El ajuste de las tarifas de electricidad: impacto en las cuentas públicas y en la competitividad
Análisis del economista Pablo Rosselli, de la consultora Deloitte.
(emitido a las 8:32 Hs.)
EMILIANO COTELO:
La semana pasada el Gobierno dispuso un ajuste en las tarifas de energía eléctrica que entró en vigencia el 1º de setiembre. En promedio la suba fe de 4,6% aunque con diferencias significativas entre los distintos segmentos de clientes: las Pymes tuvieron un incremento de 2,8%; para el consumo residencial el ajuste fue de 4,6% y para grandes consumidores los incrementos fueron de entre 5,8% y 7,4%.
Este ajuste de tarifas despertó críticas en los ámbitos empresariales (Cámara de Industrias y Unión de Exportadores), desde donde se alega que la medida repercute negativamente en la competitividad. Desde el Gobierno se sostiene que era necesario tomar ese camino para compensar parcialmente la suba de costos de generación. Ante ese debate, nos pareció que valía la pena dedicar nuestro espacio de análisis económico a este tema. Conversamos con el economista Pablo Rosselli, socio de la consultora Deloitte.
¿Cómo analizaron esta decisión del gobierno? Esta fue la segunda suba de precios del año.
PABLO ROSSELLI:
En enero habíamos visto una suba de 6%, con lo cual en lo que va del año tenemos una suba acumulada de casi 11%, más que la inflación prevista para el conjunto de 2012 (en torno de 7,5%).
Esta decisión está motivada por restricciones desde la perspectiva fiscal, aunque también es relevante considerar la tendencia de mediano plazo para los precios de la energía.
EC- ¿Cuáles son las claves desde la perspectiva fiscal?
PR- Cuando analizamos las cuentas públicas en los últimos años vemos que se ha producido un descenso de la contribución al resultado fiscal que hacen las empresas del Estado. Eso recoge la incidencia de varios factores pero uno relevante tiene que ver con los costos de la energía y la política de tarifas.
El costo de la energía tiende a subir y el Gobierno en los últimos años ha recurrido con frecuencia a postergar subas de precios, sobre todo para moderar los impactos sobre la inflación. En el caso particular de UTE, el resultado primario se ubicó en los últimos doce meses a julio en un déficit de 0,25% del PIB, y en ese cálculo no se considera el uso de recursos del Fondo de Estabilización Energética (un fondo creado hace dos años con ahorros que UTE pudo obtener en 2010 gracias a lluvias que fueron muy abundantes). Si dejáramos de lado ese efecto, el resultado de UTE sería de un déficit primario de 0,6% del PIB.
EC- De todos modos, un factor clave para explicar estos resultados de UTE fue la falta de lluvias. Deberíamos esperar hacia adelante una mejora de los resultados una vez que se normalizan las lluvias, ¿es así?
PR- Si. La falta de lluvias jugó un papel clave este año. Pero si miramos la tendencia de mediano plazo se observa que desde 2000 hasta 2007 UTE tenía resultados positivos. Desde 2008 para acá los resultados han fluctuado mucho, pero en promedio son más bajos.
El Gobierno apeló recurrentemente a reprimir ajustes de tarifas para amortiguar la inflación, pero eso tiene un costo fiscal. Por otra parte, los costos de la energía tienden a subir en la medida que la demanda de energía es creciente, lo cual como tendencia (más allá de las fluctuaciones del régimen de lluvia) obliga a UTE a recurrir a energía térmica, que es notoriamente más cara que la energía hidroeléctrica.
EC- ¿Cómo evolucionaron los precios de la energía eléctrica en los últimos años?
PR- En 2011 los precios de la energía eléctrica bajaron en términos reales en torno de 6%, desde valores que eran máximos en términos históricos. Con la suba de este mes, en el promedio de 2012 el costo de la energía eléctrica se mantendrá prácticamente estable en relación al promedio de 2011. Y estos costos serán un 2% más altos que los valores que se observaban hace unos años atrás, por ejemplo en 2007, cuando UTE generaba un superávit primario de 1% del PIB.
En 2012, con precios apenas algo mayores en términos reales, el resultado primario de UTE está en registros negativos. Eso no se puede atribuir exclusivamente a la falta de lluvias de este año. Tenemos una tendencia de encarecimiento de la energía que difícilmente se revierta si no baja el precio del petróleo en los mercados internacionales. Y si la política de tarifas públicas no traslada esos mayores costos a los usuarios, entonces se termina alentando un consumo ineficientemente alto.
EC- También está la perspectiva de la competitividad. Desde ámbitos empresariales se vio con preocupación esta suba de costos, máxime cuando todo el contexto externo parece más complicado. ¿Cómo analizan este tema?
PR- Compartimos la preocupación por la competitividad que se observa en ámbitos empresariales, y teniendo en cuenta las señales de desaceleración de la economía mundial que estamos observando, habría sido deseable que el Gobierno postergara esta suba.
Pero en todo caso, este es un ejemplo más de las restricciones que enfrenta el Gobierno actualmente para preservar la competitividad y que hemos comentado varias veces en el programa.
EC- ¿Qué quieres decir con eso?
PR- Varias veces comentamos que el Gobierno ha seguido políticas procíclicas, tanto en el frente monetario como en el frente fiscal. Eso ha determinado que tengamos niveles de inflación persistentemente altos que limitan la capacidad de apelar a la política monetaria para buscar un dólar más alto.
Y en el frente fiscal, el Gobierno también mantuvo una tónica expansiva. El nivel de ahorro primario ha sido demasiado bajo y eso hace costoso ahora postergar ajustes de la energía.
Sin embargo, esas observaciones no nos deberían hacer perder de vista cuáles son los temas claves para cuidar la competitividad. La preservación de la competitividad no pasa en última instancia por seguir postergando ajustes de tarifas que parecen inevitables.
EC- ¿Dónde está la clave para cuidar la competitividad?
PR- La competitividad es un fenómeno de múltiples factores.
Si miramos los factores macroeconómicos, necesitamos una combinación de políticas macroeconómicas diferentes a las actuales; precisamos una política monetaria más expansiva pero para eso es necesario una moderación sustancial de los salarios (en las próximas negociaciones colectivas) y una moderación del gasto público, de lo contrario, las presiones inflacionarias se acentuarían.
EC- ¿Qué otros elementos son claves?
PR- Si pensamos en los costos de la energía, la clave está en que logremos consolidar una oferta de energía a costos competitivos. No pasa por decisiones coyunturales de ajustar o no alguna tarifa. Y como ya dijimos, el aumento de la demanda hace que los costos de generación tiendan a crecer. El país tiene en marcha un conjunto de proyectos de energía eólica que van a permitir una oferta de bajo costo, pero eso no va a alcanzar. El Gobierno tiene el proyecto de una regasificadora pero el costo de ese proyecto (sin compartirlo con Argentina) puede terminar siendo muy alto. De hecho, días atrás el presidente Mujica comentaba que el país se había apresurado a descartar el carbón como fuente de energía, cuando al mismo tiempo el país está invirtiendo en una interconexión con Brasil para importar más energía que justamente es generada con carbón.
Queda otra perspectiva de factores determinantes de la productividad que tiene que ver con el desarrollo de infraestructuras, con el desarrollo de una oferta educativa de calidad que hoy no tenemos y con una mejora en el clima institucional del país que conduzca a establecer el imperativo de mejorar la productividad como aspecto central de las relaciones laborales. Hoy predomina un ambiente de conflictos más o menos frecuentes y de enorme resistencia a las iniciativas de mejora de la productividad por parte de los sindicatos.
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