al real no puede atribuirse exclusivamente a la política monetaria seguida por Estados Unidos desde 2008, cuando estalló la crisis). El dólar en Brasil cotizaba en torno de 1,70 reales en 2007,estaba por debajo de los valores de hoy antes de la crisis, y llegó a ubicarse cerca de 1,50 reales a mediados de 2008, también antes de la crisis y del "tsunami monetario". Después de la caída de Lehman Brothers, el dólar subió en Brasil, como lo hizo en todo el mundo, cuando los inversores buscaron refugio en el dólar. Llegó a cotizar a más de 2,30 reales por algunos meses. Desde ese momento, es claro que el dólar ha tendido a debilitarse en todo el mundo y en Brasil también, en lo que por supuesto incidió la expansión monetaria que Estados Unidos aplicó a partir de fines de 2008.
De todos modos, incluso en este período, desde finales de 2008 hasta la fecha, la baja del dólar en Brasil es del 25%. Se trata de una devaluación relevante de la moneda estadounidense pero notoriamente inferior a la que registró el real en relación al dólar a finales de los 90 e inicios de los años 2000. En aquel momento, el tipo de cambio en Brasil saltó de 1,20 reales por dólar, aproximadamente, a fines de 1998 a casi 2 reales por dólar a fines del año 2000, en el transcurso de dos años. Eso es una suba del dólar de más de 65% o una desvalorización del real de 40%, bastante más que el 25% que hablábamos en relación a lo que ha caído el dólar en Brasil en los últimos años. Recordemos que el dólar en Brasil estuvo a fines de 2002 cerca de 4 reales y en 2003 estuvo en 3 reales por dólar.
De la misma manera, en Uruguay también tuvimos en 2002-2003 una devaluación sustancialmente alta, con un tipo de cambio que pasó de 14 pesos por dólar en 2001 a 27 pesos por dólar a fines de 2002. Eso es una devaluación de 90% aproximadamente o una desvalorización del peso de 50%.
EC- Entonces, Pablo, ¿qué concluimos de esas cifras?
PR- Esos números dejan dos conclusiones muy claras. Primero, la devaluación del dólar producto de la política monetaria en Estados Unidos no ha sido tan grande. Segundo, en momentos de crisis económica, la moneda del país en crisis se deprecia. Vaya si sabremos de eso en esta región, en Brasil y en Uruguay. Por eso decíamos que la propia expresión de "tsunami monetario" a nuestro juicio exagera en la calificación de la política monetaria y sobre todo en el impacto en las paridades cambiarias. Manejamos recién datos para la relación con el dólar, pero sacaríamos conclusiones comparables si miráramos las paridades frente al euro.
EC- De todos modos, Pablo, esa política monetaria más expansiva en Estados Unidos y Europa tiene impactos en las economías del resto del mundo, que sufren un fortalecimiento "indeseado" de sus monedas en muchos casos. ¿No es cierto acaso que eso amenaza el crecimiento económico en las economías emergentes, como señaló Dilma Rousseff?
PR: - Está claro que para las economías emergentes esta situación genera dificultades. Sus monedas se han fortalecido mucho y eso está afectando la competitividad externa, lo cual a su vez empieza a tener consecuencias en términos de la actividad económica. No es casualidad que la presidente brasileña insista en manifestar su preocupación por este tema. La economía brasileña ha sufrido un deterioro importante de su competitividad en los últimos años, fruto del fortalecimiento que registró el real tanto frente al dólar como frente al euro.
Quizás más importante sea el hecho de que la moneda brasileña ha tendido a apreciarse también frente al yuan de China. China es un gran competidor de Brasil, porque aplica un modelo basado en fuertes controles a los movimientos de capitales, en un fuerte dirigismo en lo que hace al crédito y eso le ha permitido mitigar la tendencia de debilidad del dólar que hay en el mundo.
Eso está generando dificultades a nivel de la producción industrial, que ya en 2011 mostró un desempeño muy pobre. De hecho la economía brasileña sufrió un enfriamiento notorio en la segunda mitad del año pasado. El año pasado cerró con un crecimiento de menos de 3% en el PBI cuando consideramos el promedio anual.
