Entrevistas

Los vinos de Canelones siguen proyectándose al mundo

Los vinos de Canelones siguen proyectándose al mundo

Reinaldo de Lucca (Bodegas De Lucca), Daniel Pisano (Bodegas Pisano) y Fernando Deicas (Establecimiento Juanicó): Se trata de una zona especialmente adecuada para un cultivo mediterráneo como la vid. La reconversión hacia vinos de calidad internacional permite contar con un producto diferenciado, pero resta aún la reconversión en el plano comercial. Unas 45.000 personas trabajan en la vitivinicultura en Canelones.

(Emitido a las 09.41)

EMILIANO COTELO:
Canelones representa a la industria vitivinícola de nuestro país: de este departamento proviene más de 70 por ciento del vino uruguayo y, si consideramos las bodegas, de las algo más de 300 que existen en Uruguay, cerca de 200, dos tercios, están afincadas en este departamento.

Para conversar sobre esta producción tan característico del este lugar, para conocer un poco más de una industria tan vigorosa como la del vino, invitamos esta mañana a tres empresarios vitivinícolas. Ha sido difícil elegir porque hay muchos, pero nos acompañan hoy, por un lado el ingeniero químico Fernando Deicas, presidente ejecutivo de Establecimiento Juanicó, productor de vinos Don Pascual; Daniel Pisano, director de Bodegas Pisano y presidente de la Asociación de Bodegas Exportadoras del Uruguay; y el doctor Reinaldo de Lucca, presidente de Bodegas De Lucca.

Vayamos a los números que manejaba al comienzo. Canelones abarca alrededor de dos tercios de las bodegas uruguayas, aquí se produce la mayor cantidad de vinos: en 2003 se produjeron 70.000 toneladas, según Inavi, lo que equivale al 70 por ciento de la producción nacional. ¿Cuál es la causa, cuál es el diferencial de Canelones en este sector, en materia de vinos?

FERNANDO DEICAS:
Canelones sin duda tiene condiciones muy particulares de suelo y clima que lo hacen muy apropiado; en muchas zonas los suelos y en general el clima son muy apropiados para la producción de vinos de calidad. Además hay una razón histórica vinculada a la inmigración, a la época en que tantos colonos llegaron a Uruguay, fundamentalmente españoles e italianos. Si se quiere en la vitivinicultura hay más proporción de italianos que de españoles con respecto a la población uruguaya; de hecho hoy aquí estamos tres representantes de familias italianas.

EC - Es casualidad, no los elegimos así.

FD - Eso se ve bastante en el sector granjero y vitivinícola del departamento, y pienso que también corresponde a que fueron las primeras zonas que se colonizaron, donde los inmigrantes encontraron lugares para los cultivos mediterráneos que traían consigo, en particular la vid.

Pero sobre todo Canelones tiene un clima muy interesante, estamos en la zona de menor pluviometría del país -eso es importante-, tenemos un clima mediterráneo, no de estación estival seca pero sí un clima mediterráneo marcado, con una influencia oceánica atenuada por el estuario del Río de la Plata, que tiene un impacto muy grande sobre la costa de Uruguay y no precisamente en la costa sino a unos 30-40 quilómetros hacia dentro. Es una zona privilegiada por el clima, como también lo son las laderas del sur del departamento que tienen condiciones de suelo y subsuelo muy indicadas para la viticultura.

EC - ¿Ustedes tienen cifras a propósito de cuántas personas viven directa o indirectamente de la industria del vino?

DANIEL PISANO:
Hay una estimación de que aproximadamente 50.000 personas rodean la vitivinicultura, de una forma u otra están ligadas a ese ciclo de producción de uva y de vino.

EC - ¿Esos son números de Canelones estrictamente?

DP - No, son números del país, no tenemos cifras de Canelones. Pero tú mencionaste que alrededor de 70 por ciento de la producción en quilos es del departamento, y yo te diría que la superficie de viñedos es aún mayor porque las características de producción de calidad hacen que tal vez los viñedos no sean tan productivos en quilos por hectárea, entonces tal vez 90 por ciento de esas 50.000 personas esté radicado en nuestro departamento.

