Entrevistas

Cr. Enrique Iglesias: "Tenemos capitalismo para rato", pero será un capitalismo con "mayor presencia del Estado"

Cr. Enrique Iglesias: "Tenemos capitalismo para rato", pero será un capitalismo con "mayor presencia del Estado"

El viernes pasado, el contador Enrique Iglesias, titular de la Secretaría General Iberoamericana, brindó en Montevideo una conferencia donde manejó algunos conceptos que generaron repercusión. En diálogo con En Perspectiva, Iglesias profundizó en algunas de esas ideas. Aseguró, en primer lugar, que no es "el mundo como tal" el que está en crisis, sino sus "motores del crecimiento", refiriéndose a Europa y Estados Unidos, aunque advirtió que en la medida de que la situación se prolongue, "se va a proyectar" sobre Asia, América Latina y África. Por otra parte, Iglesias opinó que el modelo capitalista aún se mantendrá vigente, pero que "va a ir evolucionando" en un "capitalismo de control", que integre "mayor presencia del Estado" como controlador. Respecto al euro, consideró difícil que se concrete su caída del porque, si bien la posibilidad "existe", "el costo de deshacerse" de él "es mucho mayor que el costo de mantenerlo". Expuso también su idea de que "antes del final de la década" Uruguay podría convertirse en un país desarrollado gracias al aumento sostenido del ingreso per cápita anual.



(emitido a las 8.37 Hs.)
 
EMILIANO COTELO:
No es extraño que cada vez que el contador Enrique Iglesias da una conferencia sus opiniones generen una gran repercusión. En definitiva, desde hace más de 50 años este asturiano, pero uruguayo por adopción, ha sido un protagonista de primera línea tanto dentro del Uruguay como a nivel internacional.

A mediados de los años 50, y recién recibido de contador, fue nombrado director gerente de la Unión de Bancos del Uruguay, y seis años más tarde se lo designó al frente de la recién creada CIDE (Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico).

Luego, en 1967, asumió como el primer presidente del Banco Central del Uruguay y en 1972 tomó posesión de su primer cargo fuera del país como secretario ejecutivo de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe). Allí se desempeñó hasta 1985, cuando, a la salida de la dictadura, aceptó el desafío de ser el canciller de la República en el primer gobierno de Julio María Sanguinetti.

En 1988 volvió al plano internacional para dirigir el Banco Interamericano de Desarrollo, cuya presidencia ocupó durante 17 años, hasta 2005, cuando se retiró, pero no para quedarse quieto, sino porque asumió la Secretaría General Iberoamericana, donde se desempeña hasta hoy.
 
Este viernes, invitado por ACDE, Iglesias brindó una conferencia en Montevideo que llevó como título "Realidad económica y social del mundo de hoy y sus perspectivas". Allí manejó varias ideas que vale la pena conocer y sobre las cuales conviene profundizar.

Por eso vamos a conversar con él.

¿Pronto para viajar de nuevo?

ENRIQUE IGLESIAS:
Sí, a mediodía estamos de vuelta emprendiendo el camino hacia España.

EC - Vayamos a la conferencia del viernes. Usted en un momento dijo que hoy en el mundo se advierten "luces y sombras". Y entre las luces destacó el crecimiento que el planeta ha mostrado en los últimos 30 años. ¿Podemos profundizar en ese concepto?

EI - Es una cosa bastante objetiva, el mundo creció y creció bien, en algunas partes muy bien, y apareció este fenómeno espectacular del crecimiento asiático que realmente lo convirtió en una especie de paradigma. Un crecimiento de 8 o 10% por año en una economía como la china es un fenómeno que impacta en el crecimiento mundial. Dos terceras partes del crecimiento del mundo en los últimos años ya lo estaban aportando estos titanes recién llegados al proceso de desarrollo, y eso nos dio un crecimiento muy fuerte, y además, junto con el crecimiento, un mejoramiento sustancial del nivel de vida para mucha gente.