EC- Ante ese panorama, ¿no se justifican de todos modos medidas proteccionistas por parte de los países emergentes y de la región?
PR- A ver, quizás la retórica política para el Gobierno de Dilma Rousseff sea más atractiva centrando la discusión en torno de EEUU y Europa y al tsunami monetario, pero la realidad es que esas economías precisan de monedas débiles, y el mundo precisa que esas economías salgan de la recesión. En todo caso, el problema de Brasil es más con China que con Estados Unidos y Europa.
De todos modos, al margen de esta discusión que tiene un elemento de la retórica política, varias veces hemos señalado que mal camino tomarían las economías emergentes en general y las de nuestra región en particular, si a partir de estos problemas nuestros países se embarcan en un proceso de progresivo cierre de sus economías. A largo plazo, levantar medidas proteccionistas afecta negativamente el crecimiento económico de los países que cierran sus mercados. Además, el proteccionismo inevitablemente termina disparando represalias, que acentúan las tendencias proteccionistas.
EC- Pero, entonces, ¿qué respuesta les queda a las economías emergentes?
PR- Una buena respuesta de la política económica debe partir de un diagnóstico adecuado y realista. Es inevitable aceptar que la crisis económica en los países desarrollados traerá cierta desaceleración de las economías emergentes y de las economías de nuestra región. De todos modos, no se debería perder de vista que las perspectivas para nuestros países son de un crecimiento aceptablemente bueno en cualquier caso. En segundo lugar, parece razonable apostar a un mix de políticas macroeconómicas diferentes, que procure una menor expansión de la demanda interna a través de una moderación fiscal, para contener las presiones de inflación, y que permitan una mayor flexibilización monetaria para mitigar la tendencia de apreciación de nuestras monedas. Este es un camino que Brasil empezó el año pasado.
En el caso de Uruguay, no estamos viendo un mix de políticas en esa dirección. La política fiscal no mostrará una moderación importante y la política monetaria no cuenta espacio para reducciones de la tasa de interés que alienten un dólar más alto. Por eso hemos insistido varias veces en el programa en la necesidad de moderar las subas de salarios., Si eso no ocurre, la competitividad del sector exportador puede resentirse de forma importante.
EC- De todos modos, en el caso de Brasil y de Argentina las tendencias proteccionistas vienen incrementándose. ¿Qué debemos hacer nosotros en esa circunstancia?
PR- A nuestro juicio, Uruguay debe evitar cerrar su propia economía. Establecer barreras comerciales en una economía pequeña como la nuestra terminaría encareciendo la producción nacional y distorsionando la asignación de recursos. Parece más razonable apostar a una moderación las subas de salarios en los sectores más afectados por esta problemática.
Por otra parte, a nuestro juicio Uruguay debe avanzar en la negociación de acuerdos de libre comercio fuera de la región, porque no tenemos expectativas razonables de que en el Mercosur se revierta la tendencia de deterioro de los últimos años. Brasil muestra progresivamente una "tentación proteccionista", que por ahora es relativamente acotada. Pero no ha mostrado mayor vocación de exigirle a Argentina el respeto de las reglas acordadas en el Mercosur, lo cual probablemente es también una señal de su vocación débil en lo que hace a la defensa del libre comercio en la región.
Y Argentina es un capítulo aparte. Como comentamos hace unos días, en Argentina el gobierno está desarrollando un modelo de creciente intervención en la economía, que no se puede explicar en lo sustantivo por el contexto internacional. Aunque en el mundo estamos viendo más tensiones proteccionistas, la entidad de las medidas implementadas en Argentina no guarda relación con lo que se ve en otros lugares del mundo. Hay un indicador muy ilustrativo de eso, que es el índice de libertad económica que elabora la Fundación Heritage. Muestra que Argentina bajó 20 posiciones en el índice de libertad económica y se situó en el lugar 158 de un total de 177 países rankeados. Eso quiere decir que Argentina está hoy entre las 20 economías estudiadas con menos libertad económica sobre ese grupo grande de 177 países.
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