EC - Así que los mejores rendimientos no se obtienen aquí en Canelones.

DP - En cuanto a quilos por hectárea tal vez no, depende mucho de la situación de los suelos y de la intención de cada viticultor. Los suelos de Canelones son arcilloso-calcáreos, muy aptos para la vitivinicultura, pero en otras zonas del país hay suelos más ricos que dan vinos de muy buena calidad también, pero que normalmente pueden llegar a producir mayor cantidad de quilogramos por hectárea.

Pero en Uruguay, pensando en el mercado interno y también en la exportación, no debemos mirar tanto el rendimiento en quilogramos por hectárea. Si bien es necesario tener un umbral de producción que nos permita que el negocio sea posible, la estrategia es apostar a un producto de calidad e individual porque siempre vamos a encontrar en los países vecinos situaciones de producción de muchos más quilos por hectárea, con las cuales ningún productor uruguayo podría competir en volumen.

EC - De algún modo ya fue mencionado en las respuestas anteriores, sobre todo en la última: el proceso de reconversión que la industria vitivinícola uruguaya atravesó en los últimos años, que dio mucho que hablar, no sólo porque salvó a un sector que estuvo en riesgo de perder el tren de la historia, sino porque además lo potenció y lo transformó en una de las vedettes de la producción nacional y sin duda del departamento de Canelones. En ese proceso en el que el Estado jugó un papel importante con préstamos, con subsidios, ¿en qué etapa nos encontramos? De Lucca, ¿cómo puede definir hoy dónde está esa reconversión?

REINALDO DE LUCCA:
Hay que señalar un hecho importante: que ese proceso de reconversión, en primer lugar de la viticultura, o sea del viñedo, se inició a instancias del sector privado: productores organizados a través de grupos CREA, etcétera, introdujeron la necesidad de cambio y la implementación del mismo.

EC - Usted remarca que la iniciativa fue del sector privado. Pero el Estado no tuvo un papel menor en este proceso.

R de L - Luego vino la acción del Estado, después de crearse el Instituto Nacional de Vitivinicultura (Inavi), donde se aplicaron determinadas nuevas normas que ordenaron el sector; vino también un aporte económico para la transformación del viñedo, que además se complementó con préstamos en otra etapa para la parte industrial, para las bodegas. Ese ha sido el apoyo económico a lo material.

EC - La pregunta era en qué etapa estamos de esa reconversión.

R de L - Hoy se alcanzado 70 por ciento en viñedos, ya sea asistido directamente por el Estado o por el sector privado. En 1970 teníamos 18.000 hectáreas y hoy tenemos 10.000 hectáreas, pero cualitativamente tenemos un alto porcentaje, 70 por ciento, de primera calidad. Digo primera calidad porque son todas variedades nobles que pueden posibilitarnos la obtención de vinos de competencia a nivel internacional.

EC - Usted dice que estamos en 70 por ciento de la reconversión.

R de L - Aproximadamente. Eso no se va a detener, porque la etapa de reconversión -que yo no llamaría de reconversión sino de reconstitución, porque reconversión a veces puede implicar cambiar de rubro y lo que acá hubo fue la reconstitución del viñedo uruguayo y la viticultura, que es un tema no menor- no para nunca.

EC - ¿Qué falta ahora, cuáles son las etapas que vienen?

DP - La reconversión comercial. Eso es lo que hemos estado visualizando y uno de los motivos por los cuales unos cinco años atrás se generó la Asociación de Bodegas Exportadoras. En primera instancia los viticultores tuvieron la iniciativa, como dice Reinaldo, de renovar, reconstituir, mejorar el viñedo; después consecuentemente las bodegas mejoraron su capacidad de elaboración, su tecnología, se estudió el vino del mundo, en qué lugar podía entrar Uruguay, y se invirtió en viñedo y bodega.