Y el mundo mismo hoy, que tiene esos bolsones críticos en Estados Unidos y en Europa, está creciendo. No se puede decir que el mundo como tal está en crisis, está creciendo 3 o 3,5%. Lo que está en crisis son los motores del crecimiento, que en la medida en que se empiecen a enlentecer aún más van a tener implicaciones tal vez en el resto del crecimiento.

EC - Ahora, ese nivel de crecimiento inédito del que usted habla ¿no tuvo algo que ver con la crisis que hoy atraviesan Estados Unidos y sobre todo Europa?

EI - En cierta manera sí, es una buena pregunta, porque buena parte de la expansión americana especialmente se hizo a partir de grandes especulaciones y grandes burbujas. Eso es verdad, ese crecimiento alto en las economías centrales estuvo muy unido a grandes burbujas de crecimiento alentadas por el sistema financiero. Lo que pasa es que a lo largo de la historia hubo toda una etapa del capitalismo, hasta los 50, 60, en que el gran motor era la industria. Por eso todos queríamos industrializarnos. Después vinieron los servicios, los servicios hoy son la parte más importante de la fuente del crecimiento mundial. Pero después apareció el fenómeno financiero, en los últimos años fueron las finanzas las que actuaron de grandes motores del crecimiento. Entonces en ese sentido ha habido un cambio de énfasis. Los problemas actuales parten de las finanzas, de la exageración que se dio con la expansión del sistema financiero, que tuvo grandes repercusiones, sin duda alguna, y ayudó al crecimiento, pero asumió grandes riesgos en un momento explotaron. Es el tema en su conjunto.

EC - Usted dio algunos números a propósito de cuánto pesa hoy el sector financiero en la economía en comparación con otros.

EI - Pesa una barbaridad. No hay cifras, pero se habla de que en un día se comercializa 40 veces el monto del producto mundial en las acciones financieras, con máquinas que procesan ventas y compras de acciones por segundos. Es decir, hay un fenómeno financiero brillante, de una enorme creatividad, pero capaz de asumir riesgo y de crear crisis muy serias. Es lo que está pasando ahora.

EC - Usted sostuvo que el capitalismo ha sido muy exitoso. Además, aseguró que "la globalización fue absolutamente creativa, trajo grandes beneficios a la humanidad". Esas afirmaciones resultan muy provocadoras, porque en los últimos tiempos, y a propósito de los problemas económicos que se están dando en el hemisferio norte, más bien hemos escuchado decir lo contrario: se habla de la "crisis del capitalismo", incluso se llega a sostener que estamos ante el "fin del capitalismo". ¿Cómo llega usted a sus conclusiones?

EI - En primer lugar, desconocer que la globalización fue un factor de crecimiento importante en el mundo sería antihistórico. Evidentemente la globalización abrió puertas enormes al comercio, a la circulación del ahorro, a las inversiones. Esa fue la cara buena. Y la cara oscura ha estado fundamentalmente en la especulación. Detrás de esa globalización se fueron alimentando grandes fenómenos de expansión económica, sobre todo en la vivienda o en la bolsa, y esa globalización magnificó esos fenómenos en esos niveles. Creo que hay una cara buena de la globalización, no se puede negar que ha sido un factor importante en el crecimiento mundial y lo va a seguir siendo, pero también hay una cara oscura. La cara oscura de los riesgos es una, la otra cara es que la globalización irrumpe defendiendo modelos de consumo, modelos de vida, afectando valores. Todo eso forma parte del paquete negativo, pero lo más importante es cómo la globalización se concentró en ciertos sectores especulativos y en algún momento estalla y produce lo que estamos viendo ahora.

EC - Y sobre el capitalismo en sí, en el momento actual, ¿cuál es su análisis?