La parte comercial es menos tangible; al viñedo se lo ve, a la bodega se la ve y son inversiones fáciles de hacer porque uno dice: invierto acá, mejoré. Pero en la parte comercial todavía no hemos logrado invertir lo suficiente, y para que toda la inversión en viñedo y bodega tenga su mejor fruto en la parte de exportación es necesario que el país invierta, que los propios productores, como lo estamos haciendo, invirtamos, pero que también podamos mostrar a Uruguay a nivel de imagen país.

EC - ¿Usted está diciendo que un problema que enfrentan las exportaciones uruguayas de vino es la imagen de Uruguay en relación con este tipo de productos?

FD - Claro: Uruguay necesita una imagen país que nos permita llegar al mundo con un producto con grifa, como es el vino, que no es un commodity, que no es como otros productos que se venden en el mercado sin que el consumidor conozca el origen. Todo consumidor de vino en el mundo sabe de qué origen es el vino que está tomando, el vino que prefiere, el vino que quiere comprar o la botella que tiene delante.

EC - En ese sentido en nuestra región Chile tiene una imagen muy consolidada, con vinos de alta calidad; Argentina, sobre todo algunas zonas, también. ¿Ese es el déficit que venimos arrastrando?

FD - Hay dos grandes grupos de países productores en el mundo, los viejos productores de vino y los hoy llamados países del Nuevo Mundo o productores del Nuevo Mundo, como es el caso de Estados Unidos con la región de California, hoy muy conocida como productora de vino, o los casos de Australia, Sudáfrica, Nueva Zelanda, y en la región sin duda Chile, Argentina y Uruguay. Sucede que los vinos del Nuevo Mundo se promocionan en base al conocimiento que los consumidores del mundo tienen del país en particular y luego a campañas de promoción o de divulgación de su calidad. Nosotros tenemos el handicap de que Uruguay no es un país conocido, pero al mismo tiempo tenemos una muy buena oportunidad con el vino, no sólo de hacer conocer a Uruguay, sino de hacerlo conocer como un país de Sudamérica, del Nuevo Mundo, productor de vinos, pero con una faceta que lo diferencia de los otros productores del Nuevo Mundo. Porque Uruguay tiene una tradición vitivinícola mucho más dilatada que la de muchos de estos países, como Estados Unidos o Chile; tiene una enorme tradición que viene de la inmigración de españoles e italianos, es uno de los países de mayor consumo per capita, el vino siempre estuvo muy asociado a la cultura uruguaya y esto, de la mano de una buena promoción del producto y del país, puede tener un impacto importante en la imagen de Uruguay.

EC - ¿Se está trabajando en esa dirección?

DP - Sí, desde hace varios años un grupo de productores y exportadores, de bodegueros exportadores, vamos al exterior, atendemos las ferias de vino, hacemos eventos de degustación, de promoción, básicamente con recursos propios. Desde el año pasado pudimos acceder a una contribución del Fomin (Fondo Multilateral de Inversiones), que depende del BID, el cual hizo un proyecto con la Asociación de Bodegas Exportadoras no sólo para promocionar el vino uruguayo en el exterior, sino para integrar toda la cadena productiva del vino mejorando aun más los nexos entre los diferentes eslabones.

EC - No es entonces un tema sólo de imagen país.

DP - La imagen país es fundamental por lo que decía Fernando, en el sentido de por el momento el consumidor en el mundo no tiene noción de si Uruguay está en América del Sur o en África, pero hay una potencialidad si logramos comunicar y ganar un lugarcito en la cabeza de esos consumidores. No olvidemos que una de las características que está teniendo el vino en el mundo es que se está masificando cada vez más, los países lo producen de una forma cada vez más industrial, por compañías cada vez más grandes, y si bien un vino australiano puede ser de muy buena calidad, muchas veces es difícil diferenciarlo de uno californiano o de uno de los países vecinos. Y Uruguay tiene todavía la potencialidad de tener individualidad, lo cual es muy valioso.