EI - Pienso que tenemos capitalismo para rato, pero tenemos un capitalismo que va a ir evolucionando en forma de tener mayor presencia del Estado, y entiendo al Estado como controlador, no como productor, como lo habíamos entendido históricamente. Es decir, no se trata de que el Estado haga las cosas en su mayoría, sino de que el Estado controle bien y se prepare para ello. Ese capitalismo de control es importante, como también van a ser importantes las formas de capitalismo de Estado que hemos tenido en el pasado –Brasil es un buen ejemplo–, que van a tener una cierta revitalización. Creo que vamos a tener más Estado y un mercado más regulado. El problema es encontrar un equilibrio para no sofocar al mercado y permitir que la economía crezca con la iniciativa y la creatividad que suele tener en la economía capitalista.

EC - A propósito de lo que se está viviendo hoy usted destaca que esta crisis económica y financiera no es una crisis mundial. Históricamente estábamos acostumbrados a que fueran los países del Tercer Mundo los más afectados por las crisis o los protagonistas de las crisis, y ahora parece estar ocurriendo lo contrario. ¿Cómo observa esta diferencia?

EI - Exactamente. Es difícil hablar de crisis mundial cuando el mundo crece al 3,5%. Es una crisis eminentemente europea, es una crisis americana, pero como son dos motores que en conjunto están muy cerca del 50% de la producción mundial, en la medida en que esta situación continúe se va a proyectar sobre Asia, sobre nosotros y sobre África directa e indirectamente. Directamente porque quizás los mercados se hagan más estrechos para nosotros en el mundo industrializado, e indirectamente porque la baja de la demanda sobre China va a provocar un ajuste en los precios, que han sido tan generosos en los últimos años para nosotros.

EC - Teniendo en cuenta esto que estamos observando, la diferencia de posicionamiento en la economía mundial de países como buena parte de los europeos con su crisis y Estados Unidos, pero al mismo tiempo que los malos alumnos de la clase, por ejemplo los países de América Latina, están muy ordenados y creciendo a tasas interesantes, ¿qué puede implicar esta nueva realidad desde el punto de vista del protagonismo en la salida de la crisis? ¿Qué papel pueden jugar países como las economías emergentes?

EI - Creo que las economías emergentes van a jugar un papel muy grande, ya lo están jugando. Para nosotros, por ejemplo, el colchón de la demanda china es un factor de estabilidad muy grande, porque nos permite tener mercados y precios. Ahora, ¿China aguantará esta situación? China tiene que hacer algunos ajustes mirando ahora más al mercado interno que al mercado externo, ya está sintiendo los impactos por ejemplo de la demanda alemana o de la demanda americana, esto ya se nota cuando la tasa baja del 9,5 y al 7,5%. Vamos a sentirlo por esa vía. Por eso digo que los mercados regionales van a contar, el mercado regional latinoamericano ya es un mercado de 6,6 trillones de dólares, un mercado importante que habría que aprender a valorizar, no para cerrarnos, sino para hacer más cosas adentro y ser mejores competidores afuera. Hay que entender eso, tenemos que empezar a valorizar nuestro mercado, ya cuenta, por eso están viniendo a invertir las empresas de otras tierras.

***

EC - Usted es muy crítico con la conducción política de Europa, que no ha tomado las medidas que debía tomar con la rapidez que se requería. ¿Podemos profundizar en esto? ¿A qué se refiere? ¿Qué medidas debió haber tomado Europa?

EI - En el mundo hay tres monedas de reserva, el dólar, la libra y el euro, y el dólar y la libra tienen un banco central que es prestamista de última instancia, que es lo que permite defender en última instancia los movimientos que se generan en los mercados erráticos. Europa no tiene eso, no tiene un banco central completo, porque no puede salir al rescate abierto que hace por ejemplo la Reserva Federal cuando rescató a todos los bancos y rescató al gobierno. Hay una limitación muy importante. Al no existir un banco central que esté pronto a cumplir la función de prestamista de última instancia, los mercados se fragmentan. Normalmente, cuando está ese banco central, los países reciben el influjo cuando lo necesitan y los mercados internamente no se fragmentan. Hoy el mercado europeo está muy fragmentado, España dejó de recibir cualquier tipo de préstamo de otros bancos europeos. No se prestan entre sí, porque hay desconfianza de que llegado el momento de inestabilidad no van a tener a quién recurrir para cubrir su déficit de caja.

EC - Ese recorte en las potestades del Banco Central Europeo no es nuevo. Cuando se diseñó el sistema, cuando se introdujo el euro, fue advertido que ahí había una debilidad.

EI - Claro, eso es lo que dice el presidente del Banco Central: "No me pidan que haga lo que no puedo hacer porque no tengo autorización de partida". Eso es lo que crea esta gran inestabilidad. La estabilización financiera es fundamental.

EC - ¿Y qué medidas pudieron haberse tomado con el marco institucional que existe en Europa?

EI - En este momento están tomando medidas indirectas, comprando en los mercados secundarios. Como no pueden comprar directamente al Estado, entonces compran bonos en los mercados secundarios y alimentan al Estado por esa vía. Pero el tema de la falta de una autoridad monetaria en el centro del proceso es quizás la causa más importante. En el origen de esto está el hecho de que Alemania entró con mucha reticencia a deshacerse del marco a favor del euro, pues le puso muchas condiciones al euro, muy cercanas a su visión de sus políticas económicas. Y no solamente Alemania, también Austria y Holanda estuvieron en la misma línea de limitar al Banco Central para que evitara los excesos. Y hoy el Banco Central no puede hacerse cargo de la deuda y estabilizar los mercados por ese lado, como hicieron los americanos. Los americanos compraron cuanto banco andaba con problemas y estabilizaron financieramente los mercados. El mercado se está reponiendo, los bancos salieron de la deuda, pagaron sus deudas y están hoy de pie.

No digo que sea la única medida que debían tomar, pero creo que esa ha sido la causa más importante. Entonces se fragmentan los mercados europeos, los españoles no pueden recibir crédito de ningún otro banco europeo, los italianos tampoco, con lo cual para salir a conseguir plata pagan el 7%. La plata se va de Alemania y Francia y va a Italia, y los alemanes pagan 0%. Es lo que decía Monti el otro día: "Nosotros pagamos el 7% y Alemania 0; no es posible en una comunidad". Esas son las contradicciones que están generando una gran inquietud, y están generando un clima anti Unión Europea y anti-Alemania, las dos cosas. Hay un movimiento peligroso, porque esto puede romper –lo dijo Monti muy claramente– las bases de la unidad europea, lo cual sería catastrófico. Hay un sentimiento de que la Unión Europea no está respondiendo a las necesidades del momento, esos son los temas que se están viviendo ahora en Europa.

EC - Por otro lado, usted está muy impresionado por el tipo de ajustes que se están haciendo en Europa, en especial, por mencionar uno, el de España, el más reciente.

EI - Yo estuve en todos los ajustes en América del 82 al 2002, todos. Ninguno tuvo la profundidad del ajuste de España ahora, es espectacular. Implica el recorte de los salarios nominales, aparte de los despidos. Es muy doloroso. Están cumpliendo con toda la letra de las medidas, el tema es si aguanta la sociedad, pero además la economía no crece, porque todas las medidas que se están tomando hoy son depresivas: son aumentar los impuestos, recortar el gasto, despedir gente, cortar los aguinaldos. Todo eso es complicadito, si no hay ninguna medida que estimule la producción no sé cómo la gente va a pagar impuestos.

EC - Ese análisis que usted hace lo hacen muchos especialistas y dirigentes políticos, en Europa en especial. ¿Cómo se entiende que se esté yendo por ese camino, que parecería un callejón sin salida?

EI - Esa es la pregunta que nos hacemos todos. Creo que hay en el fondo dos visiones de la salida, cuatro visiones. Hay una cruza aquí. Es la primera vez que los americanos están en una posición y los europeos en otra, es la primera vez que hay disonancia entre Estados Unidos y Europa, al menos que yo recuerde. Y hay disonancias entre el norte y el sur de Europa, entonces hay una cruza allí. Los países del norte de Europa, especialmente Alemania y sus amigos, como Holanda, Suecia, Finlandia, Austria, tienen un concepto muy luterano de que las personas deben solucionar sus problemas por sí mismas y así se van a convertir en mejores socios de los demás. Yo siempre digo que es como la salvación por la flagelación, como se decía en la Edad Media, pero eso ya no se usa más, es complicado. En el fondo es una visión de que hay que arreglarse haciendo todos los ajustes hasta que se produzca una reacción de la economía a partir de ese ajuste económico profundo.

Creo que sí hay que hacer ajustes, sí hay que tener políticas sobrias y recortar gastos, pero también hay que tener factores que estimulen la economía, si no, ¿quién va a pagar los impuestos? Si usted no tiene una economía que crece, sube el IVA, pero ¿quién le va a pagar el IVA? Esas son las contradicciones que hay y que no están resueltas. En el fondo en este momento en Alemania y en los países nórdicos se está pensando que si usted se ajusta brutalmente y corta el déficit brutalmente, la economía y los empresarios van a empezar a invertir de vuelta. Yo creo que más o menos, van a invertir si pueden ganar. Si la economía se achica y no hay capacidad para negocios, no invierten. ¿Qué hacíamos nosotros cuando ajustábamos en los años 90? Junto con ajustar fiscalmente, junto con hacer reformas, traíamos fondos de estímulo para hacer obras públicas, para fomentar el crédito, para que la máquina se moviera, porque usted puede aumentar los impuestos, pero si la economía decrece no cobra impuestos. Eso es lo que pasa y es lo que está pasando.

EC - ¿Qué visión tiene del futuro del euro? ¿Es una posibilidad real su disolución, su caída?

EI - Está en las cartas, de eso no cabe duda. La posibilidad de que esto ocurra es real, por eso mismo en los últimos artículos de The Economist se habla incluso de qué se haría, cómo se haría, se está discutiendo qué significaría. La posibilidad existe. Yo creo que no va a ser así, porque todavía hoy el costo de deshacerse del euro es mucho mayor que el costo de mantenerlo. Es un problema de costos relativos, hoy todavía es más barato tomar políticas para defender al euro y sostener a la Unión Europea que anularlo. Por eso creo que no se va a dar. Pero si usted me pregunta si la hipótesis está en las cartas, sí está, no tengo dudas, hay gente que está pensando en eso. Sería una trágica decisión, porque romper el euro sería romper la Unión Europea, que ha sido uno de los grandes modelos de la historia económica de la humanidad, un modelo que vino detrás de una Europa dividida, con guerras y con historias dramáticas y esto culminó con un período de entendimiento. Sería trágico. Y para nosotros sería malo también, porque para nosotros Europa es un referente.

EC - Hablando de otro de los focos de tensión en Europa hoy, Grecia, ¿usted aprueba el pedido de las autoridades griegas para que se les dé más tiempo? Ellos dicen: "Estamos dispuestos a cumplir con todo el compromiso que asumimos de ajuste y de recorte a cambio del rescate financiero, pero así como está planteando, con este cronograma, nos ahogamos, necesitamos tiempo para respirar".

EI - No conozco en detalle el tema de Grecia, no he estado. Pero en la historia de los ajustes económicos siempre hay momentos en los que un proceso en marcha precisa un respiro adicional y si ese respiro está para consolidar lo que se está haciendo vale la pena darlo. Era muy corriente que en los programas de ajuste viniera un gobierno y dijera: "Yo no llego este mes, preciso un respirito más". Creo que hay que dárselo en la medida en que el país tenga la seriedad de estar comprometido con los ajustes, creo que los plazos deben servir para aflojar un poco y estimular a que lo sigan haciendo. Es lo que me parece, pero como le digo, no conozco el tema.

***

EC - Casi al comienzo de la entrevista nos llegó un mensaje de firma Adriana de Maldonado, que se presenta como docente de Historia y dice que está buscando el texto de la conferencia que usted dio la semana pasada, cómo puede acceder a esa grabación o a la transcripción, y dice: "De todos modos, te cuento, tengo a todo cuarto año en la clase escuchando la entrevista, algunos por primera vez. La maravilla de los celulares y MP3 que ellos tienen así la estamos aprovechando".

EI - Me parece muy simpático de Adriana, muchas gracias. Yo le mando el discurso, lo vamos a desgrabar y se lo vamos a mandar. Que hable con nuestra oficina y se lo van dar, le van a dar incluso el video si quiere.

EC - Usted ya habló del papel que están jugando países de Oriente –China, India, el sudeste asiático– en este momento tan particular de la economía, moviendo la economía, tirando de la economía cuando se han corrido a un costado varios de los países europeos y Estados Unidos. Se está configurando un mundo multipolar.

EI - Eso es lo que yo digo, sí.

EC - ¿Qué desafíos representa desde el punto de vista de las relaciones internacionales?

EI - La multipolaridad representa por lo pronto desafíos importantes. Multipolar fue Europa durante 800 años y terminó inventando todas las guerras. Es decir que el primer desafío es encontrar los equilibrios políticos en esa multipolaridad, porque esta multipolaridad económica es también política y en última instancia lo será militar. Estamos en una nueva geografía del mundo, el mundo cuando se manejaba de a dos era más fácil, porque se ponían de acuerdo Moscú y Washington y todos suspirábamos, pero ahora hay que poner de acuerdo a la Unión Europea, Estados Unidos, China, India, Brasil, Sudáfrica, todo el mundo tiene una cuota de poder económico y por último también tiene una cuota de poder político. Entonces poner de acuerdo todos esos nuevos puntos de poder es complicado, va a ser complicado económicamente, porque hemos fracasado sobre todo en un elemento hasta ahora: el elemento comercial. No hemos sido capaces de armar acuerdos comerciales que sean respetados por todos.

EC - Está pendiente la reestructura de las Naciones Unidas, por ejemplo.

EI - Claro, porque el mundo que hicimos en el 45 fue el mundo de las Naciones Unidas, del Fondo Monetario, del Banco Mundial, de la Corte de Justicia de La Haya. Así nació este sistema, ese es el mundo que se armó después de la guerra. Fue un mundo en inglés para empezar, pero fue un mundo sobre todo que nos dio tranquilidad y paz durante 50 años, y aparte de eso fue construyendo las bases de la globalización, el mundo se fue integrando económicamente, tecnológicamente, en materia de inversiones. De alguna manera ese fue el orden occidental que tuvo un origen fundamentalmente, primero unipolar en los americanos, después bipolar y ahora está pasando a ser multipolar. Eso lo primero que va a crear es necesidad de un diálogo para construir un mundo en paz que va a tener que negociar con otros valores que no son los nuestros, porque la gente de Asia no piensa lo mismo de la democracia, no piensa lo mismo de los derechos humanos, tiene otro tipo de visiones del mundo. Son civilizaciones además milenarias, no son tampoco visiones coyunturales. Entonces creo que ahí hay una primera reflexión.

Y diría que la segunda reflexión es que económicamente se van a armar nuevas alianzas en el mundo. Ya están surgiendo, como por ejemplo los cuatro países del Pacífico, que tienen muchas cosas en común y se proponen negociar acuerdos especiales con el mundo asiático. ¿Y no podrá haber algo parecido del Atlántico? ¿No van a aparecer por aquí tendencias para negociar con Estados Unidos, por ejemplo? En fin, todas esas cosas forman parte de este mundo dividido que tenemos por delante, que va a ser mucho más complicado, con riesgos, pero espero que sea mejor, que nos abran las puertas para poder ser mejores miembros de la comunidad internacional.

EC - En la conferencia del viernes usted también dijo en otro momento: "Vamos a una nueva sociedad mundial de clase media". Y agregó que "dos tercios de América Latina ya pertenecen a lo que sería la clase media".
 
EI - Sí, hay gente que habla de que ya dos tercios son de clase media.

EC - ¿Qué quiere decir "una sociedad de clase media"?

EI - Que más de la mitad de la gente supera el promedio del país en la capacidad de recibir ingresos. Eso es importante, es gente que no solamente tiene ingreso mayor, sino que tiene también otra forma de participar en la sociedad, se informa, participa, se hace oír, genera demandas. Un caso típico de sociedad de clase media lo encuentra en el Chile de hoy, ¿cuándo íbamos a imaginar a los muchachos saliendo a la calle a reclamar calidad en la educación? Nosotros cuando éramos estudiantes reclamábamos autonomía y presupuesto, pero salir a la calle a pelear vigorosamente para pedir calidad es un fenómeno de clase media. Está muy bien por lo demás, pero fíjese que son las nuevas demandas, la clase media reclama seguridad, valoriza la seguridad por encima de todo, son clases medias urbanas además. Por eso los sociólogos, que saben mucho de esto, nos están previniendo de que esa clase media va a ser más difícil de administrar y de servir políticamente.

EC - ¿Cómo entran en su análisis los altos niveles, muy altos, de desigualdad social que todavía tiene hoy América Latina?

EI - Ese sigue siendo un problema. La desigualdad que teníamos nosotros se ha acentuado, y se ha acentuado también en los países centrales, el tema de la desigualdad hoy es un gran dolor de cabeza en Estados Unidos. Siempre hubo desigualdad, pero afloró en forma más violenta y hoy es uno de los grandes temas del debate nacional, la gente no soporta mucho esta distancia que hay entre los de arriba y los de abajo. Y por supuesto los chinos tienen una profunda desigualdad. Ahí también hay una pelea muy grande que hay que enfrentar.

EC - ¿Es posible una "sociedad de clase media" con esos niveles de desigualdad por ejemplo en nuestro continente?

EI - Es posible en el sentido de que a pesar de tener esa abundancia de clase media va a haber gente muy arriba, que en la escala de ingresos alcance altos niveles. Pero el avance de una clase media vigorosa tendería a igualar las sociedades, uno de los aspectos importantes es que al ascender al nivel de clase media tendríamos un factor de igualación, por eso es positivo. Creo que es positivo crear una clase media, porque además son sociedades que tienden a ser más estables, más previsibles en todo sentido. Y más complejas también de administrar políticamente.

EC - ¿Y Uruguay en ese contexto? Usted dijo que Uruguay está en camino a convertirse en un país desarrollado. Habló de un horizonte temporal incluso.

EI - Generalmente en la jerga económica cuando un país pasa los 20.000 dólares uno dice "es un país desarrollado".

EC - Se refiere al ingreso per cápita anual.

EI - Sí, el ingreso per cápita anual. Estamos casi en 15.000, si seguimos a este ritmo llegaremos antes del final de la década y apareceremos en la clasificación de países desarrollados. Eso no quiere decir que no haya grandes problemas ni que habremos llegado a la tierra prometida, quiere decir que el nivel de ingresos ya alcanza una dimensión respetable. Ya hoy lo es, si usted me hubiera dicho a mí en el año 61 cuando hicimos la CIDE que íbamos a llegar a tener 15.000 dólares per cápita le habría dicho que no. Ha sido un sueño permanentemente y se está llegando.

EC - No son los mismos dólares, ¿no?

EI - No son los mismos dólares, eso es verdad también, pero son dólares igual. La gente no debe entender que llegamos a los 20.000 dólares y somos Suecia, nos va a faltar un poco. Pero lo importante es que la masa crítica de que dispone la sociedad es mucho mayor y por tanto el volumen de bienes y servicios a su disposición es bastante mayor también.

EC - La definición de país desarrollado durante mucho tiempo ha ido asociada a la idea de país industrializado. No es el caso en este momento, en el Uruguay en particular. ¿Cómo lo ve?

EI - No es el caso. Durante mucho tiempo, cuando salimos de la segunda guerra mundial la gran obsesión era que el progreso estaba dado por la industria, los trabajos de la CEPAL y de Prebisch hablaban de la industrialización porque era una forma de acceder a la tecnología. Curiosamente no se hablaba de la tecnificación del campo, se hablaba de las industrias de chimenea. Eso ha ido cambiando y hoy los nuevos elementos motores pasan por los servicios, que son los que forman el gran componente del crecimiento. Ahora en los servicios también hay tecnología, como hay tecnología en la agricultura, es decir que vamos a avanzar con nuevas oportunidades, las industrias de servicios van a ser cada vez más importantes en el mundo. Son los nuevos motores, ya no es la industria sola; en algunos países sí, pero hoy hay una tendencia a reivindicar el papel de la industria que había quedado un poco rezagada en las prioridades nacionales. La CEPAL lo está haciendo ahora, hablando de reindustrializar América Latina. Creo que cada país va a tener una mezcla de agricultura, industria y servicios que va a tener que resolver de la mejor manera posible, pero en este caso hay una pluralidad de puntos de apoyo al crecimiento, no solamente la industria.

EC - Por último, pensando en Uruguay, ¿cuáles son las principales áreas que hay que atender para alcanzar ese objetivo de país desarrollado?

EI - Yo sigo insistiendo cada vez más en que la educación sigue siendo el tema central de todo. El país tiene que reafincar en la educación no solamente la diversificación de su economía, sino el aumento de la productividad, la mejor calidad de la democracia, el sostenimiento de los valores, que son tan importantes. Tenemos que tener educación de calidad, es fundamental. Cuando me preguntan afuera cómo es que llegamos a hacer punta con la mejor distribución del ingreso, digo que una de las formas fue la educación. Desde el año 65 la educación gratuita, obligatoria, laica, que se mantuvo a través de los años, fue incorporando gente y eso es un factor importante del progreso nacional. No fue el único, pero fue importante. Si usted hoy me pide un elemento, le diría que es la educación lo que nos va a permitir acceder a nuevos niveles de productividad, lo que nos va a permitir competir mejor y en última instancia también ser mejores ciudadanos, que todo eso es lo que importa para consolidar la democracia.

EC - Desde la audiencia le preguntan qué papel le asigna a la cultura.

EI - Para mí educación y cultura están muy ligadas, soy muy partidario de la cultura, incluso a lo largo de toda mi actividad en todas partes estuve en el tema cultura. Es un factor central, ahora mismo en la comunidad iberoamericana el tema central es la afinidad cultural, el poder de la cultura en América, que es una verdadera potencia, aunque desgraciadamente para las políticas públicas la cultura siempre es o un residuo o un lujo. Es un error grave, la cultura está en la base no solamente de los logros espirituales de la gente, también de los logros económicos. La cultura, además de ganancia espiritual, es ganancia económica, genera empleo, genera actividad, genera sociedades más integradas. Ahí tenemos un inmenso capital en América que hay que explorar. Creo mucho en esto de la cultura, para mí la educación va de la mano de la cultura como un factor fundamental para apoyar la vida en sociedad, y tenemos ahí una riqueza muy grande.

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Transcripción: María Lila Ltaif

Foto: presidencia.gub.uy