EC - ¿Es correcto que estamos exportando nada más que de 3 a 4 por ciento del vino que se produce en el país? ¿Esos son los números?

R de L - Sí, o tal vez menos.

EC - ¿Cuánto podemos llegar a exportar? Entiendo que es una pregunta demasiado genérica porque depende del paso del tiempo, de una cantidad de variables, pero a un plazo relativamente corto, ¿qué podemos aspirar a exportar? ¿Cuánto estamos exportando hoy en millones de dólares?

R de L - Si le ponemos un valor promedio de 2 dólares a la botella de vino y estuviéramos exportando 3 millones de botellas, sacamos rápidamente la conclusión.

EC - 6 millones de dólares, en ese orden.

DP - Nuestro objetivo es llegar a exportar un 20 por ciento de la producción. La potencialidad está, las uvas están, la capacidad de las bodegas está. Y el tema de Uruguay no es exportar litros sino exportar valor agregado. No olvidemos que todo Uruguay produce lo mismo que la bodega más grande de Chile, y que la bodega más grande de California produce seis veces lo que produce Uruguay, 600 millones por año.

FD - De todas maneras no minimicemos la realidad exportadora. Si tenemos en cuenta que en el mundo hoy se comercializa más o menos en ese orden, entre 3 y 5 por ciento de la producción total, y que 95 por ciento de la producción se consume en el propio país o la propia zona de origen, las de Uruguay son cifras aceptables internacionalmente para este comercio. Los países productores del Viejo Mundo, que son los principales consumidores, los que tienen más consumo, países como Francia, España, Italia, basan su gran producción en el consumo propio. Y para países del Nuevo Mundo como Argentina y Estados Unidos, los principales mercados son los internos. O sea que 3 por ciento es una cifra internacional aceptable, no es que Uruguay sea un país sin perfil exportador. En particular en el caso de nuestro país, como explicaba Daniel, en términos de valor agregado la exportación es mayor a 3 por ciento en litros; pero no olvidemos que Uruguay exporta vino fino y en el consumo de 100 por ciento participa un alto contenido de vinos de mesa, de vinos que se venden todavía en damajuana, un debe que en algún momento habrá que superar.

EC - De todos modos en materia de exportaciones, ¿qué horizontes se están planteando ustedes a mediano plazo?

FD - Creemos que las exportaciones de vino de Uruguay pueden crecer muchísimo si logran ir de la mano de ese desarrollo de imagen país, podemos mantener niveles de crecimiento de tasas importantes, aunque no monstruosas, de 10, 20 por ciento anual. Si no, seguiremos teniendo un producto que alcanza ciertos nichos de curiosidad por la dificultad de que en la cabeza del consumidor internacional de vinos no está claro si Uruguay está en África o en América.

DP - Pero hay una cosa por la cual el vino es muy valioso para Uruguay: lleva la cultura del país a los diferentes mercados. Cuando vamos a vender nuestro vino les mostramos a nuestros potenciales consumidores o a nuestros importadores no sólo fotos de los viñedos, las uvas y las botellas: les mostramos fotos de las vacas, de las playas, del campo, para que entiendan cuál es la cultura uruguaya, de qué entorno viene ese vino y por qué. Para diferenciarnos en América del Sur decimos que somos los vinos del Atlántico, mientras que nuestros hermanos argentinos y chilenos son los vinos de la cordillera. Eso da un perfil de vinos muy diferente y ahí está el interés de Uruguay. O sea que si te ponés a pensar en lo que ha hecho el vino para la cultura francesa, para la cultura italiana, ha abierto puertas, ha abierto mercados. Si bien es nuestro interés porque es nuestro sector, el vino tiene un valor estratégico para vender otros productos uruguayos porque, que yo sepa, hasta ahora es el único producto que lleva el nombre Uruguay en su etiqueta a la mesa del consumidor. El consumidor lo mira y estudia -cuando es un vino de calidad- de dónde viene, de qué región viene.

FD - Decimos que es un buen embajador.

EC - Veo que saben defender bien el rubro exportable.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón